Capítulo 36 | Logan
-Logan-
Llegamos a Denver a las dos de la mañana, pero paso cuarenta minutos dentro del auto, renuente a salir de él. Hannah es bastante paciente conmigo. No me presionó ni un poco. Simplemente esperó a que estuviese listo para bajar y encaminarme con ella al enorme edificio donde vive Lucas, mi hermano mayor.
— Le pediré a Lucas la clave para el estacionamiento del edificio —mascullo, mirando hacia el Chevelle de Hannah.
—No te preocupes por eso —se encoje de hombros—. No es como si alguien quisiera robar mi viejo cacharro.
Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios y entramos a la recepción. El portero nocturno nos mira una fracción de segundo antes de regalarnos una inclinación de cabeza. Sé que ha podido reconocerme. Lo noto en la incredulidad que tiñe su expresión.
—Bienvenidos —dice. Hannah murmura un suave “Gracias. Buenas noches”, siguiéndome de cerca.
Subimos al ascensor y presiono el código que Lucas me ha enviado por mensaje de texto. Yo llevo la maleta de Hannah y la mía; mientras que ella lleva a Guante entre sus brazos. Decidí llamarle así porque la mañana de año nuevo, desperté con él, hecho una bola sobre mi mano. Parecía un guante de box. No he podido dejar de llamarle de esa manera desde entonces.
—Tranquilo —la voz de Hannah me hace salir de mi ensimismamiento. La miro, confundido. Ella mira hacia mis manos y hace un gesto hacia ellas.
No me había dado cuenta de que estoy abriendo y cerrando los puños hasta éste momento. He dejado caer ambas maletas, así que me inclino para levantarlas. Una sonrisa aterrada se pinta en mi boca y mascullo—: Lo siento.
—Todo saldrá bien —su sonrisa es tan genuina, que casi creo en la certeza con la que habla. Quiero creer que todo estará bien.
Abro la boca para responder, pero la puerta de elevador se abre de pronto, haciéndome saltar del susto. Mi corazón golpea furioso contra mis costillas. Mis manos tiemblan ligeramente y mi garganta se siente áspera.
El vestíbulo del departamento de mi hermano aparece en mi campo de visión. —Es aquí —digo. Mi voz suena ronca e inestable. Estoy tan nervioso que creo que voy a vomitar.
Hannah es la primera en avanzar, poniéndose justo en la puerta del ascensor para evitar que cierre. Doy un par de pasos hasta el vestíbulo. Es entonces cuando soy capaz de notar la figura de Lucas, recostada en el sillón más grande.
El pent-house es un lugar impresionante. Está en uno de los edificios más grandes de Denver, y tiene una preciosa vista de la ciudad. Las paredes son blancas en su totalidad y casi todos los muebles son de tonalidades oscuras como grises, azules y negro. Hay un toque de color en algunos cuadros y plantas. Estoy seguro de que las plantas son obra de Lindsey y mi madre.
—Lucas —digo en voz alta y él se levanta como impulsado por un resorte.
Su mirada encuentra la mía y me congelo ahí, mirando a mi hermano. Luce tan familiar y tan diferente al mismo tiempo…
— ¡Logan! —Su voz suena ronca por el sueño—, ¡Maldita sea, me quedé dormido!
—Hola —sonrío suavemente y él me sonríe de vuelta.
Camina en mi dirección, y se detiene cuando estamos frente a frente. Es un par de centímetros más alto que yo, pero es mucho más flaco de lo que recordaba. Sus ojos son de un azul más claro que los míos y sus cejas son más pobladas de lo que puedo recordar.
Su cabello está más corto de lo que solía estar y hay un brillo extraño en su expresión. Un soplo de sabiduría que no estaba ahí antes. Quizás sólo es el hecho de que tenía bastante tiempo sin verlo.
Sin decir nada, me envuelve en un abrazo fuerte y firme. Una risa ronca brota de mi garganta y lo abrazo de vuelta. —Maldito bastardo, eres puro maldito músculo —medio ríe.
—Y tú eres huesos y piel —me burlo.
Nos separamos y noto a Lucas mirando por encima de mi hombro. —Hola —saluda en dirección a Hannah—. Soy Lucas. Lucas Lerman.
Ella le regala una sonrisa radiante. —Hannah Wickham.
—Deben venir agotados —exclama él, arrebatándome una de las maletas—. ¿Ya cenaron algo?
—Sí. Muchas gracias —Hannah responde, quitándole el pañal a Guante.
Hago una mueca de asco al ver su expresión incómoda y pregunto—: ¿Huele mal?
Hannah asiente, frunciendo los labios. Lucas ríe a carcajadas, guiándola al baño, donde desaparece con todo y gato.
Cuando sale, Lucas y yo ya estamos instalados en la sala, charlando y bromeando. No hay silencios incómodos o charlas sobre resentimientos y problemas pasados. Sólo somos él y yo, como en los viejos tiempos.
Guante salta a mi regazo una vez que se escurre de los brazos de Hannah. Ella se sienta del otro lado del sillón. Está presionando un trozo de papel en su antebrazo. Frunzo el ceño. — ¿Estás bien? —inquiero, alerta.
—Me rasguñó —hace una mueca, pero sonríe suavemente—. Supongo que debe estar harto de estar entre mis brazos.
—Y dime, Hannah —Lucas habla, desviando la conversación—, ¿dónde conociste a mi hermano?
—En la universidad —ella responde.
— Después de todo si estudias —bromea él, mirándome. Sus cejas se alzan con incredulidad.
—Vete a la mierda —escupo, pero estoy sonriendo como imbécil.
No sé por cuánto tiempo hemos estado charlando; pero cuando me doy cuenta, Hannah está acurrucada en el sillón, completamente dormida. —Mierda —susurro al mirarla—. Soy un imbécil. Nunca se me ocurrió que estuviese tan cansada.
—Llévala a mi habitación. Yo dormiré en el cuarto de invitados. Ustedes pueden instalarse en el mío —dice Lucas en voz baja.
—Dormiré contigo —mascullo, poniéndome de pie. Guante protesta cuando tiene que brincar al suelo, pero no me importa.
—Logan, no soy idiota. No tienes que guardar apariencias conmigo. Si quieres dormir con tu novia, adelante; no voy a ponerme histérico por eso —dice y me congelo.
Mi mirada se clava en él. —No es mi novia —me sorprende el dejo triste que hay en mi voz.
Sus cejas se alzan. — ¿En serio?
—Lo juro.
—Podría haber apostado que si —frunce el ceño, confundido—. Se miran de la misma forma en la que Lindsey y Jack lo hacen.
Es mi turno de fruncir el ceño. — ¿Lindsey sigue con Jack? —no puedo creerlo. Cuando dejé de hablar con ella llevaban apenas unos meses juntos.
—Logan, van a casarse —la noticia cae sobre mí como baldazo de agua helada—. ¿No lo sabías?
Aprieto la mandíbula negando con la cabeza. Mi hermano niega también, suspirando. —En tres días es la fiesta de su compromiso. Creí que ese era el motivo de tu visita. Lindsey dijo que te llamó a tu departamento pero que nadie respondió, así que te envió un correo electrónico. Intenté llamarte yo también, pero cambiaste tu teléfono celular. Creí que ya lo sabías —dice.
Me siento como un verdadero idiota. Mi hermana va a casarse y yo ni siquiera lo sabía. ¿De qué más me he perdido éste tiempo?...
—Llevaré a Hannah a la habitación —digo, con un hilo de voz.
—Lindsey está muy emocionada contigo aquí —dice—. Le llamé después de que hablamos y, bueno, está bastante ilusionada. Estará aquí en unas horas para verte. Mamá y papá también vendrán —me sonríe y mi corazón se estruja.
Una oleada de calor inunda mi pecho. —Será bueno verlos a todos —mi voz tiembla, pero estoy sonriendo con nerviosísimo.
Lucas no dice nada, sólo me contempla unos segundos. Tomo a Hannah entre mis brazos, con cuidado de no despertarla; y avanzo hasta la habitación principal. La luz de la ciudad entra por el enorme ventanal de la habitación, haciéndolo lucir acogedor... Romántico.
La deposito sobre la -exageradamente grande- cama de Lucas. Me tomo mi tiempo quitando sus converse y calcetines, y la cubro con las mantas. Ella se acurruca boca abajo, haciendo que todo su cabello se esparza por su rostro. Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios y retiro unos mechones, descubriendo su cara.
—Descansa, Hannah —murmuro, aunque sé que no puede escucharme.
Doy un par de pasos en dirección a la puerta, pero me detengo y vuelvo sobre mis pasos. Necesito hacerlo. Necesito hacerlo o no voy a poder dormir tranquilo…
Me inclino hacia adelante y deposito un suave beso en su hombro, temeroso de despertarla.
—Te amo, Hannah —digo en un susurro, probando las palabras en mis labios. Una pequeña sonrisa se dibuja en mi boca porque se ha sentido de maravilla pronunciarlo de una maldita vez. Salgo de la habitación sintiéndome, por primera vez en mucho tiempo, dueño de mi mismo. Dueño de mi vida. Dueño de mi carácter. Dueño de mi destino...
~*~
Las voces se filtran a través de la bruma de mi sueño. Cubro mi rostro con la pesada almohada, girándome para quedar sobre mi estómago, pero es inútil. Las voces siguen ahí, taladrando en mis oídos. Se siente como si apenas hubiese cerrado los ojos. Gimo cuando escucho la voz de Lindsey justo afuera de la habitación.
Ni siquiera puedo contar tres segundos cuando la puerta se abre con brusquedad. — ¡Estás aquí!, ¡Dios mío, estás aquí! —chilla y siento un peso sobre mi espalda.
Sé, de antemano, que Lindsey está recostada sobre mí. — ¡Despierta, holgazán!, ¡Dame un maldito abrazo! —casi grita en mi oído.
Un gruñido brota de mi garganta y escupo—: Ésta es una de las jodidas cosas que no extraño de ti.
Una risa cantarina brota de su garganta y sonrío como imbécil. La odio. La odio porque no puedo estar molesto con ella por más de tres minutos. El peso desaparece y soy capaz de moverme boca arriba.
Lindsey está recostada a mi lado, mirándome con sus chispeantes ojos azules. Cabello rubio cae sobre sus hombros y luce un bronceado bastante marcado. —Te ves horrorosa —bromeo.
—Tú tampoco eres más guapo que antes —alza sus cejas.
—Lo digo en serio —sigo bromeando—. El bronceado y el cabello rubio no van. Luces como una mala imitación de una chica California.
— ¡Al menos yo fui a Miami de vacaciones! —chilla con indignación, pero está sonriendo.
Una risa ronca y profunda brota de mi garganta. La siento moverse en la cama hasta que termina acurrucada a mi lado, abrazando mi torso con su delgado brazo. —No vuelvas a irte —susurra y besa mi mejilla.
—Nunca —prometo—. Los extrañé.
—Imbécil —masculla—. Si nos extrañabas, debiste responder los correos y las llamadas.
—Soy un idiota, no puedes esperar mucho de un idiota, ¿o sí?
Una risita la asalta y alza la cara para mirarme. —Papá y mamá están afuera —anuncia—, y están con tu novia. Si no quieres que la sometan a un extenso interrogatorio, te aconsejo levantar tu trasero de ésta cama.
— ¡Mierda! —me levanto de golpe, caminando hacia la puerta.
Lindsey ríe a mis espaldas, pero ya voy camino a la sala, la cual está vacía. Camino hasta la cocina y me congelo al ver la escena. Mi mamá está removiendo algo en una cacerola, mientras que Hannah está cortando trozos de algo que parece ser tocino. Ambas charlan y sonríen de vez en cuando.
Papá está tomando café con Lucas, bromeando y charlando.
—Buenos días —mascullo, llamando la atención de todos.
Mi papá se levanta de la mesa y se encamina en mi dirección. Sus brazos se envuelven a mí alrededor y me permito disfrutar el nudo en mi garganta. —Es bueno verte —dice. Su voz suena ronca e inestable.
—Es bueno estar aquí —digo de vuelta.
Mi mamá me arrebata fuera de los brazos de mi padre. Río cuando me abraza con fuerza y comienza a regañarme por no haber llamado antes.
—Te amo, mamá —la interrumpo cuando escucho cómo empieza a sollozar.
Una risa ahogada brota de su garganta y me aprieta con más fuerza. —N-No vuelvas a hacerme esto nunca más —solloza.
—Lo lamento, mamá —susurro, sintiendo las lágrimas picando en mis ojos.
Cuando por fin me deja ir, limpia sus mejillas, con una sonrisa radiante pintada en los labios. Mis ojos encuentran con los de Hannah y me guiña un ojo, haciendo que mi corazón dé un vuelco furioso.
Todo esto es gracias a ella. De no ser por ella, jamás habría venido hasta aquí. De no ser por ella, habría dejado que mi orgullo ganara de nuevo. Hannah es mi salvación. Hannah es la solución para todo. La respuesta a mis preguntas..., el respiro que tanto había necesitado.
¡Maldita sea!, ¡Necesito recuperarla!
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