Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29 | Hannah

-Hannah-

Soy consciente de su cuerpo recostado en el asiento del copiloto. Hace media hora que se quedó dormido. Me contó que no pudo dormir en toda la noche. Le ofrecí que se recostara en el asiento trasero, pero se negó rotundamente a dejarme sola adelante.

Me detengo en una gasolinera a la salida de la ciudad y me tomo unos minutos para llamar a mi mamá.

— ¿Si? —la voz de Michael, mi hermano, trae una oleada de nostalgia a mi pecho.

—Soy yo, bobo —sonrío—. ¿Listo para tenerme ahí todo el tiempo?

— ¿Disculpa?, ¿quién eres? —dice. Quiero golpearlo.

— ¡Soy tu hermana, imbécil! —chillo.

Una risa resuena en el auricular y sonrío como idiota. —Lo sé, Hannah. ¿Ya vienes en camino, verdad?

—Sí, ¿está mamá en casa?, tengo que hablar con ella.

— ¿Qué tienes que decirle a ella que no pueda saber yo?

Ruedo los ojos al cielo. —Sólo ponla al teléfono.

Espero en la línea hasta que escucho la voz de mi mamá; cálida y amorosa como siempre—: ¿Qué pasa, cariño?

Muerdo mi labio inferior y cierro los ojos con fuerza, armándome de valor. —Invité a alguien a ir conmigo a casa —digo, sin rodeos.

—  ¡¿Viene Steph?! , ¡Es maravilloso, Hannie!, no te preocupes, le diré a Michael que prepare un colchón inflable para colocar en tu habitación.

—Steph no viene, mamá —la interrumpo—. Es un amigo.

El silencio del otro lado de la línea me hace querer golpear mi cabeza contra el pavimento. — ¿Un chico? —pregunta con cautela.

—Si —mi voz es un hilo ronco y tembloroso—. No tiene una buena relación con su familia. Iba a pasar las fiestas encerrado en su departamento. Yo sólo…

— ¿Estás saliendo con él? —me corta.

— ¡No! —chillo.

—Sabes que no me molestaría, ¿verdad?; sólo quiero saberlo.

—No estoy saliendo con él, mamá.

Aguardo, en silencio. —De acuerdo —noto la emoción en su voz—. Mientras más seamos, mejor. Acá los esperamos.

Conduzco durante tres horas. Cuando llegamos a Pensilvania, me detengo en una tienda de autoservicio y compro un par de burritos. Los meto en el microondas de la tienda y los pago antes de volver al auto. Sé que no es el desayuno más nutritivo, pero no quiero detenerme a buscar algún lugar para comer. Quiero llegar lo más pronto posible.

No me atrevo a despertar a Logan, así que pongo su burrito en una bolsa plástica y lo coloco entre los asientos.

A las tres de la tarde, justo cuando estoy entrando a Ohio, despierta. Lo siento estirarse a mi lado y gruñe un poco antes de incorporarse de golpe. — ¡Mierda!, ¿cuánto tiempo me dormí? —pregunta. Su voz suena más ronca que nunca.

—Ocho horas —respondo, sonriendo—. Estamos en Ohio.

— ¡¿Me dejaste dormir ocho horas?! , ¡¿Ya hemos cruzado dos estados?!

Una risita boba sale de mis labios y busco la bolsa con el burrito que compré para él. —Toma —estiro la mano, sin apartar la vista del camino—. Seguro está helado, pero debes tener hambre. No quiero detenerme hasta que lleguemos a Indiana.

Lo miro por el rabillo del ojo y reprimo una sonrisa. Su cabello es un desastre; los mechones oscuros apuntan en todas direcciones y sus ojos están hinchados por el sueño. Manosea el burrito aplastado y le da una mordida grande. Es la primera vez que lo veo tan descuidado, y por alguna extraña razón, me parece encantador.

—Debes dejarme conducir —dice después de tragar su primer bocado—. Debes descansar.

—Estoy bien —digo encogiéndome de hombros—. El dolor de trasero no va a matarme.

—De cualquier modo, debes descansar. Me dejarás conducir durante la noche —resuelve.

—Tenía pensado llegar a un motel por la noche. No quiero conducir de madrugada.

—No conducirás tú. Conduciré yo. Puedo hacerlo.

Mi ceño se frunce. —No dejaré que conduzcas de noche. Es peligroso.

—Prometo que, si me da sueño, buscaré un motel para descansar. En el peor de los casos, me detendré en un paradero a dormir un poco.

— ¿No vas a dejar de argumentar hasta que acepte, verdad?  

—No, Hannah. No voy a parar hasta que aceptes —noto la sonrisa en el tono de su voz.

—De acuerdo —digo, rodando los ojos al cielo.

Al llegar a Indiana, nos detenemos en un restaurante de comida rápida. Un par de hamburguesas y papas a la francesa, son nuestra elección. Me obliga a entregarle las llaves del coche y se detiene en una gasolinera para llenar el tanque una vez más. No me deja pagar ni un centavo. Ni siquiera me deja pagar mi hamburguesa.

Encendemos la radio mientras pasamos por las ciudades; y en los tramos de carretera, charlamos un poco. Siempre charlas superficiales, nada que nos comprometa a hablar sobre nosotros.

Son las doce de la noche cuando llegamos a Missouri. Estoy muriendo de sueño, pero quiero hacerle compañía.

—Estás quedándote dormida, Han —observa, mirándome de reojo.

—Estoy bien —miento.

—No lo estás. Duerme un poco. Necesitaré que conduzcas un par de horas cuando despiertes. Voy a estar muerto yo también —sonríe.

—De acuerdo —digo y me estiro en dirección del asiento trasero, en busca de una manta para cubrirme. El frío comienza a filtrarse por las ventanas del auto.

—Deberías quedarte ahí atrás. Dormirás mejor —dice.

—No —gruño—. No eres mi chofer. No voy a dormir atrás.

—Eres tan testaruda —masculla y sonrío.

—Gracias, viene de familia. Ya lo verás.

Una risa ronca brota de su garganta y, finalmente, soy capaz de liberar la cobija que he traído de la habitación que comparto con Steph.

Me cubro con ella hasta la barbilla y reclino el asiento. —Buenas noches, Logan —murmuro.

—Descansa, Hannah.

El sol me golpea en la cara y me revuelvo, incómoda. Todo mi cuerpo duele debido a que he pasado un montón de tiempo en una sola posición. Me estiro en el asiento y me doy cuenta de que no estamos moviéndonos. Me siento de golpe, observando todo a mí alrededor.

Soy capaz de notar que estamos en una gasolinera. Froto mis manos contra mis ojos y escondo la cara debajo de la manta. No tengo idea de qué horas son.

— Buenos días —la voz ronca y familiar, me hace saltar en mi lugar.

Me descubro la cara y observo a Logan Lerman alzando una ceja con superioridad. —Luces cansada, lo que es irónico, tomando en cuenta que dormiste nueve horas.

— ¡¿Qué?! —Casi grito—, ¡¿Qué hora es?! , ¡¿Dónde estamos?!

—Estamos entrando a Colorado. Son las nueve de la mañana. Pregunté y me dijeron que, si tenemos suerte y no hay demasiado tráfico, llegaremos a Los Ángeles al anochecer —me guiña un ojo y extiende un brazo en mi dirección. Es entonces cuando me doy cuenta que está ofreciéndome un vaso térmico lleno de café.

Estiro la mano para tomarlo y tomo un trago, quemándome la lengua. —No quiero preguntar cómo has hecho para recorrer la distancia que recorriste en nueve horas. Mi bebé no puede correr como tu coche, quiero que lo sepas —intento sonar indignada, pero estoy feliz de que esté aquí.

Una sonrisa perezosa se desliza por sus labios y dice—: De noche hay menos tráfico. Ahorras tiempo. Tranquila, tu bebé está en buenas manos.

—Deberías dormir un poco —digo, frunciendo el ceño.

—Después de que desayunemos. Lo lamento, pero no quiero volver a comer un burrito frío. Necesito un almuerzo de verdad.

Ruedo los ojos al cielo y sonrío como boba. —De acuerdo. Como tú quieras.

Desayunamos en una fonda de comida casera y después, lo obligo a dormir. Conduzco cerca de cinco horas cuando despierta de nuevo. Ni siquiera he podido cruzar el estado. Es uno de los estados más grandes, así que tengo que conducir cerca de siete horas para poder llegar a Utah.

Charlamos de muchas cosas más. La escuela, su campeonato, mi familia, la suya, música, películas... Había olvidado lo fácil que es hablar con él.

Nos detenemos a comer algo en Utah y no dejo que Logan conduzca hasta que son las diez de la noche. Llegar a Las Vegas nos toma más tiempo de lo planeado. Llegaremos a Los Ángeles alrededor de las dos de la mañana.

Le envío un texto a Michael y decido quedarme despierta con Logan. Un silencio cómodo se apodera de nosotros durante unos minutos.

— ¿Estás segura de que está bien que yo venga? —pregunta. Noto el nerviosismo en su voz, pero no puedo evitar sonreír.

— ¿No crees que es un poco tarde para arrepentirse?, mamá no tiene problemas con esto. Le he dicho que venías —me encojo de hombros.

—No quiero incomodar a tu familia, Hannah.

—No lo harás, no seas ridículo. Van a adorarte. Mamá se va a encargar de hacerte engordar cinco kilos durante tu estancia.

Una sonrisa dulce se dibuja en sus labios. — ¿De verdad crees que estará bien con esto?

—Confía en mí —le doy un pequeño golpecito en el hombro. Él sonríe conmigo y nos quedamos en silencio un par de horas.

Cuando entramos a California, los nervios me asaltan. Necesito decirle a Logan acerca de mi mamá. Necesito que sepa…

—Hay algo que debes saber —digo, finalmente.

— ¿Qué es? —pregunta sin apartar la vista del camino.

Inhalo lentamente y cierro los ojos. —C-Cuando pasó lo de… —me aclaro la garganta—, lo de papá. Él la golpeó a ella con la plancha… —un nudo se instala en mi garganta. Me siento estúpida por sentirme de ésta manera. Pasó mucho tiempo; no debería de sentirme así—, en la cara.

— De acuerdo… —dice, pero noto que aún no lo entiende.

—E-Ella tiene una cicatriz también, Logan —digo en voz baja—. En la cara.

Su ceño se frunce notablemente. —Sabes que no me importa, Hannah.

Mi corazón late con fuerza contra mis costillas. Los recuerdos me golpean con brutalidad. La sensación de sus labios sobre la piel de mi espalda, es algo que nunca voy a olvidar. El nudo de mi garganta se aprieta y cierro mis puños, intentando aminorar las ganas que tengo de tocarlo.

—G-Gracias —digo, pero no sé porqué estoy agradeciéndole.

Su ceño se frunce. —No tienes por qué darme las gracias. No he hecho nada.

Una sonrisa triste se dibuja en mis labios, pero me obligo a mantener mis sentimientos a raya. No quiero arruinar el poco avance que hemos tenido.

Me limito a darle indicaciones de cómo llegar más rápido a Los Ángeles.

Cuando entramos al barrio donde vivo, una oleada de familiaridad me golpea. Todo luce igual y diferente al mismo tiempo. Comienzo a parlotear, contándole acerca de mis caídas en bicicleta en el parque, cómo solía ir peleando de camino a la escuela con mi hermano y cómo me perdí justo a unas calles de mi casa cuando apenas tenía cinco años. Logan sonríe y bromea de vez en cuando.

Nos detenemos frente al porche de mi casa y apaga el auto. Las luces dentro de la casa están encendidas. —No quiero entrar —dice con la voz enronquecida por los nervios.

—Todo irá bien —lo aliento con una sonrisa.

Sus ojos encuentran los míos y veo verdadero pánico en ellos. —Van a odiarme.

Mi ceño se frunce y estiro mi mano para apretar la suya. —Van a amarte —lo aliento—. Van a amarte porque… —“porque yo lo hago” —, porque eres una persona increíble.

—Hagamos esto —masculla. Yo sonrío como idiota.

Salimos del auto. Me adelanto hacia la entrada principal mientras él baja nuestro equipaje. Apenas tengo oportunidad de llamar una vez a la puerta, cuando soy apretada entre unos brazos cálidos y familiares.

— ¡Estás aquí! —Chilla la voz de mi mamá en mi oído—. ¡Estás aquí, cariño!

El nudo de mi garganta no me deja hablar, así que envuelvo mis brazos en su cintura.

—Dale un respiro, apenas se ha bajado del auto —se burla la voz de Michael. Mi madre me deja ir, medio riendo, y Michael me envuelve en sus brazos, alzándome del suelo un par de centímetros.

—Engordaste —bromea sin bajarme.

— ¡Vete a la mierda! —bromeo de vuelta.

Una risa ronca brota de su garganta y me deja ir. Finalmente, mi abuela me abraza. Me giro sobre mi cuerpo para mirar a Logan, quien se encuentra con las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros. Luce aterrorizado.

Camino en su dirección y le regalo una sonrisa tranquilizadora. Él me sonríe de vuelta, pero sigue luciendo como si quisiera vomitar. Miro a mi pequeña familia y digo—: Él es Logan Lerman.

Mi mamá se acerca a él. Una sonrisa baila en las comisuras de sus labios. Sin decir una palabra, lo envuelve en un abrazo fuerte y susurra algo contra su oreja. Logan sonríe radiante, envolviendo sus brazos fuertes alrededor de ella. Ella dice algo contra su oreja y Logan murmura algo de vuelta. Es entonces cuando me doy cuenta de que todo va a salir bien. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro