Capítulo 28 | Logan
-Logan-
Nos abrimos paso entre la multitud. Chicos de todos los semestres bailan y beben como si no hubiera mañana. Estoy guiando los pasos de Hannah. Quiero llevarla directamente al edificio donde vive, pero insiste en ir a avisarle a Steph que no va a quedarse.
Sigo buscando al hijo de puta que me distrajo, pero no está por ningún lado.
De no haber sido por Hannah, no habría parado de golpear al idiota ese. Escucharla decir mi nombre, fue el detonante de mi conciencia. No sé qué hubiese pasado si no me hubiera llamado.
— E-Están por allá —tartamudea. Su voz suena más temblorosa e inestable que nunca.
La sigo entre la gente hasta unas mesas apartadas del barullo. — ¡Hannie! —chilla una chica que no conozco. Su mirada se posa en mí y luego en ella. Su sonrisa se convierte en una mueca preocupada al ver la expresión en el rostro de Hannah—, ¿estás bien?
Ella asiente, pero sé que no se encuentra bien. — ¿Sabes dónde está Steph? —pregunta.
—Acaba de irse a bailar con Colton, ¿estás segura de que estás bien? —el ceño de la chica se frunce.
— ¡Han! —Sam, el chico al que golpeé la tarde en la que Hannah y yo terminamos, se acerca. Sus ojos se clavan en mí en cuanto se percata de mi presencia. Su expresión se vuelve cautelosa y hostil—, ¿está todo en orden?
“Imbécil.” pienso cuando noto la mirada cargada de desprecio que me dirige. —Necesito encontrar a Steph —dice Hannah.
—Acabo de verla bailando cerca de la entrada, ¿quieres que te acompañe? —la atención de Sam está centrada en ella. Quiero estrellar mi puño en su cara. Quiero hinchar sus ojos hasta que no sea capaz de verla, pero me limito a apretar la mandíbula.
—No —noto la irritación en la voz de Hannah—. Logan está yendo conmigo.
Sam me observa, y no puedo evitar dedicarle una media sonrisa cargada de triunfo y suficiencia. — ¿No vas a quedarte? —pregunta la chica.
—N-No —tartamudea—. Iré a casa.
— ¿Quieres que te lleve? —Dice Sam. Me toma toda mi fuerza de voluntad no estampar mi puño en su rostro.
—La llevaré yo —digo con toda la calma que puedo imprimir en la voz.
Noto cómo aprieta la mandíbula. Me obligo a no sonreír mientras le sostengo la mirada. Hannah se despide rápidamente de la chica, y le dedica a Sam un gesto de mano antes de asentir en mi dirección. Caminamos entre la gente hasta que soy capaz de visualizar a Colton.
Steph y él bailan al compás de la música, ajenos al mundo. Colton abre los ojos como platos cuando me ve. Steph mira a Hannah, y su expresión se convierte en una mueca de preocupación y angustia. Hannah la abraza mientras dice algo en su oído. Steph se aparta, mirándola con asombro. Estoy seguro de que le ha contado lo que pasó. Ambas me miran y les regalo una sonrisa tensa.
—Asegúrate de quedarte hasta que esté dentro del edificio —me pide Steph.
—No planeaba otra cosa —sonrío con suavidad.
Ella me sonríe de vuelta y me abraza. —Gracias por llegar —murmura contra mi oreja—. Gracias, Logan. Cuídala mucho, ¿de acuerdo?...
—No te preocupes —asiento—. Lo haré.
Caminamos hasta el estacionamiento en busca de mi coche. Hago sonar la alarma sólo porque no recuerdo dónde diablos me he estacionado. — ¿No recordabas dónde lo dejaste, cierto? —pregunta. Una sonrisa torpe se desliza por mis labios.
—No —mascullo—. No lo recordaba.
A veces olvido lo observadora que es. —Traje mi auto —dice.
—Puedo traerte por él mañana —resuelvo.
—Necesito llevarlo. Mañana temprano lo llevaré con un mecánico porque volveré a Los Ángeles un par de semanas —mi corazón se estruja pero me obligo a mantenerme inexpresivo.
—Podemos venir por él temprano.
—No quiero molestarte —murmura.
—No es molestia, Han.
—Le pediré a Steph que me acompañe —dice, después de pensarlo unos minutos. No dejo que note cuánto me duele su respuesta. Realmente quería acompañarla.
Conduzco en silencio durante varios minutos. No me atrevo a decir una sola palabra. Temo volver a pelear con ella. Estoy harto de pelear con ella.
— ¿Dónde pasarás las fiestas, Logan? —su voz sale en un susurro suave y dulce.
La pregunta me saca de balance, así que tardo unos segundos en responder—: En mi departamento.
El silencio se extiende entre nosotros y le echo una mirada rápida. Su ceño está fruncido profundamente y su boca está apretada en una mueca extraña. — ¿Planeas hacer algo?, ¿ir a algún lugar?, ¿invitar a alguien?...
—Ordenaré una pizza y veré películas —me encojo de hombros, intentando restarle importancia al asunto. Lo cierto es que es el segundo año que pasaré la navidad completamente solo. Es bastante patético y deprimente—. ¿Tu familia suele reunirse a festejar? —intento desviar la conversación.
—Si —noto la sonrisa en su voz—. Mamá adora hacer cenas inmensas. Normalmente terminamos comiendo cena navideña por tres días enteros.
—Debe ser agradable.
—Lo es —dice—. No puedo esperar a verlos a todos.
Me aclaro la garganta, inseguro de qué decir ahora. — ¿Cuándo te marchas? —pregunto porque necesito saberlo.
—El lunes por la mañana.
Aprieto la mandíbula. Se va en dos días. —Genial —mascullo—. Diviértete mucho, Han.
No hablamos más después de eso. No puedo dejar de pensar en qué es lo que voy a hacer si no la veo. Si decide no volver, si se encuentra con alguien de su pasado y se reavivan sentimientos. No soporto la idea de tenerla del otro lado del país. Simplemente, no puedo tolerarlo.
Aparco el auto afuera del edificio donde vive. No sé qué decir, así que me limito a seguirla hasta la entrada principal.
—Gracias —dice en voz baja—. Gracias por todo lo de ésta noche, Logan.
—No tienes nada qué agradecer —susurro.
Niega con la cabeza, bajando la mirada. —N-No sé qué hubiera pasado si no hubieses llegado… Yo…
—Shhh… —susurro—. No lo digas.
Sus ojos encuentran los míos y noto las lágrimas que está conteniendo. No reprimo el impulso que siento de ahuecar su mejilla en mi mano; simplemente lo hago, permitiéndome absorber la sensación de volver a tocarla.
— ¿Te encuentras bien? —murmuro.
Ella asiente, cerrando los ojos. —Me duele la cabeza. Creo que se me hará un chichón —sonríe.
—Ponte algo de hielo —mi ceño se frunce con preocupación—. Con suerte no se hinchará tanto.
Me mira una vez más y suspira. —Debo entrar —susurra.
Yo asiento, sintiéndome decepcionado. —Lo sé. Debo irme también.
—Buenas noches, Logan.
—Buenas noches, Hannah. Felices fiestas —sonrío. No espero su respuesta. Simplemente me giro sobre mis talones porque soy incapaz de continuar a su lado sin querer arrodillarme y suplicarle que me acepte de vuelta.
— ¿Q-Quieres venir? —medio grita a mis espaldas. Me detengo en seco, girándome para mirarla. Parece nerviosa.
— ¿A tu habitación? —pregunto, confundido.
Ella rueda los ojos al cielo y sonríe. —No —dice, adoptando una expresión dubitativa—. A pasar las fiestas conmigo.
Mi corazón ruge contra mi pecho. — Creí que irías a casa.
Ella asiente. Noto cómo va ruborizándose. Desvía la mirada. —Estoy invitándote a venir a Los Ángeles conmigo —masculla.
No sé qué decir. Me quedo completamente mudo ante su invitación. De todas las cosas que esperaba oír de su boca, ésa es la única que no tenía contemplada. — ¿Estás hablando en serio? —estoy seguro de que luzco como un idiota. Estoy anonadado.
Ella asiente, mordiendo su labio inferior. —S-Sólo si tú quieres —dice.
Abro mi boca para responder, pero ningún sonido sale de ella. — ¿Por qué estás invitándome? —digo, tras un silencio extraño.
—No lo sé —su voz es apenas un susurro—. Sólo… No lo sé, Logan. Quiero invitarte. Quería invitarte desde que…, bueno… No importa.
— No quiero ser tu amigo, Hannah —digo. Quiero dejarle en claro que, si éste es un intento de entablar una amistad conmigo, no va a funcionar. La quiero demasiado como para aceptar ser sólo un amigo.
Sus ojos encuentran los míos. Hay dolor en su expresión. — ¿P-Por qué no? —dice en un susurro ronco.
—Pedirme que sea tu amigo, es como pedirte a ti que te pongas un vestido de espalda descubierta. Simplemente, no lo toleraría. No toleraría ser tu amigo. Si éste es un intento de tregua, tratado de paz, o una mierda así, estás perdiendo el tiempo.
No dice nada. Soy capaz de asumir entonces, que mis sospechas son verdaderas. —Gracias por la invitación, Hannah —digo, echándome a andar en dirección a mi coche.
—Te invité porque no soporto la idea de imaginarte aquí. Solo en navidad y año nuevo —dice a mis espaldas—. Te invité porque… —duda—, porque me gustaría que pasaras las fiestas conmigo.
—Voy a pensarlo —digo, sin mirarla.
—Si decides venir —dice con cautela—, saldré el lunes a las seis de la mañana.
Sin decir una palabra, abro la puerta de mi coche y subo en él; pero no me voy hasta que la veo subir las escaleras.
~*~
—No podré venir a entrenar en vacaciones —dice Colton la mañana del sábado, mientras calentamos.
— ¡¿Qué?! —Espeta el entrenador—, ¡¿Por qué demonios no vendrás en vacaciones?! , las semifinales están a apenas un mes y medio de distancia, no puedes dejar de entrenar.
Colton rueda los ojos al cielo. —Entrenaré todos los días. Sé la rutina de memoria. Tengo un viaje a Miami el fin de semana, y después pasaré a ver a mi familia. Puedo entrenar en el gimnasio del hotel —dice.
—En realidad, no sé si yo voy a quedarme —digo, porque es cierto. He estado considerando la invitación de Hannah, pero aún no lo tengo decidido.
— ¡¿Tú también, Lerman?! —Escupe—, ¡Van a hacerlos mierda si bajan la guardia de ese modo!
—Puedo entrenar por mi cuenta. Sabes que siempre entreno más de lo normal. Puedo rendir el doble si así lo quieres —me defiendo—. Además, no es muy seguro que me vaya. Aún no lo decido.
—Hagan lo que les pegue su regalada gana —escupe el entrenador y se abre camino entre los aparatos del gimnasio.
— ¿Saldrás? —pregunta Colton con curiosidad.
—No —miento—. Sólo era para ayudarte un poco.
—Gracias, hermano —sonríe—. Te debo una.
Le sonrío de vuelta y hago mi camino hasta la banda caminadora. Ésta mañana está haciendo demasiado frío como para correr en el parque.
El entrenamiento pasa sin muchos cambios. Me obligo a hacer veinte minutos más de lo usual en la caminadora; luego, golpeo el saco quince minutos más de lo usual. Hago más repeticiones en los aparatos, antes de ponerme a hacer flexiones.
Cuando me doy cuenta son cerca de las cinco de la tarde. He pasado tres horas extra en el gimnasio, y aún no puedo dejar de pensar en Hannah y su invitación.
Quiero pasar tiempo con ella, pero no de esa forma. Quiero estar cerca, pero no como ella quiere que lo esté. La tristeza se filtra dentro de mi cuerpo lentamente. No puedo ir con ella. Por más que lo deseé. Sólo voy a hacerme daño. No puedo torturarme de esa manera.
El domingo por la noche, no puedo dormir. Doy vueltas en la cama una y otra vez, pero no consigo conciliar el sueño. Miro el reloj. Son las cuatro y media de la mañana. En una hora y media, Hannah se irá de Nueva York para volver con su familia. Me siento enfermo. Sé que no tengo derecho de sentirme de ésta manera, pero lo hago.
No quiero que se vaya.
—Maldita sea —mascullo, levantándome de la cama. Comienzo a pasearme por toda la habitación. Mi corazón late con fuerza contra mis costillas.
Miro mi vieja maleta del gimnasio y aprieto los puños. Tomo una inspiración profunda, e intento poner en la balanza todos mis sentimientos y pensamientos encontrados.
— ¡A la mierda! —escupo y tomo la maleta, sacando todo el contenido de su interior. Entonces, comienzo a echar ropa limpia en ella.
No me importa si soy masoquista. No me importa si soy un idiota. No me importa nada. Quiero estar con ella; así sea como su puto amigo.
Tomo una ducha rápida y miro el reloj. Faltan quince minutos antes de que se vaya. Tengo que darme prisa. Corro escaleras abajo y trepo a mi auto, temblando de frío. El agua estila de mi cabello porque ni siquiera me tomé el tiempo de secar bien el agua de la regadera. La playera se pega a mi torso de forma incómoda, y una de las cintas de mis vans está entrándose entre mis dedos desnudos. Ni siquiera me puse calcetines.
Apenas tengo tiempo de llegar al estacionamiento frente a su edificio, cuando la veo abrazar a Steph. Bajo de mi coche, sintiendo el corazón latiendo con furia contra mis costillas. Estoy tan malditamente nervioso, que creo que voy a vomitar. Hannah está intentando meter una maleta en el asiento trasero de su auto mientras me acerco.
Steph me mira y abre la boca con asombro. — ¿Logan? —chilla.
Intento sonreír, pero me sale terrible. Hannah se precipita hacia afuera, golpeando su cabeza contra el marco de la puerta. — ¡Mierda! —Exclamo—, ¿estás bien?
Hannah soba la coronilla de su cabeza, y me dedica una sonrisa avergonzada. — ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta. Me siento un idiota. Seguramente no estaba invitándome en serio.
—Yo… —desvío la mirada—. M-Me preguntaba si tu invitación seguía en pie.
El silencio se apodera del ambiente. Quiero cavar un pozo para arrastrarme dentro de él y no salir jamás. —Por supuesto que sí —dice, finalmente.
Me obligo a mirarla. — ¿De verdad? —pregunto.
Una sonrisa tímida se dibuja en sus labios y asiente. —S-Si —tartamudea. Noto la emoción en su mirada.
Quiero gritar de alivio, pero me mantengo sereno. — ¿Podemos comprar café primero? —pregunto—. Estoy a punto de caer dormido.
Una risa suave brota de su garganta y el calor invade mi cuerpo. Voy a pasar las fiestas junto a Hannah Wickham. Voy a pasar las fiestas junto a la chica de la que estoy enamorado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro