Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11 | Hannah

-Hannah-

Releo el mensaje de Logan por milésima vez ésta tarde y no puedo evitar sentirme decepcionada.

He esperado esto desde que me llamó muy temprano en la mañana, sólo para corroborar que saldríamos. Me extraña un poco la manera tan cortante que ha utilizado para avisarme que no podrá asistir a nuestro encuentro, pero intento no pensar mucho en eso. Sé que es un chico ocupado, y que no siempre va a tener tiempo para verme, pero me siento un poco incómoda por la manera en la que se ha expresado.

A veces siento como si estuviese conviviendo con tres personas distintas: el Logan dulce, el Logan violento y el Logan indiferente.

Odio cuando es indiferente.

—Seguro se le atravesó algo importante —me anima Steph por centésima vez ésta tarde e intento sonreír, pero me sale bastante mal. 

—Lo sé —digo en un suspiro—. Pero aún así, no puedo evitar sentirme un poco decepcionada. Tenía ganas de tener una cita real con él. Una cita donde yo quisiera participar y él no terminara golpeando al primero que se acercara a mí.

—Ya tendrán tiempo para salir de esa forma —me anima y sonrío suavemente.

—Supongo que tienes razón —suspiro, encogiéndome de hombros.

— ¿Quieres hacer algo?, ¿ir al cine?, ¿cenar?...

— ¿Qué no se supone que saldrías con Colton? —pregunto, confundida.

Steph hace una mueca de desagrado. —No podrá venir. Creo que entrenará hasta tarde o algo así.

El entendimiento me golpea. Seguramente ese es el motivo por el cual Logan no puede verse conmigo hoy. —El cine suena excelente —digo, sonriendo más animada.

—Entonces no se diga más, me ducho y nos vamos —dice, levantándose de su cama, caminando directo al baño.

— ¡Oye!, ¡Yo también quiero tener un baño antes de irnos! —me quejo lanzándole mi almohada.

Steph ríe y la lanza de regreso hacia mí y desaparece por la puerta del baño.

Me acuesto de forma desgarbada y tomo mi móvil, mirando la pantalla oscurecida. Presiono el botón lateral y tecleo la contraseña antes de rebuscar en mis contactos, el nombre de Logan. Quiero llamarle sólo para escuchar su voz, pero me aterroriza la forma en la que vaya a tomarlo.

Tomo una inspiración profunda y, con dedos temblorosos, presiono la tecla de llamada, llevándome el teléfono a la oreja.

La decepción me invade cuando escucho que me envía directamente al buzón de voz. No dejo ningún mensaje, sólo cuelgo el teléfono y suspiro con pesadez. Me siento ridícula. Ridícula por sentirme de ésta forma. Nunca he sido una chica necesitada de atención, pero cuando se trata de Logan, no puedo dejar de ser de ésta forma.

Cierro mis ojos, recordando la fatídica noche que pasamos… Su rostro hinchado, golpeado y mallugado; su risa ronca, su aroma a perfume, desodorante y menta; su mueca adolorida al sonreír de más; su mano grande tomando la mía, su cuerpo cerca del mío, su aliento caliente golpeándome el rostro… Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Estuve tan cerca de besarlo…

— ¡Tú, pequeña soñadora!, ¡dúchate o larguémonos de aquí! —Steph me saca de mi ensoñación y, a regañadientes, me levanto de la cama.

Tomo una ducha rápida y ni siquiera me tomo la molestia de ponerme algo que valga la pena. Unos vaqueros, una blusa simple, mi chaqueta y mis converse me visten. Salgo de la habitación con el cabello húmedo por la regadera y la cara libre de maquillaje.

Nos trepamos a mi auto y conduzco por las calles, guiada por Steph, hasta el centro comercial más cercano a Brooklyn. Tardamos cerca de cuarenta minutos decidiendo qué película veremos, pero, como buenas chicas, elegimos una comedia romántica.

Al salir, caminamos por el centro comercial, bobeando, entrando a tiendas. Viendo todo sin comprar nada.

Cuando subimos al auto para ir de regreso a casa, la noche ha caído.

—No quiero ir a casa —suspiro, mientras conduzco fuera del estacionamiento. Sé que si volvemos a casa, voy a estar torturándome todo el tiempo con la idea de intentar llamarle una vez más. No quiero que piense que soy una de esas chicas que se la viven acosando a los chicos con los que salen.

No soy de esa forma.

—Yo tampoco —admite ella—. Somos tan patéticas que, si no tenemos un chico con quien pasar la tarde, nos amargamos la vida.

Una risa idiota brota de mi garganta. Steph está comiéndose los residuos de las palomitas de maíz y yo tomo un poco del refresco de cola, que compramos en el cine. — ¿Sabes qué es lo más patético? —digo sonriendo con ironía.

— ¿Qué?

—Que yo ni siquiera estoy saliendo con Logan. Tú aunque sea puedes decir que estás saliendo con alguien. ¿Yo?, yo estoy aquí, conduciendo una noche de sábado, pensando en un chico con el que nunca he tenido una cita real —una risa torpe me asalta y me siento ridícula. Absurda.

— ¿Sabes qué es más patético? —dice lanzándome unos granos de maíz sin reventar.

— ¿Qué?

—Que seguimos pensando en ellos a pesar de saber lo ridículas que somos. Somos como… Adolescentes necesitadas de amor y atención. Tan patéticas como Donna Fisher en secundaria —niega con la cabeza con fingido pesar.

— ¿Quién diablos es Donna Fisher? —me burlo.

—Donna Fisher es una de esas chicas que suelen enamorarse a dos días de haber conocido a una persona. Quiero decir, ¿qué tan ridículo es eso?

—Casi tan ridículo como nosotras dos, una noche del sábado, volviendo a casa a las ocho y media de la noche porque dos chicos nos cancelaron —hago una mueca irónica mientras sonrío.

—Podríamos ir a casa, arreglarnos, e ir a un bar a conocer a otros chicos —propone ella.

—O podríamos ir a casa a leer y dormir un par de horas más, para variar —me encojo de hombros.

—O podríamos ir a darles una sorpresa al gimnasio —chilla con emoción. Yo río, mientras niego con la cabeza—, ¡No te rías!, estoy hablando en serio, Hannah! —me empuja con suavidad y mi risa merma poco a poco.

— ¿Q-Qué?

—Vamos al gimnasio —ruega—. Necesito un beso de buenas noches. 

—Eso nos haría ver muy necesitadas y patéticas —digo. El horror pinta mis facciones.

Una parte de mí me grita que vaya, que no pierdo nada con ir a saludarlo; pero otra, la consciente y sensata, me dice que debo ir a casa y esperar a que él me busque.

— ¡Somos patéticas y necesitadas de todos modos! —una risa amenaza por salir de mi garganta, pero la reprimo lo mejor que puedo—, ¡vamos!, ¿o acaso no quieres ver a Lerman aunque sea unos minutos?

Muerdo mi labio inferior en un gesto contrariado y dudoso. —No lo sé, Steph. Ni siquiera sé dónde entrenan —es el argumento más pobre que he dado en toda la noche, pero no se me ocurre nada mejor.

—Yo si sé dónde está el gimnasio. Colton me lo dijo. ¡Vamos, Han!, ¡por favor! —suplica y mi corazón late fuerte contra mis costillas.

— ¿Y si los regañan por nuestra culpa? —estoy ansiosa, nerviosa, eufórica...

— ¡Sólo serán unos minutos!, ¡no van a regañarlos por un par de minutos! —objeta, y está a punto de convencerme. Quiero verlo. Realmente quiero verlo aunque sea un momento—, ¡por favor!

Tomo una inspiración profunda, y me digo a mi misma que sólo serán unos instantes. —De acuerdo —asiento—. Hagámoslo.

Steph chilla algo inteligible y la siento apretar mi brazo con fuerza mientras comienza a darme indicaciones acerca de hacia a dónde debo dirigirme.

Estoy aterrorizada. Las náuseas me asaltan de pronto y me siento estúpida por sentirme tan nerviosa. Es Logan, no hay nada malo en ver a Logan. 

Steph parlotea todo el camino, pero no la escucho correctamente.

Apenas puedo procesar la ruta que está dándome, ¿cómo pretende que escuche todo lo que está diciendo cuando lo único que soy capaz de escuchar, es el latido de mi corazón?... Un pensamiento ridículo me asalta: Ni siquiera estoy presentable. Si hubiese sabido que lo vería, me habría maquillado un poco.

—Aquí es a la izquierda —instruye Steph y yo obedezco, girando el volante cuando lo indica. Las manos me tiemblan y aprieto los dientes. Necesito tranquilizarme.

— Es en la siguiente calle. El gimnasio se llama “Hércules” —dice y mi corazón da un vuelco.

—Quizás sea mejor que volvamos —mi voz suena insegura y temblorosa.

— ¡De ninguna manera!, ya estamos aquí, no vamos a volver ahora que casi hemos llegado. Sólo serán unos minutos —me alienta—. A Logan le dará gusto verte.

Asiento, pero no estoy muy segura de querer hacer esto. Estaciono el auto frente al gran establecimiento, mientras Steph baja del auto. Yo me quedo ahí, sentada, con las manos ancladas al volante y la mirada fija al frente.

— ¡Hannah, por el amor de Dios, sólo baja! —me grita Steph  y alzo la vista para mirarla. Está del otro lado de la calle, justo frente a la puerta del gimnasio.

Pego mí frente al volante y me repito mentalmente que sólo serán unos minutos y que no pareceré una psicópata acosadora. Bajo de mi viejo cacharro con resolución y avanzo lo más rápido que mis náuseas y mis nervios me lo permiten. Steph está a punto de echarse a reír y quiero golpearla.

—Te odio —siseo mientras ella abre la puerta del gimnasio.

—Me amas, cariño —dice en voz baja y entra. Yo la sigo.

La música retumba en mis oídos y el aroma a sudor, desodorante y metal me golpea de forma brutal. Huele a hombre y a esfuerzo físico. No es un aroma muy agradable.

Un puñado de hombres de todas las edades y complexiones entrenan. Unos corren en las caminadoras, otros pedalean con fuerza en las bicicletas fijas y unos cuantos más, levantan pesas.

Steph avanza con paso decidido por el lugar y la sigo de cerca.

— ¿Se te perdió algo, nena? —dice una voz a mis espaldas y apresuro el paso.

—Hola, preciosa —dice un hombre sudoroso, dirigiéndose a Steph, pero ella ni se inmuta.

—Yo pido a la morena —dice otro de ellos y aprieto los dientes.

—Yo escojo a la rubia.

Quiero salir de aquí. Los susurros cada vez son más vulgares y sugerentes. ¿Por qué demonios he aceptado venir?

— ¿Hannah? —la voz pronunciando mi nombre me hace girarme de golpe.

Colton Haynes camina en mi dirección, bañado en sudor y con el torso desnudo. — ¡Colton! —suspiro, aliviada.

— ¿Qué haces aquí?, ¿Por qué…? —su mirada se fija en un punto detrás de mí y sé que ha visto a Steph.

Una sonrisa se dibuja en sus labios y reprimo el impulso que tengo de rodar los ojos al cielo. —Ha sido idea de Steph —me excuso.

Sin decir una palabra, camina hacia ella y la envuelve en un abrazo apretado. Una punzada de envidia recorre mi pecho, sólo porque me gustaría que Logan me recibiera de esa forma. Noto como él susurra algo a su oído y ella ríe un poco.

Una sonrisa pinta mis labios y entiendo porqué quería venir a verlo. Se les nota a leguas lo mucho que se gustan.

—Logan está dándole vueltas al parque —dice Colton, girándose en mi dirección, sin dejar de abrazar a Steph—. No debe de tardar en volver. Siempre corre más que yo.

Siento el rubor subiendo por mis mejillas y desvío la mirada. —Sólo vine a acompañar a Steph —mascullo, pero estoy segura de que sabe que estoy mintiendo.

— Vengan de éste lado —dice y nos guía por la estancia.

— ¡Haynes, preséntame a la morena! —grita una voz detrás de mí y Colton se limita a mirarlo por encima del hombro, diciendo—: Está con Lerman, Josh. Será mejor que ni lo intentes. 

El sólo hecho de escuchar su nombre me pone la carne de gallina, pero intento recomponerme. —Pueden sentarse aquí. Ya casi terminamos. Nos quedan como cuarenta minutos de entrenamiento —dice señalando una banca. Steph se sienta rápidamente y yo la sigo a desgana.

Colton deposita un beso en los labios de mi amiga y se aleja, apretando los vendajes de sus manos. Sin perder el tiempo, comienza a golpear una pera a un ritmo impresionante.

 —Dios mío, es tan sexy —murmura Steph, a mi lado y sonrío. 

—Dijiste que serían unos minutos —le reprocho, pero sigo sonriendo.

—Y aún son unos minutos —me ataja sin dejar de mirar a Colton.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —la voz ronca, tranquila y familiar, hace que todos mis sentidos se pongan alerta. Dirijo mi mirada en dirección al pasillo por el que entramos, y veo a Logan, con una playera de Iron Maiden empapada de sudor. Sus labios están entreabiertos y jadea en busca de aire. La hinchazón ha disminuido considerablemente, pero su ojo se ha puesto negro.

Abro la boca para responder, pero ningún sonido sale de ella. Mi corazón está tan acelerado, que apenas puedo mantenerme quieta. Me pongo de pie y aprieto los puños. —Hola —susurro.

— ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —espeta y mi corazón da un vuelco furioso dentro de mi pecho. ¿Qué le sucede?, ¿Por qué está tratándome de ésta forma? 

—V-Vine a… —tartamudeo. Apenas soy capaz de mantenerme en pie—, a-acompañar a Steph.

Su mirada es hielo puro. Su cuerpo está completamente tenso y sé que está  furioso. Conozco esa mirada, conozco esa expresión, conozco ese tono de voz...

Su mirada se dirige a Steph y de nuevo a mí. —No deben estar aquí —dice con severidad y una punzada de coraje me recorre el pecho.

—Y-Ya nos íbamos —Steph tartamudea a mis espaldas y me giro para mirarla, incrédula de su repentino miedo hacia Logan.

—Por supuesto que no nos íbamos —suelto con brusquedad—. Viniste a ver a Colton y él dijo que en cuarenta minutos terminaba. No nos íbamos.

Encaro a Logan, quien me mira con dureza. —No pueden estar aquí —espeta y me obligo a sostenerle la mirada.

— ¿No podemos?, ¿o no quieres que estemos aquí? —las palabras brotan de mi boca antes de que pueda detenerlas. Me mira por un momento que parece eterno. No se parece en nada al Logan de anoche. ¿Qué está mal con él?...

—Haz lo que quieras —escupe y se echa a andar al fondo de la habitación, donde comienza a golpear un saco con mucha fuerza.

No lo entiendo. No entiendo a qué está jugando, pero estoy llegando a mi límite. Estoy a punto de estallar. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro