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Capítulo 3. "Pronto"

Casi todo mundo a su paso se le quedaba viendo sin decir absolutamente nada. La única persona que formuló un saludo fue Shaxx, el encargado del Crisol. Al llegar a la Sala de la Vanguardia, todo guardián ahí presente en busca de una misión o consejos, fueron retirados por órdenes de su Vanguardia.

Una gran puerta se cerró detrás de Kelso y su espectro, dando a entender de qué se trataba de algo más serio. Cayde se acercó y lo llevó a su lado sin la misma seriedad que Ikora y Zavala.

—Es un gusto volver a verte —dijo la Vanguardia de cazadores en voz baja.

Kelso asintió. Aquel Exo era el único de toda la Vanguardia con quién podría llevar una charla más relajada.

—Kelso, ¿no es así? —preguntó Ikora, revisando algo en una tableta de datos —. El tan llamado "Infausto cazador", ha estado ausente por más de diez años, sin mencionar las quejas de otros guardianes en su contra por robo de información, obstrucción, rebeldía y asalto intencional. Estas dos últimas ocurridas en un lapso de menos de veinticuatro horas.

—¿Algo que decir? —cuestionó Zavala, mirando severamente al guardián.

—No mentiré. Todo lo hice —respondió Kelso, completamente seguro de sí mismo.

Eros se sobresaltó un poco al escuchar el veredicto dado por su compañero. Cuando Kelso recibiera su castigo, después seguiría él.

Cayde no aguantó soltar una carcajada.

—Con todos esos logros deberías ser la Vanguardia de cazadores —bromeó, sujetando a Kelso del hombro mientras su risa seguía presente. Miró a Ikora y Zavala y su carcajada desapareció de poco al ver el desagrado presente en sus rostros. —. Lo sé, mal chiste.

El espectro dudó por momentos antes de avanzar poca distancia al frente para tratar de defenderse.

—Pero no hemos sido rebeldes —repuso Eros, llegando a mentir para ocultar un poco de toda la larga cola que les seguía.

La mujer alzó una ceja. No convencida de sus palabras después de que tuviera en manos la prueba de todo lo contrario.

—Uno de los hechiceros lo reportó justo después de resucitar y recuperarse de un disparo del Arma dorada de un cazador —indicó Ikora, siendo apoyada por su espectro que proyectó con su único ojo una imágen borrosa de Kelso y su Arma dorada.

Eros y Kelso se miraron por un breve periodo de tiempo. Se podría decir que esos eran sus cargos más graves.

—Por algo tenemos Crisol, para que entrenen y resuelvan sus problemas entre guardianes ahí —recordó Zavala, no logrando penetrar su mirada acusadora a los ojos del cazador —. Y te pediré de favor que dejes tu casco sobre la mesa. —Más que una petición, eso fue una orden.

El cazador no dudó en hacer lo que se le pedía. Retiró su casco con una grieta trazada en su visor, dejando ver el corto cabello de estilo militar y su rostro con una larga cicatriz surcando desde su mejilla hasta el puente de su nariz, sin mencionar la aún creciente barba que le daba un toque imponente. Aunque eso al final no importaba ya que Zavala logró penetrar en lo profundo de su ser para inflingir miedo.

—Espectro —llamó Zavala. En su rostro fue posible ver una expresión de decepción —, me sorprende bastante que tu guardián esté por un mal camino a pesar de que se te creó para guiarlo.

—Lo entiendo. No he sido lo que esperaban... —contestó Eros, llevando su ojo al suelo con pena.

Kelso vio como su compañero se sentía. Él no merecía eso después de todas las veces que entró en una discusión por su culpa.

—Con el debido respeto, Zavala. Eros ha sido una astilla en el culo en cuanto a mis acciones. No hay hora en la que él no me reprenda por todo lo que hago o incluso he hecho —reclamó, defendiendo al pequeño ser con el que había pasado cada aventura y estupidez —. Si van a decir algo sobre mi espectro, primero deberían ver con quién tiene que lidiar día a día.

De todos los que estaban para los sermones (según Kelso), sólo Ikora pareció verse incluso más molesta de lo que ya estaba. Parecía no agradarle la idea de que un guardián se le pusiera al tú por tú a un Vanguardia.

—Así que afirmas que tú eres el problema... —sentenció.

Kelso observó como todo el enojo de la Vanguardia de Hechiceros se había disipado apenas el artefacto en sus brazos vibró. Trás eso la mujer de tez oscura miró a Zavala, alarmada de alguna forma.

—Esta reunión se pospone -declaró el Insomne —. Hasta entonces, cazador, te quedarás en la Torre.

Antes de que Kelso diera la vuelta para irse, Cayde lo detuvo sujetando su hombro con firmeza.

—Después de todo esto, tenemos que hablar —dijo con seriedad.

A duras apenas el cazador asintió, colocándose su casco para luego intentar irse de ese lugar. Cayde le palmeó el hombro antes de también reunirse con sus compañeros.

Eros desapareció de la vista de todos justo después de haber tenido permiso para retirarse. Mientras tanto, las manos de Kelso temblaban y una extraña energía rodeaba todo su cuerpo pidiéndole a gritos que la liberara a como diera lugar. Y entonces pasó. Otro flashback de su vida pasada cruzó frente a sus ojos.

En ese extraviado recuerdo caminaba alerta en medio las descuidadas calles de algún lugar que por el momento desconocía, detrás de él le acompañaban otras personas; no todas ellas estaban armadas y listas para defenderse si llegase la ocasión, pero confiaban en que los fuertes sí. Una mujer de largo cabello trenzado y con un pequeño niño entre sus brazos, se acercó a Kelso para detener su andada debido a su pésimo estado.

Kelso, no podemos seguir... —dijo en voz baja, estremecida por sus propias palabras —. Tendremos que quedarnos.

Eso es un suicidio —replicó él, viendo como otras treinta personas se preguntaban por qué se detuvo la marcha.

Muchos estamos cansados y... heridos —insistió, incluyéndose entre los mencionados por varias cortadas presentes en su cuerpo —. Sólo así llegarán hasta la Última ciudad...

Kelso se negó al principio, pero cuando esta mujer le entregó al niño en sus brazos, simplemente se congeló. No podía decir algo al respecto. Sólo veía como la pálida mujer por todas sus heridas sufridas en el último asalto de los Eliksni, avanzaba lejos de él para dirigirse a todas las personas que deseaban llegar a un lugar seguro.

Después de eso, su recuerdo se desvaneció debido a una simple exclamación de entusiasmo hecha por otro guardián.

—¡Eso es a lo que llamo una maravillosa jugada!

En medio de la confusión que apenas padecía el guardián, una voz que expresaba preocupación se hizo presente como otra persona dentro de su mente.

—¿Estás bien? —preguntó Eros, debido al reciente recuerdo que llegó sin aviso.

—¿L-Lo viste? —susurró él. Todo su ser se había congelado, igual que en el flashback.

—Todo lo he visto desde que empezaste a tenerlos.

Kelso tornó su atención al titán lleno de emoción por presenciar un enfrentamiento en el Crisol. Al principio, y debido a su reciente recuerdo, no lo logró reconocerlo. No obstante, después de que volviera a estar más consciente de su entorno sí que lo hizo. Con curiosidad se aproximó a Shaxx para presenciar también ese reñido enfrentamiento por el cual se emocionaba demasiado.

—Ah, Kelso. Tú otra vez —dijo el titán, realmente gustoso de verlo —. ¿Qué tal te fue con Zavala?

—Habría preferido estar matando uno que otro Lacayo en la Luna —respondió, viendo como una escuadra de tres guardianes destacaban en el modo de Eliminación.

Aquella escuadra estaba conformada de una cazadora, un hechicero y un titán. Cada uno siendo un complemento del otro. La cazadora en conjunto con el hechicero, eran el ataque más efectivo mientras que el titán defendía a uñas y dientes cierta posición para seguir teniendo el control sobre el equipo enemigo.

—¡Me aseguraré de que toda la Torre vea esto! —dijo Shaxx nuevamente, apagando su pantalla justo después de que el enfrentamiento acabó.

—Nada mal.

—¿Nada mal? —Shaxx se tornó a Kelso. —. No creo que alguien te haya dado dónde más te duele al superarte en el Crisol, ¿o sí?

Kelso negó con la cabeza, dando la vuelta para volver a la nave. Claro que no se encontraba celoso, de hecho había visto a mejores. Aunque ahora que más le daba vueltas, ciertos movimientos del hechicero y su compañera le parecían familiares pero había pasado tanto tiempo sin retornar a la Torre que no podía recordar con exactitud. Pronto invocó a su espectro sobre su mano para consultar la vigilancia de su nave, para su desgracia seguía activa y ahora en patrullas.

—Tenemos un gran problema: los prisioneros dentro de nuestra nave confinada y los cargos acumulados en nuestra contra —habló su espectro, mostrando su desánimo tras lo ocurrido. Se mantuvo en silencio pro un breve periodo de tiempo antes de sacar el tema. —. Deberíamos consultar a Eris de... ya sabes, eso.

El cazador siguió su curso sin encontrarse con la mujer que necesitaban. Aunque no le extrañaba, era cuestión de tiempo para que ella se marchara ya que la Torre no era un lugar para ella. No después de lo que pasó en la Luna. Posterior a eso solamente se limitó a salir a uno de todos los espacios abiertos que disponía la Torre. El viento entró entre las pequeñas aperturas de su armadura, así como la primera gota de lluvia cayó sobre su mano. Pronto Eros lo miró para sacarle una respuesta a las nuevas preguntas que habían surgido.

—Necesito pensar.

—Podría examinar toda la información de la que disponemos, tratar de recrear los fragmentos faltantes.

Kelso asintió a su espectro, caminando al hangar para su retorno al único y agradable espacio de todo ese lugar. Un guardián lo detuvo momentos antes de ingresar a la nave, pero como siempre, el cazador hizo caso omiso.

Eros se encargó de hacer su trabajo sin mencionar alguna cosa más que podría ser de importancia, ni siquiera hizo uso de la palabra para presentarle alguna queja al hombre que lo acompañaba. Este mismo se quedó inmóvil en su lugar como sí su ser hubiese viajado lejos y sólo haya dejado su cuerpo atrás.

Kelso se recostó sobre el asiento de piloto, tratando de relajarse para seguir ignorando todos sus problemas.

—¿Qué fue lo que te dijo Lakshmi? —preguntó el titán detrás suyo.

—¿Qué arma quieres crear? —cuestionó el cazador.

—Eso no te incumbe —farfulló el otro.

—Bien, eres un prisionero en mi nave al lado de uno de los más despreciados seres que la humanidad pudo conocer —mencionó, trás eso soltó una carcajada —. Así que no estás en lugar para hablarme de esa manera.

Félix también se carcajeó.

—Pronto me liberaré.

—¿Pronto? —rió —. Es una lástima que hablas de un futuro muy lejano —replicó su carcelero, enfocando su atención en unos pequeños frascos de pintura a su alcance.

Este mismo no se demoró en tomarlas y hacer un poco de "arte" con sus manos sobre la cárcasa de su compañero, gracias a la inspiración del aburrimiento, y tomando como referencia sus ganas de dispararle a algo. Estaba seguro de que a Eros no le iba a agradar en lo absoluto cuando terminara de complementar la información que poseían, pero ¿qué más daba? Lo único que buscaba el guardián era matar el tiempo de alguna manera.

Cuando finalizó su obra, simplemente se acomodó sobre su asiento y se dedicó a dormir un poco.

En sus sueños luchaba y luchaba incansablemente contra aquellas criaturas de más de dos extremidades al lado de varios y ordinarios hombres y mujeres. En ese lugar dentro de su cabeza no poseía armadura alguna o la compañía de su espectro, sólo una vieja escopeta y no más de dos granadas. Podía ver como uno a uno sus compañeros perecían bajo las frías hojas de los Vándalos y los ardientes proyectiles de sus capitanes.

Estaba muerto, ese era un hecho que no podía evitar. Y como tal, se aseguró de que su final se cumpliera bajo sus condiciones y con más de esos bastardos yéndose con él.

Fue entonces cuando había tomado una decisión, una terrible.

Con todo su cuerpo gritando de dolor por las quemaduras y cortadas, arrojó las pocas granadas de que poseía a una desgastada parcela de uno de los dañados edificios. Al detonar provocó el derrumbe del mismo, cubriendo bajo su manto de polvo y escombros la mayor parte de los Caídos enemigos.

Cuando trató de escapar, fue atravesado por la espalda con una de las largas cuchillas de un capitán Caído que se negó a dejarlo ir.

Rápidamente y después de despertar de golpe de su sueño, se sujetó el pecho con el corazón latiendo sin parar. Eros se encontraba viéndolo fijamente como si hubiera algo malo con el guardián.

—Necesitas que ordene esos recuerdos —susurró.

Kelso tomó como juego esas palabras de su compañero que se comportaba con seriedad debido a los trazos de pintura efectuados en su cárcasa.

El espectro confundido por la reacción tan repentina de su guardián, buscó cualquier superficie que pudiera reflejar alguna imagen. Y claro, lo único cercano fue el visor de Kelso.

—¿En serio? ¡¿Una diana?! —dijo Eros lo más calmado que le era posible, viendo cómo lo que consideraba su rostro estaba cubierto por pintura blanca, roja y azul, formando así la tan mencionada diana.

El cazador encogió los hombros. «¿Por qué no?», pensó.

—¿Sabes? Me gustaba mi simple carcasa gris —dijo, pronto volviendo al tema principal que le era preocupante —. Ya en serio, tengo que ayudarte con esos recuerdos.

Kelso de inmediato se puso tensó, no quería que se los arrebataran. Aún necesitaba ver más de su vida pasada, de las personas que le fueron importantes en su momento.

—Bien dijo la Vanguardia que mi trabajo era guiarte.

—¡Al diablo con lo que dice la vanguardia! —exclamó Kelso.

—A-Al diablo también -repitió Eros un poco titubeante —. Nosotros estamos en nuestro camino, y estaré a tu lado siempre y cuando sirvamos al Viajero y su gente.

Kelso quedó un poco impresionado por la reacción. Finalmente Eros optaba por seguirlo sin duda alguna hasta el mismísimo infierno, y eso era algo que iba a agradecer en silencio.

—Por cierto... gracias. Ya sabes, por defenderme frente a ellos —agregó tímido.

Su compañero asintió. El espectro ya sabía lo difícil que era para Kelso expresarse aunque aparentara desinterés.

—Bueno... —el hombre ya se había relajado, también llegando a titubear como su espectro —. ¿Qué fue lo que conseguiste?

El espectro se quedó estático en su lugar por unos micro segundos.

—Además de la amenaza inminente, nada. Me es imposible reconstruirlo.

Kelso se volvió a recargar en su asiento. Seguían sin una pista, con muchas variables de futuro y poco tiempo para dar con la respuesta a todo.

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