Capítulo 2. "Sin tiempo para explicaciones" (Parte uno)
Sistema solar.
Venus, Sumidero de Ishtar. 19:26 (Hora terrestre).
-¿Es difícil para una mole como tú saltar de las estructuras Vex? -se burló Kelso, caminando a un lado del titán que ocultaba la mitad de su cuerpo con una larga capa gris.
El titán, más alto que él por unos diez centímetros, lo miró de reojo. Siempre tuvo entendido que los cazadores eran fastidiosos y en muchos casos, irrespetuosos. Pero no había nadie mejor que ellos para asesinar a sus enemigos de un solo tiro, así como para usarlos de acróbatas en lugares más inaccesibles para los demás guardianes. Félix buscaba esto último, ya que él, además de ser algo torpe escalando estructuras, no podía estar tan cercas de las fluctuaciones de energía, mucho menos de los Vex.
-¿Es tan difícil para un cazador como tú mantener la boca cerrada? -replicó.
-Tiene ciertos problemas con eso -habló Eros, haciendo su presencia en tan solo un parpadeo.
-No hace falta adivinarlo -concordó el titán, mirando al frente.
Kelso hizo una mofa divertida.
Sus pisadas entre el pasto verde y tierra con restos de vehículos humanos y parte de las edificaciones de alrededor, no resonaban mucho a comparación de cuando comenzaron a caminar sobre metal y estructura Vex. Sus pies generaban un sonido hueco que brincaban de pared en pared hasta terminar como un susurro. De manera inesperada, el titán se detuvo, llamando la atención cuando el sonido que originaba su armadura desapareció.
-Espectro, ya sabes por dónde ir -anunció el titán, quieto en su lugar.
Eros asintió y dio la vuelta, su único inconveniente fue que Kelso lo detuvo con una mano, quien, al igual que el otro guardián, se había quedado estático en un punto fijo.
-¿Esperas que hagamos todo el trabajo? -inquirió, arrugando la frente aunque por su casco no fuese posible verlo.
-Espero que me hagan un favor -impuso el hombre, y giró rápidamente su cabeza a su diestra. Sentía a los Vex que se aproximaban.
Dos minotauros aparecieron justo enfrente de los dos guardianes, a la vez que se creó una brecha entre ellos. Félix desenfundó un cañón de mano con su mano izquierda, y comenzó a disparar a ambos Vex para llamar su atención.
-Kelso, creo que es mejor seguir... -indicó su espectro.
Antes de que el cazador llegara a cuestionar el por qué, otro minotauro apareció en su espalda e intentó golpearlo. El guardián logró rodar por el suelo, creando una estela de humo en el proceso que lo ayudó a confundir a su enemigo por breves momentos. Desenfundó su arma secundaria y descargó toda su capacidad en él, aún así lo único que ocasionó fue que su ira creciera. Trató de recargar lo más rápido posible, pero el Vex se le adelantó y lo azotó con su extremidad metálica, lanzando al guardián hasta un pilar que fue encendido al tacto. Kelso gruñó con el golpe, y se alzó de su lugar terminando de meter el último cartucho de escopeta en El cuarto jinete. Apuntó y a un segundo de descargar un diluvio de plomo, una voz lo interrumpió.
-¡Alexei! -gritó una voz femenina.
Nuevamente los recuerdos llegaron de golpe, nublando por momentos la mente del cazador. En ese recuerdo se dirigía con rapidez a una habitación, cargando entre sus manos una vieja escopeta que fue pasado de generación en generación. A punto de llegar, el recuerdo se desvanece.
-¡Kelso! -exclamó Eros, antes de que volviera a recibir otro azote que lo empujó dentro de un portal Vex que había abierto sin querer.
En un parpadeo llegó a parar en un inmenso lugar lleno de estructuras Vex, y restos de los mismos esparcidos por el suelo.
-Definitivamente este no es mí día... -se quejó, posterior a agarrar grandes bocanadas de aire.
El minotauro le siguió el pasó y apareció a un lado de él, apuntó su cañón al guardián y se preparó para disparar. Un veloz proyectil desprendió el cañón a aquel ser metálico, y de otros dos tiros más en su chasis dio el remate. Otro guardián de clase Titán arribó hasta su lugar y creó un cúpula a su alrededor, seguido de extenderle la mano para levantarlo.
-Y creer que tú eras nuestro refuerzo -comentó una mujer, volviendo a tomar su fusil de pulsos de su espalda y salir del escudo púrpura que había creado para disparar a los enemigos con los que aparentemente se encontraba guerreando.
Kelso sacudió su cabeza, tratando de aclararse la mente antes de que otro recuerdo lo atontara.
-¿Todo bien? -preguntó Eros, sonando realmente preocupado.
-Sí, sólo estiraba el cuello -contestó él, evadiendo la pregunta y después se lanzó también a la batalla.
La titán y otro guardián de clase Hechicero peleaban codo a codo mientras que sus flancos más vulnerables eran defendidos por una cazadora con su rifle de precisión que se encontraba agazapada entre las columnas de piedra al fondo.
-Salgamos de aquí ahora que el portal está abierto -sugirió la titán.
-Negativo -se opuso la cazadora -. Sí los Oráculos aparecen nos matarán. Tenemos que matar al último Vex que aparezca sí queremos evitarlo.
Kelso disparaba y recargaba sin cesar, pero cuando escuchó eso de matar al último, le pareció una locura. Esas máquinas podrían aparecer y aparecer cuantas veces quisieran, sería casi infinito repelerlos por completo.
-Atentos, guardianes. Algo está de camino -advirtió un espectro femenino -. ¿Cómo quieren que esté escrita su lápida? -inquirió tras una larga pausa en silencio.
Un Hydra hizo su aparición, haciendo que los tres guardianes corrieran por una cobertura donde pudieran salvarse de los ardientes proyectiles. Poco a poco comenzaron a ser diezmados por el enemigo, hasta el punto de quedar ellos tres en un reducido lugar.
-¡Oigan! -llamó la cazadora por la radio. No podía matar a todos por más que quisiera - Una limpia no estaría mal.
Los dos compañeros de la cazadora asintieron.
-Frost, ¿tienes tu martillo? -preguntó el hechicero.
-Aún no tengo la energía suficiente para utilizarlo -repuso, apareciendo entre sus brazos un lanzacohetes.
El hechicero resopló con disgusto, y se quedó callado cuando se percató de la presencia de Kelso.
-¿Quién eres tú? -cuestionó, confuso. No lo había visto llegar.
-Sus refuerzos -aclaró el cazador.
El hechicero volvió a hacer otro resoplido, esperaba más apoyo que un solo guardián.
-Muy bien... -finalmente se dispuso a hacer algo al respecto - Cazador, quédate aquí y dispara con un rifle de precisión. Frost, crea un fuego de cobertura -señaló a la otra guardiana, y luego extendió su mano, liberando pequeñas chispas por la energía de arco que lo recorría -. Yo haré el resto.
Sin tiempo para respuesta, el hechicero y la titán se pusieron en marcha mientras que Kelso se vio obligado a quedarse ahí. La titán dejó ir dos misiles hacia la Hydra, le hizo un daño considerable y todavía afectó a los demás enemigos de alrededor con las pequeñas bombas de racimo que liberó cada misil al impactar. El hechicero desenvainó una espada de arco con la que atacaba y defendía ataques, así fue hasta limpiar lo máximo posible los Vex que defendía a aquella gigantesca máquina. El Hydra con sus dos cañones -uno repartido en cada lateral-, disparó al hechicero que lograba escudar sus ataques. Después de no haber tenido éxito, atacó a la titán cuyo escudo había caído después de que su cúpula desapareciera.
Su ataque terminaría matándola.
El hechicero usó fugacidad para cubrir a su compañera con su cuerpo y recibir todo el impacto, después de eso -por la fuerza ejercida del proyectil- cayó al suelo con su pechera hirviendo.
-¡Ragnar! -exclamó la espectro, apareciendo sobre su cuerpo que emanaba vapor.
Frost corrió hasta su compañero caído, y atrapó entre sus manos al espectro de carcasa escarlata para evitar que fuese dañado y su compañero muerto de una vez por todas.
-Eso pasa cuando me dejan en la banca... -susurró Kelso para sí mismo, y salió de su cobertura.
Antes de que el Hydra pulverizara por completo a aquel hechicero, Kelso invocó en su mano izquierda un arco púrpura y disparó una sola flecha a un metro de su enemigo. Un orbe púrpura explotó en el lugar, atacando a los hostiles más cercanos para bajar sus defensas y hacerlos incluso más vulnerables de lo que ya eran. El Hydra fue interrumpido y trató de escapar, huyendo lejos del orbe que lo tenía anclado. No obstante, desde la lejanía otras tres flechas fueron disparadas, forzando al Vex a quedarse en su lugar. Sin lugar al cual ir, creó una onda expansiva para alejar al cazador mientras llamaba a más siervos Vex que lo respaldaran. Ragnar estiró con dificultad su mano, esperando que su espectro arribara a su lugar. Su compañera escarlata escapó de los brazos de Frost y llegó hasta su guardián, mismo donde se desvaneció. Tiempo después el hechicero se alzó con una llamarada que encandiló y cegó a todo aquel en la cercanía. De su espalda emanaba fuego, y entre sus manos portaba una espada flameante. El guardián se abrió paso por medio de granadas solares hasta llegar a su principal enemigo. Se elevó por el aire para llegar a la cabeza del Hydra, y hundió su espada ahí mismo. Desde su lugar le fue posible escuchar como circuitos explotaban y quedaban fritos. La cazadora dio un gran salto hasta él, lo abrazó y utilizó fugacidad para alejarse de ahí antes de que el Hydra volara en pedazos. Y como tal, así fue.
Los Vex que habían llegado de apoyo, al presenciar como su líder había perecido, se replegaron de la batalla utilizando la teletransportación para desaparecer antes de ser masacrados también.
La cazadora dejó salir una carcajada de victoria. Hasta ese punto, Kelso se percató por la voz robótica que poseía, de que esa cazadora era un Exo. Una raza de seres sintéticos creados por los humanos, y hasta donde se sabe, han estado de lado de los mismos incluso después del Colapso.
-¡Ese era el pez gordo! -mencionó, sobre su hombro apareció su espectro de carcasa obsidiana - Dime que anotaste las bajas.
-Hasta las asistencias, Ann-09 -confirmó el espectro de voz grave.
Frost se encaminó hacia Ragnar, para determinar si realmente se encontraba bien. Aunque eso fuese trabajo de su espectro.
-Maldición, Ragnar. Me diste un gran susto -se quejó Frost.
Kelso escuchó un crujido detrás de todos ellos. Se giró y su cuerpo se tensó, lo que era el suelo caía sin control alguno hacia el vacío gracias a que su apoyo desaparecía de uno en uno. Los demás no tardaron en darse cuenta y se echaron a correr todo lo que sus piernas podía en dirección al portal. En tan solo otro parpadeo llegaron hasta el punto de llegada establecido, aún así el deslizamiento de la roca pareció seguirlos. El portal por el que cruzaron se partió en dos. Un fuerte estruendo llenó sus oídos. Sus sentidos se agilizaron obligando nuevamente a sus piernas a moverse a una gran velocidad.
El desprendimiento tenía a Kelso completamente nervioso al sentir como el suelo se agrietaba y caía a centímetros de sus tobillos. La brecha que lo había divido a él y al desamparado titán tiempo atrás, había adquirido una mayor distancia de extremo a extremo durante su estancia al otro lado del portal que se había desplomado.
-¿Lo lograremos? -preguntó Eros, robando las palabras de su boca.
No lo sabían. Aún así el cazador se dispuso a dar dos largos saltos para alcanzar la otra orilla. No lo iba a lograr al igual que los demás guardianes que lo acompañaban, pero a diferencia de él, aquel trío se ayudó mutuamente a cruzar. Sólo sintió como la yema de sus dedos rozaban la orilla. Los dos saltos no fueron suficientes. Ante una caída inminente, solo le quedó pensar en aquella voz y recuerdos que tuvo la desafortunada aparición en medio de un conflicto. -Alexei, Alexei-, pensaba. Un nombre ruso para alguien que fue resucitado por primera vez en Inglaterra. Sus pensamientos fueron cortados cuando una extremidad metálica del mismo color cobrizo y apariencia Vex, lo había salvado de caer.
-Sujetate -indicó una voz grave, a la vez que lo subía hasta una superficie estable.
Cuando estuvo arriba, miró al guardián que lo auxilió. El buen Samaritano de Venus lo había alcanzado. El titán ocultó su brazo con la capa, pero antes de eso, Kelso logró verlo con atención. Su armadura parecía haberse fundido con la de un Vex, como si fuese una especie de híbrido.
-¿Viste su brazo? -indagó Eros, completamente sorprendido por lo que el titán ocultaba bajo la capa.
Kelso asintió y se quedó estático en su lugar, observando al guardián tratando de asimilar lo que había visto. Eso era nuevo para él. Nunca antes tuvo la oportunidad de ver como la armadura Vex se acoplaba perfectamente a la de un guardián, ya que se oían rumores sobre la coraza cobriza; y era que, de algún modo, podría ser peligrosa.
-De nada, cazador -habló el titán, tornándose hacia los demás guardianes.
Kelso avanzó a la vez que Eros se materializó, para saber aunque sea por qué había arriesgado su pellejo. Ann-09 recogió de una bolsa donde recaudaba artefactos y algunos que otros recuerdos, un objeto circular que brillaba como si de un diamante se tratara.
-Atheon fue un hueso difícil de roer, pero si algo necesita, Sargento, sabe que nos tiene aquí -habló la Exo, y le entregó en mano el Ojo de Atheon.
-¿Para que necesitas su ojo? -inquirió Kelso, metiéndose donde no debería. Como de costumbre.
Félix dirigió su casco al guardián y su espectro, más no respondió.
-Necesito dos últimos favores -anunció -. La Secta Guerra futura buscaba esto. Entregalo y dile que es de mi parte.
Ann-09 volvió a tener en sus manos el Ojo, pero en ese mismo instante que se lo entregaron, se aferró a la mano de Félix.
-¿No vendrás con nosotros? -cuestionó.
El negó con la cabeza. No sería tan bien recibido en la Torre, no como le gustaría.
-¿Qué harás aquí? -Ragnar se unió, tratando de convencerlo de abandonar aquella vida solitaria que llevaba desde hace años.
Félix guardó silencio, ya no tenía mucho que hacer ahí además de esperar por su destino. Trató de irse caminando, pero el duro agarre de Ann no se lo permitió.
-Los Vex se encuentran preocupados, demasiado como para no ser tan perturbados como antes -dijo, sonando de alguna manera era como una excusa -. Es como sí... algo amenazara su existencia -finalizó.
Eros y Kelso cruzaron miradas. ¿Sería acaso ese dato tan solo una casualidad?
-¿Cómo podrías tú saber eso? -una vocecita apenas captó la atención de Félix.
El espectro escarlata voló hacia el titán y se detuvo a unos cuantos centímetros de su rostro, como si intentara verle la cara a través de la carátula raspada de su casco.
-No importa el cómo, si no el qué los amenaza -impuso, recalcando lo que debería ser la prioridad con la forma autoritaria que siempre tuvo.
La espectro titubeó, creando más distancia entre ellos dos.
-P-Pero, lo que dices es una locura -repuso -. No puedes saber lo que dicen o piensan.
Félix los dejó en un largo silencio, no debía responder. No, esas no serían las palabras correctas. Simplemente no podía hacerlo.
-¿O sí? -interrumpió Eros, haciendo que el titán centrara toda su atención en él.
La espectro lo examinó y, al igual que Eros, quedó atónita al notar sus lecturas neutrales. Ni aliado ni enemigo. Otra pregunta iba a surgir entre los guardianes, hasta que Félix alzó su mano izquierda en señal de silencio.
-Estamos sin tiempo para explicaciones.
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