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9. Quiero dejar de sufrir

La salida "fácil" nunca es la más fácil...



—¿Primero? —Magnus no entendía de qué demonios hablaba. No era el primer embarazo de Alec, Max era la prueba de ello.

Y... ¿aborto?

Pero no hubo respuestas porque entonces Alec estaba vomitando y llorando, y los sonidos que de él salían eran mil veces peor que si estuviera gritando. Su corazón se estaba rompiendo mientras lo sostenía.

Etta estaba pidiendo ayuda a gritos. Magnus ni siquiera sabía qué tipo de ayuda.

—¿Alec? —acarició un lado de su cuello, su espalda, lo sostuvo mientras él vaciaba incluso lo que no tenía. Alec gemía como un animal herido y Magnus se sorprendió al darse cuenta que él también estaba llorando. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, empañados, pero ahora mismo no podía hacer nada por ello, Alec era su prioridad—. ¿Alexander, cariño?

Alec se estremeció con fuerza y sólo entonces pareció volver un poco en sí. Intentó ponerse de pie y estaba tan rígido mientras Magnus lo ayudaba, pero no lo alejó. Ahora los ruidos que hacía eran como si se estuviera ahogando, luchaba por respirar. Y Magnus tuvo tanto miedo de que esta noticia fuera lo último que faltaba para terminar de romperlo: la gota que derramara el vaso.

—Alexander, respira, por favor...

Alec gruñó con más fuerza. Si quería gritarle o fue lo único que pudo hacer, no lo sabía. Luchó para quitarse sus manos de encima.

Y Magnus terminó cediendo. Levantó las suyas, como pidiendo u ofreciendo una tregua. —Alexander, cálmate. Yo sé que esto es...es horrible, es inesperado... El bebé... —su cara se arrugó porque a pesar de todo, de las circunstancias, de los monstruos que hicieron esto a Alec, ese ser que crecía en su interior no tenía ninguna culpa. Negó porque no supo qué más decir. Esto no podía estar pasando, no era justo.

Alec parecía que iba a ahogarse. O a vomitar de nuevo. Sus ojos llenos de lágrimas se quedaron fijos en los de Magnus, sus labios temblaron. Era la primera vez que lo miraba fijamente, directo y no a escondidas. Y el dolor en ese azul era como mirar al mismo infierno. Varias lágrimas cayeron, sus labios se fruncieron. Alec intentó limpiarse con su manga de nuevo. Su rostro era un desastre visible, su corazón se intuía peor. Las comisuras de sus labios bajaron y nunca dejó de mirarlo. Su cabeza se inclinó un poco hacia un lado, su voz increíblemente firme: —Lo siento. Yo...lo siento, Magnus. Lo siento, lo siento —las lágrimas de nuevo. Negó varias veces y luego un sollozo lo partió. Había un nudo visible en su garganta y las últimas palabras entrecortadas lo demostraron—. Cuida a mi bebé. Cuida a Max.

Magnus se lanzó hacia él, pero Alec ya estaba corriendo por el pasillo.

Hubo gritos. Pacientes. Enfermeras. Médicos. Y Alec nunca se detuvo.


* * *

“Cuida a mi bebé”, y luego lo aclaró porque ya no era su único bebé.

Sus manos en su vientre, se sentía como si fuera a vomitar de nuevo. “Cuida a Max”.

Y entonces salió corriendo porque ya no podía. No podía. No quería... Quería a Max, quería a Magnus, quería estar en brazos de ambos, quería ser amado, ser digno, estar limpio...

No supo cómo logró salir corriendo, pero lo hizo.

Quería... Chocó con varias personas en su camino, pero se sentía como entumecido, no dolió y no se alejó de ellas, sólo siguió luchando por correr lejos. Lejos de todo, de todos. Del pequeño que prometió proteger, cuando no pudo cuidarse ni a sí mismo. Del hombre que prometió amarlo y hoy ya no era digno de él.

Alec se detuvo cuando sus piernas y sus pulmones ardiendo se lo exigieron. Se aferró a una columna, su frente en el material frío y rugoso. Podía sentir las manos de Magnus sobre él, cuando le hizo el amor, el único hombre que lo había hecho; podía incluso verlo si cerraba los ojos.

Los trenes llegando y saliendo se escuchaban de fondo. La gente pasaba de prisa a su lado, nadie se detuvo a preguntarle si estaba bien. Debió ser su subconsciente al traerlo aquí, justo donde conocieron a Magnus, o era el destino riéndose de él.

Ni siquiera podía imaginarse subiendo a un vagón lleno de gente ahora. Sólo de pensar en tantos cuerpos cerca quería vomitar de nuevo.

Y entonces se rio. Tan histérico. Porque así como recordaba exactamente su única vez con Magnus haciendo el amor... Había también un recuerdo borroso de aquellos hombres sobre él, sus voces, sus manos, su aliento, sus...empujando dentro de él...y dolía...

Abrió los ojos, su visión borrosa e inexacta. Quizá debía sólo caminar, las vías estaban ahí...

Justo ahí.

Podía liberarse de todo, tan fácil...

Magnus cuidaría a Max. Lo haría.



* ~ * ~ *

Este capítulo me ha roto demasiado 😭💔

Mañana termina el maratón. Muchísimas gracias a quienes confían en mí, en que sabré manejar la historia y les daré un buen final, y me siguen leyendo. Muchas gracias de verdad (les prometo que valdrá la pena)

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