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45. Trabajo de parto

[Un mes después]

POV MAGNUS

«¿Sabes cuánto esperé por ti, Alexander, por ustedes, por esto? No lo arruinaría por nada. Quizá es apresurado y no espero que entiendas a mi estúpido corazón o me digas lo mismo, pero tengo que decirlo porque odio esa mirada triste. Te amo, cariño.»

Alexander no había respondido en ese momento, ni en los días siguientes.

Y está bien, no esperaba que lo hiciera. O quizá sí, nada me haría más feliz que Alexander me lo dijera también, pero entiendo que no lo haga. Para él debe ser más difícil.

Además aunque las palabras son buenas y nos hacen sentir bien, en ocasiones los hechos demuestran más y el que Alexander siga conmigo, los meses de novios que ya llevamos y que siga confiando en mí para dejarme a Max –ya sin tantas miradas de dudas y angustia– dice mucho más. Él también siente algo.

—Hola —los pasos pesados y lentos, el suspiro cansado y la voz con un puchero me hace levantar la mirada de donde actualmente Max juega con un montón de trozos de telas de colores brillantes que encontró en mi escritorio y tomó sin permiso.

Ahí, recargada pesadamente contra el marco de la puerta del baño de mi oficina, está una Catarina muy embarazada. Su frente perlada de sudor y su mueca de dolor me tiene poniéndome de pie al instante.

Mis manos están temblando y mi corazón retumba con fuerza cuando me acerco a ella, Cat toma las mías y hace otra mueca, presiona con tanta fuerza que me hace gemir de dolor. Me sorprende que no se haya fracturado, pero antes de que pueda liberarme ella dice “Creo que son contracciones ya, Magnus” y está bien, es momento para entrar en pánico.

Mi corazón da un salto y se calma un poco cuando un par de bracitos se aferran a mi rodilla. Miro hacia abajo para encontrarme a Max, que ya empieza a caminar solo y vino hasta mí, mirándonos con esos enormes ojos azules.

—Todo está bien, Monstruo —mi sonrisa y mi voz tiemblan un poco, igual que mi mano enredándose en ese cabello rebelde que ya está un poco largo.

Cat, a pesar de todo, se ríe; me suelta y vuelve a recargarse en el marco de la puerta. —Toma a tu hijo y llama a Etta, por favor.

La miró un poco inseguro de soltarla. Y es hasta que me estoy agachando para tomar a Max en brazos que me doy cuenta lo que ha dicho: mi hijo.

—No es...ya sabes —le digo, ya con Max aferrado a mí, sus manitas traviesas trayendo de tomar los brillos de las sombras en mis párpados y después tirando del mechón púrpura que adorna mi cabello.

—¡Aaayy... —ella hace una mueca y se interrumpe a media expresión por lo que se convierte en un grito de dolor, apenas respira cuando continúa, sus manos bajo su vientre y su ceño fruncido—, por favor, Magnus! No me vengas con eso. Sí, hace sólo unos meses los conoces, son novios Alexander y tú hace un par, pero dime realmente que no lo quieres ya como si lo fuera. ¿Te importa que no lleve tu sangre? Magnus —se toma un momento para respirar y me acerco a ella justo a tiempo para que destroce mi hombro cuando otra contracción llega—, ¡ay, Dios!, dime que estos últimos meses no llenan tus recuerdos más felices.

No puedo decirle eso, porque sí lo hacen.

Pero aunque amo a Max con todo mi corazón, no quiero llegar a tanto, no quiero ilusionarme así porque Alexander podría decidir irse y llevárselo de mi vida en cualquier momento.

Así que en su lugar intento ayudarla con mi brazo libre para llegar al sofá mientras esperamos por ayuda. —¿Cah? —Max, que cada vez amplia un poco más su vocabulario, pregunta mirando a mi amiga.

Eso hace reír a Cat. —¡Dios, amo a este niño! —jadea y nos hace detenernos a medio camino. Continúa hasta que la contracción pasa—. Sabes que el tiempo no lo es todo, ¿no? Alexander te ama aunque no lo ha dicho. Sabes que yo me fui a vivir con Etta al mes de conocerla...

—Por supuesto. Se conocieron en esa campaña médica que recorría el mundo ayudando comunidades necesitadas. Tuvieron un mes lleno de emociones para acompañarse, apoyarse y conocerse. Es diferente.

—No es diferente, Magnus. Si lo sientes, hazlo. Si quieres algo y puedes tenerlo... —un grito más fuerte esta vez me hace saltar y Max se aferra a mi cuello y entierra su rostro en mi hombro—, por Dios, maldita sea, duele, ¡sólo díselo y cásense o vivan juntos ya!

Antes de que pueda decir cualquier cosa, Alexander y Camille aparecen en la puerta. Ambos con expresiones asustadas. Camille se queda en la puerta: —¿Qué pasó? Escuchamos gritos.

Alexander, en cambio, camina hasta mí. Una de sus manos toca la espalda de Max que al reconocer el toque de su padre voltea al instante y estira sus bracitos con un “Papá...Aleh...”.

Alexander lo toma, pero su mirada no se aparta de mí, “Hola, mi amor”; y aunque lo dice para Max y yo lo sé, nunca deja de mirarme. Su mano en suave cuando acuna mi rostro e, inesperadamente, se acerca a mí hasta rozar nuestros labios. Nuestras mejillas se quedan juntas un momento, hasta que una manita de Max nos separa. —¿Están bien? ¿Estás bien tú, Magnus?

Asiento en silencio. Las palabras atoradas en el nudo en mi garganta. Alexander me sonríe y luego salta asustado cuando Cat vuelve a gritar, dando un paso hacia mí. Ambos, Max y Alexander, terminan en mis brazos.

Los dos miramos a Cat. Max oculto ahora en el pecho de su padre.

—¡Yo de verdad necesito que alguien llame a Etta si no quieren que dé a luz aquí! —nos grita y después baja la voz: —Hola, Alexander. Pueden amarse después; ahora, por favor, ayúdenme porque de verdad duele.

No debería parecerme tan adorable que Alexander se ruborice incluso en un momento así, sólo por la palabra "amarse".

Beso su mejilla caliente, un “Te amo” besado y no pronunciado, antes de pedirle a Camille que llame a Etta y a una ambulancia.







* * *

Hola aquí 🙋

Ya viene la bebé de ettarina 😻

¿Quieren el flashback del momento en que Max da sus primeros pasos? ¿Cómo lo imaginan? ¿Quién estuvo presente?

¿Y cuándo creen que Alec diga las palabras? 🙊❤

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