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2. Sus uñas de estrellas

El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y la voluntad.
(Giovanni Papini)

* * *

Al día siguiente...

POV ALEC

—No entiendo por qué estás despierto –le digo al pequeño ojiazul en mi regazo.

Él ni siquiera me mira. Sus ojitos –demasiados abiertos y despiertos para esta hora– van de un pasajero a otro. Finalmente sus labios comienzan a temblar en un puchero y mi corazón se rompe cuando sus ojitos llenos de lágrimas vuelven hacia mí.

—Hey, Max, ¿qué pasa?

Entonces mi bebé oculta su rostro en mi pecho y empieza a llorar.

No entiendo nada.

Usualmente Max despierta en casa mientras yo me preparo, le doy su leche y vuelve a dormirse, a veces, como ayer, despierta de nuevo en el camino. Pero hoy estaba despierto incluso antes que yo y, mientras me preparaba para mi segundo día de trabajo, ya no volvió a dormirse.

Y en el camino, por más que quise cubrirlo porque hace frío, él seguía manoteando y pataleando para salir de su capullo de mantas y mirar alrededor.

Y ahora está llorando sin razón.


POV MAX

Los brazos de mi papi me rodean y me siento todavía más calientito entre tantas mantas, pero es que él no está.

Papi besa mi cabeza, pero eso no me hace sentir mejor.

—¿Tienes más hambre? –puedo sentirlo buscando entre mis cosas.

"No, papi. No quiero leche. Estoy lleno. Te dije que debíamos volver. ¡Él me veía! Y ahora ya no está."

"Es tu culpa, papi."

—¿Te sientes mal? ¿Te duele algo, la cabeza –papi intenta separarme de él para verme–, tu pancita...?

"No me duele nada. Yo sólo quiero ver al chico brillante. Sus ojos eran bonitos también."

—¿Necesitas que cambie tu pañal, Max?

El tono de papi me hace mirarlo, su nariz está arrugada como el conejito del cuento que me lee en las noches. No puedo evitar llevar mi mano hasta él. Papi finge que va a morderme y eso me hace saltar y luego reírme.

Pero sigo triste, nos bajamos y el chico brillante no está.



Dos días después...

POV MAGNUS

Me digo que es absurdo lo que estoy haciendo y eso no evita que esté aquí por tercer día consecutivo.

El lunes fue porque tenía una junta importante y mi auto estaba averiado.

Ayer fue... Ni siquiera quiero pensar en ello. Tomé el metro de nuevo, a pesar de que lo odio, esperando qué, ¿encontrar de nuevo a aquel pequeñito ojiazul y a su padre desconsiderado?

Todavía recuerdo la expresión de Camille cuando llegué de nuevo a las siete, cuando usualmente mi hora de entrada es a las nueve. Sus ojos y su boca tan abiertos. —¡¿Me olvidé algo?! –ella había corrido hacia mí entonces, casi tropezando sobre mí–. Estoy segura que hoy no hay nada en tu agenda. ¿Y por qué vienes a pie? El mecánico me aseguró que tu auto estaría ayer por la tarde... Oh, por Dios, ¿no llegó? Espera, voy a llamarle ahora...

Y yo, avergonzado no sabía por qué, tuve que detenerla y mentir. —No olvidaste nada y no llames a nadie. Vine en metro porque... No vengo de mi casa –ella sólo me miró, antes de alzar ambas cejas–. Y estoy a esta hora porque se me ocurrió un diseño y sólo aquí tengo los materiales que necesito.

—Oh, está bien –y casi me sentí culpable de que me creyera.

No tengo ningún maldito diseño en mente.

No tengo ningún amante nuevo.

Sólo viaje en metro, aunque lo odio, dejando mi perfecto auto en casa, porque un bebé me miró ayer.

Y aquí estoy de nuevo. Más temprano que ayer incluso.

Estoy ya medio dormido en mi asiento, cuando las puertas se abren sobresaltándome.

Me siento con la espalda recta de nuevo. Mirando a las personas que entran y salen en esta estación.  Llevo ya unos diez minutos aquí, deben faltar otros quince o veinte para llegar a mi parada.

Un chico, con un cargamento como si fuera a acampar, sube, empujando a la gente a su alrededor. Y no sé por qué estoy sonriendo cuando pasa frente a mí.

Me pongo de pie porque alguien con tantas cosas y un bebé en brazos no puede ir de pie.

El pequeño me sonríe cuando me ve, su manita incluso roza la mía cuando tocó el hombro de su padre.

—Oye... –estoy por decirle que se siente aquí, cuando otro chico lo hace hablando más fuerte que yo:

—Siéntate aquí. No puedes ir así con todo eso que llevas.

El chico, todavía no veo su rostro, suspira aliviado y se ríe: —¡Muchas gracias!

¡Pero yo se lo ofrecí primero!

O algo así.

Entonces hay un mar de gente entre él y yo y no puedo verlo, pero el bebé en sus brazos se retuerce lo suficiente para asomarse entre el hueco que dejan los pasajeros y mirarme.

Sus ojitos azules brillantes y ese ruidito gorgoteante que hacen los bebés cuando ríen felices.

No me gustan los bebés, así que no sé qué me pasa que quiero ir y tomar a esa bolita en mis brazos.


POV MAX

—Max, por favor, deja de moverte, bebé. Tengo que repasar esto para mi clase de hoy. Es importante.

"¡Pero él está ahí, papi! Puedo verlo. Hoy su ropa es como el cielo y sigue siendo brillante."

—Max, por favor –su brazo me rodea con más fuerza.

"Me tocó y su mano es suave, papi. Sus uñas de colores, como las de tía Izzy, brillan como estrellas..."

—Max, mi amor, por favor –el tono triste de papi me hace dejar de moverme. No me gusta que él esté triste.

Miro una última vez al chico brillante y él me mira.

"Mañana seguiré despierto para verte" es lo único que puedo prometerle. Porque papi no me hace caso cuando le pido regresar.





CONTINUARÁ...

Segundo capítulo 🙌 muchas gracias por darle una oportunidad a la historia ❤ ¿qué les está pareciendo?

Les recuerdo mi cuenta de respaldo para que la sigan: LuConejo2

Y que hay un grupo en facebook, por si quieren unirse: LuisaConejo BL (encuentran el link en mi perfil)

Y Feliz año nuevo 🎉❤

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