Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Contigo, siempre contigo

Para futuras referencias, no hay mucho que puedas hacer o ser que pueda cambiar cuánto te amo.
(A.Nolan)



Los ojos de Alec se abrieron. Sus párpados se sentían pesados. Le costó, aun después de abiertos, enfocar el lugar donde estaba.

Suspiró cansado y se hundió un poco más en el pequeño colchón en que se encontraba. Reconoció entonces las sábanas un poco ásperas y la incómoda bata que lo cubría. Estaba en el hospital otra vez.

Lo bueno era que al menos esta vez no sentía su cuerpo roto. ¿Lo malo? Era su alma la que estaba hecha pedazos. Y para eso no había medicinas suficientes.

Suspiró de nuevo y quiso girarse hacia la pared. No quería ver nada ni a nadie y tampoco que lo vieran a él. No pudo callarse un suave quejido y entonces escuchó un movimiento a su izquierda, lo notó también. Volteó a tiempo de ver a Magnus casi caer de la silla donde descansaba notablemente incómodo. Estaba un poco torcido, sus dos manos juntas estaban cerca de Alec pero no lo estaba tocando, su cabello plano y sin brillo, su piel pálida y sin rastro de maquillaje. Alec mordió sus labios con fuerza y parpadeó un par de veces para ahuyentar las lágrimas.

Magnus debió sentir el cambio. Manoteó como asustado y sus ojos se abrieron de golpe, enormes. No había sombras bonitas ahí, no más que las marcadas ojeras. Tardó unos segundos en reaccionar y, cuando por fin lo hizo, un sonido herido lo dejó a él también. Su rostro se iluminó con reconocimiento y parecía a punto de lanzarse hacia él, pero al instante se apagó, y no sólo eso, en lugar de tocarlo, se levantó de golpe y se alejó unos cuantos pasos. Se pasó las manos por el cabello, empeorando el desastre. Se aclaró la garganta varias veces y tiró de los mechones con fuerza como si necesitara hacer algo con las manos. —¿Quieres agua? ¿Llamo a...?

Alec negó. Había un nudo no sólo en su garganta, también en su corazón. Sus labios temblaron y las lágrimas ganaron la batalla.

Magnus hizo una mueca con impotencia. No podía con esto. Creía que lo hacía, pero no era así. ¿De qué le servía ser fuerte si no podía ayudar al hombre que amaba?

—Y-yo... Yo... —estaba tartamudeando sin saber qué decir: ¿lo siento? ¿estoy contigo? ¿daría todo lo que tengo porque no estuvieras viviendo esto? ¿te amo?

—Lo siento —las palabras de Alec eran un susurro ronco. No estaba seguro cuánto tiempo llevaba aquí esta vez. Y era quizá la primera vez que se dirigía a él directamente en mucho tiempo, mirándolo a los ojos. Esos hermosos ojos verde dorado. Sus labios se torcieron. Negó otra vez, mordió con fuerza sus labios, el “Te amo” ahí listo para ser dicho, te amo tanto, todavía te amo. Levantó su mano, la que no tenía cables en ella, y limpió sus ojos y sus mejillas.

—No lo sientas —Magnus se acercó de nuevo, vacilante—. Nada de esto es tu culpa. Tú no pediste ser atacado por esos monstruos ni que...esto pasara.

Esto. Esa vida en su vientre reducida a “esto”.

Alec bajó la mirada a su regazo y dejó ahí sus dos manos. Amaba a Max, aunque no llevaba su sangre –recordó vagamente que probablemente ahora Magnus ya sabía eso–. Y amaba a Magnus como nunca creyó posible. Pero, ¿cómo podía sumar "esto" a su vida?

Sus cejas se alzaron ante sus propios pensamientos y, sin darse cuenta, comenzó a acariciar su vientre. Si no hacía nada, pronto se notaría. Y lo sentiría, ¿cómo sería sentirlo moverse dentro de él?

Su expresión se volvió todavía más triste mientras los recuerdos se iban agolpando uno tras otro. —Max no es mi hijo —se encontró diciendo.

Toda la respuesta de Magnus fue un silencio total.

Alec levantó la cabeza de golpe y las palabras de enredaron unas con otras: —Es decir, por supuesto que lo es. Es mío. Mi bebé, mi hijo. Y lo amo. Pero no, yo no...

Magnus lo ayudó, entendiendo un poco mejor a lo que Etta se refería con que era su primero. —¿No es tu hijo biológico?

Alec negó y luego asintió. —Nunca estuve embarazado —y entonces se corrigió porque—, hasta ahora. Max no es mi hijo biológico, pero es mío. Lo amo y sé que lo quieres incluso si no es tuyo. Pero no puedo pedirte...

Y es que se lo dijeron, le habían ofrecido perderlo. Pero Alec no sabía, no estaba seguro. Dudaba de si lo amaría, pero también sentía que era incapaz de matar a su propio hijo. No juzgaba a nadie que lo decidiera, pero él no se creía capaz. Al menos, en medio de toda su confusión, no ahora.

Magnus se acercó. Llevaban dos días ahí solamente, no habían tenido oportunidad de hablar. Se moría por abrazarlo o, al menos, tomar su mano con fuerza. —Podría ser nuestro —las palabras, su voz, se sentían ajenas, extrañas, como si no fuera él hablando. Como si estuviera escuchando a un extraño. La tragedia de un extraño.

Alec negó con furia, sus labios fruncidos. —No podría pedirte eso, Magnus.

La voz de Magnus se suavizó un poco, se acercó más. —No entiendes. Podría ser nuestro, Alexander. Tú y yo hicimos...

«El amor». Alec terminó por él, aunque no lo dijo en voz alta. Las imágenes se agolparon en su cabeza, los recuerdos, sensaciones. La felicidad. Ellos hicieron el amor antes de esta tragedia... ¿Sería posible?

Magnus odiaba apagar esa repentina luz en sus ojos azules, pero tampoco quería mentirle. —Podría, pero también podría no serlo. No lo sabríamos hasta que nazca y se hagan las pruebas. Y, aunque podría ser mi hijo, no puedo pedirte que hagas esto. No puedo pedirte que cargues con esto ocho meses más...

—Es mi hijo —sólo tres palabras de Alec lo hicieron callar.

—¿Qué?

—Es mi hijo —Alec repitió, un poco más firme—. Creo que necesito terapia —no podía creer que lo estaba diciendo; pero cuánto más lo pensaba, más seguro estaba. No podía abandonar a Max, Ella se lo recordó; pero no podía tampoco negarle una oportunidad a su hijo nonato. Podía, al menos, intentarlo—, pero incluso si no es tu hijo, sí es mío. No puedo pedirte que te quedes. Te amo, pero... —jadeó sorprendido, y casi con dolor, cuando la mano de Magnus tomó la suya con fuerza.

—Yo también te amo —Magnus sonaba desesperado—. Te amo, Alexander. Hoy quisiera no sólo habernos mudado juntos, quisiera tener ese “En las buenas y en las malas” para que no tuvieras si quiera que dudar u ofrecerme una salida. Te amo, amo a Max y no me voy a ir. Decidas tenerlo o no, sea biológicamente mío o no, sigo contigo...con ustedes.

Alec empezó a llorar.

Sus manos se presionaron con tanta fuerza que dolía.

Alec no podía creer cuánto dolía –y no se refería a la mano–.

—¿Todo va a estar bien? —preguntó como podría hacerlo un niño.

Magnus esperaba que fuera cierto: —Algún día, cariño. Pronto, algún día... —y agregó lo único que podía asegurar—, pero seguimos juntos.

Alec retiró su mano y asintió. Quería creerle. Eso decía ahora, pero ¿y si sus esperanzas eran vanas y resultaba no llevar su sangre?








* * *

Estoy triste y esto sólo me deprime más 💔😂

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro