58. Tenemos que destruirla
Sabía que tú ibas a venir a mí, y aquí estás, será mejor que elijas cuidadosamente porque yo soy capaz de cualquier cosa... De cualquier cosa y de todo, conviérteme en tu Afrodita. Conviérteme en la ideal para ti, pero no me hagas tu enemiga, tu enemiga, tu enemiga.
Dark Horse — Katy Perry
Lord Voldemort
Días antes de Navidad
Ella era tan necia, siempre ponía a su familia antes que a ella, pero eso para mí era un punto a favor, con ello podría dañarla. Podría ser mi hija, pero tenía que encontrar maneras para que ella se uniera a mí.
Ella era muy poderosa, debía reconocerlo. Sin duda ella podría destruirme, pero no permitiría que eso pasara y jamás demostraría ese pequeño miedo que le tenía. Ella era solo una niña y yo era el mago Tenebroso, él más poderoso.
Debía tener la Profecía sin importar nada.
Le dije por las buenas que se uniera a mí y ella se negó, pues debía hacerlo por las malas, haría lo que sea para que ella estuviera en mis filas, luchando a mi lado y de esa manera conseguir ser invencible.
Tenía un gran plan y en uno de estos días lo pondría en marcha, porque debía hacerlo, porque estaba seguro de que de esa manera ella se uniría a mí, además de que estaría con sus estúpidos hermanos.
—Señor, William ya ha llegado —uno de mis servidores entró a mi oficina, con una expresión de miedo en su rostro, cuánto disfrutaba ver el miedo de la gente.
—Dile que pase —él asintió con la cabeza agachada y se fue corriendo a buscar al niño que cuide desde que era un bebé. Me acuerdo de lo pequeño e indefenso que era y ahora era un chico muy poderoso gracias a mí.
A los pocos minutos William estaba en la puerta con una mirada llena de odio, el tiempo pasaba muy rápido sin duda y él era la prueba de ello.
—Querido William, por favor siéntate —señalé con mi mano izquierda el asiento delante de mí, pero él ni se movió de su lugar.
—No quiero hacer eso, es más, ¿qué quieres? —hoy era uno de esos días donde mi paciencia tenía un límite.
Lo apunté con mi varita.
—¡Imperio! —con un movimiento de mi varita hice que William se sentara en la silla— Ya sabes que yo no tengo mucha paciencia, hijo.
—No soy tu maldito hijo —espetó con rabia mientras intentaba sin éxito salir de la Maldición.
—Lo eres William, te crie como si fueras mi hijo.
—Que te den maldito —me gustaba este chico, tenía mucha valentía para hablarme de ese modo, sin duda alguna era un Riddle.
—¡Crucio! —la expresión de dolor de William era muy satisfactoria, sabía que se estaba resistiendo, quería demostrar lo fuerte que era— La próxima vez te mataré, William hazme caso, yo en tu lugar seguiría con vida por ella.
—¿Y por qué no lo haces de una vez?
—Por tu hermana, lo hago por ella, porque puedo utilizar a tu hermano y a ti para que ella esté en mis filas.
—Eso jamás pasará, ni Matthew ni yo permitiremos eso.
—Bueno, también tengo un plan que pronto lo llevaré a cabo —él me miró nervioso.
—¿Qué vas a hacer?
—No pienso decírtelo, pero tranquilo pronto lo sabrás, hasta entonces estarás encerrado en el calabozo —me levanté y me acerqué a él para quitarle la varita.
Dos de mis siervos entraron y se llevaron a William a su nuevo cuarto, maldito niño y maldita sea su familia, a veces me enfadaba demasiado esa actitud que solo poseían los Stafford.
Recuerdo a su madre y como me había engañado, pero jamás podría odiarla.
—¡Rodulphus! —el mencionado apareció por la puerta con la cabeza alta y orgulloso, como debía ser un buen mortífago, él era un buen siervo para mí, sabía que podía contar con él para cualquier cosa.
—¿Sí mi Señor? ¿Se le ofrece algo?
—Comunícate inmediatamente con Lucius y tráelo ante mí —Rodulphus asintió y salió de mi oficina cumpliendo su deber.
Una parte de mi plan era separar a todas las personas importantes para ella y que de esa forma quedaría sola y sería más fácil manipularla a mi gusto.
¿Y por qué no empezar por ese estúpido novio que tenía?
Después de unos minutos apareció Lucius demasiado asustado y nervioso.
—¿En qué le puede servir mi señor?
—Necesito que busques la manera para destruir de alguna manera a Alexandra para que de ese modo pueda ser vulnerable, me da igual como lo hagas, pero necesitó que ella se quede sola y sé por ti que James y ella son demasiado unidos.
—De acuerdo mi Señor.
—Bien, espero novedades.
Lucius salió rápidamente de la habitación y yo seguí pensando en mi plan perfecto para que Alexandra estuviera en mis filas, estaba muy seguro de que con ella a mi lado destruiría a Dumbledore por fin.
Pobrecita, lo que le esperaba si no se unía a mí, poco a poco la destruiría de la manera más dolorosa posible.
—Pequeña Alexandra, tú sola decidiste esto, espero que estés preparada para lo que viene.
Lucius Malfoy
El Señor Tenebroso me había dado una misión y yo con gusto la llevaría a cabo, esa sangre mestiza sufriría y yo me encargaría de que eso pasará.
Tenía un buen plan, ¿y por qué no utilizar a la Sangre Sucia? Todos decían que a James le había gustado en su momento esa escoria, así que decidido me encargaría de que ellos dos se juntaran al menos por unas horas y que la Mestiza lo viera. Estaba convencido de que después de eso, ella ya no quería saber nada más de James.
Fui a mi habitación y aunque mi fuerte no era Pociones podía arreglármelas para hacer una poción de Amor, al menos de poca duración, hasta que la mestiza lo viera.
Cuando por fin la tuve lista, puse una gota en dos galletas y salí en busca de Severus. Al encontrarlo me acerqué a él.
—Snape —este se giró y me miró.
—Malfoy.
—¿Qué haces?
—Espero a Lily —eso era perfecto.
—¿Otra vez con esa sangre sucia? —su expresión cambió.
—Deja de decirle eso —me espetó enfadado, no entendía por qué la defendía, no era gran cosa.
—Perdón —saque las dos galletas y se las entregue.
—¿Y esto?
—Para que le regales a Lily, de esa manera puedes ganártela un poco —me miró desconfiado.
—¿Qué tramas?
—Nada —él muy desconfiado las agarró.
—Bueno me tengo que ir a ver a Narcissa —salí de allí, pero no para ver a la mencionada, sino que en su lugar me escondí y vi como se acercaba Lily hacia Severus. Este le entregó las galletas y ella con una sonrisa las agarró. Esperaba que Snape no se comiera la otra galleta, como si fuera el destino Regulus apareció y se llevó a Severus deprisa al otro pasillo y Lily se quedó confundida allí.
No duró mucho porque se fue por el pasillo contrario, yo la seguí sin que ella se diera cuenta y a lo lejos pude ver a James corriendo y cuando vio a Lily paró de golpe para saludarla. Empezaron a hablar, los dos con una sonrisa en la cara y Lily le dio una galleta, justo como yo quería que pasara.
Mi plan sin duda iba a la perfección.
¿Así que quieres jugar con magia? Chico, deberías saber con quién te estás metiendo. Cariño, ¿te atreverías a hacer esto? Porque voy por ti como un caballo negro. Estas listo para, listo para... Una tormenta perfecta, una tormenta perfecta... Porque una vez que seas mío, una vez que seas mío... No habrá vuelta atrás.
Dark Horse — Katy Perry
NOTA DE AUTORA
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