34. Problemas
Ahora me estoy deslizando a través de las grietas de tu frío abrazo, así que por favor. ¿Podrías encontrar una manera de decepcionarme lentamente? Muéstrame un poco de simpatía, si te vas estaré tan solo, si te estás yendo, cariño dejame caer lentamente, dejame caer... Si te vas estaré tan solo, si te estás yendo, cariño dejame caer lentamente. No puedo evitar caer, no puedo evitar caer... ¿Podrías encontrar una manera de decepcionarme lentamente? Muéstrame un poco de simpatía. Si te vas estaré tan solo, si te estás yendo, cariño dejame caer lentamente.
Let Me Down Slowly — Alec Benjamin
Remus y yo estuvimos casi toda la mañana en la Sala de los Menesteres y solo aparecieron Sirius y Peter para explicarnos cada lugar con su localización. Obviamente, se me hizo extraño que James no viniera con ellos.
—¿Y James? —había preguntado Remus confundido por la desaparición del azabache, ya que dijeron que los tres irían a encargarse de memorizar los lugares.
—Se fue a ver... —Sirius le pisó el pie a Peter para que se callara—. ¡Auch! ¿Eso porque fue? —hizo una mueca de dolor mientras miraba a Sirius.
—Para que te calles —qué evidentes eran, voltee los ojos.
—Chicos, no hace falta que me ocultéis nada, sé que fue con Lily —empecé a recoger mis cosas para irme de allí lo antes posible, me dolía, pero bueno James la amaba a ella y no iba a meterme en medio.
—Lexi, ¿dónde vas? —Remus me miró preocupado y se levantó para acercarse a mí.
—Me voy a dar una vuelta, nos vemos en el Gran Comedor —salí de allí sin dejar que ninguno hablara más y fui directamente a dejar las cosas a mi habitación. Por suerte no me encontré con ninguna de las chicas, pero cuando baje me tope con Lily que iba a subir.
—Hola Alexandra —me regaló una sonrisa. Ella no tenía la culpa de nada, no podía llevarme mal con ella, era la chica más encantadora que había conocido.
—Hola Lily —le devolví el saludo.
—¿Estás bien? —me miró un poco preocupada, no sé por qué la juzgaban si era una chica perfecta y muy inteligente. Odiaba que la gente murmurara cosas de ella, si vale, era hija de Muggles, pero es sin duda alguna la bruja mas maravillosa que había conocido en mi vida. Ella era el claro ejemplo de que no importaba si eras hijo de Muggles, Mestizo o Sangre Pura, igualmente podías ser un mago o una bruja extraordinaria.
—Si, ¿y tú? —le regale una pequeña sonrisa, ojalá llegáramos a ser amigas.
—Muy bien la verdad, gracias a que James hoy no me ha buscado —espera, ¿James no estaba con Lily? La miré confundida, pensé que si estaba con ella, ya que solía ser demasiado pesado, yo en el lugar de Lily le daría un buen golpe por idiota.
—Pensé que estaría contigo —era raro no ver a James detrás de la pelirroja o bueno tal vez era yo que estaba exagerando todo.
—No, la verdad es que no lo he visto en todo el día, menos mal... A veces es un poco insoportable... Por cierto Severus te estaba buscando —¿dónde demonios estaba James?
—Bueno, pues iré a buscar a Sev, gracias Lily —me despedí de ella y salí de la Sala Común para buscar a Severus.
Lo encontré en uno de los pasillos hablando con Regulus y Helena.
—Hola chicos, hola Helena —ellos me miraron y me regalaron una pequeña sonrisa.
—Hola Lex —me dijo Helena con una gran sonrisa y me dio un pequeño abrazo que yo obviamente correspondí, era una chica cerrada, pero también maravillosa.
Muy pocas veces Severus sonreía, pero yo era su gran amiga y siempre le pedía perdón por todas las bromas. Él no era mala persona, tampoco lo era Regulus y Helena, si los conocías más a fondo eran muy agradables, pero supongo que solo tenían esa confianza conmigo. Los tres eran de Slytherin y me molestaba demasiado que solo porque fueran de esa casa los tachara de malas personas. Una casa no define a una persona, eso es lo que odiaba. ¿Qué importaba si era de Slytherin? Había gente muy buena en Slytherin y no todos eran malos como tachaba el resto.
—Lexi —Regulus me dio un abrazo.
—¿Cómo va todo por casa? —le susurre, por lo que me contaba a veces Sirius cuando estábamos solos me decía que vivir allí era como vivir en el mismísimo infierno.
—Es horrible, mi madre volvió a castigarnos con la Maldición Cruciatus —odiaba a Walburga Black, ojalá algún día se diera cuenta de que lo que estaba haciendo era terrible.
—La odio —nos separamos, miré a Severus—. ¿Tú cómo estás?
—Estoy bien, gracias Lexi —me sonrió—. ¿Tú estás bien?
—Supongo que sí.
—No estás muy convencida —me soltó Regulus mientras me agarraba de la mano. Helena se acerco a mi otro lado y me miro preocupada.
—No os preocupéis, estoy bien —les sonreí, miré a Severus—. Lily, dijo que querías decirme algo.
—Así, debemos empezar con el trabajo de Historia de la Magia —aunque aún faltan algunas semanas para entregarlo prefería hacerlo lo antes posible y así avanzar en otras materias.
—¿Te parece bien mañana? Mañana es domingo y obviamente no hay clases y estoy libre todo el día.
—Perfecto entonces... Ya es hora de comer, ¿vienes? —mi estómago se había cerrado.
—No tengo hambre chicos. Iros vosotros, yo tengo algunas cosas que hacer —Helena me miro poco convencida.
—Lex, no puedes no comer nada —ellos tres se preocupaban por mí como si fuera su hermana y se lo agradecía demasiado.
—Regulus no te preocupes, si más tarde tengo hambre, iré a la cocina.
—No Lex, vienes con nosotros o se lo diré a Remus —si él se lo decía a Remus, se me vendría encima una gran charla y no quería eso. Remus enfadado no convenía, sabía que no se enfadaría, pero si me insistiría en comer un poco. Él solía verificar que comiera algo en el día, así que si Regulus le decía estaba en un gran problema.
—No, a Remus no.
—Pues vamos —avance con ellos y estuve detrás de ellos, estaban hablando y de un momento a otro aproveche para desaparecerme. La verdad era una gran sorpresa, ya que se suponía que no se podía aparecer o desaparecer en Hogwarts, pero yo podía y no sabía la razón.
La Aparición era algo sencillo aunque pareciera difícil, me lo había enseñado mi padre y desde ese momento lo utilizaba. Aunque lo usaba más en momentos donde quería desaparecer rápidamente, como era en este caso.
Llegué al árbol donde estuvimos por primera vez los chicos y yo, frente a ese árbol se encontraba el Lago.
No sé cuánto tiempo estuve allí pensando, pero oí como alguien gritaba mi nombre. Me escondí detrás de unos árboles y miré un poco para ver de quien se trataba.
A lo lejos vi a los chicos y a las chicas, entre ellos estaban James, Remus, Sirius, Peter, Marlene, Mary, Dorcas, Lily, Regulus, Helena, Mia, Kath, Sam, Emily, Brooke, Severus, mis primos y mi hermano Tyler. James y Sirius se llevaban mal con Severus y Lily no éramos las mejores amigas, éramos conocidas.
—James, ¿dónde podría estar? —todos estaban preocupados, pero por lo que vi el que más lo estaba era James que no paraba de gritar mi nombre.
—No lo sé Marlene —la verdad es que me sentía mal por hacer eso, pero no quería hablar con él, estaba enfadada porque siempre hablaba de Lily y ya ni me prestaba atención, éramos mejores amigos y me estaba dejando por una chica. Intentaba entenderlo, pero también quería por un momento a mi mejor amigo. Siempre lo puse por delante, porque era demasiado importante para mí y él era como si poco a poco se estuviera alejando de mí.
—Chicos, no creo que se haya ido muy lejos, creo que lo mejor es separarnos y buscarla —Sirius habló mientras miraba a Severus y a Regulus demasiado serio— ¿Cómo se os ocurre perderla? —le reclamó Sirius enfadado a los dos de Slytherin.
—Estaba con nosotros... Es más, ella siempre está con vosotros, algo habéis hecho para que ella se fuera —Regulus enfrentó a Sirius y le miro de igual forma.
—Reg... Calma, discutir ahora no es la solución —le dijo Helena mientras se colocaba a su lado.
—¿De qué hablas? —Remus se acercó a los tres hermanos e intentó ponerse en medio, de todos los hombres, Remus era el más calmado.
—Ella se acercó a nosotros porque ella y yo tenemos que hacer un trabajo, además no estaba muy bien que digamos... ¿Qué le habéis hecho? —Severus habló calmadamente.
—¿Por qué siempre suponéis que nosotros tenemos la culpa? —Sirius reprocho mientras se alejaba un poco de ellos.
—No sé, pregúntale a Potter —escupió Regulus con desprecio.
Mierda, ahora sí que estaba en problemas.
Algo sobre ti, es como una adicción, golpeame con tu mejor tiro, cariño. No tengo motivos para dudar de ti, porque ciertas cosas duelen y tú eres mi única virtud y yo soy virtualmente tuyo. Y sigues regresando, regresando otra vez, sigues dando vueltas y vueltas en mi cabeza. Hay ciertas cosas que adoro, hay ciertas cosas que ignoro, pero estoy seguro de que soy tuyo, estoy seguro de que soy tuyo.
Certain Things — James Arthur
NOTA DE AUTORA
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