Dime lo que quieres escuchar, algo que iluminará tus oídos. Estoy cansado de toda la insinceridad, así que voy a revelar todos mis secretos. Esta vez, no necesito otra mentira perfecta, no me importa si los críticos se ponen en fila. Voy a revelar todos mis secretos.

Secrets — OneRepublic

27 de junio de 1971

Hoy era un día precioso, aunque era algo extraño que ni a James, Mia o a mí nos llegara la carta, papá solía decir que a veces tardaban un poco, aunque tenía el presentimiento de que la carta llegaría hoy. Estas últimas semanas estuve muy asustada, porque pensé que no la recibiría, pero tanto mis padres como mis hermanos me dijeron que dejara de pensar en ello porque seguro que la recibiría.

Es más, incluso James y Mia me dijeron que no me preocupara porque iría si o sí. Me acuerdo de ese día perfectamente. Básicamente, porque había sucedido hace una semana.

—Ey Solecito, ¿te apetece salir? —James entró a mi cuarto y me vio llorando—. ¿Qué ocurre? —se acercó rápidamente preocupado hacia mí y me abrazó.

Lo abracé con todas mis fuerzas mientras seguía llorando, tenía mucho miedo de que no me llegara la carta. A James y Mia tampoco les llego, pero sabía que tarde o temprano les llegaría. Tenía miedo de no poder ir con ellos a Hogwarts, al igual que lo hicieron mis padres y hermanos.

—James, ¿y si no recibo mi carta de Hogwarts? —James se separó de mí y me miró con una sonrisa. Él siempre sabía que hacer para hacerme sentir bien, era un especialista en hacer que las personas estuvieran bien.

—Eso no va a pasar mujer, los dos iremos a Hogwarts, estaremos en Gryffindor y seremos los mejores amigos del mundo... Tú y yo contra el mundo —solté una pequeña carcajada al escucharlo hablar sobre eso. Desde hace unos meses no parábamos de hablar sobre lo que haríamos en Hogwarts y de solo imaginármelo se me formaba una gran sonrisa en el rostro.

—¿Me lo prometes? —él me agarró delicadamente la cara y me limpió las lágrimas aun con esa bonita hermosa que tenía James.

—Claro... Y si no te aceptan yo no iré, podemos ir juntos a un colegio Muggle —le mire sorprendida por esa declaración, jamás pensé que él diría algo así. Desde que nos conocimos él era el más ilusionado por ir, tenía como una hermosa historia y según él formaba parte de esa historia.

—¡¿Estás loco?! —lo seguí mirando sorprendida, él no podía decir eso, él debía cumplir sus sueños, se lo merecía demasiado después de todo. Era un maravilloso niño que se merecía lo mejor del mundo.

—No, no lo estoy... Lexi no voy a dejarte sola, si tú no vas yo no voy... Creí que estaba claro después de llevar más de 7 años de amistad, no voy a dejarte sola Stafford —eso era una locura, no podía dejar su sueño por mí, además él estaba demasiado ilusionado con ir.

—James, es tu sueño, siempre me hablabas de ello, de que serías aceptado, de que te colocarían en Gryffindor... También dijiste que jugarías en el equipo de Quidditch de dicha casa, que serías un gran cazador... —me interrumpió.

—Me da igual, no quiero eso si tú no estas conmigo. Ya te lo dije tú formas parte de mi camino y de mi historia, así que lo siento, pero no pienso seguir algo si tú no estas a mi lado —simplemente no me podía creer todo esto, eso era lindo de su parte, pero no quería que dejara todo por mí.

—Pero James...

—Lexi, no voy a cambiar de parecer, si tú no vas yo tampoco... Estamos juntos en esto —no podía convencerlo de ninguna manera, era demasiado testarudo, algo que teníamos en común, aunque no voy a negar que a veces quería tirarle un florero a la cabeza por ser tan terco.

—Bueno, no voy a insistir —si no me llegaran a aceptar, James no iría y me sentiría culpable, así que debía conseguir que accediera a ir si yo no iba.

—Lexi, no te sientas culpable... Sé que mi sueño es ese, pero no es un sueño si tú no estás allí conmigo —James me regaló una sonrisa y me acarició la mejilla.

Para solo tener 11 años era un poco maduro en algunas ocasiones, aunque la mayoría de las veces los dos éramos muy inmaduros y nos encantaba hacerles bromas a Matthew, Tyler y Mia.

—Además, si a tus hermanos le llegaron, ¿a ti por qué no? —hace cuatro años que Matt había recibido la carta de Hogwarts, aun recuerdo que ese día él me había comprado a Niko y fue el mejor regalo de toda mi vida.

Matthew este año cursaría quinto y sería Prefecto. Digamos que seguía en el intento de conquistar a Amelia, la chica de Ravenclaw, de la cual él estaba profundamente enamorado. Ella, digamos que no es que tolerará a Matt, supongo que tenía una rara impresión de él. Pero quienes conocíamos a Matt sabíamos que era el chico más maravilloso del mundo y esperaba que Amelia le diera una oportunidad.

Tyler recibió su carta el año pasado y este año iría a segundo, el tiempo solía pasarse muy rápido. Sin duda alguna tenía muchísimas ganas de ir a Hogwarts, tanto Matt como Tyler habían hablado muy bien y todos teníamos muchas ganas de que me llegara para así ir con mis hermanos y ver por primera vez la Estación y Hogwarts.

—Cierto... —aunque no estaba segura de esa afirmación tan estúpida. Había veces que a los padres le llegaban y a los niños no, aunque eso no era muy posible. Pero no era mi culpa que fuera tan negativa, supongo que era por culpa de todas las cosas que solía decirme mi madre cada vez que me castigaba.

—Vamos a dejar de pensar en ello y salgamos —antes de poder contestarle, me agarro la mano y me sacó fuera. Digamos que él solía hacer eso, siempre que estaba decaída, él venía y hacia cualquier cosa para hacerme sentir bien. Y esta vez no fue la excepción. Estuvimos toda la tarde jugando con Niko en mi jardín.

Niko sin duda era el mejor perro del mundo, seguía siendo cariñoso y amigable. Además, él tenía sus favoritos y esos éramos James y yo.

Ese día logró que dejara atrás todos los pensamientos negativos sobre la carta, digamos que ahora era más positiva y sabia que en cualquier momento nos llegaría la carta para ir a Hogwarts.

Tenía demasiadas ganas de que llegara, también tenía muchísimas ganas de ir a Hogwarts porque sabía que Marls también iría y nos volveríamos a ver después de dos años separadas.

Dios estaba demasiado nerviosa, no sabía a qué hora llegaría, lo único que sabía es que hoy era el día en el que llegaría o eso me aseguraron mis padres hace poco.

Estaba en la cocina desayunando con mis padres y yo no dejaba de pensar en la maldita carta, era un estrés esperar por ella. Mis padres solo me miraron divertidos, les hacía mucha gracia esta situación.

—¡Buenos días! —James gritó mientras ingresaba en la cocina muy feliz, siento que James se la pasaba más en mi casa que en la suya propia.

—Sigo pensando en como te pueden dejar salir solo por la calle con 11 años —él se sentó a mi lado y el muy estúpido no tenía sus gafas, a pesar de decirle miles de veces que se veía muy adorable con ellas. Él seguía quitándoselas, les tenía fobia seguro porque siempre las intentaba esconder.

—Cállate amargada... Es más vivimos al lado y tú ya eres parte de mi familia —me dio un beso en la mejilla y me abrazo por los hombros.

—Y tú ya eres parte de la mía —le sonreí.

—Cariño, ¿quieres desayunar? —mamá miró sonriente a James, mientras tomaba un sorbo de su café.

—No se preocupe señora Stafford, ya desayune... Mamá me puso la condición de desayunar si quería venir —no era de esperarse eso. Euphemia Potter siempre se preocupaba por James y por Mia. Por no decir que también se preocupaba por mí, era una mujer encantadora y siempre sabia que decir cuando tenías algún problema. Era la mejor y siempre lo será.

Los padres de James son unas personas demasiado encantadoras que adoraban demasiado a James y a Mia, al ser los únicos hijos los consentían demasiado, pero eso no hizo que influyera negativamente en él o en Mia.

—Hizo bien.

—¿Cómo estás hijo? ¿Estás nervioso? —papá le preguntó con una sonrisa mientras dejaba de leer el Profeta.

—La verdad es que no —él siempre era tan seguro de sí mismo que a veces lo envidiaba, ojalá poder ser tan segura como él.

—Así se habla... Alexandra no ha parado de moverse desde que se despertó —gracias papá, siempre es lindo contarte algo para soltarlo con James.

James me miró sonriente.

—Lexi, no te preocupes, todo irá bien —asentí.

James... ¿Cómo podría describirlo? Bueno siempre digo lo mismo y jamás me cansaré de decirlo, James era un increíble chico que siempre intentaba ayudar a todo el mundo, desde que nos conocimos estuvo a mi lado y me protegió de cualquier cosa. Éramos inseparables, casi todo lo hacíamos juntos y siempre estábamos apoyándonos. Quedo demostrado estos siete años de amistad.

Incluso cuando le gastábamos bromas a Matthew, a Tyler o a Mia asumíamos la culpa juntos, aunque a veces yo era la que lo hacía y él sin dudarlo se culpaba para que no estuviera sola en eso.

James cambió un poco a lo largo de los años, ahora era un niño un poco más alto, su pelo un poco más largo y ondulado y sinceramente era lo único que podía cambiar. Lo demás todo era igual.

—Llamando a Lexi —justo iba a responderle cuando de repente dos búhos entraron por la ventana de la cocina. Eso solo significaba que... ¡Las cartas!

—¡JAMES! —estaba demasiado nerviosa y ansiosa.

—¡LEXI! —sabía que él también lo estaba.

—¡MIA! —nos giramos para verla con una gran sonrisa y su carta en la mano.

Papá me entregó la carta y Mamá se la entregó a James. La miré detenidamente y vi el sello de Hogwarts. Los tres nos miramos sonrientes y la abrimos rápidamente para ver lo que decía.

—¡Iremos a Hogwarts! —gritamos al unísono y rápidamente nos abrazamos.

Estaba muy feliz, porque iría con James y con Mia a Hogwarts y crearíamos nuevos recuerdos juntos.

Volveré algún día por ti, daría cualquier cosa por estar contigo, es todo malditamente cierto. No se siente bien dejarte y estar absolutamente solo en un aeropuerto, cielo. Volveré por ti, volveré algún día por ti.

I'll Come Back For You — Max Schneider

NOTA DE AUTORA

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