Chanyeol gimoteó por enésima vez cuando un cuerpo cayó sobre él. Su flacucho cuerpo —en ese entonces— no podía soportar todo el peso de otra persona por más alto que fuera. Incluso cuando se convertía no podía lidiar del todo con ese chico quien, por lo que le dijo a una corta edad de diez años, estaba enamorado de él y que no planeaba dejarlo ir pasara lo que pasara.

—¡Woo! —Chanyeol rodó los ojos desde el suelo al darse cuenta que el otro no planeaba detenerse—. ¡Woo! ¡Woo!

—Basta.

El cuerpo un poco más pequeño que él se detuvo en todo su toqueteo y falsas garras. Cuando Chanyeol se enderezó de nuevo en su lugar quitándose las hojas secas que se le habían pegado en las manos y soplado sobre lo leves raspones en éstas, le devolvió finalmente la mirada a un joven Baekhyun con su usual gorro de lobo atado a su cuello.

—No importa cuánto lo intentes —Chanyeol frunció el ceño y se quitó el brazo de Baekhyun de encima cuando éste intentó agarrarlo—. ¡Tú no perteneces a esta familia, así que deja de simular ser algo que no eres!

Los ojos de Baekhyun temblaron por un momento mientras que sus manos envueltas en guantes que simulaban ser patas de lobo cayeron a los costados de su cuerpo. No hubo respuesta, por lo menos no una humana como Chanyeol hubiera querido. Baekhyun seguía con su teatrito, seguía hablando como si realmente fuera un lobo del clan, como si fuera su compañero cuando no lo es.

—¿Woo? —Baekhyun murmuró en un tono triste.

—¡Ya! —Chanyeol explotó, tomando el gorro de la cabeza de Baekhyun y tirándoselo al suelo haciendo que se llenara de lodo por las aún cortas lluvias del otoño—. ¡Tú nunca serás un lobo de verdad!

Baekhyun tenía la cabeza gacha, los puños apretados y el rostro húmedo. A Chanyeol apenas le estaba llegando el remordimiento cuando fue interrumpido.

—Ya lo sé.

Esa fue la última vez que Chanyeol escuchó alguna palabra coherente de la boca de Baekhyun en muchos años.