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Destiny

Año: 1968

Gotas de agua contra la ventana dibujaban su propio camino cayendo como lágrimas tristes; y, más cerca, desde su corazón caían otro sinfín de gotas, llenas de sentimientos, por sus mejillas.

Se sentía supremamente impotente, y, también inútil. Quizás por ese momento lo era..

¿Qué es un simple ser humano frente a la enfermedad y la muerte?

Nada.

Dongmin era insignificante frente a aquello que amenazaba con llevarse al amor de su vida.

Dentro de su departamento se sentía más gris que nunca en su vida. Estaba confundido, perdido y roto.

Nadie tenía idea de que era lo que le había pasado a Moon Bin, solo sabían que durante el almuerzo en el cumpleaños de su jefe se había desmayado, y de ahí, las cosas solamente iban de mal en peor.

De pronto un sonido desesperante empezó a escucharse desde la mesita de noche.

Dongmin tomó con desgana el teléfono de la casa, no sabía si era algo importante, algo que le importase oír.

—¿Aló?—contestó el azabache con voz apagada.

—¿Joven Lee? — le respondió una voz masculina al otro lado de la línea.

—Soy yo. Quién es y qué necesita.

—Soy el Dr. William, del hospital de Baram, ¿podría usted venir al hospital? Es realmente importante... es acerca del señor Moom.

Los padres de Moon Bin fallecieron hace dos años en un accidente, por tanto Dongmin había sido, durante los días que Bin llevaba en el hospital, el primero al que llamaban en cuanto algo pasaba. Pero aún no podía definir si ese hecho le parecía bueno o malo. Muchas veces no podía ser lo suficientemente valiente como ameritaba la situación, ni para saber qué pasaba, ni para dar razones por ello.

Salió rápido de casa, encendió el auto y condujo por las calles, largas y llenas de charcos que reflejaban miseria, hasta el hospital, que quedaba bastante cerca de donde él se encontraba.

La lluvia había cesado justo al momento del atardecer, pintando los miserables charcos de rojo, de esperanza. Eunwoo bajó corriendo de su auto y siguió caminando con paso rápido por los ya enfermizos corredores del hospital hasta llegar a la sala donde el Dr. William siempre lo esperaba.

—Ya estoy aquí.— le dijo al doctor, mientras alisaba nerviosamente su chaqueta.

El cielo en las ventanas se oscureció un poco, solo lo suficiente para que el azabache lo notara.

—Ya no podemos hacer nada, lo lamento mucho...le quedan pocas horas y será mejor que él hablara con usted, de verdad lo siento.

A penas el hombre terminó de pronunciar aquellas palabras, el corazón de Dongmin se rompió en millones de pedazos.

El doctor lo miró con mucha tristeza a los ojos unos instantes. El reloj marcó las seis en punto con un pequeño estruendo, mientras que Dongmin rompió en llanto en medio del pasadizo del deprimente hospital.

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Un apretón de manos. Las manos grandes y fuertes de antes ahora débiles, son sostenidas con ternura, con amor, devoción. Con dolor.

El momento se acerca, pero no hay palabras que puedan decirse. Todo se ha dicho ya. Los te amo se dieron tiempo atrás. En la habitación sólo se escuchan una respiración forzada, con dificultad, y sollozos.

Moon Bin sufre. Su frente está perlada de sudor, su rostro está crispado de dolor. Los espamos recorren su cuerpo; sus inhalaciones son cada vez más espaciadas. Pero no sufre por él, puesto que ya sabía lo que le pasaría. Se aflige por Dongmin, porque lo dejará solo, porque se irá de su lado y sabe que lo dejará destrozado.

—Ya no llores, por favor.—pronuncia el castaño con dificultad.

—Lo lamento.—responde el joven mientras se limpia las lágrimas—S-solo...estaba recordando algunas cosas del pasado.

—Yo también estaba recordando el día en que te conocí.—habla Bin con una sonrisa sincera—Cuando te vi por primera vez pensé que eras un ángel.

Moon Bin miró a los ojos a su pareja y usando toda la fuerza que podía llevó una de sus manos hasta la mejilla de Dongmin.

—Y después, cuando ya empezaste a notarme...supe que eras realmente un ángel, mi ángel...no sabes lo feliz que me hizo el que llegaras a mi vida, estoy realmente agradecido con el destino por ponerte en mi camino, me salvaste, Dongmin...y siempre voy a agradecerte por eso.

—No es cierto.—el dolor era notorio en la voz del azabache—No puedo salvarte ahora, Binnie...y yo...no quiero que te vayas, quédate a mi lado p-porfavor...s-si lo haces prometo que pasaré más tiempo contigo y viajaremos a Hawaii como lo prometimos, haremos esas bromas y cosas extremas que querías hacer, aún no...hemos ido a la boda de Jinwoo, prometimos que iríamos juntos y que le llevaríamos un enorme regalo...Moon Bin, no puedes irte, no puedes...yo no sé que haré sin ti.

—Calma...tú y yo estamos súper destinados así que nos volveremos a ver, no te preocupes porque en todas las vidas que tengamos luego de esta yo trataré de encontrarte, te lo prometo.—le dedicó su última sonrisa y apretó su mano en forma de despedida. 

Moon Bin (al igual que Eunwoo) ya estaba llorando, le dolía mucho. Él tampoco quería irse, quería realizar todo eso y más al lado de su amado, tal como lo había soñado desde el primer momento en que lo vio.

Pero el destino esta vez no estaba de su lado y solo le quedaban unos minutos, podía sentirlo.

La respiración de él se ralentiza. Los sollozos aumentan. Ya es hora. Bin, con más de la fuerza que dispone, alza una mano temblorosa y traza tiernamente los rasgos del rostro de porcelana de su chico por última vez. Las lágrimas se agudizan.

Dongmin toma su mano entre las suyas, una vez más. La besa. La acerca a su corazón.

Se miran a los ojos, y el mundo ha dejado de existir. Sólo son ellos dos, y un amor que trasciende esta vida y todas las demás.

Los ojos del castaño se cierran. La mano que Dongmin sostiene ha perdido la poca fuerza que tenía. Lo sabe, pero no quiere aceptarlo. No puede, no quiere. Se queda observándolo. No se atreve a moverse ni un milímetro. Quiere que vuelva. Pero él se ha ido. Su vida ha terminado y la suya también.

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Un olor a rosas como medio podridas o medio frescas impregnaba la sala como un pegajoso y aplastante perfume barato.

Dongmin, vestido completamente de negro y sentado en un feo sillón de cuero, apenas si notaba la presencia de todas las personas que con caras largas caminaban a su alrededor, y, de vez en cuando, se sentaban a su lado intentando sacar alguna nota de vida de su boca. Pero él, estaba demasiado perdido pensando como para ponerles la más mínima atención.

Pensaba en los mejores momentos junto a MoonBin, como cuando salían juntos al parque, en su voz que era la más preciosa del mundo, en sus caricias en el fondo de la noche, en sus palabras suaves como la madrugada. Pensaba en sus besos, en el infierno que seríaa no poder probarlos nunca más.

Desde el día anterior Dongmin no había hablado, no había comido, no había actuado. Desde que Bin murió su cuerpo había quedado inerte dejando solo a una pequeña parte de su cerebro funcionando, solo para no terminar ahí.

Curiosamente, como si el cielo pudiera sentir su tristeza, estaba nublado y era algo que Dongmin agradecía profundamente, observó a su alrededor y recordó las palabras. 

"Estamos súper destinados, así que nos volveremos a encontrar."

Y deseó profundamente que aquello se hiciera realidad y volviera a encontrarse con su amado, mientras tanto solo esperaría a que llegara ese momento. 

Dongmin falleció un año después. 

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Año: 2018

"We are super destiny" 

Las fans gritaron al escuchar a MoonBin, miembro de ASTRO , decir aquellas palabras para referirse a  su compañero Cha Eunwoo. 

Algo dentro del joven azabache pareció encenderse, como si ya hubiera escuchado esas palabras antes. Miró a su compañero y sonrió con timidez a causa de los gritos de las fans que estaban emocionadas por el momento "Binwoo" que acababan de presenciar. Dongmin quería responder a aquel comentario pero no se atrevió, así que continuaron con el show. 

El evento terminó y los seis chicos corrieron a cambiarse para poder ir a descansar, había sido un día muy largo. 

Los miembros de ASTRO y todo el staff empezaron a salir del camerino dejando solos a Moon Bin y Eunwoo. 

Eunwoo observó al joven Moon acercarse a la mesa para tomar sus cosas y sintió una enorme necesidad de responderle aquel comentario que hizo hace algún rato en el escenario, ahora que estaban a solas y nadie podría molestarlos.

—Binnie.—llamó lo suficientemente alto para que el mencionado lo escuchara.

—¿Qué pasó, Eunwoo?—preguntó risueño el castaño, estaba feliz por haber interactuado mucho con las Arohas.

Eunwoo admitía que la sonrisa de Bin era muy bonita, realmente amaba verlo tan sonriente y lleno de energía, como si lo hubiera deseado desde hace mucho. Nunca supo el por qué,  pero cuando vio a Bin la primera vez, sintió que ya lo conocía y cuando MoonBin le dijo pensaba lo mismo sobre él, su sorpresa solo fue mayor. Siempre sintió una conexión distinta con él que con el resto de los miembros. 

 —¿Está todo bien, Eunwoo?

— Sí, solo quiero que sepas algo...

— ¿Qué quieres decirme? ¡Solo dilo, hay confianza!

—Binnie.—dudó por un momento si decir lo que sentía o no, pero decidió hacerlo porque algo dentro de él le decía que era necesario hacerlo, así que con un lindo sonrojo adornando sus mejillas lo confesó.—Yo también creo que estamos súper destinados.

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En la primera parte iba a usar nombres distintos pero me dio pereza buscar así que use Moon Bin y Dongmin y bueno la cosa es que se entienda :v  y pues llegó la inspiración, espero que les guste este pequeño relato  que se me ocurrió en el micro xd

¿Saben? Llevo una hora en el pinshe carro, hay un trafico horrible :c así que si hay fallas de ortografía lo corregiré cuando llegue a casa.

Bueno eso es todo, adiós <3 

Gracias por leer.

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