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XII


MINERVA

Dejo a Keinar plantado en el salón. ¿De verdad se ha creído que se lo voy a poner fácil?

Tengo a Kena rabiando por dentro, totalmente insoportable, estoy segura que de haber podido, me hubiera mordido por lo que acabo de hacer.

Para mí tampoco está siendo fácil.

¿Lo deseo? Sí

¿Quiero que me marque? Sí

¿Quiero que me haga suya? Sí

¿He olvidado todo lo que ha pasado hasta ahora en tan solo un día? No

He sido humillada durante mucho tiempo, y él siempre lo ha permitido, no se olvida así de fácil el sufrimiento de más de un año.

Sé que no voy a poder aguantar mucho más así, mi deseo por él crece cada minuto que pasa, pero de momento mi orgullo puede más.

Me mira fijamente, analiza cada parte de mi cuerpo con ojos de deseo, mientras sujeto la puerta de la entrada esperando a que salga.

Pasa delante de mí, mientras que cierro la puerta de la entrada, se gira repentinamente, haciendo que mi cuerpo choque con el suyo, desestabilizándome, pero agarra mi cintura rápidamente pegándome más a él.

— ¡Vamos lobita! Es hora de que nuestros padres nos den algunas explicaciones.

Su voz ronca en mi oído, hace que tiemblen mis piernas.

Escucho como se ríe, maldito idiota, este no sabe que quien juega con fuego se quema...

Veamos quién se quema primero.

Me separo un poco de él para poder mirarle fijamente a los ojos, su vista se posa en mis labios por un instante. ¡Mi turno!

Paso mi lengua, humedeciendo mi labio inferior y termino mordiéndolo ligeramente.

Le oigo gruñir. Desde lo más profundo de él sale ese sonido tan placentero y seductor, esa señal que me hace saber que he vuelto a ganar.

Le dedico una sonrisa con picardía, volviendo a ver su cara de confusión.

— Minerva 2, Keinar 1 ¿Seguro que quieres seguir jugando, lobito?

Me alejo de la casa mientras que le oigo maldecir por lo bajo. Esto se está empezando a poner interesante.

Quince minutos más tarde, llegamos a la gran mansión. Como era de esperar, la casa del gran alfa, es un edificio inmenso. Nunca antes había estado aquí, y eso hace que me quede realmente impresionada.

La casa está rodeada por preciosos jardines, llenos de flores. Detrás de esta, se puede ver el inmenso bosque. También alcanzo a ver una gran piscina colindando con los jardines traseros y el inicio del bosque.

Cuanto más nos acercamos, más imponente resulta. Es un edificio blanco con un total de tres plantas, un gran porche en la entrada, y un garaje muy amplio en el lateral derecho.

Tiene varias grandes cristaleras en la parte baja, sin embargo, en los dos pisos de arriba, hay unas ventanas algo más pequeñas, enmarcadas por marcos negros, que contrastan con la casa.

— ¿Lista para entrar?

La voz de Keinar hace que vuelva a centrarme en aquello a lo que hemos venido.

— En realidad, no. Pero va siendo hora de saber la verdad.

Keinar agarra mi mano, mientras que me guía al interior de la casa. Giramos a la derecha y llegamos a un gran salón, amplio, con varios sofás y una gran mesa donde están sentados nuestros padres.

Mi madre se levanta todo lo rápido que puede y al llegar a nosotros repara en nuestras manos que aún siguen agarradas. Me pongo muy nerviosa, como si fuera una chiquilla que está haciendo algo mal, pero Keinar me agarra más fuerte, relajándome al instante. Su seguridad y su aplomo es lo que me hace estar segura y tranquila.

— Minerva, cariño. Estábamos muy preocupados por ti ¿Dónde has estado?

— Mamá, estoy bien. Keinar me ha vigilado en cada momento.

"No te vigilaba, te protegía"

Se me ha olvidado esto del enlace mental que tenemos.

"Un detalle por tu parte, que pena que no lo

hubieras hecho antes también"

Le oigo bufar por lo bajo. Quizá esté siendo algo desconsiderada...

"Perdóname. Me va a costar un poco acostumbrarme

a esto. Aún y así, gracias por protegerme."

"¿Me estás agradeciendo algo? Creo que

esto es punto para mí ¿no?"

No puedo evitarme reírme.

— Bien tortolitos, dejad vuestra charla privada y sentaos con nosotros. Tenemos una conversación pendiente.

La voz autoritaria del alfa es indiscutible, por ello mismo, nos sentamos en las dos sillas vacías frente a mis padres.

— Minerva, creo que los tres aquí presentes, te debemos una explicación. Hace un tiempo que debíamos habértelo contado. Todavía seguimos buscando las razones de por qué sobreviviste aquel día y por eso fuimos posponiendo esta conversación. Lo hicimos durante tanto tiempo, que al final se nos fue de las manos.

Son pocas las veces que he escuchado a mi padre hablar de una manera tan sería.

— Tu madre y yo, intentamos durante mucho tiempo concebir un cachorro. Era algo que nos frustraba mucho, ya que por más que lo intentamos, nunca llegaba.

Miro a mi madre que asiente cabizbaja, no puedo imaginar cuanto le debe de doler, recordar esto.

— Lo intentamos todo, pasamos mucho tiempo haciéndonos pruebas, pero nada nos daba la explicación de porque no éramos capaces de concebir un cachorro. Decidimos que sería bueno alejarnos un poco de la civilización durante un tiempo.

La voz de mi padre se rompe durante un instante, por ello es mi madre que la sigue hablando.

— Teníamos una cabaña que era de mis padres, en lo más profundo del bosque, junto al río que limita nuestras tierras, con la de los Moon Howlers, tu verdadera manada. Allí nos hicimos muy amigos de una anciana, Selene, la mejor telépata de todos.

Mis padres se miran fijamente, mi madre suspira y sigue con su relato.

— Selene fue quien nos convenció para que le dejáramos indagar en nuestras mentes, quizá así pudiéramos encontrar la razón, el porqué de nuestra tragedia. Pasaba el tiempo, nos fuimos conociendo mejor. Ella nos hablaba de su familia, de su hija menor que estaba embarazada, de las trastadas de sus nietos... Y así, poco a poco, nos íbamos recuperando, hasta que un día sucedió algo que nadie jamás se hubiera imaginado.

Mi madre vuelve a quedarse callada, sus ojos cristalinos me hacen saber que está a punto de romper a llorar. Mi padre acaricia su espalda con una de sus manos intentando consolarla.

— Las navidades de hace 16 años fueron las más complicadas para todos nosotros. Todos los niños estaban en sus casas, el instituto central estaba cerrado debido a las vacaciones. Tenías dos días de haber nacido, cuando tu manada fue atacada. Aún no sabemos bien por qué sucedió, cuál fue el motivo para que esos malditos chupasangres cometieran semejante atrocidad.

El alfa siguió contando lo que sabía completamente serio.

— Fue la propia Selene quien te trajo a nosotros. Bien pasada la madrugada del 21 de diciembre, llamó a nuestra puerta. Al abrir, la encontré totalmente ensangrentada, te traía envuelta en una manta.

De nuevo es mi madre la que habla, cada vez más rápido, con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

— Hablaba demasiado rápido, solo conseguí entender que los había aturdido con sus poderes, que teníamos que huir de allí, que ella se encargaría de todo. Me repitió en varias ocasiones que cuidáramos de ti como si fueras nuestra propia hija. Después de eso salió corriendo. No lo dudamos ni un segundo, empaquetamos lo más imprescindible y huimos de allí.

¿Mi abuela dio su vida por mantenerme a salvo?



Este capítulo se lo dedico a mi querida @KarlisPernia7, ya que hace poco fue su cumpleaños, llega tarde el regalo, pero espero que te guste.

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