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Placer

Siguieron caminando por todo el malecón y llegar a la playa.

El aire salado y el sonido de las olas chocar con la orilla se escuchaba hermoso, perfecto para la noche estrellada que ofrecía la tierra veracruzana.

Se mantuvieron en silencio, Shura llevaba otro six pack de cerveza en sus manos, su camisa negra estaba abierta por completo debido al calor, mostrando sus marcados músculos del abdomen.

Aioros lanzaba miradas discretas en dirección al atractivo pelinegro, su piel tan blanca resplandecía con los tenues rayos plateados de la luna.

Parecía uno de esos modelos para la revista Play Boy, todo un rompe corazones y mujeriego si es posible.

Shura Montalvo, 26 años, nacido en Valladolid, la sangre que corre por sus venas son de legendarios espadachines, su signo zodiacal es Capricornio, la cabra montés rige su constelación.

Aioros se maravilló no porque lo escuchó hablar de su enorme fortuna que se iguala con el de la familia real de Inglaterra, sino por las historias de sus ancestros y éstos relatos que pasan de generación en generación para que sepan de la gallardía y valentía en batalla como fieles caballeros, le contó un poco más de él, su vida en España, le gustaba ese pronunciado acento castellano al hablar de su patria.

Shura le ofreció una cerveza al castaño y aunque no podía acostumbrarse a su sabor, de a pequeños tragos lo fue bebiendo hasta que se la terminó y el pelinegro le dio otro para que brindarán por Veracruz, por sus maravillosas atracciones turísticas, la gente amable y que sigan haciendo cada año el carnaval.

No sólo es Milo y Camus los que les encanta recorrer el mundo, también Shura ama viajar.

- Por eso también elegí México, conocer un poco más de las costumbres y sus antiguas creencias, sabías que adoraban a dioses como: Tláloc el dios de la lluvia dando ofrendas para que bendiciera sus cultivos, Quetzalcoatl la serpiente enplumada. México tuvo muchas culturas antes que los españoles llegarán a colonizar, estaba la azteca, zapoteca, mixteca, maya, olmeca, entre otros; además que cuando se fundó la gran Tenochtitlán recibieron una señal, parado en un nopal estaba un águila devorando una serpiente ahí sería donde eregirían su imperio, con la llegada de Hernán Cortés todo cambió, se les inculcó adorar a Cristo, el único Dios verdadero, las costumbres se perdieron, todo dialecto desapareció con el tiempo, ya casi nadie lo habla, sólo español. Ahora lo único que quedan son los patrimonios culturales, el calendario maya fue algo que dejó impresionado a muchos porque llegó hasta el año 2012 y temían que el mundo se acabaría en ese entonces, pero no fue así, aquí seguimos luchando contra todo pronóstico. También tienen sus propias leyendas que son fascinantes, la llorona, el jinete sin cabeza, personas que se transforman en animales los llaman nahuales, duendes, también hay otras diferentes que son de amor como la de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl su amor idílico y trágico, pero los dioses se compadecieron de ellos convirtiéndolos en volcanes, el amor de ese guerrero mexica por su amada no se ha extinguido con el paso del tiempo, lo demuestra cada día porque hay actividad volcánica, su fuego jamás se apagará. Ésta tierra me encanta mucho en verdad, por sus riquezas naturales e historias. A ti Aioros ¿Qué es lo que más te gusta de México?. Los ojos olivos se posaron en el castaño, queriendo saber su opinión.

- Creo que todo en general me gusta de éste país, pero me ha llamado la atención el Xoloitzcuintle un perro que no tiene pelaje, su piel es de color café o negro, antes fue venerado ya que se dice encaminaba a los difuntos al Mictlán, el mundo de los muertos, también llego a asociarlo con Anubis el dios egipcio porque ambos se encargan de transportar almas al más allá, en diferentes creencias y culturas el infierno o inframundo como nosotros los griegos le llamamos. Tú tienes un amplio conocimiento de México pero a mi me falta saber muchas cosas más, con lo que he escuchado de ti ya estoy maravillado. El brillo en los ojos aguamarina dejó más cautivado al pelinegro.

Bebió un sorbo largo de su cerveza e idear algo para que esa misma noche ese jovencito fuera suyo.

Siguió haciendo platica para que tuviera más confianza Aioros en él, pregunto sobre su vida en Grecia y si seguía estudiando.

Para más comodidad se sentaron en la arena, así el castaño comenzó a relatar de su vida universitaria y los planes que tiene a futuro al ejercer su profesión de economía, además que sus amigos (Milo y Camus) le dan muchos consejos.

Por varios minutos Aioros siguió platicando sin parar, dio el último sorbo a su segunda lata de cerveza porque su boca estaba seca, el pelinegro le dio la tercera y brindar de nuevo.

Con cautela se acercó más hacia el castaño, la distancia entre sus cuerpos ya era mínima.

- Aioros y que piensas del amor ¿Te has enamorado alguna vez?. Tenía curiosidad, claro que sí y esa sería su carta maestra para lograr su objetivo.

El menor tardó en responder porque debía ordenar sus ideas y lo que piensa de ese sublime sentimiento.

- Pienso que es algo maravilloso estar enamorado, es un sentimiento tan fuerte si llegas a conocer a esa persona que es tu otra mitad, es una bendición de los dioses el poder amar y tener con quien compartir lo que queda de vida. Yo sin embargo no me he enamorado nunca. Había cierta decepción en sus ojos aguamarinas y voz, porque Eros no se apiadaba de él.

- Pero has tenido novios. Miró con interés al castaño para saber la respuesta.

- No, ninguno he tenido. Verás, Milo y Camus siempre me dicen que deje a un lado mi timidez porque de continuar así, seguiré soltero hasta que sea una arrugada pasa y moriré virgen. Pero no comprenden que me cuesta trabajo ser valiente para acercarme a las personas y entablar conversación. Desvió la mirada porque tenía vergüenza admitir que era un asco socializando.

- Pero conmigo lo hiciste sin conocerme. Dirigió su mano hacía el mentón del griego para que lo viera.

- Lo sé, pero decidí tomar la iniciativa y seguir el consejo de mis amigos, sino lo más probable es que hubiera salido huyendo de ti. Soltó una pequeña risa por lo último que dijo ya que estaba seguro que así sería.

El español acarició con lentitud la mejilla del castaño, éste se dejaba hacer porque se sentía bien esa caricia que nunca antes alguien le dio.

Como un gatito se restregó en la palma de la mano, Shura vio el momento perfecto para su cometido.

Juntó sus labios con los del menor en un beso hambriento y voraz, Aioros cerró sus ojos dejándose llevar por la sensación, trataba de seguir el rápido ritmo pero fallaba al ser inexperto.

Nunca nadie lo había besado y se sentía bien el contacto, un jadeo involuntario se escapó de su boca al ser atrapado su labio inferior por los dientes del español cuando se separó.

Abrió lento sus ojos, aún sentía el hormigueo en sus labios.

- Yo... Miró directo a los ojos olivos pero cayó hechizado, tomó la iniciativa de besarlo pero ahora de forma lenta y torpe por su falta de experiencia.

El pelinegro se dejó hacer, para su gusto el ritmo era demasiado pausado pero comprendía que Aioros era primerizo en las artes de besar.

Shura tumbó en la arena al castaño y sus manos inquietas comenzaron a tocar en puntos estratégicos el cuerpo del menor que se estremecía ante cada toque.

Se separaron por la falta de aire, la atracción flotaba en el aire y no se podía ignorar.

El pelinegro bajó al cuello del menor, con su lengua recorriendo la suave piel dorada y succionando para dejar marcas rojizas.

Aioros mordía su labio inferior con fuerza tratando de contenerse y de su garganta no se le escapen sonidos que le causan vergüenza.

El cuerpo del español ardía de pasión, el joven que se encontraba abajo suyo es el más delicioso que ha probado en todos los sentidos pues es virgen.

- Shura, alguien puede vernos. Detente. Suplicó entre suspiros, le preocupaba que los encontraran en una situación comprometedora y llamaran a la policía.

- ¿Qué sugieres entonces?. Se separó pero no tanto sólo para ver el rostro ruborizado de Aioros y sus pupilas dilatadas a causa del deseo.

- I-Ir a... a un lugar más privado. Tal vez estaba cometiendo un gran error y luego se arrepentiría de ello, las sensaciones que ha experimentado al momento le han gustado y quiere más de eso.

Recién se conocieron pero la atracción que sintieron era fuerte, el alcohol fue un estímulo para que se armaran de valor y besarse apasionadamente en la playa, el español buscó desesperado un motel y para su suerte había uno a tres calles de dónde se encontraban, no importaba si estaba en malas condiciones o era cinco estrellas, sólo querían probar de la copa de la lujuria.

Shura pagó la habitación recibiendo la llave y comprar condones a petición de Aioros, además de un bote de lubricante porque lo necesitaría para facilitar el proceso de dilatación.

Llegaron al número indicado y tras cerrar la puerta, el de cabellos negros se abalanzó hacía el castaño tomando posesivamente sus labios tan apetecibles y suaves.

Sus dedos desesperados y torpes alzaban la playera roja para dejar al descubierto la piel dorada griega, cómo se erizaba al contacto de su mano al pasearse enajenado por su espalda, con desespero mordía la zona del cuello para dejar más marcas y dejar en claro que fue el primero en probar ese divino cuerpo griego.

Mientras Shura continuaba degustando su piel, Aioros desprendió los últimos tres botones que faltaban hasta que la camisa negra del español cayó al suelo, con timidez recorría el pecho bajando hasta el abdomen marcado haciendo figuras imaginarias.

Se aferró al cuello del pelinegro en cuánto sintió que los fuertes brazos lo rodearon de su cintura y por instinto sus piernas se aferrarón a las caderas españolas para ir directo a la cama donde Shura lo arrojó sin delicadeza, quería poseer ese cuerpo esculpido por los dioses y su líbido no ayudaba en ir más despacio para que el joven que estaba abajo suyo temblara tal vez por nervios o miedo de sus acciones precipitadas.

Trató de ir más despacio y le sonrió para transmitirle confianza, acercó su rostro para volverlo a besar muy lento hasta que su cuerpo se fue relajando dejándose llevar por el calor del momento.

Con timidez Aioros recorría la ancha espalda del español, su blanca piel contrastaba con la suya que es morena.

Cada sensación lo hacía gemir por lo bajo, todo era nuevo para él en el ámbito sexual pero aún le faltaba por experimentar más.

Para que su cuerpo se sintiera fuera de tensión Shura le haría una felación y hacerlo caer por completo en la lujuria.

Siguió bajando, besando cada rincón y deteniendose para jugar con los pequeños pezones café por un buen rato, pudo sentir claramente la erección de Aioros aún teniendo puesto sus jeans negros, sonrió ampliamente porque era una buena señal.

El recorrido aún no terminaba así que como el experto que es retiró la prenda y su boxer para dejar completamente desnudo el cuerpo griego, esos muslos gruesos y piernas le gustaron además lo que había entre ellas, era bien dotado y de proporción adecuada pero no se comparaba al de él; largo, grueso y venoso.

Su lengua por inercia se remojó los labios, aspiró el tierno vello púbico y dejó salir un suspiro que estremeció de la cabeza a los pies a Aioros.

Fue directo a la hombría del menor para chupar la punta haciendo un camino de sáliva por toda la extensión y llegar a los testículos que chupaba a su antojo mientras su mano se encargaba de masturbar el pene que ya tenía líquido pre-seminal.

Apretaba fuerte la sábana blanca, los sonidos antes discretos ahora eran más audibles en las cuatro paredes de la habitación y eso incentivaba a Shura de seguir con su trabajo.

Sustituyó su mano por su boca, el sabor salado lo mareó por completo, probar de un cuerpo virginal era mucho mejor que uno más experimentado en todos los sentidos.

Un grito de la boca griega escapó al sentir la humedad que rodeaba su pene y aferrarse a los cabellos cortos negros, todo a su alrededor daba vueltas y pequeños destellos vislumbraba en la oscuridad del cuarto de motel.

Su vientre se contraía y algo caliente fue bajando a su pelvis donde dejó salir su ardiente semilla que tragó gustoso el español.

Su pecho subía y bajaba debido a su respiración errática, no podía articular palabra alguna ni pensar en algo coherente, eso había sido maravilloso que quería sentir más.

El pelinegro subió para acomodarse entre las piernas abiertas del menor y ver todo su rostro sonrojado, era atractivo ese jovencito, no lo negaba, era una lastima que sólo por esa noche jugaría con él pero cada segundo, minuto y hora lo haría suyo de muchas formas posibles.

Colocó en cuatro al menor para tener así un mejor acceso a su entrada que como cáliz impenetrable se le presentaba, la pequeña abertura era de un rosa pálido, pasó su lengua por sus labios, deseoso de robar toda esa pureza, el primero en probar ese cuerpo virginal.

Sus dedos torpes trataban de destapar el lubricante pero de nuevo su autocontrol lo estaba perdiendo, su hombría palpitaba exigiendo la atención que necesitaba pero aunque el deseo era fuerte debía ser cuidadoso para no asustar a Aioros.

Se concentró sólo en lo que tenía frente suyo, dejó que el líquido transparente de efecto calor cayera por las nalgas morenas, su mano se encargó de esparcirlo y sus dedos ya lubricados se dieron a la tarea de prepararlo, pidió al castaño que se relajara, su cuerpo pronto sentiría las nuevas sensaciones que experimentará a partir de ese momento.

Con el primer dedo y segundo no hubo tanto problema, el tercero fue un gran reto por lo apretado que era su interior, tuvo que usar más lubricante y tranquilizar a Aioros por el dolor que experimentaba, recurrió a besos en su nuca y espalda, morder el lóbulo de su oreja para distraerlo hasta que cedió su interior.

Entraba y salía una y otra vez logrando que la esfínter se acoplara a sus cuatro dedos, Aioros buscaba tener más contacto, hace mucho que ya no tenía ninguna molestia.

Shura abrió con sus dientes el empaque donde venía el condón, el látex cubrió su dura hombría que estaba más que ansioso por la espera, prefería tener sexo sin protección pero creía normal que Aioros tuviera ese tipo de precaución, así que no objetó por la petición.

Tomó posición y de una sola estocada entró en lo más profundo de la cavidad anal arrancando un gemido en su pequeño amante.

Era una delicia estar en ese cálido interior, las paredes lo apretaban, pequeños movimientos de pelvis fue el inicio de una danza erótica.

Afianzó su agarre en la cintura morena, las penetraciones se volvieron constantes, en cada estocada era más fuerte y duro, el sudor en sus pieles se presentaba, los gemidos del griego eran silenciados por la almohada pero Shura jaló los cabellos rizados para que alzara su rostro.

- Anda precioso, gime como una puta, quiero escucharte gritar mi nombre. Dio una palmada en su glúteo sacando un grito de sorpresa en Aioros, seguido de otras más dejando rojo ambas nalgas del castaño.

Las manos españolas que antes estaban en su cintura marcando el ritmo las cambió de lugar a los hombros morenos y hacer que Aioros se mueva a sus propios mandatos, los movimientos se hicieron más salvajes, presionaba duro sus dedos en el hueso de la clavícula para que sus deliciosos glúteos choquen sin desenfreno contra su pelvis en un sonido seco de piel contra piel haciendo que su líbido aumente en cada arremetida en ese apretado lugar.

- ¡¡Shura!!. Un gemido alto, el interior apretó más su pene, fue la señal de que estimuló la próstata de Aioros, se concentró en seguir arremetiendo en el mismo lugar.

Estaba por llegar a su límite, el griego estaba en las mismas condiciones ya que la espalda morena formó un arco, cada vez se hacía más estrecho la cavidad y parecía que quería exprimir su hombría.

Shura gruñía, maldiciones y palabras sucias salían de su boca porque cada embestida lo acercaba a su orgasmo.

Cuatro estocadas más ambos llegaron a un alucinante clímax de placer que los dejó sin aire en sus pulmones, el hispano sacó su hombría enfundada en látex y se retiró el condón que contenía su esperma, hizo un nudo y lo arrojó hacía alguna parte de la habitación.

Aioros se desplomó en la cama en cuanto Shura salió de su interior, luego lo acompaño el pelinegro tirándose a un lado.

No sabía cuantos minutos habían pasado donde todo estuvo en silencio, el castaño creía que ahí terminaría el encuentro pero se equivocó porque de nuevo el español repartía besos en su cuello y sus grandes manos acariciaban su desnudo cuerpo.

Otra nueva ronda iniciaría, una nueva erección tan descarada se restregaba en su muslo, se dejó tomar de nueva cuenta sin poner objeción, se entregó a la lujuria del momento.

Perdió la noción del tiempo pero jamás pensó que su cuerpo tuviera aguante para hacerlo tres veces más, de diferentes formas posibles y posiciones, le impresionó que tuviera la habilidad de ser flexible, se cercioró que en cada encuentro Shura usara condón.

Su último orgasmo lo dejó agotado, quedó dormido al instante logrando medio cubrirse con la sábana, Shura prefirió no taparse porque le daba igual seguir desnudo, se dejó caer en los brazos de Morfeo para recuperar las energías perdidas.

Era de madrugada, casi las cuatro de la mañana, la habitación olía a sexo y otros fluidos corporales, todo estaba sumido en un sepulcral silencio pero aquello se rompió por un sonido que provenía de un celular.

Era la alarma que Shura había puesto para evitar dormirse más horas de las previstas, a tientas buscó su móvil y el sonido dejó de escucharse en cuanto la desactivó.

Se levantó y estiró su cuerpo para alejar la pereza, se sentía más ligero, liviano, una buena dosis de sexo le quitaban el estrés acumulado.

Se encaminó hacía la puerta del baño y se dio una ducha rápida, en su hotel se daría otro más para retirar fluidos que hayan quedado aún en su cuerpo.

Salió con una toalla atada a su cintura y buscó su ropa que se encontraba tirada a un lado de la cama.

Se vistió rápido y miró la hora en su celular, tenía tiempo de sobra pero debía llegar con anticipación al aeropuerto, de ahí abordar el otro avión que lo llevaría a España.

Giró el pomo de la puerta y salió del cuarto de motel sin mirar atrás ni una sola vez al chico castaño que estaba dormido.

Así era Shura, sólo era sexo, no había ningún sentimiento de por medio en esos encuentros casuales, en cada viaje era lo mismo, ya sea hombres ó mujeres compartía la cama de cualquier hotel.

De alguna forma debía calmar sus ansias porque su prometida no puede darle lo que él desea (tener sexo).

Geist una bella mujer que es actriz y modelo, largo cabello negro azulado, ojos de un celeste como el cielo mismo y cuerpo de amazona.

Se conocen desde pequeños ya que su familia y la de Shura han sido amigos desde siempre, la familia Serpient también posee una inmensa fortuna, por lo cual los padres de ambos pactaron que sus hijos estuvieran comprometidos desde temprana edad y cuando fuera el momento adecuado casarse para fusionar sus empresas.

Tienen 10 años de noviazgo pero hace año y medio Shura propuso matrimonio a Geist en una reunión familiar, acordaron que en dos años realizarían la boda.

Faltaban pocos meses para ello, desde en un principio su prometida no accedía a acostarse con él, aunque rogara, suplicara, la respuesta era la misma, un rotundo NO.

Geist se tomaba en serio lo de llegar virgen al matrimonio y seguía cumpliendo su palabra, aunque su prometido sea muy guapo debía ser firme en su decisión porque no cedería fácil ante él, sería completamente suya cuando en la Iglesia el padre los declarara marido y mujer.

Por eso Shura recurrió al sexo casual pero en cuanto fuera un hombre casado dejaría atrás sus andanzas, tendría a su disposición a la mujer que ama y desea por poseer, el viajero de corazón quedaría atrás porque ahora tomaría las riendas del negocio familiar.

Con sus maletas ya listas mandó un mensaje a su futura esposa y después un taxi llegó a recogerlo para llevarlo rumbo al aeropuerto.

El sol comenzaba a vislumbrarse en el horizonte y un joven castaño abría los ojos.

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