Una vez mas el mundo estuvo bajo peligro, y una vez mas, Arabella eligió tomar la decisión de un sacrificio. Puso a los demás por encima de ella, y uso su magia para darle a paz quien tenía el alma alborotada. 

 Cuando supo que su cuerpo se haría polvo, pidió un deseo. Fuera de todo egoísmo, deseó que fuera feliz, que Hisirdoux pudiera continuar si ella se quedaba atrás. Y la compensaron, dándole una oportunidad mas, una en la que su destino fuera diferente.  

 Esta vez tomo aquel nuevo aire para hacer algo distinto, y dejar atrás la idea de que debía cobrar venganza. No quería volver a ser la bruja mala, la chica pesada, la que nunca daba el brazo a torcer. Quería llorar sin temor, y temer como si aquello no fuera el fin de su existencia. Quería dejar de pensar que era capaz de hacerlo todo sola, y que pedir ayuda no la hacia mas débil.

 Logro ser débil, sensible, sin temor a que lo usaran en su contra, porque al lado de Hisirdoux, y sus amigas, encontró aquello de lo que tanto huía, se creía poco merecedora, un hogar, y amor.     

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 Recién pasaba una semana del comienzo de la luna de miel, y ninguno tenia la intensión de soltarse, pese al tiempo que paso de la ultima vez que el mundo se vio bajo peligro. Las noches eran mas silenciosas de lo que se esperaban, y entre los latidos de sus corazones encontraban la mejor manera de que el tiempo alejados de sus amigos, de la ciudad, de la magia, corriera. 

En las mañanas no hacían más que hablar sobre la ciudad en la que estaban, o si ya estuvieron ahí. Como si fueran un matrimonio de años, se preguntaban que iban a almorzar, o si saldrían a pasear durante la siesta. 

 Se buscaban con las miradas y sonreían al hallarse. Y sin decirlo en voz alta llegaban a un acuerdo silencioso. 

Podían continuar hasta la tarde hablado de un mismo tema, o jugando con aquel viejo juego de mesa, que ninguno seguía la reglas con tal de poder cobrar una apuesta. Porque sabían que el premio era el beso mas dulce, o el reto mas tonto.  

Hasta que la noche se hacia presente, llena de estrellas brillantes, el canto de los grillos, y una dulce brisa primaveral, y los encontraba en el pórtico, abrazados, tomando té, admirando el paisaje nocturno.

  Se conocían de memoria, con los ojos cerrados, en la oscuridad mas espesa, tanto que lo único que necesitaban era dormir abrazados, hablar hasta dormirse, y despertar en el calor del otro. 

—Me podría acostumbrar a una vida así por el resto de mi vida —murmuro una noche Arabella, cuando el sueño los alcanzó—. Ahora se que no hay nada mejor de dormir en paz a tu lado. 

Hisirdoux sonrió, y le dio un beso en la frente, y cerro los ojos dejándose llevar por su suave respiración, por completo embriagado de su perfume, de la tibieza de pasar el resto de noches a su lado. 

 Estaban alegres y cómodos con la paz que habían encontraron, y no sentían mas culpa de todo lo que tuvieron que pasar para que, por fin, estuvieran juntos y bien. Arabella ya no quería huir a ningún lado, ni fingir alguien que no era, e Hisirdoux podía cerrar los ojos sin temor a perderla. Y si ahora deseaban desaparecer, lo hacían juntos

 Lograron pedirse perdón, a ellos y entre ellos, dejando el pasado por completo atras. 

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Zoe y Circe la vieron con seriedad. Hasta que Peggy decidió hablar, tras escuchar una parte de lo que hicieron en el tiempo que estuvieron fuera de Arcadia. Del cual, las primeras semanas apagaron los teléfonos para no saber nada de nadie, ni de la ciudad, ni del mundo fuera de ellos dos. 

—¿Solo eso? ¿De verdad, ustedes? —pregunto Peggy.

—Si, que raro, se casaron y solo ¿Hablaron? —cuestiono Zoe—. O sea, ustedes se casaron, por primera vez en su vida, y solo ...

Arabella rio, y agitó una mano al frente de sus amigas.

—Solo la primera semana —dijo, y rodó los ojos—. Ustedes no quieren saber cómo siguieron los otros días.

—No, definitivamente no —dijo Circe—. Menos con con Ceci entre nosotras.

—Esta bien, pero un día de esto les tengo que contar lo que hicimos en esa península —dijo Arabella, divertida—. Cuando el camino tapado de agua no te deja ir a ningún lado, hay que buscar maneras de divertirse con lo que hay. 

Peggy se sentó a un lado, y le sonrió, mientras que Arabella y Zoe se sentaron al otro lado.

—Es muy linda —murmuro Arabella—, menos mal que llegamos para poder verla aun pequeña. 

—Si —dijeron al unísono Circe y Peggy.

—¿Alguna noto que si la pone contra el sol, si cabello se ve dorado? —pregunto Zoe. 

 Cuando iba a responder, alguien llamo a la puerta, y las cuatro vieron en dirección al sonido. Sin embargo, tres de ellas volvieron la vista a Circe, quien con las mejillas pecosas sonrojadas, daba una pequeña sonrisa. 

—Solo paso para despedirme —dijo Cillian, y agito la mano en el aire, sin dejar de sonreír.

—Adiós —respondió Circe con suavidad.  

 En cuanto él se fue, la hechicera aclaro la garganta, y en silencio, con movimientos cuidadosos, dejo a Cecili en el moisés que allí había. 

—Me voy por uno tiempo, y aquí han pasado cosas —hablo Arabella animada. 

 Abrazo a la pelirroja, y se quedo apoyada sobre su hombro, mientras su sonrisa se iba dibujando, sin dejar de ver con cariño a la beba que dormía tranquila. Tenerla allí, tenerlas a sus amigas, le producía una clase de sensación que pocas veces sintió en su vida. Podía decir con tranquilidad que eran mariposas revoloteando.  

—Estoy tan feliz por todo esto —murmuro, cerrando los ojos. 

 Era alegría de por fin estar donde le correspondía. 

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Listo, Arabella y compañía en un momento de felicidad 😤

Circe y Margarita (fanfictioner67) siendo abuelas bien enamoradas de la retoña 😤

Quizás, algún día, suba la parte del casamiento y eso, pero no ahora. Nos vemos en las curiosidades ✨