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25, War of Heart, II

N/A: Quiero aclarar que la 1er parte de este capítulo sucede a causa del cambio que hace Hisirdoux (digamos que él no lo vive en si)

No tenían en claro cuando sucedería la noche eterna. Algunos temblores indicaban que pronto, y no había más señal que esa.

Y mientras Jim y sus amigos hacían una obligada búsqueda del tesoro, Arabella e Hisirdoux, pasaban el tiempo.

  Desde el día en que la rubia se decidió por abandonar la idea de unirse a Morgana para vencerla desde adentro, se dedicó a arreglar lo roto. Lo principal era la relación con la gata. A quién ya no podía decir que era su familiar, pues con su última discusión estaba segura de que no le podía llamar así.

—Solo habla con ella, pídele perdón —dijo Hisirdoux en la mañana.

Arabella, quien estaba sentada a un lado, lo vio con pena. Sus ojos brillaron con algo de tristeza.

—No creo que quiera hacerlo —dijo.

—No lo sabrás hasta que lo hagas —le sonrió, y se acerco para darle un suave beso en los labios.

Arabella le sonrió sin alejarse lo suficiente, y continuo besándolo. Quería seguir hablando de lo que harían tras la noche eterna, pero aquello se le hacía más entretenido que pensar en el futuro.

Por momentos, no quería hacerlo más, solo deseaba seguir disfrutando de aquel presente, y los labios de Hisirdoux, con su particular sabor a café.

—No —la detuvo, y Arabella lo volvió a besar—, no puede evitar ir a hablar con tu familiar.

—Puedo ir a hablar más tarde —murmuro.

Se cruzó sobre su regazo, y pego a su pecho para poder sentir sus latidos ir al mismo ritmo que los suyos.

—Además tu me has dado la maravillosa idea —añadió, y lo volvió a besar.

—Si, la de ir hablar —bromeo, entre besos.

—Sabes que no hablo de eso —sonrió, y se puso de pie.

Se alejó, siendo seguida por la indignada mirada del mago, y a punto de meterse en el cuarto, se quitó la remera que usaba para dormir.

—Pero está bien si tú quieres hablar —dijo desde el cuarto.

Hisirdoux rio por eso, y tras refregar su rostro, corrió a la habitación.

En la tienda de Zoe, hablaban de algo que poco tenía que ver con la magia. Eran de esas charlas que le hacían olvidar que tenían muchos años, y el fin del mundo casi sobre ellos.

En medio de la conversación, alguien entro a la tienda, haciendo guardarán silencio, por el repiqueteo de la campanilla. Pudieron oír la voz de Toby, y la de White.

Los nervios de la rubia se dispararon al oírla, y se puso de pie de inmediato, para acercarse a la entrada.

Toby y la gata venían hablando de algo que Merlín les hizo buscar, y estos estaban detrás de eso, sin poder dar con lo necesario..

—Hola —les saludo la rubia.

—Hola señorita bruja —saludo emocionado Toby.

—Dime Arabella —les sonrió—, ¿Co cómo están?

White salto, al mostrador, quedando a una distancia prudente de Arabella, mientras que el muchacho se paraba a un lado de Zoe.

—¿Qué te paso ahí? —señalo el pelirrojo.

Arabella paso una mano por el cuello, y rio nerviosa ante el recuerdo. No se sentía como la persona correcta para decirle a un adolescente lo que hacía con su novio en las mañanas.

—Ah, esto —dijo, y aclaro la garganta—, Douxie, juega un poco rudo.

—¿Ya son novios? —pregunto curioso—, digo, para jugar de esa forma.

Zoe rodó los ojos y le dio un leve empujón a Toby, para que caminara en dirección a la salida.

—No se que quieres, pero aquí no lo vas a encontrar —dijo.

—Ah si, un frasco mágico ¿Tendrás?

—Si, pero no acá —respondió.

En cuanto salieron, el silencio que quedó fue sepulcral. Sin embargo, no dudo tanto como pudo haber imaginado en algún momento del día.

—Me iba a matar —dijo Arabella—. El plan, era una locura. No te quería arrastrar conmigo.

White se puso en dos patas, y la miro con furia.

—Tus planes siempre fueron una locura, y nunca me afecto eso. Tan solo, decidiste lo que era mejor para mí, sin consultarlo ni nada —le regaño con voz quebradiza—, pensé que quedó muy claro que daría la vida por ti.

—No White, no entiendes —dijo Arabella.

—Ilústrame entonces —exclamo.

Arabella tomo aire por la nariz, y contuvo las ganas de llorar que le daba la situación. Porque habían peleado antes, pero nunca hasta llegar al punto en dónde estaba tan en desacuerdo para romper un trato de vida que tenían.

—Porque iba a ser la que moriría, y tú te quedarías aquí, soportando los resultados de mis acciones —contesto—, sin mi. Sola en un mundo que puede odiarte aunque yo estuviera muerta. Y no lo deseo, no lo mereces.

—Que me importa el mundo, solo me importas tu —exclamo entre lágrimas—. Nunca te dejaría morir, entonces así nos iban a odiar a ambas, pero al final solo nos tendríamos entre nosotras.

Salto al suelo, y se dirigió a la salida, con Arabella por detrás.

—Por favor White, perdóname —se arrodillo, y puso las manos en forma de súplica.

—Fuiste muy cruel conmigo —dijo sin verla.

—Y cada día, cada hora, minuto y segundo que paso sin ti a mi lado, me arrepiento por haberlo sido —sollozo—. No eres mi familiar, eres mi familia, más que una hermana, una parte de mi, White, lo siento.

La gata la vio sin girar.

—No lo se —dijo sin piedad—, estoy jugando a la búsqueda del tesoro. Tendré algo tiempo para pensarlo.

Se marchó, y Arabella no supo cómo tomarla la manera fría en que la gata le hablo. Le hacía doler, desde el primer momento en que tomo la decisión de alejarla, supo que sería muy difícil volver a ganarse la confianza de la gata.

Hisirdoux entro a la tienda, y se topo con Arabella en el suelo, tratando de hacer que las lágrimas dejen de caer.

—¿Hablaste?

—Lo intente —respondió, y tomo la mano que este le daba—, me va hacer rogarle hasta que al fin me pueda perdonar.

—Difícil —dijo el torció la boca—, pero ahora sabes que tienes una oportunidad.

—Si, difícil —murmuro—, estoy muy cansada que todo sea difícil.

Hisirdoux se acerco a ella, y la tomo de las mejillas, alzando su rostro y así poder verla a los ojos. Aquellos que aún seguían brillando pese a lo difícil que todo se estaba tornando.

—¿Alguna vez eso te detuvo? —pregunto, dándole una sonrisa.

Ella rodó los ojos, y lo volvía ver.

—La verdad, es que mientras más difícil es mejor —dijo.

—Que bueno que dijiste eso —murmuro.

La soltó del rostro, para tomar sus manos, y hacerla caminar. No dejaba de ver a todos lados, cerciorándose de que nadie mas estuviera allí.

—Si creo saber lo que piensas, Zoe te va a matar —dijo, yendo detrás de él.

—Princesa, debo devolverte el favor de esta mañana —dijo, y la vio por encima del hombro para guiñarle un ojos.

—Eres un tonto, me agrada —dijo, y se abrazo a su espalda.

En cuanto White salió de la tienda, se chocó con Archie. El gato negro la vio con seriedad, ella no hizo más que irritarse. Era histórico que nunca tuvieron la mejor relación, ni siquiera llegando hacer las pases cuando sus familiares casi contraían nupcias.

—Creo que eres cruel —dijo Archie.

—Archivaldo, guárdate tu opinión, porque nunca te la pedí —dijo White pasando a su lado.

—Ella se arrepiente, y sabes mejor que cualquier, que nunca dice en voz alta cuando se arrepiente —dijo Archie y giro para verla—. Ni pide segundas oportunidades, tampoco da explicaciones de nada. Arabella de verdad se siente mal por lo que dijo.

White giro, y se acerco a él hasta que sus bigotes se rozaron, obligándolo a dar un paso atrás. Archie debía admitir que en más de una ocasión, tener esa mirada verde tan cerca no hacia más que causarle escalofríos.

—¿Por qué estás tan interesado? No nos quieres, a ninguna —dijo White—. ¿Por qué de repente te nació el amor, la preocupación?

—Porque también soy familiar, y se que en el fondo, tu si le crees y te duele estar lejos de ella —respondió—. Pues resulta que, cuando ustedes están juntas, el mundo tiene un poco más de calma.

White se hizo hacia atrás, y guardo silencio. Trato de hallar alguna trampa o lo que sea, y solo se encontró con nervios.

—Dije que lo pensaría —murmuro, y dio un soplido—. Y no hagas esa cara.

—¿Cuál? ¿La de "tengo razón y lo sabes? —pregunto gracioso—. No te preocupes, es mi cara de siempre.

Era más de media noche, y sintió un extraño aroma invadir su nariz. Lento fue abriendo los ojos, y lejos de encontrarse con la espesa oscuridad del cuarto de Hisirdoux, se topo con la resplandeciente mirada verde de la gata que alguna vez fue su familiar. Cómo en los viejos tiempos, grito del susto, y se calmo casi de inmediato, despertando al mago que dormía pegado a ella.

—White —murmuro—. Tu, ¿Qué haces?

—Decidí perdonar tu imprudencia —dijo la gata—. Tu no te arrodillas ante nadie, ni súplicas perdón de ese modo. Me halagas. Sin embargo.

—¿Qué?

—Me deberás alimentar con pescado de calidad, nada de baratijas.

Arabella se sentó con rapidez, sintiendo un leve mareo que decidió ignorar. Al borde de las lágrimas, abrazo a la felina, y susurró hasta el hartazgo "perdón"

—Ah, menos mal —suspiro Hisirdoux—. Me alegro tanto que ...

Guarda silencio, cuando noto que Arabella dejaba caer a la gata de sus brazos, y que su rostro se ponía de un extraño color pálido.

—Creo que voy a vomitar —balbuceo.

Sin esperar un solo segundo más, se puso de pie de un salto, y se apuro a llegar al baño. En un abrir y cerrar de ojos, estaba sacando fuera toda la comida de un día. Por detrás llego Hisirdoux, y le sostuvo el cabello para evitar más incidentes.

Tras cuarenta minutos, ahora se encontraban en la cocina, en silencio. Arabella estaba tomando algo para el estómago, y al frente, apoyado contra mesada, Hisirdoux que no dejaba de verla. Un tanto serio, y con algunas preguntas rondando por su mente.

—¿Qué? —pregunto Arabella.

La insistente mirada solo le podía decir algo, y él no lo haría. Conocía sus silencios, y sus miradas. Cada uno significaba alto distinto. Ahora no hacia más que oír, en pleno silencio, el alboroto en la cabeza del mago.

—Yo, quiero saber —dijo, y se puso a su lado.

La tomo de la mano, algo pálida y fria, como el resto de su piel.

—¿Esto es por qué algo te ha caído mal, o sucede algo más?

Arabella abrió los ojos ante la pregunta. Estaba segura que estaba mucho mas pálida que minutos atrás. Dejo el vaso sobre la mesada, y puso la mano libre sobre la que sostenía la de Hisirdoux.

No estaba muy segura de que decirle.

—En realidad si es el estómago —dijo con cierto temblor en la voz—. Lo que sucede es que ...

Hizo una pausa, juntado valor. Era un tema que nunca salía a luz, y que solo lo hablaba con sus amigas, u otra brujas.

—Si te digo, ¿Me seguirás queriendo? —pregunto por lo bajo.

Hisirdoux le sonrió, aún sin saber que esperar, y le dio un suave beso en la frente, que Arabella lo tomo como algo positivo.

—Resulta que alguna vez, hace mucho tiempo, decidí que no quería hijos —continuo Arabella—. Hay brujas, muy viejas, a la que otras brujas acuden para hacer conjuros que no podemos hacer por nuestra cuenta.

—¿Por qué no me has dicho? No, no te hubiera dejado hacerlo sola —dijo algo apurado.

No iba a fingir que no sabía de lo que hablaba cuando Zoe le contaba sobre eso. Y así como ella, sabía de otras brujas que iban por esas otras brujas para diferentes conjuros o hechizos.

—No fui sola, me acompañaron —murmuro—. Fue una buena decisión, considerando el ritmo de mi vida, y que nunca se me cruzó serlo.

—¿Nunca?

—No, aunque ya no se nada, lo siento —respondió y dio una sonrisa de pena—. ¿Aún así me sigues queriendo? Es que —dio un soplido—. Algunas personas suelen enojarse por esta decisión.

Hisirdoux soltó sus manos, y la envolvió en un abrazo. Arabella tomo aire, estaba sorprendida, y solo le pudo corresponder.

—De todas la razones —hablo con suavidad—. Esta es con la que nunca me enojaría. Y me alegro que me lo hayas confiado.

Arabella lo abrazó con más fuerza, y sonrió contra su pecho.

Los días pasaron, con total falta de calma. Loas temblores eran cada vez mas, y el silencio en lo profundo del bosque logro ser ensordecedor. Hasta que una tarde, luego de las clases, con el comienzo de las vacaciones, el cielo se torno rojo, y Arcadia se oscureció.

Arabella e Hisirdoux, y el resto del grupo, ayudaron a que la gente en la calle encuentre refugio, y atender a los heridos.

Una punzante energía en el aire, hizo que Arabella se detenga en su trabajo de ayudar a mantener un poco la nula calma de la ciudad. Atraída, como su estuviera hipnotizada, abrió un portal sin esfuerzo, y desapareció dentro.

—¡No! —grito Hisirdoux al verla desaparecer.

—Debemos ir por ella —exclamo Zoe—. La ciudad ya esta estable.

Corrieron en dirección al puente carretero, sorteando los obstáculos, desde arboles caídos, grietas profundas, hasta resto de trolls. Llegaron tan rápido como pudieron, y se encontraron con Morgana, en una armadura dorada, flotando a metros del suelo, con Arabella entre sus manos.

Cuando Arabella se dio cuenta de lo ocurrido, estaba frente a una gran fractura, de la cual brotaba un torbellino rojo que se disparaba hasta el cielo del mismo color. El frio la invadió de repente, y dio un paso atrás, al sentir esa energía punzante clavarse en su pecho como una flecha.

—Llegas a tiempo, hija —hablo una mujer.

Desde el centro del torbellino, surgió envuelta en oro y gloria Morgana. Con aquella mirada verde que lograba causarle escalofríos, y la obligaba a ponerse de rodillas. No era su madre, no quedaba un solo pedazo de ella. Era esa mujer que alguna vez le hizo tomar una decisión.

"—Esta de mi lado, o ellos pagaran las consecuencias". Oyó en su mente, y otra vez, fuera de esta. Recorriendo su cuerpo como un violento arroyo que la arrastraba de nuevo a lo que una vez fue.

—No lo hare —murmuro—. Los elijo a ellos. Elijo ser amada, antes que temida, madre.

—Oh —suspiro—. Logras decepcionarme hija.

La tomó del cuello, y juntas comenzaron a elevarse. A metros del suelo, Arabella solo pudo pensar en una salida, no solo para ella, sino para el resto, para sus amigos, para Hisirdoux.

—Lo siento amor —murmuro—, trate que esto no pasara.

Tomó a Morgana de las mejillas, y una luz rosada las envolvió.

—¿Qué haces? —pregunto Morgana.

—Lo que tuve que haber hecho hace mucho tiempo —gruño—, deshacerme de tu magia.

En segundos, comenzó a sentir que las palmas de sus manos comenzaron a tomar temperatura, y teñirse de un tenue rosa. Morgana forcejeo, sin embargo, Arabella estaba muy aferrada a ella.

—Suéltame, te lo ordeno —exclamo.

—No, solo mi madre me dice que hacer —contesto Arabella.

—Bien, si así quieres jugar —murmuro Morgana.

En su mano formo una daga, y no dudo ni un segundo que usarla contra Arabella. Sucedió tan rápido que la bruja, no se dio cuenta de aquello, hasta que sintió en su cintura, donde alguna vez fue lastimada. El frio del metal la recorrió por completo, y la luz rosa se apagó.

—Lo siento, Arabella, tampoco eres la bruja que eduque —dijo, y la soltó.

Arabella cayo en picada, y a medida que se iba acercando a su destino, la velocidad fue aminorando hasta que toco el suelo.

[...]

El cielo otra vez se puso celeste, y con el correr de las horas se torno oscuro con múltiples lucecitas en este. Hisirdoux seguía a los pies de la estatua que antes fue una bruja que quiso cambiar el destino. No encontraba fuerzas para ponerse de pie, y salir de allí.

Le dolía el cuerpo, le dolía el alma, y no tardo en extrañarla. Le dijo que la amaba, aun así sentía que no se lo dijo las veces necesarias.


★★★

Ah, capitulo final gente 😭

Algún día tenia que pasar, y ese día es hoy.

Buenos nos vemos en las curiosidades, y quizás, haya algo más 👀

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