Capítulo 5
Así como cualquier pareja, Dante y yo salimos, tenemos citas, nos tomamos de las manos, nos besamos... y también tenemos sexo muy de vez en cuando. A pesar de habérselo pedido, él no es capaz de tratarme con más rudeza, lo hace tan suave y gentil que, a pesar de ser tierno... no es lo que quiero al momento de hacerlo, me resulta aburrido y cuando quiero encender más la situación, él me frena y lo hace a su manera.
¿Por qué diablos hablo de esto? Pues porque estoy en ese momento justo ahora, que comenzaba a ser incómodo para mí.
Dante es el primero y el único en acabar, aun así continúa hasta que yo igualmente termine, pero es que no puedo... no me siento excitada y además, estoy algo mareada.
—¿Hermosa? ¿Qué pasa? —pregunta él notando el malestar reflejado en mi expresión.
—Lo siento... ¿podemos parar? Estoy sintiendo algo de mareos —mencioné levantándome de la cama, cubriéndome con las sábanas apretadas contra mi pecho.
Descarto completamente la opción de embarazo porque siempre lo hacemos con condón y además me aseguro de no fallar en las pastillas por si tengo dudas de la calidad de dicho preservativo.
—¿Por qué puede ser? —preguntó él con preocupación, sabiendo al igual que yo que el embarazo no es una opción— ¿No será a causa de tu dieta tan estricta?
—No lo sé, Dante... pero ahora solo quiero una pastilla y dormir. Estoy cansada, de verdad.
—Desde que has iniciado aquella dieta absurda estás sin ánimos y enferma... Deberías dejarla —tomó mi mano y la acarició suavemente para intentar demostrarme su apoyo y su persuasión.
—No puedo... —murmuré tocando mi rostro.
Aún tengo la piel grasosa y eso arruina las fotos.
Negué con la cabeza para que supiera que quería dejar de hablar sobre esto, por suerte para mí lo entendió y me hizo caso. Tomé la pastilla y me puse mi ropa para disponerme a dormir mientras Dante se ponía la suya y se despedía de mí para irse de mi casa a la suya. Era de aquellos días en los que mi padre no venía a dormir aquí por su trabajo, así que era un día seguro; aunque no me extrañaría si en el caso de que fuera a encontrarnos en pleno acto, a él lo perdonaría e incluso lo dejaría más tiempo a solas conmigo, mientras que a mí me reprendería por no tener más cuidado con la privacidad de su yerno.
A pesar del sueño que tengo no puedo dormir, algo me lo impedía. Decidí por levantarme de la cama y salir al balcón de mi habitación luego de encontrar mi celular, pero no el de siempre... sino el anterior.
No podía dejar de pensar... esta noche como ninguna otra me sentía más emocional y débil a mis pensamientos y recuerdos.
Busqué entre los chats archivados hasta dar con aquel número bloqueado. Suspiré profundo repitiendo en mi cabeza de que esto estaba mal, de que así no podría olvidar nada y solo lo empeoraría, pero aun así puse reproducir en los audios que Aspen me enviaba cuando más lo necesitaba en aquellas épocas.
—Princesa, túmbate en la cama y presta atención a lo que voy a decirte... Cierra los ojos y mantén la concentración en tu respiración...
Apreté mi celular mientras ocultaba mis ojos con una mano. Dejé escapar un sollozo involuntario pero, resignada, dejé salir los demás. No podía escucharlo sin recordar todo lo que pasamos juntos, desde la primera vez que lo vi hasta la última... aún recuerdo la gran mentira que le dije a Vic ese día, ahora me tiene bloqueada de todos lados. No quiere saber nada sobre mí.
Ojalá también poder creer en mi propia mentira, tal vez así sería más fácil.
Después de tres años uno cree que puede olvidar tan fácilmente, mejor si no hubo contacto mínimo con aquella persona, pero... cuando aún hay sentimientos de por medio es más difícil, y es peor si nunca quisimos separarnos en primer lugar, solo ocurrió por nuestro descuido. Aún me siento terrible por lo que ocurrió esa vez, jamás podré superarlo ni superar la culpa que me carcome por dejar que todo eso ocurriera.
Cejé de reproducir el audio para detener mi llanto. Miré al cielo y cerré los ojos pidiendo a gritos internos que esto dejara de doler, ya no quería hacer aquella dieta, ya no quería estudiar en esa universidad, no quería hacerle caso a mi padre y no quería estar con Dante, no es a él a quien quiero.
Quiero todo lo contrario.
Quiero comer comida chatarra sin importarme la grasa de mi piel. Quiero ir a la universidad de mis sueños en Italia, quiero dejar a mi padre, abandonarlo para siempre... quiero ver a Aspen y saber si él aún tiene sentimientos por mí, lo cual, dudo mucho, ya que hasta ahora no ha demostrado ningún interés por buscarme.
Y por si hay dudas... Dante sabe sobre todo, todo sobre mi relación con Aspen, sabe cómo empezó y cómo terminó, él mismo me pidió que se lo contara para tener más confianza en él o algo así. Así que sí, sabe que aún siento algo por Aspen pero está dispuesto a todo por ganar mi amor. Es por esto por lo que aún no se rinde... y está más pendiente de mí ahora que sabe que Aspen ha regresado, no quiere perder, ni perderme a mí.
—Debo dormir... —me recordé a mí misma volviendo a dentro de mi habitación.
Dejé de nuevo el celular viejo escondido en su sitio y volví a acostarme en mi cama, bajo las mantas. Hice una leve mueca y busqué bajo mi cama aquella caja, saqué de ésta el peluche de Aspen y lo abracé para ayudarme a dormir, pues siempre me ha funcionado, hasta ahora lo hace.
Finalmente pude cerrar los ojos y quedar dormida casi al instante. Tal vez por fin el cansancio ayudó a hacerme dormir como debería. O quizás el haber llorado me agotó aún más, como sea, ya no importa, por fin estoy dormida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro