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Capítulo 24

Desde la mañana luego de aquella noche en el jacuzzi las horas parecían minutos o hasta segundos. Pasar con Aspen a escondidas hacía que el tiempo fuera más rápido de lo que podría percibir, ya casi se me había olvidado que este viaje lo tenía que pasar con Dante pero fue más fácil desde que Victoria y yo nos reconciliamos, ahora tengo la excusa de acercarme a ellos cuando ella me pide un tiempo juntas. Incluso fui a su habitación con Jen para pasar el tiempo las tres.
Además de salir a fiestas todos juntos, a escondidas de Dante y los demás adultos mayores. Más a escondidas de mi padre.

—Entonces... ¿Liam? —mencioné bebiendo un trago.

—¡¿E..Eh?! —Vic se sonroja a la par que se sorprende por mi repentina pregunta.

—Los he visto y Aspen me puso al día —mencioné con una sonrisa—. Es lindo.

—N..No sé de qué hablas, Ellie. ¿Él y yo? Jamás.

—¿Por qué no? —cuestioné—. Si lo que te preocupa es tu hermano, puedes dejármelo a mí.

—N..No es eso, am... —ella suspira un poco desanimada—. Es que él no me ve de la misma forma... me hace pensar que cree que soy como su hermanita. Es molesto.

—Hm... —bebí de nuevo y miré hacia Liam, que estaba hablando con Aspen un poco apartados, acabé mi bebida y dejé el vaso sobre la mesa—. Te daré vía libre, si no los veo besándose por lo menos en cinco minutos los empujaré.

—¿Q..Qué? Espera ¡¿Qué?!

Me levanté de mi lugar, ella intentó detenerme así que me giré hacia ella apoyando mi brazo sobre sus hombros.

—Vic, ¿quieres hacerlo o no? Si me dices que no entonces no lo haré —respondí para calmarla—. Tampoco quiero presionarte, solo hacerte saber que... ahora es cuando, tienes una oportunidad, pero eres tú la que decide si tomarla o no.

Victoria me mira un segundo antes de ver hacia Liam, parece dudar pero con un suspiro decidido finalmente asiente. Sonreí ampliamente y me separé de ella para acercarme a ambos chicos y pegarme a Aspen enrollando mis brazos por su cuello.

—Lo siento, Liam... pero te lo robaré por ahora.

—Todo tuyo, Ellie.

Le guiñé un ojo, agarré a Aspen y lo estiré hacia la pista de baile haciendo que le dé la espalda a Victoria y a Liam.

—Oye, ¿dejaste sola a mi hermana? —preguntó notándose preocupado.

—Para nada, Jen y Theo están con ella.

En realidad... Jen y Theo se han ido a tener sexo por allí. No tengo ni idea de dónde se encuentren ahora, pero tampoco podía decirle que Liam le hará compañía por lo celoso que se vuelve cuando se trata de ambos. Miré por encima de su hombro para ver cuando Vic se acercó a Liam dudosa pero sin detenerse. Dejé de mirarlos para no crear sospechas y empecé a bailarle a Aspen de una manera que le haga olvidarse de todo lo demás.

—¿Intentas provocarme? —preguntó sujetando mi cintura y pegando sus labios a mi oreja.

—Quizás un poco —admití riendo inofensiva.

Me apegué a él mientras me seguía moviendo, volví a mirar por encima de su hombro sin abandonar el ritmo de la música y pocos segundos después vi cuando Vic tomó la iniciativa para acercarse a Liam y besar sus labios.

¡Sí! ¡Así se hace!

Sonreí orgullosa, más alegre al ver que Liam, luego de sorprenderse, la toma por la cintura al igual que toma el control del beso, haciéndolo verse más intenso. Tener a Aspen aquí era peligroso así que me detuve y lo jalé para llevarlo más lejos de la fiesta en la playa, confío en que Liam la cuidará.

—Estoy algo cansada y la música me aturde —mencioné.

—¿Quieres volver al hotel?

—No, prefiero pasear por aquí contigo.

Asintió con una sonrisa. Lo tomé del brazo y apoyé mi cabeza en su hombro. La playa se veía hermosa y tranquila a estas hora, aunque el viento comenzaba a soplar con más fuerza, trayendo un frío que calaba. Aspen se percata de eso, por lo que se separó un segundo para quitarse el abrigo y colocarlo sobre mis hombros.

—Que caballeroso —mencioné sonriendo.

—Por supuesto, hay que serlo con princesas como tú.

—¿Y tú no tendrás frío?

—Aún no.

Volvió a abrazarme atrayéndome de nuevo hasta él. Seguimos caminando por la playa hasta detenerme y mirar el oleaje del mar. Aspiré profundo pero un nudo en el estómago me hizo sentir enferma al recordar que mañana regresaríamos a casa, y que en dos días me casaré con Dante.

—Quisiera... no volver a casa —murmuré con pesar—. No quiero casarme, realmente no quiero.

—A mí tampoco me gustaría regresar. Quiero permanecer a tu lado, estar contigo —suspira Aspen.

—Yo también... —respondí con tristeza—. Me gustaría dejar de esconderme para poder estar en el mismo lugar que tú, besarte sin miedo a que alguien me reconozca y se lo cuente a mi padre. Quiero dejar de contar las horas que tenemos para estar juntos.

—Tampoco me gustaría que mis abuelos se enteren de lo nuestro, no lo soportaría si le llegasen a hacer daño a Victoria, aún los creo capaces.

—Lo sé, tampoco quiero que eso pase —resoplé y abracé a Aspen con más fuerza—. Aspen... te aseguro que, aunque me case con Dante, seguiré amándote siempre y nadie lo podría cambiar.

—¿Quieres decir que no hay forma de detener la boda? —pregunta con la voz entrecortada—. Aún puedo llegar y decir "yo me opongo".

—Sería un escándalo —respondí con preocupación—. Mi padre se enfadaría y tus abuelos también. No quiero que estés en riesgo de ir al hospital de nuevo. No lo soportaría

Aspen me mira con frustración, bajando la mirada con malestar, noté que sus puños se cerraron con impotencia por la idea de no poder detener la boda. Apoyé una mano en su mejilla y le sonreí aun así.

—Está bien... Debes saber que mi corazón es tuyo, y siempre lo será. No importan la cantidad de papeles que digan que estoy unida a otra persona, no importa que mi apellido sea el de alguien más... En el fondo yo sé que mi ser te pertenece, Aspen. Desde el principio fue así y seguirá siendo.

—Basta... —susurró con voz temblorosa, tomando mi mano con delicadeza. Sentí una lágrima cálida deslizarse por su piel cuando abrió los ojos, ahora cristalizados—. No lo digas como si nunca más fuera a poder tocarte o besarte... No te despidas de esa forma, Madeline. No me importa si acabo en el hospital, yo...

—A mí sí me importa. Aspen.

—Créeme, a mí no.

—Aspen, te importará, porque si haces algo de lo que piensas, mi padre... —tragué con fuerza al tener la boca seca—, él va a golpearme. Lo hizo antes, lo haría de nuevo.

—¿Qué? —soltó mi mano con sorpresa y enfado.

No parecía creer lo que le acababa de confesar, sus ojos me escudriñaban en busca de respuestas. Bajé la mirada, volviendo a sujetar su mano con delicadeza.

—Cuando mi padre se enteró de lo que ocurrió en tu casa —comencé con la voz quebrada—, me llamó de muchas formas hirientes. Me dijo prostituta y me llamó una cualquiera... Me golpeó, estaba tan enojado y por eso lo hizo, y el haber visto mis tatuajes y perforaciones lo hizo enfadar más. Tuve tanto miedo esa vez... ahora siento que podría golpearme de nuevo en cualquier momento, es por eso que hago todo lo que él dice a pesar de todo. No quiero volver a pasar por eso.

—Madeline... —su voz se apagó, el dolor era evidente en cada palabra que susurraba.

Podía sentir las ganas de llorar en mi garganta pero las aguanté al igual que retuve las lágrimas en mis ojos. Volví a elevar la mirada con una sonrisa rota.

—Así que, Aspen, prométeme que cuando Dante y yo nos casemos me olvidarás. Porque cuando firmemos esos papeles no habrá vuelta atrás, no habrá forma de que tú y yo podamos estar juntos libremente. Prefiero... que busques tu felicidad en alguien...

No pude terminar. Aspen me toma por la cintura y me besa con desesperación. Su boca buscaba en la mía el silencio, rogando que no siguiera hablando.

—Deja de hablar... No quiero escucharte si vas a decir cosas así —suplicó.

Me callé un momento, suspiré profundo y me aferré a Aspen para refugiarme en él y encontrar algo de consuelo, pero incluso ahora... era inútil.

—Lo siento... Lamento haber llegado tan lejos con esto para al final tener que acabarlo así.

—No, Madeline —susurró con vehemencia—. Esto no ha terminado. Tiene que haber algo que podamos hacer.

—Aspen...

—No. No aceptaré esto. No me pidas que lo haga. Madeline, por favor... —me toma por los brazos en un intento desesperado porque lo escuchara—. Tiene que haber una forma... No puedo perderte así.

—Lo siento —repetí, soltándome de su agarre y alejándome de él.

Me di la vuelta e intenté marcharme, pero apenas había dado dos pasos cuando me apresó entre sus brazos para que no lo hiciera.

—No te vayas.

Su tono suplicante me desgarró por dentro, sus manos aferrándose a mí me tentaban a permanecer con él. Pero yo lo sabía desde el inicio... Sabía que en algún momento esto debía acabar, pero mi egoísmo me hizo alargarlo, y ahora dolía más de lo que podía soportar. No debí iniciar esto en primer lugar, no debí dejar que Aspen volviera a entrar en mi vida. Debí ser más fuerte...

—Debes hacerlo. Debes dejarme ir.

—No —se aferra a mí con fuerza, pero incluso su agarre es débil ahora.

—Aspen, debes hacer lo que te diga, recuérdalo... Déjame ir —mi voz se corta.

Aspen no quería soltarme, pero no le dejé opción, apenas sus brazos se aflojaron yo me libré de su agarre y salía huyendo hasta salir de la arena de la playa. Me detuve teniendo que sujetarme de un poste para no caer derrotada, no me atreví a mirar atrás, sollocé y me obligué a regresar al hotel.

No tenía esperado hacerlo en este momento, pero las cosas solo surgieron. Recordé mi deber y debía cumplir con él... aunque me doliera en el alma.

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