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Capítulo 21

Estiré mi cuerpo mientras me acomodaba de lado para ver a Aspen salir del baño de su habitación, aún desnudo. Habíamos conseguido el momento perfecto para fugarnos de la casa de Jen para venir aquí sin que nadie más se enterara. Sonreí paseando la mirada por su cuerpo trabajado. Si hace tres años estaba deseable... ahora lo estaba aún más y no me cansaré de repetirlo y hacer esa observación.

—Ah, es verdad —comenté recordando algo de la nada—. Mi padre organizó un viaje a Brasil la próxima semana, irá Dante y su familia y me dejó invitar a Jen y Theo después de insistir un poco y de prometer que si aceptaba, no molestaría sobre nada hasta la boda. Es algo así como para unir más a las familias de los novios, etcétera, etcétera.

—Vaya... Tu padre sí que tiene algo con unirlos a la fuerza, no le basta solo con el matrimonio y vivir juntos —menciona Aspen volviendo a la cama—. Si quieres... puedo arruinar eso.

—Esas eran las letras chiquitas de lo que te estaba diciendo —sonreí—. Quizás... no lo sé, a lo mejor... aparezcas en el mismo hotel, los mismos días y que sea una "pura coincidencia".

—Me parece una buena idea —murmura con una voz ronca mientras se acerca y besa mis hombros, pasa por mi cuello antes de pasearse por mi espalda.

—Te enviaré todos los datos. Nos quedaremos toda la semana y al volver empezarán los preparativos para la boda.

De solo pensar en eso me daba un revuelco molesto en el estómago, sentía desesperación y estrés por no querer hacerlo. Aspen parece notar mi tensión porque deja de besarme para seguir con sus manos masajeando mi cuerpo.

—No pienses en eso ahora, estás conmigo... mejor deja que te relaje —dijo con una voz suave y sensual junto a mi oreja.

Sonreí y cerré los ojos mientras sentía sus manos acariciar mi espalda, la masajeaba completa, incluso mis hombros, brazos y hasta mi trasero y piernas. No pude evitar soltar algún que otro jadeo por ahí, o un par de gemidos por lo bien que se sentía. Pero entonces me arqueé al sentir su mano en mi intimidad.

—Mhm...

—Relájate, princesa... —me hizo acostarme de nuevo mientras masajeaba aquella zona.

Pero no pude evitar separar mis piernas y levantar un poco mi trasero para que pudiera llegar mejor. Mi cuerpo entero vibra cuando su lengua es quien se desliza por toda la zona, me estremecí por completo, Aspen usa su boca con maestría, lamiendo y chupando los mejores puntos mientras sus manos se aferraban a mi trasero con fuerza, apretaba mi piel con sus dedos, dejando las marcas de sus manos en mi piel.

—Oh, Dios... —jadeé aferrándome a las mantas—. Aspen... mhg.

Además de ya estar sensible por el orgasmo de hace un par de minutos, ahora esto simplemente me estaba volviendo loca. Aspen simula embestidas con su lengua frotando mi interior con ella hasta hacerme acabar una vez más. Caí rendida de nuevo sobre la cama, pero sintiéndome completamente renovada y calmada, ese había sido un perfecto masaje.

—¿Mejor? —preguntó apoyándose con ambas manos a mis costados y su voz cerca de mi oreja, solo atiné a asentir—. Bien... porque es mi turno, princesa.

De repente sentí algo largo y duro sobre mi trasero, que me hizo sonreír, me di vuelta y lo empujé hasta hacerlo caer de espaldas sobre la cama, besé sus labios con lujuria, pasé a mordisquear levemente el lóbulo de su oreja mientras que sus manos se aferraban a mi cintura y él suspiraba profundo. Bajé por su pecho, sin ignorar sus pezones en el recorrido, seguí bajando hasta llegar a mi parte favorita. Lamí su miembro para humedecerlo antes de empezar a masturbarlo con una mano para poder chupar sus testículos al saber que eso le fascinaba.,

—Mmgh... —Aspen jadea y gime como un gruñido gutural que me hizo vibrar.

Volví a lamer toda su longitud hasta llegar a la punta y empezar a meterlo en mi boca; lo envolví con mi lengua mientras iniciaba el vaivén y aceleraba hasta volverlo loco, llegando hasta lo profundo de mi garganta. Mis manos cubrieron lo que mi boca no llegaba, la base de su miembro y sus testículos. Masajeaba con ellas y con mi lengua mientras succionaba a la vez.

—Joder, princesa... —Aspen inclina su cabeza hacia atrás mientras que una de sus manos se apoya en mi cabeza.

Apretaba mi cabello y empujaba más a fondo de vez en cuando. Podía sentir como el líquido preseminal estaba saliendo, además de notar cuando su miembro temblaba ligeramente, estaba en su límite. Me moví más rápido hasta que no pudo más y terminó llenando mi garganta y boca, sonreí tragando el líquido y lamiendo lo que seguía escurriendo de la punta por su tronco.

—No volveré a hacer un trato contigo como aquella vez... Ya no puedo aguantar diez minutos —comentó haciéndonos reír a ambos.

—Hablando de tratos... —me acomode y limpié mis labios con mis dedos para después lamerlos— ¿Recuerdas aquel en el que yo no debía lastimarme y tú no debías fumar?

—Lo recuerdo —respondió.

—Pues yo no me he hecho nada en todo este tiempo, ¿y tú?

Vi su expresión cambiar, si fuera un anime hasta vería una gota de sudor en su frente. Abrí los ojos de par en par mientras Aspen no quería admitirlo.

—¡¿Lo hiciste?! ¡Volviste a fumar! —lo acusé apuntándolo con el dedo.

—Quizás uno cuando estaba en el servicio militar... —mencionó en un murmullo.

—¡Pero lo hiciste! —volví a abrir los ojos de par en par al saber lo que eso significa—. Eso quiere decir que ¡yo gano! ¡Tendrás que hacer lo que yo diga!

Aspen resopla frustrado y arrepentido de haber fumado aquella vez, empecé a hacer un pequeño baile de la victoria que fue interrumpido por Aspen que me tumbó en la cama.

—No se vale, habíamos puesto el juego en pausa.

—Ah, no. Olvídalo. Nadie puso en pausa nada, yo gano y tú pierdes. Ahora harás lo que yo quiera.

—Eres cruel.

—Un trato es un trato.

Suspiró profundo y resignado. Se levantó y yo volví a sentarme con una sonrisa enorme aún pegada a mi rostro.

—Hm... ¿qué puedo pedir ahora? —miré a Aspen, concentrándome en sus fuertes brazos trabajados, mi sonrisa se ensancha y me acerqué para acariciarlos—. Se me ocurre algo, es algo que solo mi fuerte amante puede cumplir.

—¿Y qué es, princesa? —sonríe adorando mis cumplidos.

—Vi tantas cosas nuevas y hermosas en el centro comercial, tendrás que cargar con ellas —respondí.

—¿Es eso? Princesa... lo haría aunque no me lo pidieras —besó mi mejilla de una manera tierna.

—Eso ya lo veremos. Anda, vístete.

Me levanté rápidamente y fui al baño a limpiarme, busqué mi ropa y me la puse enseguida mientras Aspen se tomaba su tiempo. Lo arrastré hasta su vehículo en el estacionamiento, nos subimos y él condujo hasta el centro comercial, en donde no esperé para ir a la primera tienda.

—Esto me gusta, ¡oh! Este es precioso. Me encanta este conjunto...

No podía llevar la cuenta de cuantas veces entré y salí de los probadores o cuantas caminatas hice para probar los zapatos. Tampoco llevo la cuenta de a cuantas tiendas he entrado, apenas me di cuenta de que ya no podía ver el rostro de Aspen con tantas bolsas y cajas.

—Am... princesa, ¿no quieres hacer una pausa y comer algo mientras yo llevo todo esto al auto? —preguntó en un tono suplicante.

—Aún no tengo hambre —respondí con una sonrisa maliciosa que él no pudo ver.

Pero en ese momento me detuve al escuchar una voz muy conocida.

—¿Nena? —Jen estaba justo frente a mí.

—¿Corazón?

—¡Nena! —salta y corre hacia mí.

—¡Corazón!

Ambas corrimos hacia la otra y nos abrazamos como si no nos hubiéramos visto en mucho tiempo. Riendo levemente nos separamos y yo vi a quien estaba tras ella.

—¿Ese es Theo? —pregunté al ver a alguien cargando bolsas y cajas como Aspen, ya no podía ver ni su rostro.

—Hola Ellie —saluda Theo.

—Hola Theo, ¿perdiste una apuesta o solo eres amable? —cuestioné riendo.

—Lo segundo...

Jen y yo nos reímos ligeramente mientras Aspen se colocaba junto a Theo para sufrir juntos como grandes amigos.

—Aún me faltan las tiendas del tercer y cuarto piso, ¿me acompañas? —pregunta Jenny.

—Obvio. Vamos.

—¿No quieren ir a comer? —pregunta Theo.

—Ya lo intenté... —responde Aspen—. No funciona.

Ambos resoplan resignados pero nos siguen cuando Jenny y yo fuimos a la siguiente tienda tomadas del brazo.

—Hey, necesito un nuevo traje de baño para Brasil —comenté.

—Yo igual, vamos ahora.

—Sí.

Cambiamos rumbo hacia una de las tiendas de playa, los chicos enseguida buscaron un asiento y dejaron las cosas a un lado, suspirando aliviados de un leve descanso. Empecé a mirar conjuntos al igual que Jen, levantamos algunos y nos fuimos a los probadores.

—¿Crees que el azul me queda bien? —le pregunté a Jenny desde mi probador.

—Princesa... cualquier cosa te queda excelente —escuché a Aspen.

—Y es por eso por lo que se lo pregunto a mi mejor amiga. Aspen, te amo y todo pero necesito que me critiquen sin piedad a veces.

—Yo creo que el azul está bien, pero no es tu color, te deja muy pálida y remarca tus ojeras. Noté que el blanco te deja más radiante y ciertamente te sientes mejor con ese color puesto —dice Jenny como una completa gurú de la moda.

—Tienes razón, gracias corazón.

—De nada, nena.

—¿Cómo un color remarca las ojeras? —se pregunta Theo en un murmullo.

—Ni idea, ¿será cierto? Jamás lo noté.

—Yo menos. ¿Esta camisa me queda bien?

—Hm... yo creo que sí.

No pude evitarlo y estallé en carcajadas junto a Jen desde el otro probador. Me miré en el espejo un momento más antes de cambiarme varias veces. Creo que ya me está entrando hambre.

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