Capítulo 14
Bajé el volumen de la música que Aspen me había dejado poner cuando nos detuvimos junto a un edificio imponente y muy hermoso, tenía en verdad una gran cantidad de pisos.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunté, mirando el lugar con curiosidad.
—Pues... aquí vivo.
Aspen sonríe mientras baja del auto y lo rodea para abrirme la puerta. Me ofrece su mano para ayudarme a bajar, y juntos nos adentramos en el edificio. Él saludó a los empleados como si los conociera de hace años. ¿Cuánto tiempo llevaba viviendo aquí?
Tomamos el ascensor y Aspen presionó el botón del último piso, la subida fue algo lenta, pero en cuanto las puertas se abrieron de par en par, mis ojos hicieron igual.
—¡Wow...! —susurré maravillada al entrar en el departamento—. Es gigantesco, y muy bello.
Me acerqué al balcón, donde la vista de la ciudad era simplemente espectacular y hermosa. Sentí a Aspen acercarse hasta mí, apoyándose en el barandal a mi lado.
—¿Es este el edificio que te dieron tus abuelos? —cuestioné.
—No, ese lo alquilaba y con el dinero que ganaba por eso y otras inversiones, me compré este —respondió—. Aquí sí aceptan mascotas.
—¿Mascotas? Entonces...
La sonrisa de Aspen se amplía aún más y deja largar un silbido alto y agudo. Me giré para ver dentro del departamento, escuché el inconfundible sonido de patas corriendo y enseguida vi a Ares y Ragnar bajar por una escalera interna, ambos se detuvieron de golpe al verme, pero no tardaron en abalanzarse sobre mí con energía juguetona. No pude evitar reír a carcajadas por sentir a ambos perros llenándome de besos y lamidas, hasta que Aspen les indica detenerse y así poder levantarme.
—Este es un mal momento para no tener mi medicamento conmigo, joder...
—No te preocupes por eso —dijo con calma—. Vamos, tienes que lavarte.
Aspen me guía hasta el baño y me deja allí para limpiarme todas las zonas en las que aquellos dos perros me han llenado de baba. Pocos segundos después de salir, lo vi llegar con un vaso lleno de agua en una mano y mi medicamento en la otra.
—¿Tienes mis medicamentos aquí?
—Por supuesto. No me gustaría correr el riesgo de que te suceda algo por haberlos olvidado.
—Hm... supongo que te lo agradezco —respondí un poco impresionada mientras tomaba las pastillas.
Aspen ríe mientras yo bebía del medicamento. Los perros ya estaban más tranquilos así que me dediqué a abrazar a ambos antes de prestarle atención a Aspen nuevamente. Él me indica con la cabeza para acompañarlo hasta arriba, los perros nos siguieron de cerca, Me condujo hasta su habitación, era evidente por su estilo que adornaba cada rincón y su aroma impregnado por todo el lugar. Me senté en el borde de su cama y suspiré profundo por experimentar esta calma hacía mucho no experimentaba. Ares se sube a la cama junto a mí y deja apoyada su cabeza en mi regazo, Aspen toma asiento en la silla de su escritorio y la rueda hasta mí, Ragnar se mantiene a los pies de ambos.
—¿Y bien? —preguntó— ¿Me dirás qué ocurrió con tu padre esta vez?
Dejé escapar un bufido frustrado al recordar la orden que me ha dado, rodé los ojos e hice muecas. No estaba segura de querer contarlo por no saber cómo es que Aspen vaya a reaccionar, pero... quería hacerlo, quería mantenerlo informado y si era posible, que me ayude de alguna forma.
—Es que... es frustrante. Siempre lo mismo... Me lanza decisiones sin darme tiempo a procesarlas, mucho menos me pregunta si es lo que quiero... —resoplé negando con la cabeza—. Quiere que Dante y yo vivamos juntos para "congeniar mejor" antes del matrimonio. Ya tiene la casa lista, dijo que nos mudaremos cuando Dante regrese de Brasil, pasado mañana.
—¿Mudarse juntos? ¿Es en serio? —Aspen se veía genuinamente molesto, cruzándose de brazos.
—Por desgracia, lo es...
—Tsk —se hizo para atrás con molestia y se mantuvo pensativo, tratando de encontrar una solución—. ¿Qué piensas hacer?
—No lo sé. No quiero vivir con Dante, para mi padre eso significaría compartirlo todo, incluso la cama.
—¿Ya lo han...? —su pregunta quedó incompleta pero el significado era claro. Acaricié distraídamente la cabeza de Ares en mi regazo, asintiendo con desgana.
—Somos una pareja... es lo normal y lo que se espera, supongo.
—Entiendo.
Su tono era controlado, pero su lenguaje corporal delataba una tensión palpable. Se veía tenso, con los puños ligeramente apretados y una expresión molesta, signos claros que mostraban sus celos. Dejé de acariciar a Ares para prestarle mi completa atención a Aspen.
—Lo siento, sé que mi padre me obliga a tener una relación con Dante, pero eso no quiere decir que debía acceder a tener...
—¿Qué dices? No te culpo a ti, Maddie, no podría —me interrumpió, inclinándose hacia mí con sus manos en mis rodillas—. Es solo que... no soporto la idea de que otro hombre te haya tocado. No me malinterpretes, sé que puedes hacer lo que quieras con quien quieras, pero me cuesta aceptarlo. Solo dese ser yo el único que deje huellas en tu cuerpo.
—A mí también me hubiera gustado que fueras el único —susurré acercando mi rostro al suyo.
Ares, incómodo por estar en el medio en un espacio que se iba reduciendo cada vez más, se levantó y salió de la habitación seguido de Ragnar. Yo por mi parte, tomé la iniciativa. Me incliné hacia Aspen y lo besé con intensidad. Él se levantó de la silla para acercarse más, acarició mis brazos mientras yo me recostaba completamente sobre la cama. Sus manos, cálidas y firmes recorrían mi piel, enviando ondas de placer a través de todo mi cuerpo. El calor fue subiendo entre nosotros, nuestros cuerpos parecían imanes atrayéndose con fuerza, pero Aspen quiso cortar con la conexión, aunque yo no quería que lo hiciera.
—Maddie... ¿Es esto lo que quieres?
—Dijiste que puedo hacer lo que quiera con quien quisiera... pues ahora quiero hacerlo contigo, Aspen. Quiero sentirte de nuevo, porque solo tú logras complacerme de verdad. Quiero que borres las huellas de Dante y dejes las tuyas para siempre.
Él sonríe complacido por mi respuesta, disfruta del sabor de mis labios por unos segundos más antes de besar mi cuello, su mano baja hasta mi pierna y se desliza hasta mi intimidad, frota por encima de la tela de mi ropa consiguiendo que aun así se sintiera bien. Jadeé mientras desabrochó mis jeans y metió su mano por debajo de mis bragas. Hace tanto tiempo que no sentía el tacto de Aspen, mi cuerpo es tan sensible a él que no pude controlar cuanto me había mojado allí abajo.
—Esto es mucho más de lo que solías mojarte, princesa... —comenta con un tono divertido y sensual— ¿Te alegra que vuelva a reclamar tu cuerpo como mío?
—Así es... Me alegra más de lo que puedas llegar a imaginar.
Aspen parece sorprendido por mi sinceridad, no se la esperaba. Me levanté hasta pasar mi lengua por su cuello provocando que pudiera sentir su estremecimiento y escuchar su profundo suspiro.
—Por favor, Aspen. Haz que olvide incluso mi nombre.
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