Capítulo 8
Akram Giadala
La semana pasó con una velocidad alucinante, es viernes por la tarde y estoy en la oficina. A diferencia de muchos, yo realmente no estoy disfrutando del inicio de fin de semana. El día a sido un completo martirio, unos socios han jodido por completo un caso por el cual iba a viajar a Washington DC y he tenido que pasar todo el día encerrado en mi oficina, buscando la manera de recuperar las riendas.
Como cereza del pastel tuve varias discusiones con mi hermana -ya que claramente ella no sabe cuando dejar de insistir- a lo largo de la semana. Hoy se supone vamos a cenar juntos en un restaurante -a modo de bandera blanca- solo espero no volver a discutir con ella.
Para cuando llegan las nueve de la noche, estoy exhausto y agobiado. La cabeza me palpita y mataría por una buena siesta.
Le escribo a Nessa, para avisarle que ya voy a ir a buscarla. A lo que responde que me está esperando fuera del bufete.
Me froto la cara con cansancio y me incorporo resignado, mientras tomo mis cosas.
El motor del carro cobra vida una vez lo enciendo, me dirijo a la entrada del edificio y aparco esperando a que Nessa entre en el vehículo.
Se acerca y entrar al carro.
-Hola hermanito- me saluda con un beso en la mejilla- ¿Qué tal tu día?.
-He tenido mejores -me sincero- ¿y el tuyo? -La tensión se podía sentir en el ambiente, todas las discusiones que tuvimos a lo largo de la semana estaban afectando nuestra relación. No lográbamos hablar entre nosotros con confianza y fluidez, por el contrario, ambos parecíamos estar constantemente a la defensiva, esperando que el otro dijese algo que desatara una nueva discusión. Odiaba estar de esta manera con ella, pero esta vez no daría mi brazo a torcer, ella debía aprender a respetar mis decisiones.
-Bien, nada nuevo en realidad -contestó en voz baja, mientras jugaba con sus dedos. Asentí con la cabeza, notando su mirada sobre mi. El carro se quedó en absoluto silencio por unos segundos que se sintieron eternos, hasta que volvió a hablar- mañana voy a ir a visitarlos -musito en voz baja. Apreté mis manos en el volante y volví a afirmar con mi cabeza. -¿realmente no vas a venir conmigo?.
-No vamos a caer en el mismo tema Nessa, déjalo por la paz -mascullo entre dientes, intentando calmarme. Rezaba para que dejará el tema hasta ahí, hoy no estaba de humor y no quería pagarla con ella.
Pero a ella le encanta jugar con mi paciencia -pensé con fastidió.
-No, no lo voy a dejar por la “paz” -exclamó haciendo comillas con sus manos- son nuestros padres Akram, lo mínimo que puedes hacer es visitarlos. ¿Qué demonios te cuesta? -su voz había subido exponencialmente, mientras agitaba las manos.
Suspire irritado, ya me tenía harto con el jodido tema.
-¡¡¡ERAN NUETROS PADRES!!! –grité, perdiendo por completo la paciencia. Mis nudillos ya estaban blancos de lo fuerte que agarraba el volante.- Están muertos, termina de entenderlo no queda nada de ellos. Y no se me da la puta gana de visitar el cementerio. Si tu quieres hacerlo, bien por ti, pero a mí deja de estar jodiendome. -exclame furioso, volteando la cabeza en su dirección cada tanto.
-¡¡¡SE QUE ESTÁN MUERTOS, IDIOTA!!! -los gritos llenaban el reducido espacio en el vehículo, pero a ninguno de los dos parecía importarle- lo sé muy bien, pero igual son nuestros padres y como mínimo deberíamos honrar su recuerdo llendo a visitarlos. -exclamó con la voz entrecortada. En otros momentos escucharla tan triste me hubiese conmovido y terminaría haciendo lo que ella quisiese. Pero esta vez no, me tenia cansado con el tema y el hecho de que siguiera insistiendo, aún sabiendo que no era algo de lo que me gustara hablar, solo me hizo enfurecer- eres egoísta, solo estas pensando en ti mismo -dijo entre dientes y esa fue la gota que derramó el vaso.
-¿¡EGOÍSTA!? -grité enfurecido. Debía estar bromeando. Me reí sin una pizca de gracia. – Claro, yo soy el malo de la maldita historia, porque no quiero ir a un puto cementerio a “honrar” -exclame haciendo comillas con mis dedos, desviando la vista de la calle para verla a ella- un par de ataúdes vacíos, porque eso es lo único que hay ahí. -señale- Pero claro, vamos a honrar a nuestro querido padre, y de paso le celebramos el hecho de que hayan muerto por su culpa ¿te parece? - exclame con sarcasmo. Mi conciencia no paraba de gritarme que estaba siendo muy cruel, pero la ira y el dolor me cegaban.
-Eres un imbécil -mascullo entre dientes- en todo caso tu tienes tanta culpa como él-exclamó, su voz tiñéndose de veneno.
Sentí una puñalada en el corazón y la respiración se me corto como si me hubiesen dado un golpe en la boca del estómago. Desvío mi mirada hacia ella y la veo cubrir su boca con ambas manos, mientras sus ojos se humedecen.
-Akram…yo…- tartamudea.
-Es bueno saber lo que piensas -respondí en un tono seco- puedo aceptar esto, puedo aceptar que digas que soy un imbécil, un idiota o cualquier otra cosa que se te ocurra -exclame sintiendo como se humedecían mis ojos y las palabras se atoraban en mi garganta. Apretaba el volante con fuerza, intentando concentrarme en el tráfico. Desvíe mi mirada hacia ella un momento- pero no que digas que soy egoísta, eso no puedo aceptarlo. Puede que con el resto del mundo lo sea, puede que sea un desgraciado egoísta con el resto del mundo, pero no contigo, por ti lo he dado todo. Y seguramente cometí un millón de errores, y lo lamento si no fui suficiente para ti. -suspire con frustración, mientras pasaba una de mis manos por mi cabello- pero jamás fui egoísta cuando de ti se trataba, siempre luche por darte todo lo que necesitarás, y no hablo solo hablo de lo material.
Giro el volante y tomo un último desvío hasta llegar al portón de mi casa. A mitad de la discusión había decido que lo mejor era cancelar la cena en el restaurante. Aparco frente al portón y lo abro con el control. Me giró en dirección a Nessa y observo como las lágrimas caen por sus mejillas. Me duele verla así, pero aún más me duelen sus palabras.
-Bájate -le ordeno en voz baja.
-¿Tu no vienes? -preguntó con la voz entrecortada. -Akram, yo lo…- la interrumpí, estirando mi cuerpo por encima del suyo para abrir su puerta.
-Hablamos luego -musite en voz baja. Ella me ve por unos segundos hasta que decide bajarse del carro. Una vez vi que entró, cerré el portón y puse el carro en marcha.
Me dirijo al bar al que suelo ir. En el camino mi mente no deja de repetir los sucesos de esta noche, no soy capaz de entender como llegamos a esto.
Conduzco por las ya familiares avenidas hasta llegar al bar. Bajo del carro y me dirijo al establecimiento, una vez adentro me dirijo a la barra y pido un whisky, apenas me lo entregan, me lo tomo de un solo trago.
El ardor que provoca el alcohol en mi garganta es bien recibido, pero mi estómago protesta cuando el calor abrasivo del whisky quema mis entrañas, recordándome que no habia cenado.
Pido otro y también me lo tomo de un solo trago.
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Estoy en una de las tantas mesas que hay distribuidas por el bar, recostado en el mueble; con una botella de whisky en la mesa, un vaso lleno en mi mano y un cigarrillo en la otra.
Debes detenerte -me susurra mi consciencia.
Pero decido ignorarla dando otro trago a mi vaso. No recuerdo a que hora empecé a beber. No tengo idea de cuanto he bebido. Solo sé que estoy muy -demasiado- borracho.
La pesadez en mi cuerpo, mi lengua adormecida y las imágenes un tanto distorsionadas a mi alrededor me lo hacen saber; pero de todos modos me tomo otro trago, dejando mi vaso vacío.
Soy patético, un completo imbécil que no es capaz de afrontar su pasado. Mi mente no deja de rememorar esa noche una y otra vez, hundiéndome cada vez más.
Llevo el cigarrillo a mis labios y expulso el humo. Recargo el peso de mi cuerpo en los antebrazos sobre la mesa. El mareo que siento ante el movimiento, no logra distraerme de la vorágine en la que se habían convertido mis pensamientos.
Le doy otra calada al cigarrillo y contengo el humo unos segundos antes de soltarlo.
Suelto una palabrota y me llevo las manos al rostro para frotarlo con fuerza.
El cigarro aún se sostiene entre mis dedos, pero ya no quiero terminarlo, así que lo apago en el cenicero.
Suspiro y tomo mi vaso dándole un trago.
Una punzada en mi sien es la que me hace soltar el trago y llevar una de mis manos a mi rostro, mientras tomaba mi teléfono con la otra. La luz de la pantalla me escandila y me cuesta unos segundos adaptarme.
5:00am
Mierda, no puedo conducir en este estado.
Pienso en llamar a Nessa, cuando recuerdo que estamos peleados. Reviso la agenda de mi teléfono hasta dar con el número de mi amigo.
Escucho el teléfono repicar.
¿estará dormido? –me pregunto vagamente.
-¿Hola? –escucho su voz al otro lado de la línea.- Akram ¿eres tu?
-¿Quién más va a ser idiota? -respondo entre risas, su pregunta me había causado gracia.
-Pero que demonios ¿está ebrio? -su voz destilaba preocupación.
-Solo un poquito -me reí, mi voz se escuchaba más ronca de lo normal y la manera en la que arrastraba las palabras daba a notar que estaba más que un “poquito” borracho– oye pendejo, ven a buscarme, no puedo conducir así -ordene- por favor -añadí al final.
-Mierda Akram -lo escucho maldecir al otro lado de la línea- Ya voy para allá, estas donde siempre ¿no?.
-Sip, donde siempre -respondí con fastidio- Oye…¿crees que yo sea patético? -pregunte desanimado.
-¿Qué?...no, no creo que seas patético Akram -suspira- hazme el favor y no sigas tomando, ya estoy saliendo para allá ¿ok?.
-Ummmju, gracias hermano, te quiero -balbucee, el sueño estaba empezando a ganarme.
-Joder, como voy a disfrutar restregarte en la cara está llamada -se carcajea- quédate tranquilito ahí, ya voy en camino.
-Ok -respondo y cuelgo. Veo la pantalla de mi teléfono por un rato, como si fuese la cosa más interesante de este mundo, hasta que decido soltarlo y recostarme de la mesa a esperar a Alonzo.
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