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Capítulo 53

Entreabro los ojos, incómoda por el rayo de luz que chocaba contra mi rostro empeorando la migraña que taladraba mi cabeza. Con una mueca y el ceño fruncido, me recuesto sobre mi espalda, dejando mi mirada clavada en el techo de madera oscura. Ladeo la cabeza encontrándome con paredes del mismo material del techo, una pequeña mesa de noche y una puerta a unos metros de distancia. 

-¿Dónde estoy? -me pregunto, confundida

Me apoyo de mis codos, soltando un jadeo por la punzada de dolor que recorre diferentes partes de mi cuerpo. Con dificultad y mordiendo mi lengua para evitar proferir algún sonido, me deslizo por la cama hasta llegar a la cabecera y poder recostar mi espalda de ella. Ahora el dolor era más fuerte, haciéndome más consiente de cada uno de mis músculos mientras la migraña aumentaba, logrando que mi vista comenzara a nublarse. 

Trago grueso. Necesitaba recordar, saber en donde me encontraba. Sé que ella había tomado el control, lo que ocurrió en el hospital me había quitado todas mis fuerzas y ella salió a protegernos, lo que me preocupaba era saber que había ocurrido durante ese período de tiempo y exactamente cuanto tiempo estuve “dormida”. Necesitaba calmarme y buscar entre mis recuerdos, que si bien no me darían toda la información, al menos conseguiría alguna pista. Contrario a lo que le ocurre a Alonzo cada que su otra personalidad toma el control, yo no pierdo del todo mis recuerdos, me quedan pequeños fragmentos de lo que ocurrió mientras mi otra personalidad esta al mando. Lo cual puede llegar a ser uno de mis más grandes males o, en este caso, una gran herramienta. 

Realizo ejercicios de respiración para relajarme un poco mientras agudizo mi oído, alerta por si escucho a alguien acercarse. 

Lo último que recuerdo antes de colapsar fue a Alessandro, estábamos discutiendo. 

《…es complicado de explicar y de entender pero estoy vivo, Less -lo escucho murmurar con la desesperación impregnando su voz. Ese apodo, sólo eso hizo falta para que todo a mi alrededor colapsara. 》 

Sacudo la cabeza para alejar ese recuerdo, no quería lidiar con el en estos momentos y me concentro en buscar mi siguiente recuerdo.  

《Estoy corriendo por diferentes pasillos hasta salir por una puerta de vidrio. Siento la brisa chocar contra mi rostro mientras intento recuperar el aliento.》

Masajeo mis sienes intentando aliviar el dolor de cabeza mientras regulo mi respiración a causa de las náuseas que el mismo dolor me estaba provocando. ¿Por qué me dolía tanto el cuerpo?. Abro los ojos con pesadez y tras unos segundos intentado adaptarme a la luz, bajo la mirada y lo que veo incrementa las náuseas. 

Una sabana blanca cubría mis piernas siendo el resto de mi cuerpo tan sólo cubierto por un sostén negro y una colección de hematomas esparcidos en mi pecho, abdomen, brazos…, podía sentir la tela de la braga cubriéndome bajo la sabana pero no era lo suficientemente valiente como para mirar bajo la misma, no sabía con que iba a encontrarme y aunque el dolor en esa zona me daba una idea bastante clara, no quería confirmarlo. Sencillamente, no podía. 

Con manos temblorosas peino mi cabello hacia atrás, soltando un suspiro entrecortado por el nudo que se había creado en mi garganta. Y, aún sin desearlo, me vuelvo a sumergir en mis recuerdos. 

《Sigo en el mismo lugar. Estoy discutiendo con alguien al teléfono pero no soy capaz de entender nada. El recuerdo es borroso y las voces se distorsionan, cuelgo la llamada y empiezo a caminar lejos del hospital luego, nada. 》 

El recuerdo termina justo ahí.  

Suspiro, me estaba comenzando a desesperar. Cierro los ojos de nuevo. 

《No sé dónde estoy, frente a mi se estaciona  una camioneta con los vidrios tintados y de ella bajan cuatro hombres armados. 

-No nos dijeron que nuestro objetivo era tan condenadamente sexi -exclama con burla uno de los hombres, causando que sus compañeros se rían. Escucho sus voces como si estuviese bajo es agua lo cual me dificulta poder entender lo que dicen. 

-Llévenme con su jefe -le escucho decir a ella e incluso puedo sentir la ira bullir en su interior mientras el eco del miedo se hace paso por mi cuerpo. 

El mismo hombre se acerca hasta quedar a pocos centímetros de ella.  

-¿Qué tal si nos divertimos un poco antes de llevarte con el jefe? -dice, levantando una mano para luego pasarla por un mechón de cabello que se encontraba suelto. 

Todo parece ir en cámara lenta. Ella lo golpea, el devuelve el golpe…,en algún momento los cuatro hombres y ella están peleando. 

El recuerdo cambia. Ahora estoy manejando un carro, se escuchan golpes desde la cajuela.

-Dame la dirección -parece estar enojada. 

-¿Qué hiciste con mis hombres? -pregunta la voz al otro lado de la línea.  

-Te quedan dos, agradécemelo luego -exclama con frialdad- Dame. La. Dirección  -pronuncia con lentitud, remarcando cada palabra. 

-De inmediato, muñeca.》 

Se me corta la respiración y mi corazón late desenfrenado. No lo había podido reconocer en un principio ya que el recuerdo era demasiado vago y las voces se escuchaban lejanas y distorsionadas pero no necesitaba pensarlo por más tiempo. Aquella voz tenía nombre y apellido…, Nicolai Novikov.  

-Luca -susurro, girando mi cabeza a cada rincón de aquella habitación. Aquella llamada. El me había dejado aquí y la única razón por la que yo me contactaría con el es mi hijo. 

Con dificultad me comienzo a incorporar de la cama, dejando que la sabana caiga a un costado, intentado por todos los medios no ver hacia abajo. Tomo la sabana y la enrollo alrededor de mi cuerpo mientras me acerco con cuidado a la puerta para tomar la manilla en intentar abrirla. Cerrado, no es como si me sorprendiera demasiado. 

Resoplo, alejándome de la puerta en un gesto de resignación y me concentro en recorrer la habitación con la mirada; era pequeña y se encontraba prácticamente vacía, tan sólo había una cama matrimonial con dos mesas de noche a sus costados, una pequeña peinadora en una esquina con un conjunto de ropa sobre ella y una puerta frente a la cama que suponía era el baño. 

Sintiendo como mis músculos se quejaban por el esfuerzo, me acerco a la otra puerta encontrándome con un baño diminuto que consistía en un lavamanos, un retrete y un pequeño espacio que hacia la función de una ducha. Me acerco al espejo y sin poder evitarlo, jadeo ante la imagen que me devuelve mi reflejo y los recuerdos que trae consigo. 

La maraña de nudos en la que se había convertido mi cabello, enmarcaba mi rostro y los golpes que lo adornaban. La palidez de mi piel se veía coloreada de morado en áreas como; mi pómulo y mandíbula, pasando por aquellos pequeños moratones esparcidos por mi clavícula, bajando por mi pecho y llegando más haya de lo que era capaz de ver a través del espejo. Mis labios resecos y agrietados con rastros de sangre seca y el contraste del rojo que teñía mis ojos y el azul de mi iris, que en algún momento fue un color brillante, lleno de vida y ahora…, ahora no encontraba un rastro de vida en ellos. Esa imagen había convertido en cenizas, parte, de los fragmentos que quedaban en mi interior. 

Me apoyo del lavamos, dejando caer mi cabeza hacia el frente. Me costaba respirar. 

《Mi cuerpo grita de dolor mientras siento sus manos recorrer toda mi anatomía. No importó cuanto forceje, los golpes que le di o las lágrimas que bañaban mis mejillas, él lo había vuelto a hacer. Me había reclamado como suya. 

Sin importar los años que habían pasado, en ese instante había vuelto a ser aquella joven, vulnerable, esclava del terror. Encerrada en una habitación, siendo una mera espectadora de lo que ocurría a su alrededor. Cerrando los ojos con fuerza, deseando que todo acabara…, preguntándose qué había hecho para merecer la vida que le tocó, cuando su único pecado parecía ser haber nacido. 

Su rostro, que yacía enterrado en mi cuello, se  aleja quedando a escasos centímetros de mi rostro. Terror. Ese era el sentimiento que gobernaba en mi interior mientras su mirada recorría cada una de mis facciones con deleite. 

-El terror en tu mirada -exclama en un susurro, besando mis mejillas y llevándose consigo el rastro de mis lágrimas- el sabor de tus lágrimas -tiemblo sin poder evitarlo- y el temblor de tu cuerpo -besa mis labios, sonriendo sobre ellos- me traen buenos recuerdos. 

Me besa con fuerza, lastimándome y una vez más me sumerge en aquel infierno que él mismo había creado para mi.》 

Suelto un suspiro tembloroso, sujetándome con fuerza del lavamanos sintiendo que caería en cualquier instante. Deseaba gritar, llorar hasta que ya no quedaran más lágrimas que derramar…, anhelaba rendirme, dejar de luchar y permitir que la muerte me llevara con ella. Era egoísta, lo sabía, pero no podía evitar querer aquello que jamás tuve. Paz. 

Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos y recuerdos. No podía rendirme. Si sólo se tratara de mí, no lo dudaría un segundo más…, pero no, tenía a Luca y debía aferrarme a eso, debía salvarlo. No permitiría que Luca sufriera, el nunca conocería el dolor que yo estaba sintiendo en ese mismo instante. 

Debía encontrar a Luca. 

Determinada, tomo el jabón sobre el lavamanos y procedo a lavarme la cara, nuca y brazos, deseaba tomar un baño pero no tenía tiempo para eso así que me límite a limpiar esas zonas ignorando el dolor punzante cada que tocaba algún golpe para luego salir del baño y dirigirme a la pequeña peinadora para tomar la ropa; que consistía en una camiseta y un Jean, los cuales me coloque con prisa. 

Giro sobre mi eje, en busca de algo, cualquier cosa que me funcionará como arma pero era de esperarse que Nicolai evitara cometer un error como ese. No había nada, absolutamente nada que me pudiese funcionar. Justo en ese momento escucho como le quitan el seguro a la puerta para luego abrirla, siendo el chirrido de la madera vieja el único sonido en la habitación. 

La respiración se me corta al verlo parada bajo el umbral de la puerta mirándome con cautela y diversión. No había cambiado casi nada en todos estos años. Su cabello rubio oscuro ahora era unos tonos más claros y sus facciones eran más maduras y marcadas al igual que el resto de su cuerpo, lo que no había cambiado en lo absoluto era su mirada; siempre fría, calculadora pero con un brillo de burla que te hacía sentir insignificante a su lado. Era doloroso ver el parecido tan grande que tenía con mi hijo. 

Su mirada escanea cada centímetro de mi cuerpo, haciéndome sentir desnuda , vulnerable y con una necesidad, casi enfermiza, de salir corriendo. Era fuerte, sí, pero ante él me convierto en una chiquilla temerosa. 

-Mi hermosa Alessandra, por fin tengo el placer de hablar contigo -sonríe con dulzura- no me mal entiendas, Liane me parece encantadora pero no se compara contigo.  

No contesto. No podía lograr que las palabras salieran de mi boca. Aunque, una parte de nuestra relación había sido un auténtico infierno, él era la persona que más me conocía en el mundo. Nos conocimos cuando tenia diez años y luego nuestras familias nos obligaron a convivir cada minuto de nuestras vidas. Al principio el era un respiro de aire fresco, un amigo. Siempre fui una reina a su lado. 

Los problemas comenzaron cuando tenia 16 y sus celos y posesividad se volvieron insostenibles pero siempre fue bueno con las palabras y lograba manipularme para que me quedara a su lado o bien utilizaba la influencia de mi padre para lograr su cometido…, las cosas nunca volvieron a ser las mismas. No puedes crear un monstruo y esperar salir ileso…, mucho menos someterlo. 

Ladea la cabeza, comenzando a caminar hacia mi, quedando demasiado cerca de mi persona. Podía sentir su respiración chocar contra mi nariz mientras su mano acariciaba mi mejilla. Quería golpearlo, alejarme pero no podía lograr que mi cuerpo obedeciera las órdenes que mi cerebro le mandaba. Me odiaba por no poder evitar perderme en su mirada, despreciaba esos sentimientos que se negaban a desaparecer…, porque, aunque me doliera admitirlo y a pesar del inmenso daño que me había hecho…, una parte de mi aún seguía enamorada de aquel hombre, mientras otra parte tan sólo añoraba su muerte. El odio es un sentimiento demasiado fuerte y más aún cuando son creados a partir de las cenizas de un corazón que amó con una fuerza inmesurable. 

《Siento la mano de mi padre acariciar mi cabello mientras caminamos por el inmenso salón, sonriendo con cordialidad a todo el que se acerca a saludarnos.  

Aliso las arrugas inexistentes en mi vestido, dejando mis manos entrelazadas frente a mi. Espalda recta, la mirada al frente. Siempre perfecta. 

Nos detenemos y mi padre saluda a un hombre de porte imponente antes de girarse en mi dirección. 

-Querido amigo, permíteme presentarte a mi hija -exclama sonriente, mientras yo doy un paso en su dirección. El hombre me mira sonriente.- Alessandra D’amico.

Hago una pequeña reverencia con mi cabeza, como mi madre se había encargado de enseñarme.

-Un placer conocerlo -exclamó en voz baja y dulce. 

-Bonita y educada un partido perfecto- declara aquel hombre, ignorándome por completo. – Kesar Novikov y este es mi hijo -un chico un poco mayor que yo se coloca al lado de su padre luego de que este lo empujara levemente en mi dirección- preséntate -masculla entre dientes. 

El chico me mira y debo reprimir mi sorpresa al ver sus ojos. Eran extraños y realmente hermosos. 

-Nicolai Novikov -dice tomando una de mis manos para luego dejar un beso en mi dorso. 

Sonrío levemente. 

-Alessandra D’amico -Me presento sin despegar mi mirada de la suya. 

-Serán una pareja poderosa y traerán honor a nuestras familias -escucho a mi padre decir pero no le presto atención》 

-¿Cuánto tiempo ha pasado? -pregunto en un susurro. 

Sonríe. 

-Tienes tres semanas aquí conmigo -jadeo incrédula- Liane estuvo demasiado tiempo al control -me mira curioso- debió ocurrir algo realmente grave para haberte dejado tan débil. 

Aprieto la mandíbula sintiendo la ira bullir en mi interior, dándome la suficiente fuerza para contestarle. 

-Secuestraste a mi hijo -exclamo entre dientes- eso es más que suficiente para desequilibrar a cualquiera. 

Hace un sonido repetitivo con la lengua a modo de negativa. 

-Nuestro hijo, muñeca -toca la punta de mi nariz con su dedo índice- y tu no eres “cualquiera”  -sonríe- conozco cada parte de ti, soy amigo de algunos de tus demonios y creador de otros tantos…, no hay nada de ti que yo no conozca. Si no quieres decirme, está bien, pero no te atrevas a mentirme -besa mi nariz- sabes que odio que me mientas. 

《Observo a la chica frente a mi. Respiraba con dificultad por el dolor que sentía en ese momento aunado al terror. La podía reconocer, era una compañera del Instituto e hija de uno de los socios de mi padre por lo que desde pequeñas nos vimos obligadas a ser “amigas” cuando la verdad era que nos odiábamos.  

Yo no podía soportar sus chillidos por cualquier cosa ni los berrinches que montaba con tal de obtener un poco de atención por lo que intentaba mantenerme apartada de ella todo lo que me era posible. Por otro lado, ella me odiaba por el simple hecho de existir y deseaba tener todo lo que yo poseía. 

Normalmente no le prestaba atención pero su último capricho no lo pude pasar por alto. Mi novio, mi mejor amigo, él era mío y ella quería quitármelo. En un principio no quería llevar las cosas tan lejos y aun dudaba de querer hacerlo. 

Nicolai por el contrario estaba feliz de ver como dejaba que mi posesividad por él tomará el control. 

La veo forcejear contra los dos hombres que la sujetan frente a mi mientras sus gritos llenos de miedo y maldiciones hacia nosotros hacen eco por el lugar.

Nicolai se me acerca con una sonrisa

-Muñeca, puedes empezar cuando quieras -señala, tomándome por la cintura para luego besar castamente mis labios. 

Frunzo el ceño. 

-Hazlo tú, yo no quiero matarla. 

Sonríe con dulzura para alejarse y rodearme hasta quedar detrás de mi, pasando sus brazos por mi cintura y pegando mi espalda a su pecho. 

-Claro que quieres -besa mi cuello- mátala, mi amor -podía ver de reojo su sonrisa mientras su respiración chocaba contra mi cuello. 

Respiro profundamente. Veo como Nicolai levanta una de sus manos y un hombre, que no sabía de donde había salido, se acerca y deja algo en su mano antes de volver a alejarse. 

Toma una de mis manos y deposita aquel objeto sobre ella. El frio metal de la navaja contra mi piel me hace despertar un poco, haciéndome un poco más consiente de lo que ocurre a mi alrededor. 

-Enséñale lo que ocurre cuando una simple plebeya codicia lo que solo le pertenece a una reina.

Sus palabras se deslizaban como miel en mis oídos pero ya no tenían tanto efecto como antes. Sabía que me manipulaba, presionaba los botones correctos para causar las reacciones que el deseaba en mí.

 Y en momentos como este no me molestaba complacerlo. 

Los actos de aquella chica, mi desprecio hacia la misma y las palabras de mi novio eran más que suficientes para despertar al demonio dentro de mi. 

Siento como Nicolai apoya su barbilla sobre mi hombro y con una sonrisa torcida, lado mi rostro en su dirección para poder besarlo con posesividad para luego separarme de su cuerpo y acercarme a la muchacha mientras sujeto con firmeza la navaja en mi mano. 
Me acuclillo, quedando a su altura. Y comienzo a recorrer su mejilla con el filo de la navaja dejando un ligero rastro de sangre detrás. 

-No me agrada que toquen lo que me pertenece -susurro, clavando con mayor fuerza la navaja. 》 

Frunzo el ceño, molesta por el flujo de mis pensamientos. 

-¿Dónde está Luca, Nicolai? -exclamo con lentitud, mientras me alejo de él. 

Me mira con calma, demasiada calma. Tanta tranquilidad de su parte no era nada bueno, eso sólo significaba que estaba más cerca de perder el control por completo y yo necesitaba poner a mi hijo a salvo antes de que eso ocurriera.

Me da la espalda y camina hacia la puerta, deteniéndose poco antes de llegar para mirarme sobre su hombro. 

-Sígueme, quiero presentarte a alguien. 

-No me interesa conocer a nadie, Nicolai -digo- sólo quiero ver a mi hijo. 

Aprieta la mandíbula por unos segundos antes de volver a la normalidad. 

-El niño está con esa persona, muñeca -sonríe tenso antes de salir de la habitación conmigo siguiéndole los pasos.   

La misma madera oscura que había en la habitación de se encuentra en el resto de la pequeña edificación. Al salir, un pequeño pasillo me da la bienvenida seguido de una estancia apenas amoblada con un sofá de dos asientos frente a una chimenea. Las ventanas se encontraban cubiertas por cortinas gruesa que me impedían ver hacia el exterior. 

Controlo mi respiración mientras el me fui a por aquella pequeña casita hasta llegar a una puerta, alejada de la estancia. Saca un manojo de llaves del bolsillo de su pantalón y abre la puerta para luego hacerse a un lado he instarme a entrar primero. 

Lo miro cautelosa antes de acercarme al umbral notando unas escaleras. Un sótano. Sin esperar más tiempo comienzo a bajar, teniendo cuidado con cada escalón que debido a lo vieja que estaba la madera, se quejaba bajo mi peso.  

Una pequeña habitación se empieza a abrir pasó siendo iluminada por un bombillo de tono amarillento y en el centro, una mujer atada a una silla. Con la cabeza caída hacia el frente y su cabello negro y apelmazado por la suciedad cubriéndole el rostro. Por unos instantes pensé que estaba muerta pero el pensamiento se vio descartado al momento en que ligeros quejidos lastimeros salieron de su boca. 

Frunzo el ceño, he ignorando a la chica, paseo la mirada por la habitación buscando a la única persona que realmente me importaba.  

En una de las esquinas más alejadas, se encontraba un colchón tirado en el piso y sobre un pequeño bulto tapado por una cobija.  

-Creo que llegamos en un mal momento, parece que están dormidos -le escucho murmurar a mis espaldas. 

Doy un paso al y luego otro y otro hasta estar frente al colchón. Dubitativa, me agacho y acerco mi mano temblorosa al pequeño bulto, retirando la cobija que lo cubre.  

Mi pequeño yacía acostado en posición fetal mientras abrazaba sus piernas. Acaricio su melena, sintiendo como mis dedos se enredan es sus rizos ahora compactados por la suciedad. 

Se remueve para luego apartarse de mi, completamente asustado. Arrinconándose en una esquina del colchón y escondiendo la cabeza entre sus rodillas. 

Ahora podía ver un poco mejor su cuerpo y un deseo enfermizo de destruir el mundo se adueña de cada uno de mis nervios al ver los cardenales distribuidos por sus piernas y brazos mientras los sollozos de mi bebé eran la leña que avivaba el fuego en mi interior. 

-Luca, mi amor -susurro, acercándome un poco más a él- soy yo, soy mami. 

Lentamente saca la cabeza de entre sus piernas, restregando con su puño las lágrimas que caían por su rostros lleno de moratones y heridas. Trago grueso. 

-¿Mami? -exclama en un murmullo entrecortado, acercándose con cautela a mi.

-¡¡¡ALEJATE DE ÉL!!! -el grito me sobresalta al igual que a Luca quien se aleja lo poco que había avanzado hasta regresar a la esquina. Aprieto mi mandíbula con fuerza girando mi cuerpo en dirección de la voz- NO TE ACERQUES AL ÉL -las voz se le corta por el llanto- ES TAN SÓLO UN NIÑO, NO LE HAGAN MÁS DAÑO. 

Me incorporo, aturdida por los gritos de aquella mujer que no dejaba de forcejear con las ataduras. Frunzo el ceño, había algo en ella que se me hacía familiar pero las magulladuras y la suciedad en su rostro me complicaba la tarea de reconocimiento. 

-Muñeca, ella es la persona que quería presentarte -exclama con suavidad sin despegar la mirada de la mujer. 

Es la hermana de Akram -susurra una vos en mi mente. 

-¿Quién es? -deseaba escuchar su respuesta y aún mas, saber que tan al tanto pensaba que yo estaba.  

-Nessa Giadala hija de un antiguo…-sonríe con amargura- amigo de mi padre. ¿Sabes? Me la encontré por mera casualidad cuando fui al restaurante donde trabajabas. Realmente no tenía planeado encargarme de ese…, asunto en ese instante -Se ríe mientras el cuerpo de Nessa se tensa y su llanto no hace más que crecer- dos pájaros de un tiro.

No entendía para que me decía todo esto como tampoco terminaba de entender que problemas podía tener la familia Novikov con los Giadala. Pero eso no era lo que me tenía con los nervios de punta, sin contar el hecho de que tenía a mi hijo herido y llorando en una esquina. Su mirada, había algo en ella que me daba un mal sabor boca. 

Desde que había comenzado a hablar no había despegado la mirada de Nessa. En ella, en sus ojos, un odio insano se dejaba ver mezclado con lo que parecía…,amor. 

Frunzo el ceño ante aquella revelación y las consecuencias que traería. Conocía esa mirada. 

-Bien por ti -digo, alejando su atención de ella y atrayéndola a mi- y ¿en que momento te enamoraste de ella?. 

Me mira con una ceja arqueada para luego ser remplazado por un gesto de culpa. 

-No deseé que fuese así, mi amor -aseguró, confirmando mis sospechas- me acerqué a ella para cumplir con las órdenes de mi padre y antes de poder darme cuenta, está…,- su mirada se oscurece siendo empañada por la ira- ¡esa maldita perra me engatuso! ¡¡ELLA ME QUERÍA ALEJAR DE TI, DESEABA QUE LA AMARA CUANDO TU ERES LA UNICA MUJER A LA QUE AMO!! -respira aceleradamente, su furia cada vez era mayor. Inhala y exhala hasta lograr calmarse- cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me la lleve lejos para poder castigarla por su atrevimiento y hasta ahora está recibiendo su merecido. Iba a matarla pero decidí que tu eras la única con derecho de hacerlo. -Me mira con los ojos cristalizados- jamás quise serte infiel, muñeca. Por favor perdóname. 

Los llantos de Nessa aumentaron mientras los de mi hijo habían cesado del todo, ahora sólo podía escuchar pequeños gimoteos de su parte. 

Necesitaba calmarme, pensar con la cabeza fría ya que en este estado Nicolai era mucho más peligroso e inestable. Por ahora, él no me haría daño, su ira estaba dirigida a “la culpable” de su supuesta infidelidad, debía conseguir la manera de que tanto Nessa como Luca salieran de aquí. Aún sabiendo que su ira colisionaría contra mi. 

No me importaba el costo, debía salvar a mi bebé y a la hermana de Akram. Se los debía. 

-Golpeaste a Luca -susurro. Necesitaba que su sentimiento de culpa creciera. 

Me alejo del colchón, acercándome a él.  

-Lo lamento, el niño no dejaba de llorar y tuve que mostrarle un poco del entrenamiento que nos dieron a nosotros -Me tenso- lleva dos importantes apellidos, no podemos permitir que sea débil. 

-Es un niño -mascullo entre dientes. 

-Nosotros también lo éramos -desvío la mirada, intentado calmar mis emociones- lo criaremos para ser un digno heredero nuestro, muñeca. 

-No tenemos la misma idea de crianza, Nicolai -suspiro- no quiero seguir hablando de esto frente a ellos. 

Asiente. 

-Vamos a mi recámara y hablaremos más tranquilos – exclama con calma antes de abrazarme. Apoyo mi barbilla sobre su hombro mientras recorro el lugar con la mirada para luego alejarme de él. 

Lo veo comenzar a revisar sus llaves. 

-Déjale la puerta abierta a nuestro hijo -inquiero, sintiendo como las palabras quemaban mi garganta mientras su mirada se vuelve cautelosa- estoy segura de que cerraste todos las puertas y ventanas de este lugar, él no irá a ningún lado, es sólo un niño. Y la chica está muy débil, no podrá hacer nada. -digo en voz alta, sin llamar su atención.

-De acuerdo, mi amor -sonríe, para luego acariciar mi mejilla- puedes despedirte del niño, lo más probable es que no salgamos de mi recámara hasta mañana. 

Reprimo las náuseas que sus palabras me causan para luego asentir y acercarme a Luca. 

Con cuidado lo tomo entre mis brazos para estrecharlo con fuerza contra mi, dejando besos en su cabeza. 

-Mami, quiero irme a casa -exclama en un susurro. 

La respiración se me corta y el nudo en mi garganta crece. 

-Lo sé, mi amor, pero ahorita necesito que seas fuerte y más valiente de lo que has sido nunca -susurro, separándose levemente de él- se un niño bueno y quédate tranquilo, no debes temerle a los monstruos. -exclamó, secando las lágrimas de sus ojos. 

-Tengo miedo, mami. 

-No temas, siempre voy a protegerte -beso su frente- nunca dejaré de amarte -suspiro- ahora yo me voy a ir un rato y quiero que, mientras tanto, juegues a policías y ladrones. 

Sus ojos brillan. 

-¿Ahora? -pregunta. 

Beso su frente y asiento. 

-Sí, eres el ladron -su mirada se desvía rápidamente a Nessa para luego mirarme con una pregunta silenciosa- si, mi amor…, te amo muchísimo y estoy muy orgullosa de ti. 

Me abraza con fuerza antes de soltarme, con sus ojos llenos de lágrimas y un gesto de resignación surcando su mirada. 

-Yo también te amo muchísimo, mami. 

Me levanto y me acerco a Nicolai para comenzar a subir las escaleras, no sin antes darle una última mirada a mi pequeño rayito de luz. 








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