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Capítulo 51

-Se acabaron las preguntas -respondo más tosca de lo que quería pero no me encuentro de humor como para retractarme. Me incorporo para dirigirme a la nevera ejecutiva a por una botella de agua. Necesitaba calmarme, relajarme, contarle  aquella historia a Akram me había traído malos recuerdos, recuerdos con los que no estaba dispuesta a lidiar.

No podía, había pasado demasiado tiempo sin poder superarlo, sin poder ver a Alonzo a la cara aunque era consiente de que él no era culpable de nada de lo que había ocurrido durante esos tres días. Había pasado mucho tiempo sanando, olvidando y ver como todo ese trabajo se derrumbaba ante el simple recuerdo…, me dolía, me lastimaba ver que de cierta forma jamás logre superarlo, nunca logre perdonarle del todo.

Respiro profundo al sentir el característico ardor en los ojos que me advertía de las lágrimas que suplicaban su liberación. Este no era el lugar ni el momento para derrumbarme, mucho menos por algo que no podía cambiar.

El sonido de la madera al ser golpeada me saca de mis cavilaciones. Observo la puerta con los ojos entrecerrados, se que aún no es la hora para la reunión y hasta donde sabía, Akram no tenía ninguna otra cita. Hago una mueca con mis labios y volteo a ver a Akram con una ceja arqueada, extrañada al notar que no había reaccionado.

Otra vez me estaba mirando -pienso con una pizca de gracia.

Le hago un gesto con mi mano consiguiendo que por fin reaccione.

Suspira.

-Adelante -exclama con seriedad mientras arregla su saco.

La puerta se abre y la primera persona en entrar es el detective O’Brien seguido de otro hombre; alto y de cabellera negra, no logro  distinguirlo bien ya que el detective me obstruye la vista. 

-Buenas tardes, señor Giadala -saluda el detective O’Brien mientras el otro hombre se queda con la mirada hacia al frente con un ligero gesto de aburrimiento. De reojo noto como Akram se levanta de su asiento mientras el detective se acerca a él.

Escucho a lo lejos como se presenta ante él pero lo que llama mi atención es el apellido de aquel sujeto que lograba alterar mis nervios con su sola presencia. Tenía la molesta sensación de conocerlo pero no lograba hallarlo entre mis recuerdos.

¿De dónde lo conozco? -Pienso con molestia.

Aprovecho que aún no me hayan notado para poder observar un momento más al supuesto detective. Porque eso si lo tenía claro, no era un detective o al menos no siempre lo fue. Ruedo los ojos, hastiada de mis intentos para poder darle una identidad a aquel intento de detective y me decido por hacerme notar por este dúo de incompetentes.

-Intentaré no sentirme ofendida por no notarme, detective O’Brien -exclamo con calma, haciendo que ambos hombres se volteen en mi dirección un tanto sobresaltados. 

Fuerzo una sonrisa tensa en mis labios y camino hacia Akram, deteniéndome en un costado del escritorio  y apoyando mi cadera en el mismo.

Observo a O’Brien mirarme con incomodidad mientras su compañero se mantiene unos pasos detrás de él con una sombra de burla en su mirada.

Si que me conoces, idiota.

-Le ofrezco una disculpa de nuestra parte señorita Palmieri, no era nuestra intención ofenderla.

-Descuide, pero dígame ¿en qué podemos ayudarlos? -pregunto, dando a entender que no me movería de este lugar.

Podía notar como mi presencia les molestaba. Ellos vinieron a ver a Akram y solo a Akram, el que yo esté presente no estaba en sus planes…, ahora la pregunta era ¿para qué?.  Por un momento pensé que podría tratarse de los detectives que nos han estado montando cacería a las afueras del edificio de Alonzo pero la idea fue descartada casi de inmediato.

Si hubiesen sido ellos sabrían que Akram y yo salimos juntos del edificio y el carro que estuvo siguiéndonos todo el camino, y que estoy segura sigue afuera del bufete, sabe que yo estoy con él.

Estos idiotas no poseían esa información.

 -Queremos hacerle algunas preguntas al señor Giadala sobre la desaparición de la señorita Denisse -exclama O’Brien con seriedad.

-¿Mi secretaria? -pregunta Akram con confusión-  disculpen mis modales, por favor tomen asiento.- Me incorporo mientras ellos se acercan y me acerco a Akram hasta quedar a su lado. Veo a los dos hombres sentarse y a Akram imitarlos. 

Escucho como las preguntas y respuestas van y vienen entre ellos mientras observo con disimulo a Parazzo quien por el contrario me mira con completo descaro. Había algo en él que no me concordaba, como si algo no estuviese o tal vez como si hubiese…, cambiado. Por supuesto.

Lo miro nuevamente pero esta vez con más seguridad, ya que sabía que “no” debía buscar y luego de unos cortos segundos logre dar con la repuesta. Todo estaba mal, desde el color de su cabello y ojos, hasta ciertos rasgos faciales que bien podrían haber cambiado por el pasar del tiempo o puede que hayan sido modificados con cirugía.

-¿Y usted? – pregunta O’Brien  y para mi suerte le estuve prestando la suficiente atención a su conversación como para que no me tomará desprevenida- ¿tuvo alguna relación con ella?.

El recuerdo vago de la secretaria de Akram llega a mi mente.

-No, la vi pocas veces y nunca intercambiamos más que las palabras necesarias -admito con sinceridad. Nunca había tenido mayor contacto con esa mujer.

-Perdóneme, ¿Qué relación tiene usted y el…, señor Giadala? -pregunta Parazzo con la mirada fija en mi. Su pregunta estaba bañada en curiosidad y burla. Sabía que lo había descubierto o al menos tenía la ligera sospecha.

Mi mente trabaja a gran velocidad para buscar una respuesta que me fuese de utilidad y es justo cuando recuerdo que Akram dejó su arma en el carro con la excusa de que tenía una en su oficina, que me decido por una respuesta que cubriría mi actuar. Paso mi mano al hombro de Akram y empiezo a jugar con el cuello de su camisa de manera distraída.

-Somos pareja -respondo con un tono meloso en mi voz. Puedo sentir como Akram se tensa levemente antes de volver a la normalidad.

-Vaya, creía que usted y el señor Caruso tenían una relación -exclama con ironía. 
Akram posa su mano en la mía dejándome movilidad en alguno de mis dedos. No me decepcionas Giadala. Pienso con una sonrisa interna y me concentro en darle mi mensaje. Con pequeños golpecitos comienzo a comunicarme con él a base del código Morse.

-No te alteres. Parazzo trabaja para mi padre.
La mano de Akram se tensa sobre la mía.

-No sé porque creería eso- exclamo con un fallido intento de dulzura mientras mi voz destila el veneno más puro. El que haya sacado a Alonzo al tema me sacaba de mis casillas.

Observo a O’Brien reacomodarse en su asiento y bajar la mano del escritorio.

¿Dónde está tu arma?- le pregunto a Akram mientras con movimientos suaves me siento en su regazo sin soltar su mano en ningún momento. El coloca su mano libre alrededor de mi cintura mientras acerca la silla un poco más al escritorio. Bajo la mirada en un gesto inocente y observo el lugar en la parte interna del escritorio donde Akram me señala. 

Una vez ya tengo mi objetivo en la mira, levanto la mirada y me acomodo en su regazo para poder tomar el arma sin que nadie me vea. Dejándola entre mis piernas.

 -Bueno, es normal pensar eso si pasa tanto tiempo con el señor Caruso -inquiere O’Brien serio. Todo su cuerpo se encontraba en absoluta tensión mientras sus ojos no dejaban de vagar por la habitación, quedándose menos de 5 segundos en cada punto. Estaba nervioso y eso era bastante claro.

Por el contrario, su compañero se mantenía con una máscara de completa indiferencia, casi podía pensar que nada era capaz de perturbarlo…, casi. No había pasado toda mi vida siendo entrenada como para caer en una actuación tan lamentable. Estaba asustado, en un estado de alerta permanente y justo ahora estaba a nada de estallar.

Lo recordaba. El siempre había sido muy volátil y por ende cometía más errores que cualquier otro. Y eso él lo sabía, por esa razón tenía tanto miedo. Estaba seguro de que podía fallar, aun mas ahora que se agregaba un número más a su fórmula.

Él era consiente de que no podría hacer nada contra mi. Y es que su plan y meta eran Akram. Y no porque Akram fuese un objetivo fácil, porque no lo era en lo absoluto. La diferencia se encontraba en que eso ellos no lo sabían. No tenían idea de que tan peligroso era Akram y por eso mismo se confiaron. Quisieron jugar con demonios y se toparon con el mismísimo diablo…, lo más divertido es que aun no se dan cuenta.

Van a atacar. Toma el arma que está en mi espalda.

-Son amigos, eso es normal -exclama con tranquilidad- lo que no es nada normal es lo mucho que parecen conocer la vida de mi novia -la voz tosca de Akram retumba en mis oídos mientras la palabra novia se repita de manera consecutiva en mi mente.

Siento su mano pasar de mi cintura hasta mi espalda y tomar la pistola de la culturilla del pantalón. Mi cuerpo se tensa ante la adrenalina.

-¿Pensavi che non ti avrei riconosciuto? -pregunto sintiendo la ira correr por mis venas.

Me mira con sorna antes de contestar.

-Speravo che l’avresti fatto, piccola principessa -pronuncia con burla.

Ahora. Le doy la señal a Akram y me levanto con gran rapidez de su regazo, sacando el arma y apuntándole a O’Brien mientras Akram le apunta a Parazzo a la vez que ellos nos apuntan a nosotros.

Desvío la mirada hacia la puerta cuando la escucho abrirse dejándome ver a el nieto del señor Marco entrar con la mirada fija en su celular. Parazzo no pierde el tiempo y apunta su arma en su dirección.

-Disculpe la intrusión, su secretaria no se encuentra y ….- Por fin levanta la mirada y se queda de pie en la entrada pasando su mirada entre los presentes.

Ruedo los ojos fastidiaba con el extraño humor que se cargaba el destino. Esto era lo que nos faltaba.

-Termina de entrar y cierra la puerta -ordena Parazzo aun apuntándole con el arma. 

Por alguna razón, Lombardo deja su mirada clavada en mi, sin reaccionar solo mirándome con una mezcla de preocupación y tristeza tiñendo sus ojos.

Frunzo el ceño, incómoda por la penetrante mirada y sin saber que más hacer, asiento indicándole que obedezca. 

Realiza una mueca en los labios antes de girarse con lentitud y cautela para cerrar la puerta mientras un arma sigue apuntando a su cabeza. Miré de reojo a Akram quien ya tenía su atención puesta en mi. Su molestia era bastante obvia y lo entendía, ya de por sí la situación que manejábamos era bastante delicada como para añadir otro problema al asunto…, y más uno que ponía en riesgo la fachada de hombre de ley que Akram tanto se había esforzado en construir.

Reprimo un suspiro mientras observo a Parazzo tomar del brazo a Lombardo, obligándole a alejarse lo más posible de la puerta hasta dejarlo sentado en la silla en la que anteriormente estaba sentado. Dejándolo así, en medio de la línea de fuego.

Una estrategia bastante peligrosa, en mi opinión. Nada les garantizaba que aquel hombre significará algún tipo de impedimento para nosotros.

Parazzo se pasea por la oficina de manera casi frenética mientras O’Brien sigue apuntándonos, específicamente a mi.

-Debo admitir que no esperaba verte de nuevo , mucho menos tan pronto -aclara, Parazzo, tomando un libro de uno de los estantes para regresarlo a su lugar luego de darle una rápida ojeada, desviando su mirada hacia mi.

Arqueo una ceja, mientras bajo el arma.

-Debo admitir que esperaba que estuvieses muerto -exclamo con seriedad- ¿Sigues siendo la mascota de mi padre o ya cambiaste de dueño? -pregunto con sorna mientras observó con satisfacción como su rostro adquiere un color rojizo ante la ira que lo embarga.

-Cierra la boca, perra -masculla entre dientes, dando un paso en mi dirección- voy a disfrutar viendo como te torturan. -sonríe con malicia- te arrancarán todo lo que posees y tu solo podrás mirar como corre la sangre de todos tus seres amados. -exclama entre dientes.

Le regalo una sonrisa vacía mientras sus palabras se cuelan en mi mente. No lo admitiría en voz alta pero sus palabras me habían afectado más de lo que deseaba, no le temía a él o a su compañero, no eran más que pequeños estorbos en mi camino. Lo que realmente me preocupaba era la verdad que había en esa amenaza y los protagonistas de la misma. 

No era una sorpresa que mi padre y Nicolai estuviesen detrás de todo esto. Aunque no terminaba de entender que tenía que ver Akram en sus planes.

-¿No dirás nada? -pregunta Parazzo con burla. Me encojo de hombros con total calma mientras intento encontrar alguna manera de salir de este problema sin crear uno más grande.- Bien, veamos si sigues siendo la reina del hielo luego de esto -saca su celular del bolsillo trasero de su pantalón para marcar y luego colocárselo en la oreja. Pasan unos pocos segundos antes de que vuelva a hablar-  ¿están con el primer objetivo? – me inquieto ante su pregunta, temiendo de su significado- De acuerdo, pueden comenzar. Notifica al segundo grupo para que ingresen -ordena y cuelga el teléfono mientras una sonrisa parecida a la del gato de Cheshire aparece en sus labios.
Intento mantener la calma haciendo uso de toda mi fuerza. El lugar se queda en silencio mientras miradas van y vienen entre los presentes. Observo como O’Brien se tensa aun mas de lo que estaba antes mientras sujeta con fuerza el arma en sus manos. Akram, quien había bajado su arma desde hace unos minutos, recorre la mirada por el despacho buscando cualquier indicio que le diera la alerta para atacar mientras Lombardo se mantenía sentado con la mirada fija en el piso, sin mover un solo músculo. No parecía asustado, tampoco incómodo con la situación…, se veía como quien contempla las horas pasar; expectante, impaciente y un tanto aburrido.

El sonido de disparos seguido de gritos llama nuestra atención, logrando que Lombardo levante la mirada y la deje fija en la puerta. Casi al instante que comienza el bullicio el timbre de mi celular comienza a sonar indicando una llamada entrante.
Siento como mi respiración se queda atascada por unos segundos mientras un mal presentimiento se instala en la boca de mi estómago.

-Deberías contestar -exclama O’Brien con la voz tensa.

Veo mi celular sobre el escritorio con el nombre de Enrico abarcando una parte de la pantalla. Sin esperar más tiempo, me inclino sobre el escritorio y con mi mano libre tomo el teléfono mientras que con la otra sujeto con mayor firmeza el arma.

La llamada termina y al instante vuelve a entrar otra con el mismo nombre en el identificador. Contesto con la mayor rapidez de la que soy capaz.

El sonido de cosas cayendo y de las armas al ser disparadas fue lo primero que escuche. Mi corazón latía a una velocidad preocupante hasta que escuche la voz de mi hijo y sin más se detuvo al igual que todo a mi alrededor.

-Alessandra están atacando el edificio, entraron al departamento y…- se queda en silencio mientras el sonido de disparos se escucha más cerca.

-¿Enrico?....Enrico -lo llamo intentando ocultar la desesperación de mi voz. Escucho a la lejanía como Luca llora mientras Gastón le pide que se quede junto a él.

-Mierda…, Alessandra ¿Dónde están?.

-Estamos en el bufete…, ¿Dónde están ustedes? ¿Cómo está Luca?.

Akram mantiene su mirada fija en mi sin perder de vista a Parazzo y O’Brien, quienes miran todo con un aire expectante.

-Estamos en la oficina de Alonzo, apenas logramos reaccionar cuando entraron, todo ocurrió muy rápido…, Gastón está herido pero estable y Luca está bien dentro de lo que cabe -suspira- está asustado. No se cuantos hombres hay afuera.

Aprieto la mandíbula con fuerza.

-¿Dónde estás tú? -pregunto con seriedad mientras siento el mango de la pistola clavarse en mi piel ante la fuerza que ejerzo al sujetarla.

-En la puerta de la oficina, le disparo a todo el que pueda ver desde aquí pero siguen llegando más -resopla.

Asiento con lentitud ante el panorama que tenía enfrente.

-De acuerdo -acomodo mi dedo en el gatillo- cierra la puerta, resguárdense -me muevo con calma, hasta tener en la mira mi objetivo- Dame quince -termino por decir y cuelgo la llamada.

Antes de siquiera poder dar un seegundo respiro levanto mi brazo con el arma y con dos disparos certeros en la frente…, elimino de una vez por todas a esos estorbos en mi camino que ya no me servían de nada. Su destino había estado escrito desde el momento que decidieron atravesarse en mi vida.

Akram observa la escena con fascinación sin preocuparle el infierno que se estaba desatando fuera de esta oficina.

Me agrada ese psicópata- exclama con dulzura aquella voz en mi mente.

Podía sentirla con más fuerza que antes. Podía sentir como se alimentaba del caos y de la sangre que estaba siendo derramada. Ella estaba tomando más fuerza y eso solo significaba que tenía poco tiempo antes de que ella tomará el control. 

Inhalo y exhalo  varias veces en busca de un autocontrol que en estos momentos no poseía. Miro a Lombardo quien mantiene la mirada fija en el cadáver a su lado.

-Levántate -le ordeno. 

Me mira confundido mientras se pone de pie lentamente.

-Va a ser difícil salir de aquí…, los disparos aun se escuchan un poco lejanos lo que nos da unos minutos de ventaja -explica Akram mientras toma las armas del piso- no podemos salir por el ascensor…, nos quedan las escaleras de emergencia -hace una pausa, guardándose una de las pistolas en la cinturilla del pantalón mientras se acerca a Lombardo y le extiende la otra- tómala -le exige al ver que se le queda viendo con el ceño fruncido.

-Vendrás con nosotros y vas a necesitarla -le digo mientras me hago una coleta para evitar que mi cabello me estorbe.
Hace una mueca con los labios antes de tomarla de mala gana.

Escucho a Akram explicarle como utilizarla mientras me concentro en escuchar los sonidos de el exterior.

-Mantente siempre entre Alessandra y yo sin estorbarnos a la hora de disparar -inquiere Akram con seriedad- y procura mantener la maldita pistola lejos de nosotros…, no queremos heridos y menos por una idiotez- señala, siendo notorio el malhumor que se cargaba en estos instantes.

Lombardo lo fulmina con la mirada.

-No soy idiota -exclama entre dientes.

Ruedo los ojos, acercándome a ellos.

-No podemos tomar las escaleras de emergencia principales -señalo- Alonzo me enseñó los planos del lugar. Al final de este piso, yendo en sentido contrario al ascensor, justo al lado de un cuarto de servicio hay unas escaleras de emergencia que llegan hasta el sótano.

Akram asiente.

-Esas no están habilitadas, tienen demasiados escombros -hace una pausa- pero podemos pasar por ahí. Pero en el primer piso se acaban, hubo un pequeño derrumbe y esa zona está completamente cerrada por los escombros. Debemos salir y llegar hasta las principales y de ahí bajar al sótano.- dice quitándose el saco y sacando las llaves de su carro de uno de los bolsillos para luego arremangar las mangas de su camisa.

Se acerca a la puerta y se queda esperándonos mientras yo instó a Lombardo a caminar. Akram me mira y tras unos segundos ambos asentimos y el abre la puerta.

La estancia se encuentra vacía aunque se escuchan con mayor intensidad los disparos y los gritos llenos de terror inundando el ambiente. Con pasos rápidos caminamos hasta el punto indicado pero justo en una esquina escuchamos voces, haciendo que nos quedemos pegados a la pared. 

Esperamos que se fueran ya que no teníamos suficientes municiones como para ir disparando a diestra y siniestra. Tomo la muñeca de Akram y veo la hora en su reloj, habían pasado 4 minutos…, el tiempo corría y no estaba precisamente a mi favor.

Hastiada de seguir esperando me adelanto quedando frente a Akram. Con cautela me asomo por el borde de la pared y observo a tres hombres revisando la zona.

Nuestro querido padre sabe lo que creó -inquiere aquella insidiosa voz al notar lo armados que se encuentran aquellos hombres.- Divirtámonos Alessandra -exclama con dulzura.

Una sonrisa ladeada aparece en mis labios mientras siento como mi cuerpo tiembla de ansias. Casi nunca ocurría, era casi imposible que las dos pudiésemos coexistir al mismo tiempo sin terminar hiriéndonos …, pero en momentos como esté, en los que sentía como mi mente, mis emociones y mi cuerpo se dividían y eran controlados por ambas era cuando sabia que las calles se bañarían en sangre. Juntas éramos más fuertes, imparables…, pero siempre llegaba el momento en el que una quería o necesitaba tomar el control de todo y las emociones y pensamientos se mezclaban entre si; confundiéndonos…, era como intentar juntar dos imanes con polos iguales.

Salgo de mi escondite, ignorando las quejas silenciosas de Akram, y corro hasta el hombre más cercano quien apenas me ve, apunta su arma en mi dirección. Con gran agilidad pateo el arma haciendo que caiga al piso, mientras el intenta entender que ocurrió, me acerco y rodeo su cuello con mi brazo dejándolo frente a mi como escudo ante las balas que arremetían contra mi.

De reojo observo a Akram salir aprovechando su distracción para dispararle a los dos hombres restantes en el cráneo. El sonido seco de los cuerpos inertes al chocar contra el piso hace eco en mi mente causándome una leve migraña.

-Tomemos las armas y sigamos -ordena Akram- la próxima avísame, Alessandra. Somos un equipo y de esa manera debemos trabajar, no llegaremos a ningún lado si cada uno hace lo que se le de la jodida gana -reprocha con sequedad mientras tomaba la correa con diferentes armas de fuego, blancas y municiones en ellas. 

Lo imito sin pronunciar palabra. Una vez terminamos nos ponemos en marcha, pasando por diferentes pasillos desiertos, hasta llegar a nuestra meta. Una estancia vacía con dos puertas; en la pared más alejada a la derecha con el cartel de conserjería y justo a su lado con unos dos metros de distancia se encuentra la salida de emergencia.

Akram se acerca y comienza a forcejear con la manilla hasta que logra abrirla, causando que una nube de polvo se esparza el aire. Desde donde estoy veo la completa penumbra al otro lado de la puerta.

Suspiro, tomando una de las armas que le habíamos quitado a aquellos hombres, una con una linterna incorporada. La enciendo y le hago una seña con la cabeza a Lombardo para que camine al frente. Una vez nos posicionamos y Akram enciende la linterna de su arma, nos adentramos al lugar cerrando la puerta detrás de nosotros.

Toso un poco por la cantidad de polvo que hay mientras bajamos las escaleras, esquivando los escombros que obstaculizan nuestro camino.

-No entiendo como no mandaste a arreglar este lugar -le recrimino a Akram mientras quito una telaraña que el no se había molestado en quitar.- esto es ridículamente peligroso.

Una risa falta de gracia sale de sus labios.

-Ridículamente peligroso -repite saboreando las palabras en su boca – lo dice quien se lanzó contra tres hombres armados hasta los dientes.

Bufo ante el tono irónico que empleó.

-Estoy perfectamente entrenada -señaló lo obvio- no me iba a lanzar si hubiese pensado que no podría contra ellos.

-Como sea, no pienso discutir contigo -exclama con tedio.

-No respondiste mi pregunta -inquiero pasando por encima de lo que parecía basura y escombros.

Resopla.

-Es personal y no pienso hablarlo con un extraño escuchándonos.

-Vaya, así que si se acuerdan de que estoy presente -exclama Lombardo con falsa alegría- ¿Será que alguno me puede explicar que demonios está ocurriendo? -pregunta con molestia.

-No -décimos Akram y yo al mismo tiempo.- sin preguntas, tu solo sigue caminando -ordena Akram con seriedad.

Parece que va a objetar pero se decide por mantenerse callado.

Las escaleras no parecían tener fin y yo comenzaba a impacientarme. Necesitaba llegar al edificio, debía salvar a mi bebé y todo parecía estar en contra de mi cometido.

-Tengo una duda -admite Akram, rompiendo el silencio- No es una sorpresa que Alonzo tenga unos planos del edificio pero ¿para qué te los enseñó?.

Miro con desagrado como una araña gigantesca hace su recorrido por la pared mientras yo me acerco al barandal en un intento de alejarme lo mayor posible de ella. No es hasta que me alejo lo suficiente que me decido a contestar.

-Nos gusta estar preparados para cualquier eventualidad -explico con simpleza.

Lombardo carraspea, llamando nuestra atención.

-Me gustaría al menos saber a donde vamos -inquiere con molestia- no me agrada la sensación de estar siendo secuestrado.

Ruedo los ojos.

-No estas siendo secuestrado -susurro con tedio.

-Tal vez te agradaría más quedarte aquí y lidiar con los hombres haya afuera ¿no? -dice Akram- Te salvamos la vida, deberías estar agradecido.

-¿Me salvaron la vida? -se ríe sin gracia- debo admitir que me sorprende que no me hayan matado por el simple hecho de haber visto sus verdaderas caras…, pero algo me dice que no me van a dejar ir tan fácilmente.

Bufo con molestia, dándole un leve empujón en la espalda para que camine más rápido.

-Alessandra -me llama Akram.

-¿Qué?.

-¿Por qué lo estamos manteniendo con vida? -pregunta intrigado- él tiene un muy buen punto y sinceramente esto de hacer de niñera no me sale. Al único que aguanto es a Luca -admite causando que una pequeña sonrisa aparezca en mis labios.

Abro la boca para contestarle pero vuelvo a cerrarla al no tener una respuesta. En realidad no tenía idea de porque no lo matábamos y ya. Sería más sencillo y nos evitaríamos correr el riesgo de que nos delatara. Pero por alguna razón que desconocía, no deseaba hacerle daño, de hecho, sentía la fuerte necesidad de protegerlo. Tal vez fuese por el señor Marco y el cariño que le tenía lo que me hacía sentirme de esa manera.

Frunzo el ceño.

-Tu le diste un arma para defenderse -inquiero a la defensiva.

-Tu le pediste que se levantara, si lo hubieses querido muerto le hubieses disparado al igual a los otros -señala con obviedad.

Me quedo en silencio. Seguimos bajando escaleras, esquivando obstáculos e insectos por lo que me parecieron horas antes de llegar al final del camino. Justo frente a nosotros se encontraba la continuación de la escalera; con una cantidad mucho mayor de escombros, el barandal a duras penas se mantenía en pie y el piso se encontraba lleno de grietas, una más grandes que otras y a un costado se encontraba la puerta.

-Lombardo, ayúdame a quitar esto -pide, señalando lo que sea que estuviese obstruyendo la entrada.

Los observo trabajar mientras reviso que mi arma este cargada. Los disparos y gritos se escuchaban con gran fuerza desde el otro lado de la puerta, dándome un indicio de lo que nos esperaba.

-Bien, sigue las indicaciones que te di y por nada del mundo te separes de nosotros – le dice Ajena a Lombardo, mientras saca las llaves de carro de su bolsillo para luego extender las en mi dirección.

Las tomo, arqueando una ceja.

-Tu irás adelante, yo voy a cubrirte.

Asiento y guardo las llaves en el bolsillo de mi pantalón. Suspira para luego ejercer fuerza sobre la puerta hasta dejarla entreabierta. 

Me posiciono al frente mientras Akram se acomoda detrás de Lombardo y abro la puerta siendo recibida por el caos. Sin esperar más comienzo a correr disparándole a todo el que estuviese armado. Gente corría de un lado a otro sin ningún sentido; esquivando a los tiradores mientras intentaban no tropezar con los cadáveres que hacían en el suelo…, muchos de ellos siendo de los hombres de seguridad. 

 Tiro el arma una vez se queda sin municiones y tomo otra con rapidez para disparar contra el hombre que se venía contra mi. Empujo a varias personas que se atraviesan en mi camino mientras escucho a Akram apresurar a Lombardo para que ocurriese más rápido. Esa era mi manera de saber que estaban cerca, entre toda esta cantidad de gente era muy sencillo perderse.
Veo la salida de emergencia a unos cuantos metros de distancia por lo que aceleró el paso pasando por encima de varias personas que se habían caído o bien ya estaban muertas. Cuando estoy a un metro de distancia me detengo para verificar que sigan detrás de mi.

-¡¡¡AKRAM, APARTATE!!! -le gritó y el no tarda en sujetar a Lombardo de un brazo para hacerse a un lado. Dándome espacio para poder dispararle al hombre que venía detrás de ellos.

Me doy la vuelta, abro la puerta he ingreso sujetándola para que ellos entren. Una vez todos estamos adentro, comenzamos a correr escaleras abajo. Nos detenemos al escuchar la puerta de arriba ser abierta con fuerza para luego por las voces y los pasos apresurados de varias personas.

-Vámonos -susurro, comenzando a bajar las escaleras.

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Abro la puerta y salimos, escuchando las voces cada vez más cerca.

-Voy a buscar el carro, quédate aquí he intenta entretenerlos el mayor tiempo posible -exclamo hacia Akram.

-De acuerdo, apresúrense -dice dándose la vuelta para quedar detrás de un vehículo, viendo hacia la puerta.

Junto a Lombardo corro por el estacionamiento. Para nuestra desgracia la escalera de emergencia y el lugar donde habíamos aparcado el carro tenían una distancia considerable. Distingo a lo lejos el carro de Akram y sacó la llave para presionar el pequeño botón y abrirlo. 

-Quédate en los asientos traseros -le ordeno apenas llegamos y me adentro en el asiento del conductor.

Enciendo el carro y una vez él cierra la puerta, salgo del aparcamiento y acelero. A la distancia escucho los disparos y luego veo a Akra un poco más lejos de donde estaba, mientras dispara a un grupo de personas que se cubren detrás de un carro.

Toco la bocina mientras me inclino para abrir la puerta del copiloto. Detengo el auto cuando ya estoy cerca y en cuestión de segundos Akram salta al interior del carro y yo arranco a gran velocidad, saliendo del estacionamiento y adentrándome a las calles de New York.

-Nos están siguiendo -exclama Lombardo desde el asiento de atrás.

-¡¿Qué?! -Akram se gira en su asiento para ver por la ventana trasera- Mierda, dame tus armas Alessandra.

Con una mano me quito la correa llena de armas para entregárselas, quedándome solo con una. Miro atreves del espejo retrovisor como cuatro camionetas negras nos siguen muy de cerca. Suspiro.

-Sujétense -aviso antes de acelerar y girar el volante para cambiarme de carril. Veo como una de las camionetas siguen de largo al no poder detenerse por la velocidad mientras las otras tres seguían detrás de nosotros.

-¡¡¡NOS VAS A MATAR, ESTAMOS EN EL CARRIL CONTRARIO!!! -grita, Lombardo haciendo que quiera darle un puñetazo.

-Tenemos a un genio entre nosotros -masculla Akram con sarcasmo, sacándome una sonrisa. Otro giro del volante y me adentro al carril correcto, pisando el acelerador.

Golpeteo con impaciencia el volante al no poder ir tan rápido como quisiera debido al tráfico mientras las camionetas tras nosotros me tenían con los nervios de punta.

-Tenemos que deshacernos de ellos, no podemos llevarlos hasta el edificio -digo- allá ya tenemos problemas que resolver. -suspiro.- Llama a Enrico.

Lo veo sacar el celular y marcar la llamada. Repica un par de veces antes de que atiendan.

-Akram, ¿qué ocurrió? -exclama con seriedad. 

-Ya salimos del bufete pero nos salió un imprevisto que nos tomará más tiempo resolver -contesto- ¿Cómo siguen las cosas allá?.

Lo escucho suspirar al otro lado de la línea.

-Logramos salir del despacho y estamos encerrados en el cuarto de Alonzo. Siempre dice que tu habitación y la suya son las más seguras del apartamento…, y la tuya está demasiado lejos -explica- Él niño está un poco más calmado y ya le atendí la herida a Gastón, se encuentra bien. Se escucha ruido abajo pero hace un rato que dejaron de intentar forzar está puerta -hace una pausa- eso no me da buena espina.

-Sí, a mi tampoco me da buena espina -paso una mano por mi cabeza- en el armario de Alonzo hay un mueble con zapatos encima, quítalos, en un costado encontrarás un pequeño botón, debes presionarlo -le explico, mientras giro el volante para adentrarme en una avenida, que sé, tiene poco tránsito-  intentaré estar ahí lo más pronto posible -digo para luego colgar.

-¿A dónde vamos? – pregunta Lombardo.

-Debemos adentrarnos a una zona poco transitada para poder deshacernos de ellos -exclama Akram, señalando a las camionetas- sin causar muertes innecesarias.

Apenas tuve espacio suficiente, giro el volante pisando el acelerador a fondo mientras Akram apuntaba su arma hacia los asientos traseros para luego escuchar las detonaciones y el vidrio hacerse pedazos. Miro por el retrovisor como una de las camionetas  se mueve a la derecha. 

La velocidad era demasiada mientras mi corazón parecía querer ganarle en la carrera y la parte de mi cabello que se encontraba libre de la coleta, se movía enloquecido por el viento que se colaba por las ventanas.

Una bala se incrusta en mi puerta y tras unos segundos el sonido multiplica tanto fuera como dentro del auto. Miro por el retrovisor, confundida al notar que ahora no es sólo Akram quien dispara. Lombardo se encontraba inclinado hacia su ventana con el brazo fuera del auto mientras les disparaba a las camionetas. Ya tan sólo quedaba una camioneta siguiéndonos.

-Siéntense y sujétense con fuerza -ordeno, acelerando hasta dejarlos a una distancia considerable para luego girar bruscamente el volante en una curva en U, haciendo maniobras para no volcarnos. Reduzco la velocidad, tomo el arma con mi mano izquierda y justo cuando quedo al nivel de la camioneta…, disparo. Un solo disparo en el cráneo del conductor y acelero mientras por el espejo retrovisor observo como la camioneta pierde el control, chocando contra un muro de contención.

 Regreso la mirada al frente y conduzco con dirección al edificio de Alonzo. 

Voy por ti, mi amor -pienso.

 

    

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