Capítulo 48
Sabía que seguir intentando era inútil, a estas alturas ya habíamos agotado todos nuestros recursos y aún así no lográbamos dar con el paradero de ninguno de los dos. Pero aquí seguíamos, a las dos de la madrugada con dos litros de café encima y la frustración intoxicando el aire.
Vaya mierda.
Suspiro observando la ciudad desde las alturas mientras el leve sonido de los cláxones llega desde la distancia. Era extraño imaginar que estaría pasando en las vidas de aquellas personas que transitaban a estas horas, imaginar que ocurría en sus vidas, ¿Qué los llevaba a salir de sus casas? Muchos irían de fiesta para divertirse y alejarse de la monotonía que suponía sus vidas. Puede que algunos se vieron obligados a salir por alguna emergencia o tal vez solo planean irse de viaje. Alguna mujer estará sufriendo contracciones mientras su esposo conduce a toda velocidad con dirección al hospital.
Me parecían ridículos mis pensamientos pero no podía evitarlos. No podía evitar preguntarme si alguien, en alguna parte, estaría viviendo lo mismo que yo. Era consciente de que hay personas pasando por situaciones que harían palidecer a mis problemas pero…, ¿alguien vivía lo mismo? ¿existía alguien que pudiese comprender el sin sentido en el que se habían convertido mis emociones?. La respuesta me daba miedo.
-Principessa -escucho la voz de Gastón llamarme, sacándome así de mis pensamientos. Despego la mirada del ventanal y la dirijo a él, quien me tiende una taza de café que acepto más que gustosa. – deberías ir a descansar, nosotros estaremos al pendiente.
Niego dándole un sorbo a mi café, ganándose una mala mirada de su parte.
-Aunque lo intentará no podría dormir, Gastón -aseguro- me siento un poco más tranquila estando aquí.
Resopla con tedio.
-Alessandra, no has descansado lo suficiente y tu estabilidad no es exactamente la mejor en estos instantes -reprocha en un murmullo acercándose un poco más a mi. Desvío la mirada a nuestro alrededor, temiendo que Akram lo haya podido escuchar. Suspiro aliviada al verlo concentrado en su laptop a varios metros de distancia.
Aprieto la mandíbula a la vez que lo fulmino con la mirada.
-Estoy bien, puedo con esto -mascullo entre dientes- descanse lo suficiente y justo ahora lo último que me interesa es echarme una siesta, Gastón.
Arquea una ceja y colocando su cuerpo frente a mi de manera que quedo completamente oculta, toma mi brazo y retira la manga de mi suéter, dejando a la vista los rasguños que me había hecho en la mañana.
-No estás bien, Alessandra -exclama con la mandíbula tensa- se que eres fuerte pero no puedes sobre exigirte de está forma. A este paso es cuestión de tiempo antes de que tengas un colapso realmente grave -asegura en un murmullo tan leve que apenas logro entender lo que dice- ya te autolesionaste, perdiste el sentido del tiempo ¿Qué sigue?¿Los ataques de ira? ¿las crisis de ansiedad? -sonríe con amargura- ¿Qué mierda estas esperando Alessandra?.
Me suelto de su agarre con brusquedad, dejo la taza de café en la mesa y arreglo la manga del suéter. De reojo noto como Akram sale de la habitación y se dirige a la cocina y Enrico se levanta del sofá y se acerca a nosotros con el ceño fruncido.
-¿Qué ocurre? -pregunta con seriedad intercalando la mirada entre nosotros.
-Nuestra linda princesita no quiere actuar con sensatez, eso es lo que ocurre -exclama sarcástico.
Enrico arquea una ceja y me mira sin comprender lo que está ocurriendo.
-Sé lo que hago, Gastón- inquiero enojada.
Mentirosa -exclama aquella vocecita molesta en mi mente.
-No lo parece -refuta- si lo supieras no estaríamos teniendo está absurda discusión. Vuelvo y repito ¿Qué estás esperando?.
No contesto, solo me limito a observarlo fijamente. Sabía que, de cierta forma, tenia razón. Pero no podía descansar, no podía quedarme sin hacer nada, necesitaba sentir que era útil de alguna u otra forma. Sabía que lo que me había ocurrido no era más que un presagio, un advertencia de lo que estaba por ocurrir pero…, ¿era tan malo? No sentir, no me parecía tan malo en estos momentos. Tal vez era la única manera de solucionar todo esto, tal vez era lo que necesitaba para sobrevivir a todo esto o por lo menos para salvar a quienes me importaban.
-Preciosa, Gastón tiene razón -dice Enrico cauteloso- sabes que en ese estado no tienes por completo el control de tu cuerpo o de tus acciones y el exponerte a estos niveles de estrés y agotamiento solo empeorará las cosas.
Niego y río incrédula.
-¿Y qué? ¿dormir hará que todos mis problemas desaparezcan mágicamente o como funciona? -exclamo con burla mientras los observó con la cabeza ladeada.
-No, pero si evitará que te conviertas en una maldita las 24 horas del día- exclama Enrico empleando el mismo tono de voz que yo.- ¿acaso se te olvido lo que, casi, ocurrió la última vez?.
Me tenso ante sus palabras y unas ganas inmensas de golpearlo se adueña de cada una de mis terminaciones nerviosas.
-Enrico, basta -exclama Gastón entre dientes- eso no ayudara en nada.
-No, la princesa necesita escucharlo ya que parece que se le olvidó.
Fulmino con la mirada a Enrico. No me sorprendía en lo absoluto su actitud, su crueldad era algo que conocía a la perfección y de cierta forma esperaba que lo dijera. Aunque destruyera una parte de mi, deseaba que me diera una razón para desquitarme.
Gastón iba a refutar cuando lo detengo levantando una mano en su dirección, pidiéndole que haga silencio.
-Dilo, Enrico- pronuncio su nombre con rabia- es lo que quieres ¿no?.
- Lo recuerdas ¿no es así? -pregunta sin esperar en realidad una respuesta- Tu último colapso, como perdiste el control de tu cuerpo, como el odio de se apoderó de cada célula de tu ser -sus palabras eran suaves como la seda, eran como el siseo de una víbora aquel sonido que escuchabas justo antes de que te atacara, inyectándote así su asqueroso veneno. – ya no eras tú y aquel ser al que declarabas tu absoluto amor se convirtió en tu enemigo, aquello que querías destruir a como diera lugar.
-Fue suficiente -exclama Gastón furioso- ambos deténganse, esto no ayudara en nada.
Ambos lo ignoramos mientras nuestras miradas seguian fijas en la del otro. Mi corazón latía con fuerza mientras un leve escozor se esparcía en el dorso de mi mano, causado por el daño que me estaba causando al presionar mis uñas contra ella.
-Lo amas, lo amabas y aún así estuviste apunto de asesinarlo -termina de decir, ignorando las réplicas de Gastón- era solo un bebé y su único pecado fue tener los ojos de aquel hombre. ¿Qué hubiese pasado si Alonzo no llegaba a tiempo? Ya hoy tuviste una crisis, el niño estuvo ahí, quien sabe por cuanto tiempo, y tu no lo notaste ¿acaso quieres repetir la historia?.
Los recuerdo de ese momento vuelven a mi mente con una fuerza arrolladora y un sentimiento de profundo dolor y rabia corroe mis venas. Antes de si quiera asimilarlo mi puño se estrella contra su rostro causando que el mismo se contraiga por el dolor que le causó.
-Lo que ocurrió esa noche me atormentara por el resto de mi vida, Enrico -mascullo entre dientes observando como se limpia con el pulgar la sangre que brota de la comisura de su labio- pero eso jamás volverá a ocurrir, Luca es mi vida y no lo dañaría no importa si me convierto en aquel monstruo. Aún si eso pasara, los únicos que deben temerme son aquellos que se han ganado mi odio, aquellos que amenazan con dañar lo único puro que tengo en mi vida, no él. -mi respiración es errática y las palabras salen forzadas, lastimado mi garganta- todas las versiones que puedan haber de mí lo aman y lo protegerán de todo.
Incluso de mí -pienso.
Me mira por lo que parecen años antes de sonreír con amargura.
-Eso espero, Alessandra -dice- ya tenemos a una bestia suelta, lo último que necesitamos es a otra que es aun mas peligrosa -exclama para luego salir a grandes zancadas del lugar.
Gastón me mira con suavidad y posa una de sus manos en mi hombro para después pasarla a mi mejilla y acariciar la con suavidad.
-No tientes a la bestia, Alessandra. -susurra- eres fuerte pero no indestructible – aleja su mano y se da la vuelta para irse hasta el comedor y sentarse en una de las sillas, justo frente a su laptop.
Recuesto mi espalda del ventanal e intento calmar mi respiración mientras busco alejar aquellos recuerdos de mi mente. No podía hacer nada para cambiar el pasado, solo me quedaba vivir con la culpa y tratar de darle a Luca todo el amor que era capaz de dar, aunque eso no remediara nada.
-Acabo de hablar con uno de mis contactos – abro los ojos y observo a Akram entrar a la sala con su celular en mano- al parecer vieron a Novikov en un bar de mala muerte a las afueras de la ciudad, iba solo, pero esto nos puede dar una idea de donde se encuentra.
-¿No lo siguieron? -pregunto en voz baja. Aquella discusión había agotado mis energías.
Niega.
-Lo intentaron, pero el bastardo sabe escabullirse. Lo perdieron en una de las salidas al sur, llegando a New Jersey.
Me separo del ventanal abruptamente, mientras siento como mis nervios comienzan a alterarse junto a mi respiración.
-Mi carro fue encontrado en esa vía -exclama Gastón, señalando aquello que ya había notado.
No puede ser cierto.
Akram asiente sin despegar la mirada de mi, como si esperará que en cualquier momento me lanzará a llorar. Pero no podía, no sentía la necesidad de llorar, puede que solo estuviese en shock o era que me encontraba demasiado cansada como para derramar más lágrimas.
-Tal vez Alonzo está persiguiendo su rastro pero eso no tiene sentido ¿por qué no nos diría nada? -exclama Akram pensativo.
-O es Alonzo quien está siendo perseguido pero eso tampoco aclara nuestras dudas -inquiere Gastón- puede que no quisiera decirle nada a Alessandra por querer protegerla pero no es idiota y sabe que Nicolai es un sujeto peligroso. Como mínimo nos hubiese dicho a alguno de nosotros.
La habitación se queda en silencio, cada uno sumergido en sus propios pensamientos e hipótesis. Lo que ellos decían tenía sentido hasta cierto punto pero no me convencían del todo. Tenía la incesante sensación de que esto no era más que un chiste de mal gusto del destino y su sentido del humor tan extraño.
-¿Y si no es así? -digo, llamando la atención de los dos hombres presentes.
-¿De qué hablas? -pregunta Akram.
Suspiro mientras intento darle orden a mis ideas.
-Ninguno de los dos se estaban dando caza, cada uno se dirigió a esa zona por motivos propios y por completo ajenos al otro…
-Y por cosas de la vida se encontraron -termina Gastón.
-O se van a encontrar, capaz ni saben que están tan cerca el uno del otro.- inquiere Akram con el ceño fruncido.
Asiento ausente mientras busco una respuesta a todo este asunto.
-Pero eso no nos da respuestas ¿por qué se fue Alonzo? Y ¿dónde carajos esta tu hermana?. -dice Gastón frustrado.
-Las razones de Alonzo las sabremos tan pronto lo encontremos, ahorita eso es lo de menos -señala Akram con seriedad- por otro lado, bien puede tener a mi hermana en su escondite. Si sabe que la estoy buscando lo último que hará es sacarla a la luz, la mantendrá oculta todo el tiempo que le sea posible. Al menos me tranquiliza que no la ha sacado del país.
-Llenar nuestras cabezas de teorías no nos ayudará en nada -exclamo seria- ya tenemos una pista de la que agarrarnos, mandemos a nuestros hombres a vigilar la zona. Gastón, contactate con todo el que conozcas en New jersey, lo más probable es que se mantenga en los límites de la ciudad -ordeno y el asiente antes de tomar su teléfono y salir de la sala- Akram, cualquier contacto que conserves de tu vida en las peleas clandestinas será de ayuda.
Arquea una ceja.
-¿De que ayudaría? Tengo hombres mejor capacitados que…
-No lo dudo pero ellos no se codean con las pandillas -me mira confundido y hace un gesto con la mano para que prosiga- a Nicolai le gusta pelear en esos lugares, codearse con personas que están por debajo de su estatus y sus capacidades le levanta el ego. Para él eso es como una droga, es adicto a ella y no pasará mucho tiempo antes de que necesite su dosis.
Sonríe con una mezcla de malicia y orgullo que hace erizar mi piel.
-De acuerdo, principessa mafiosa -me tenso- confió en ti -asegura con convicción antes de marcharse a algún lugar del departamento.
Me giro y veo las luces de los edificios y sin poder evitarlo el pensamiento vuelve a invadir mi mente ¿existía alguien que viviese lo mismo que yo?
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Había pasado una semana desde la desaparición de Alonzo y Nessa. La pista que Akram había conseguido nos llevó a un callejón sin salida, parecía que la tierra se los había tragado.
La tensión era palpable, los ánimos estaban por los suelos y cada uno está más irascible de lo normal. Las discusiones iban y venían, sobre todo entre Akram y Enrico quienes parecían estar a poco de apuñalar al otro.
Dos psicópatas, un bipolar, una con TID y un niño. Una mala combinación si me lo preguntan, era la receta para el desastre y yo lo estaba comprobando.
Lo que más me aterraba era que cada vez era más difícil ocultarle a Luca lo que estaba ocurriendo. Mi bebé era inteligente y no tardo en notar que algo iba mal, poco importó los esfuerzos que todos hicimos para mantenerlo a raya de toda está locura.
Todo iba de mal en peor y no había ninguna señal de que eso fuera a cambiar a mejor. Como mucho solo iba a empeorar. Tenía razón y esa tarde lo comprobé cuando a la puerta de la casa llegó un paquete lleno de rosas blancas y una carta. Una carta que desarmo las pocas esperanzas que había almacenado.
"Si te dijera que esto solo dolerá, si te advierto que el fuego nos consumirá ¿Te atreverías a intentarlo? ¿Me dejarías guiarte aun cuando estoy ciego?.
En la oscuridad, en medio de la noche. En el silencio cuando nadie está a tu lado ¿Piensas en mí?. Yo si lo hago, pienso en ti cada segundo de mi día. En cada mujer veo tu rostro; en cada boca encuentro tu nombre. Tu voz se ha convertido en mi delirio, tu aroma en mi adicción.
Eres una bruja, me hechizaste; me convertirse en tu fiel esclavo y ahora ¿me desechas? ¿me cambias por alguien más?
Haré arder el mundo, mis llamas consumirá y destruirán todo aquello que amenace con apartarte de mi lado. Incluso aquello que ames será consumido.
Tu amor solo me pertenecerá a mi, solo yo estaré a tu lado cuando el dolor te consuma por aquello que yo mismo he causado. Sólo yo secare tus lágrimas, solo yo seré tuyo y tu…, serás solo mía”.
Att: Alfonso.
Lágrimas caen por mis mejillas sin poder evitarlo mientras siento que me llaman pero no son más que susurros lejanos.
-Regresó- susurro con la voz rota.
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