Capítulo 47
Akram Giadala.
Bufo. Una vez más la llamada me manda a buzón. Tenía horas marcando al número de Nessa y en cada intento ocurría lo mismo, a estas alturas ya no entendía para que seguía intentando. Puede que solo me estuviese aferrando a la esperanza de que atendiera, que me insultara con esa vocecita tan molesta que poseía y me dijera que estaba bien.
Mi mente no podía dejar de maquinar un millón de posibles situaciones en las que se podía encontrar justo en este momento, una peor que otra y todas con el mismo fin. Volverme loco.
Me vuelve a mandar a buzón y en un gesto resignado, arrojó el celular a la mesa de centro, mientras recuesto la espalda en el sofá.
La casa se encuentra en absoluto silencio mientras observo la mesa de centro con una taza de café ya vacía, las llaves del carro, el celular y justo a su lado mi Glock 19. En este punto andar desarmado era un acto de completa idiotez.
Luego de dejar a Alessandra en el departamento de Alonzo tome rumbo a mi casa y lejos de acostarme a dormir para recuperar las horas de sueño, que claramente me hacían falta, me di a la tarea de llamar a mi hermana, hablar con ella y alejarla todo lo humanamente posible de aquel sujeto. Cuando no contestó mis llamadas me enoje pero ese sentimiento se vio opacado por la angustia cuando no logré dar con su paradero de ninguna forma.
A partir de ese instante comencé a movilizar a cada uno de mis contactos, exigí todos y cada uno de los favores que me debían, necesitaba encontrarla y tanto poder debía servirme de algo.
En estos momentos me daba cuenta de que el dinero y el poder no eran suficientes. Nada dio los frutos que deseaba, puede que estuviese tachando de impaciente si tenía en cuenta el poco tiempo que había pasado desde que di la orden pero el tiempo corría y con cada segundo que pasaba Nessa corría aun mas peligro.
Ese hijo de puta no tardaría en darse cuenta de que lo había descubierto, si es que no lo sabía ya. Y aún si no tenía idea, era cuestión de tiempo para que se sintiera amenazado y la utilizara a ella como comodín de salida.
Si es que esos son sus planes – señala mi consciencia.
Y no podía ignorar aquello, el que mi padre y el suyo tuviesen algún tipo de sociedad no me causaba buena espina, mucho menos lo hacía la ruptura tan abrupta de la misma. Aún no lograba entender que mierda tenía que ver en todo esto el ex de Alessandra, no cuando nunca fue nombrado por su padre y cuando jamás , hasta ahora, fui consciente de su existencia.
Frunzo el ceño y masajeo mis sienes intentando aliviar la terrible migraña que me estaba taladrando la cabeza. Nada parecía tener sentido y el que cada vez hubiesen más preguntas y tan pocas respuesta me tenía al borde de un colapso mental.
El sonido irritante del timbre de mi teléfono me saca del trance al que había entrado, mientras mi corazón late frenético ante la expectativa.
Lo tomo con prisa y un sentimiento arrollador se instala en mi pecho al ver el identificador de celular.
No es ella -pienso abatido.
Busco ignorar aquel sentimiento y dejo paso a la intriga que me causaba ver su nombre en la pantalla. Descuelgo la llamada y un suspiro de alivio es lo primero que escucho.
-Akram, por fin contestas- exclama con una mezcla de alivio y reproche.
Carraspeo antes de contestarle.
-Lo lamento, estaba distraído -digo- ¿Qué ocurre? No es que me moleste tu llamada pero he de admitir que me tomaste desprevenido.
-Es Alonzo -se escuchaba tensa y podía jurar que estaba dando todo de si para no llorar.
Eso me angustió y aun mas la pausa que hizo luego de esas palabras. Justo cuando me había decidido a hablar ella me interrumpe- él…, ¿está contigo? -preguntó en una súplica silenciosa.
-No, Alessandra, la última vez que lo vi fue en el galpón -digo- luego recibió una llamada y...
-Se fue con Enrico, sí, eso ya lo sé- exclama impaciente, interrumpiéndome a media frase- Enrico dijo que Alonso se fue de ahí a eso de las 3 o 4 de la madrugada, no está muy seguro -resopla y al fondo logró escuchar voces masculinas pidiéndole que intente calmarse- se supone que sé iba a venir al departamento pero jamás llegó, no atiende el teléfono, el rastreador del mismo está desactivado y tenía la esperanza de que se encontrará contigo, yo… -me levanto del sofá y tomo las llaves del carro y el arma de la mesa de centro, mientras escucho la respiración de Alessandra agitarse a la vez que maldice una y otra vez sin descanso.
-Alessandra se que es difícil pero necesito que te calmes, así no llegaremos a ningún lado -cierro la puerta de mi casa y corro a mi carro para encenderlo y dar marcha al departamento de Alonzo- voy en camino, hablaré con todos los hombres a mi cargo para encontrarlo, necesito que tu hagas lo mismo ¿de acuerdo? -la línea se queda en silencio- Alessandra -la llamo.
-De acuerdo -susurra- ya estábamos en eso de todos modos -admite y me tranquilizo al notar como recupera un poco de su estabilidad- pero no nos vendrían mal un par de manos extra.
-No te preocupes. -digo- Es Alonzo, sabe cuidarse muy bien.
-Sé que el puede cuidarse, que es difícil que alguien logre siquiera tocarlo sin su consentimiento, no le temo tanto a eso -admite dejándome confundido.
-¿A qué le temes?.
- Alonzo tiene solo tres debilidades -murmura seria, sin una pizca de emoción en su voz- y una de ellas, puede que la peor de todas -suspira pesarosa- es él mismo.
Frunzo el ceño ante sus palabras y antes de que pueda contestarle, la llamada se corta.
¿Me colgó? Sí, lo hizo.
Resoplo y dejo el celular en el asiento del copiloto mientras piso el acelerador, sorteando a los vehículos que se atravesaban en mi camino. Tenía suficiente estrés y problemas acumulados coma para que me importara una multa o la policía. Giro el volante en una curva y me estaciono frente al imponente edificio para luego bajar del carro a toda prisa y adentrarme en el.
Llamo al ascensor y me subo en el tan pronto sus puertas se abren esquivando en el proceso a una pareja y sus hijos que venían saliendo de el.
Muevo mi pierna impaciente mientras observo los números cambiar en la pantalla del elevador, sentía que ralentizaban su paso a propósito solo deseando molestarme y lo estaban logrando.
El sonido de las puertas al abrirse se me antoja el sonido más glorioso en estos instantes. Salgo, me acerco al departamento, justo cuando estoy por tocar el timbre la puerta se abre y tras de ella un hombre me mira con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados.
Arqueo una ceja.
-Busco a Alessandra. -exclamo con seriedad, sintiendo como mi cuerpo se tensa ante la amenaza que le supone el hombre frente a mi. Debía admitir que era un sujeto bastante intimidante, algo en el me hacía entrar en alerta.
Asiente.
-Akram ¿no? -pregunta viéndome de arriba a bajo para luego ladear la cabeza como si intentará sopesar una idea o tal vez como si algo en mi no le concordara.- te vez más alto en fotos -dice dejándome más confundido de lo que estaba.
¿Más alto? -pienso incrédulo.
-Se nota que ya me conoces -digo serio- pero yo no tengo idea de quién eres, así que hazme el favor de llamar a Alessandra.
Una ligera sonrisa tira de la comisura de sus labios para luego abrir la boca para hablar, acción que se ve interrumpida por la voz de Luca.
-Tío, mi mamá dice que…- se interrumpe al llegar a nosotros para posteriormente abrir los ojos desmesuradamente y correr hacia mi. Apenas tengo tiempo de reaccionar para tomar al niño en brazos justo en el momento que se lanza en mi dirección.
Esto se está haciendo una mala costumbre -pienso con gracia.
-Hola, niño -digo una vez lo tengo bien cargado.
Sonríe pasando sus bracitos por mi cuello para darse mayor estabilidad.
-No sabía que venías, mamá no me dijo nada -exclama haciendo un pequeño puchero.
-Fue algo de último momento -pellizco su nariz causando que el puchero desaparezca y sea reemplazado por una extensa sonrisa.
-Campione, ¿qué dijo tu mamá? -pregunta el hombre que en ningún momento había despegado su vista de nosotros.
Si bien seguía teniendo esa esencia que demandaba respeto, ahora parecía haber bajado la guardia. Aunque no me fiaba del todo.
-Mamá dice…,-se aclara la garganta y enseria sus facciones- que vayas a controlar a tu hermano porque ella no responde de sus acciones – Me sorprendo ante lo que dice y la seriedad con la que lo hace. Y mi sorpresa crece aun mas al ver como su seriedad se desvanece por completo con la llegada de sus carcajadas- el tío Enrico me dijo que tenía que decirlo como lo hizo mi mami e incluso hice su cara ¿lo notaste, tío? -su emoción era palpable y yo no podía más que sonreír ante las ocurrencias de aquel mocoso.
-La imitaste a la perfección- exclama riéndose- vamos, no la hagamos esperar.
Se hace a un lado y con una inclinación de la cabeza me invita a entrar.
El lugar se encuentra igual que siempre, con la única diferencia de que ahora habían juguetes regados por diferentes zonas de la sala y el televisor estaba en un canal para niños. Pero ningún rastro de Alessandra.
-Por aquí -dice el hombre antes de dirigirse antes de alejarse con dirección a la cocina.
Sigo sus pasos en silencio mientras Luca juega con mi cabello.
Jalar. Esa es la definición correcta -exclama con mofa mi consciencia.
Según me acerco puedo escuchar murmullos seguido de un golpe seco y un quejido.
-Ya déjala en paz, Enrico -ordena aquel hombre, cuya identidad desconozco, con tedio. Me adentro a la inmensa cocina y observo la escena frente a mi. Alessandra se encuentra recostada de la encimera de la cocina con el ceño fruncido, culminando con la mirada al hombre del otro lado de la isla, quien se soba la frente con una mano y con la otra sostiene un ficharon de madera mientras le sonríe con burla.
Reconocía a ese otro hombre, Enrico, creo que se llamaba. Era el sujeto que acompañó a Alessandra al galpón. Él era el que menos confianza me daba, mientras el desconocido despedía un aura imponente que causa respeto, Enrico y todo lo que lo componía te daba a entender que te apuñalaría por la espalda a la primera de cambio.
Era una persona que se valía por y solo por sus intereses. No tenía que pasar demasiado tiempo con él para entenderlo.
-¡¡¡MAMI, AKRAM ESTÁ AQUÍ!!! -exclama emocionado, llamando la atención de su madre quien posa su mirada en mi.
Suspira y una leve sonrisa aparece en sus labios antes de acercarse a mi y besar mi mejilla, dejándome completamente sorprendido.
-Gracias por venir, Akram -exclama con suavidad.
-No debes agradecerme.
Sonríe nuevamente. Parecía calmada, más de lo que esperaba y eso me inquietaba por algún motivo que desconocía. Por alguna razón aquella calma me parecía un augurio de la tormenta que se avecinaba y de la que nadie saldría ileso.
-Bueno, permíteme presentarme- exclama Enrico, llamando nuestra atención- Me llamo Enrico D’angelo y aquel cara de culo que está por allá -dice señalando al hombre que me abrió la puerta, quien lo mira con una mezcla de fastidio y cansancio- es mi hermano, Gastón D’angelo.
Arqueo una ceja en su dirección. Me era molesta su actitud, sobre todo cuando era más que obvio que no era el momento adecuado.
-Son mis tíos- explica Luca uniéndose a la conversación y causando una leve sonrisa en mi- ellos vivían muy lejos.
-Vaya, tienes muchos tíos, niño.
Asiente repetidas veces.
-Sí, pero ellos no son tíos de sangre -señala- mi tío Lonzo…
-Mi amor, ve a jugar a tu habitación ¿si? -le pide Alessandra interrumpiéndolo a la mitad de la frase. Frunzo el ceño y la observo- nosotros debemos hablar cosas de adultos.
Me mira y luego a Luca antes de tomarlo de entre mis brazos y dejarlo en el piso.
-¿Podemos jugar luego, Akram? -pregunta ilusionado.
-Claro, apenas me desocupe voy a jugar contigo -digo alborotando sus rizos y el se va corriendo. Suspiro.- Bien, ahora si explícame con calma que ha pasado.
**********************************************
Eran las cuatro de la tarde y aún no teníamos noticias de Alonzo o Nessa, parecía que la tierra se los había tragado.
Lo último que se supo de Alonzo fue por el carro de Gastón. Él lo tomo y se dirigió a las afueras de la ciudad, dejándolo a la mitad de una carretera desierta. Mandamos a algunos de nuestros hombres a buscar y revisar el carro, pero eso tampoco dio frutos, el carro estaba vacío con las llaves tiradas en el asiento del copiloto, no había nada más.
Se revisó la zona y el resultado fue el mismo. La zona estaba muy apartada, la primera señal de vida se encontraba a varios kilómetros en cualquier dirección no había manera de que se hubiese ido a pie, lo más seguro era que había esperado a que algún auto apareciera pero…, ¿por qué? No tenía sentido que se hubiese ido así, sin avisarle a nadie.
《-Esto es inútil, si Alonzo no quiere que lo encuentren no importará lo que hagamos, no vamos a encontrarlo -había dicho Alessandra resignada y agotada luego de horas de búsqueda . Todos lo estábamos pero aún no queríamos rendirnos. 》
Con Nessa la historia no había sido muy diferente solo pude confirmar mis sospechas. Pude dar con alguna de sus amigas, quienes no sabían de ella desde hace algunos días.
El recuerdo de esa conversión llega a mi mente.
《-La última vez que hable con ella me dijo que se quedaría unos días con su novio.
-¿Conoces a su…, novio? – digo, tragando la bilis que subía hasta mi garganta al pronunciar aquella palabra.
-Lo vi una sola vez, es súper lindo -ruedo los ojos ante eso- tiene los ojos más raros que he visto en mi vida y…
-Aja, gracias por la ayuda. 》
Lo único que saque de esas llamadas fue un dolor de cabeza y la seguridad de que mi hermana se encontraba con ese imbécil.
-Debo admitir que estos idiotas son buenos escondiéndose- exclama Gastón, recostándose del espaldar de la silla mientras observa la pantalla de su laptop.
Alessandra, quien se encontraba sentada frente a él en el comedor, lo imita soltando un resoplido.
-Ya se los había dicho -dice mientras masajea su sien- quiero encontrar a Alonzo pero justo ahora lo primordial es encontrar a la hermana de Akram. Ella es la que está corriendo verdadero peligro.
Frunzo el ceño.
-¿No hay algo que puedas recordar sobre él que pueda ayudarnos a encontrarlo? -desvía su mirada en mi dirección y arqueo una ceja en una petición silenciosa para que me explique mejor- o algo que me ayude a saber con quien demonios estoy tratando.
-¿Qué te puedo decir? Sí, lo conozco y podría imaginar cuáles son sus movimientos e intentar adelantarme a ellos pero ya no es tan fácil como antes. Han pasado muchos años, Akram, las personas cambian y él lo ha hecho.
-Tal vez si estuviéramos en Italia sería un poco más sencillo dar con su paradero pero no sabemos que contactos tiene aquí o cuáles son los lugares que frecuenta como para hacernos una idea de sus pasos -exclama Enrico uniéndose a la conversación.
-Principessa – La llama Gastón- ¿la rusa no sabrá algo?.
Ella niega.
-Hablé con Demetrius, al parecer la golpee más fuerte de lo que pensaba y tuvo daños internos -exclama con molestia- tuvieron que sedarla ya que el dolor era insufrible y la chica comenzaba a desvariar.
Gastón asiente y regresa la mirada a su laptop sin decir nada al respecto.
-Espero no sea tan débil como su amiguito, justo ahora la necesitamos con vida -dice Enrico, caminando hasta las ventanas panorámicas.
Gastón bufa y Alessandra lo fulmina con la mirada antes de clavar la en mi.
-Él está entrenado, luego de Alonzo, es el mejor sicario que haya conocido -dice retomando la conversación anterior y ganándose por completo mi atención. Aún no me acostumbraba a la familiaridad con la que hablaba de este mundo.- es inteligente, astuto pero muy impulsivo, eso es lo que lo hace tan peligroso.
-¿Cuál es su diagnóstico? -pregunto con seriedad.
-Psicópata -arqueo una ceja- secundario. Es un maldito la mayor parte del tiempo y luego se “arrepiente” y busca compensarlo a su retorcida forma – muerde su mejilla mientras parece analizar una idea- de hecho en su estado de “arrepentimiento” es un tanto más peligroso, para arreglar el daño que causó, muchas veces prefiere deshacerse de aquello que, según él, lo llevo a realizar tal acto.
-No comprendo -admite Enrico acercándose a nosotros, llevado por la curiosidad.
Alessandra se levanta de la silla y se va a la cocina para luego de unos minutos regresar con un caso de agua en la mano.
-Luego de que me violó -dice sin más, logrando que todos los presentes nos tensemos e incluso Gastón dejo lo que estaba haciendo para sentarse en uno de los sofás individuales junto a su hermano, mientras yo seguía en sofá grande con la mirada fija en Alessandra.- unos días después él fue a mi casa a pedirme perdón, mientras lloraba e intentaba echarle la culpa al alcohol -toma agua y se recuesta de la mesa del comedor- pasaron dos días antes de que entrara en la fase de la que les hablé. Una noche él comenzó a disculparse nuevamente hasta que en algún punto se quedó en silencio -hace una pausa- luego me dio una bofetada y luego otra y otra mientras gritaba que todo era mi culpa, por la manera en la que me vestía, por no querer tener sexo con él y no se cuantas mierdas más – su mirada se oscurece y su mandíbula se tensa.- de un momento a otro yo me convertí en la culpable de lo que él había hecho y de la culpa que sentía y debía pagar por ello.
Se queda en silencio y yo no puedo hacer nada más que pasar las manos por mi cara intentando asimilar sus palabras.
-¡¿Seguiste con el luego de que te violó?! -dije sin poder evitar alzar la voz.
Me miró con frialdad por unos segundos antes de contestar.
-No era como si tuviese elección, Akram -exclama entre dientes- nunca la tuve. No te atrevas a juzgarme, no me conoces.
Cierro los ojos y respiro profundamente buscando la calma que había perdido.
-Lo lamento, no te estoy juzgando -digo viéndola a los ojos- pero no puedo evitar alterarme al oírte y saber que mi hermana está con ese infeliz.
Su mirada se suaviza un poco y asiente.
-Entiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro