Capítulo 39
Quisiera decir, que luego de mi conversación con Gastón y Enrico mis dudas habían sido aclaradas, pero solo estaría mintiendo. A lo único que habíamos llegado, era que sin duda, algo extraño estaba ocurriendo con Akram, no era nada normal que de un momento a otro se viera incluido en todo este problema.
Todo se estaba complicando más de la cuenta y mi mente ya no daba a vasto.
Y el hecho de que Alonzo no haya regresado aún, mantenía a mis nervios en la cuerda floja. Había llamado en la tarde, para hacerme saber que estaba bien y verificar que no haya tenido ningún inconveniente y hace alrededor de una hora, me llamo explicándome que habían conseguido una pista y que irían tras ella…¿Qué pista? ¿De quién hablaba? Nunca me dijo, esas fueron sus únicas palabras antes de colgarme la llamada.
Voy a matarlo.
Son las diez de la noche y yo no podría estar más nerviosa, por suerte tenía a Enrico y a Gastón que se habían dado a la tarea de entretener a Luca, mientras su madre entra en un estado de histeria.
Camino de un lado a otro por la sala, mientras reviso mi celular por millonésima vez, esperando alguna noticia de ellos.
-Vas a abrir un hueco en el piso Alessandra -reprocha Gastón con tedio.
Detengo mis pasos, girando mi cuerpo en su dirección, mientras me cruzo de brazos.
-¿Por qué no llaman? -Me quejo, mientras golpeteo impaciente el piso con mis tacones. He estado tan alterada que ni siquiera me he cambiado la ropa de la oficina.
-No tengo idea -dice monótono, mientras revisa su celular. A lo lejos se podía escuchar las risas de Luca y Enrico- debes calmarte, estamos hablando de Alonzo, tiene años de entrenamiento y el imbécil es bastante astuto, no le va a ocurrir nada -afirma con voz calmada, buscando aliviar mi nerviosismo- y si te preocupa el otro, pues se encuentra con Alonzo- se encoge de hombros, restándole importancia- además, no sabemos que es lo que oculta, tal ves y él este más que capacitado para este tipo de situaciones -inquiere con mofa.
Resoplo y continuó con mi caminar sin sentido, dándome igual el bufido de molestia que suelta Gastón.
Que se joda -pienso.
Puede que Gastón tuviese razón y me estaba preocupando por nada, pero se me hacia imposible ignorar el mal presentimiento que se había instalado en mi mente. Si, Alonzo está entrenado y es un adversario de cuidado, pero el idiota de Nicolai no se quedaba atrás y era justo eso lo que me tenía con las emociones a flor de piel. Sin contar el hecho de que estaba con Akram y si nuestras suposiciones eran erradas, significaba que el solo sería un peso para Alonzo si algo llegaba a ocurrir.
Revuelvo mi cabello con frustración.
-Rastréalos -ordeno, llamando la atención de Gastón.
Suspira, pasando sus manos por su rostro en un acto de molestia.
-Bien, si así te vas a quedar tranquila, lo haré- exclama, incorporándose del sofá- Necesito una laptop, dejé la mía.
Asiento y le hago una seña con mi mano para que me siga, mientras dirijo mis pasos con dirección al despacho de Alonzo.
Entramos y el se dirige de inmediato al escritorio, sentándose frente a la computadora.
-Necesita contraseña -indica, una vez enciende la computadora.
Me acerco e inclino mi cuerpo para poder colocar la contraseña, dando entrada a la pantalla de inicio.
Pasan alguno minutos en los que él se concentra en rastrear sus teléfonos, mientras yo me concentro en recorrer todo el despacho, ganándome una que otra mala mirada de su parte.
-De acuerdo, ambos teléfonos se encuentran en el mismo lugar -dice, llamando mi atención. Dirijo mis pasos hasta el escritorio, quedando frente a él.- se encuentran en una discoteca, se llama Olympus -señala sin despegar su mirada del ordenador.
-Es una discoteca relativamente nueva, he escuchado de ella -digo pensativa- mándame la dirección a mi teléfono, por favor -le pido.
Levanta la mirada y me observa con el ceño fruncido.
-¿Qué piensas hacer Alessandra? -exclama cauteloso.
-Voy a ir a ese lugar, no pienso dejar a Alonzo solo en esto -aseguro con firmeza, sin dejar opción a réplica.
Me mira por unos cuantos segundos antes de darse por vencido y asentir.
-Solo, ten cuidado -pide- nosotros cuidaremos a Luca -afirma, regalándome una leve sonrisa.
-Gracias -digo con sinceridad antes de salir del despacho y dirigirme a mi habitación.
Entro en mi habitación y me cambio por algo más acorde con el lugar al que iba a ir, lo último que quería era llamar la atención. Me coloco un crop top de encaje negro junto con un pantalón de talle alto y unas botas de tacón, suelto mi cabello sin ánimos, ni tiempo para arreglarme demasiado y salgo de mi habitación con dirección a la de Alonzo, no sin antes tomar una chaqueta del perchero.
Entro e ingreso al armario, que consiste en una pequeña habitación y me acerco a uno de los muebles, quitando los zapatos sobre el mismo presiono un pequeño botón oculto a un costado, haciendo que una pequeña compuerta se abra, mostrándome una de las colecciones de armas que posee mi amigo.
Tomo dos navajas y las escondo en unas de mis botas, para luego tomar un arma y luego de verificar que este cargada, esconderla en la parte trasera de mi pantalón, siendo tapada por la chaqueta.
Cierro la compuerta, dejando todo tal cual lo conseguí y salgo de su habitación para dirigirme a la sala donde me consigo con Gastón, quien al verme me extiende las llaves de su carro.
-Cuídate y está de más decir que, cualquier cosa, por mínima que sea, me llamas -exclama con seriedad.
-Lo haré- prometo, tomando las llaves y saliendo del departamento.
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Conduzco por las calles de New York, tan rápido como puedo sin ganarme una multa, eso sería el colmo.
Siento el frío del arma en mi espalda, haciendo que mi cuerpo no pueda dejar de estar en tensión, espero no tener que utilizar ninguna de las armas que había traído, realmente rezaba porque fuesen innecesarias, no quería tener que volver a utilizarlas; mucho menos en un lugar repleto de personas. Pero nada era seguro y cuando del hijo de puta de Nicolai se trataba, había que estar preparado para cualquier cosa.
Aunque no sabía de quien habían conseguido la pista, tampoco podía bajar la guardia, no se que tan peligroso sea Jayden o alguna de las mujeres que estaban con el.
Paro en un semáforo en rojo y observo el GPS, notando que falta poco para llegar a mi destino.
Golpeo con mis dedos el volante, impaciente al ver que el semáforo no cambia de color. Con un resoplido, veo a ambos de la calle y luego de asegurarme que nadie viene, acelero importándome poco la posible multa que iba a ganarme.
Haré que Alonzo la pague.-pienso, restándole importancia al asunto.
Veo a lo lejos las luces de la discoteca y acelero un poco más, hasta aparcar en un puesto vacío. Bajo del carro y camino con dirección al establecimiento, encontrándome con una fila interminable de personas que esperan entrar.
Resoplo con tedio y camino directo a la entrada, dando con el guardia frente a la entrada.
-No puedes pasar si no estás en la lista -dice el gorila frente a mi, pasando su mirada por todo mi cuerpo, deteniéndose más de lo debido en mi escote.
Que asco -pienso con molestia.
Me molestaba de sobremanera lo que iba a hacer a continuación y de ser otra situación no lo haría, pero esto era importante, posiblemente de vida o muerte y no podía poner mi orgullo por encima de eso.
Ladeo mi cabeza levemente y arqueo una ceja, mientras lo miro con altanería.
-Revisa de nuevo -exclamo con frialdad- estoy segura que estoy en la lista -observo al hombre mirarme con cierta burla, haciendo que sonría altiva- Alessandra D’amico ¿No te aparece? -exclamo.
Lo observo tragar grueso, mientras su rostro pierde todo atisbo de color.
-Lo lamento señorita D’amico -carraspea, cuando su voz falla presa del miedo- puede pasar, disculpe -hace una leve reverencia con su cabeza antes de apartarse y dejarme entrar.
El apellido de mi familia tiene un gran peso en cualquier parte del mundo y si bien odiaba tener que valerme de ello para conseguir lo que deseara, debía admitir que en casos como este, era de utilidad.
Apenas entro, la música y las luces neón me dan la bienvenida. El lugar está a reventar y abrirme paso entre la multitud se convierte en toda una odisea.
Más te vale estar al borde de la muerte Alonzo- pienso con molestia.
Estoy por fin llegando a la barra, cuando siento una mano tomar mi brazo. Me doy la vuelta, dispuesta a golpear a quien sea que me encuentre, cuando noto que no es ningún desconocido…o bueno, no del todo.
-¿Alessandra? -exclama sorprendido- ¿Qué demonios haces aquí? -dice, con el reproche tiñendo su voz.
Arqueo una ceja, ante el tono que utilizó.
-¿Dónde está Alonzo? -pregunto, ignorando sus preguntas.
Frunce el ceño y suelta mi brazo.
-No lo sé, hace un rato que nos separamos para cubrir más terreno -exclama con seriedad.
Recorro con mi mirada el lugar, para luego volver a posarla en él, quien no a apartado su mirada de mi.
-¿A quién buscan? -pregunto acercándome un poco más a él, cansada de prácticamente gritar para que mi voz se escuche por encima de la música.
Lo veo dudar, mientras cruza sus brazos, para luego encogerse de hombros.
-No sé mucho, Alonzo dijo que aquí se encontraba tu antiguo compañero de trabajo y cito “El bastardo” -hace una pausa- lo último que me dijo, fue que buscara a Jayden, que el se encargaría del otro -exclama, claramente enojado por la falta de información.
Yo realmente iba a golpear a Alonzo ¿Cómo se le ocurre irse solo contra Nicolai? Era sencillamente estúpido y suicida lo que el estaba haciendo, se estaba dejando guiar por sus emociones sin pensar en las consecuencias.
Obviando el hecho de que dejó a Akram solo, lo cual me dice que o bien le importa una mierda la integridad física de su amigo…o Akram era mucho más de lo que aparentaba, pero eso era algo que me encargaría de analiza después, ahorita debía encontrar al idiota de mi amigo.
-Bien -digo- quédate aquí o vete a tu casa, yo voy a buscar a Alonzo- anuncio y sin darle tiempo a responder, me alejo del él.
No he avanzado más que unos pocos metros, cuando vuelvo a sentir un agarre en mi brazo, esta vez combinado con un jalón.
Volteo y miro con molestia a Akram, quien ya me está fulminando con la mirada.
-¿¡Acaso estas loca!? Tu, vete a casa, para empezar no deberías estar aquí -reprocha- yo voy a buscar a Alonzo, aquí estas corriendo peligro.
Sonrío incrédula.
¿Esté quien se cree?
-Mira Akram -saboreo su nombre con desidia- no te confundas, tu a mi no me das órdenes -aclaro, ganándome una muy mala mirada de su parte- que seas amigo de mi hijo y de Alonzo, no te da ningún derecho -exclamo con frialdad- gracias por preocuparte.
Una parte de mi me recriminaba el estar siendo tan cruel con él, pero justo ahora él era un obstáculo y yo no estaba de buen humor para que me importara si se enojaba o le dolían mis palabras.
Se ríe sin una pizca de gracia y se acerca, quedando a pocos centímetros de mi, obligándome a alzar el rostro debido a su altura.
-Porque eres la madre de Luca y se lo importante que eres para Alonzo te digo que te vayas -sonríe con hipocresía- No te confundas, preciosa…esto no lo hago por ti -aclara, su voz sonando más gruesa y fría.
No sabía porque, pero este hombre me alteraba los nervios, a veces quería estar cerca para poder descubrir que era lo que el despertaba en mi y otras veces, como ahora, solo deseaba golpearlo hasta cansarme.
Frunzo mis labios en un intento de sonrisa.
-Me parece bien -digo con calma, decidida a ignorar el apelativo que había utilizado- pero de todas maneras iré a buscar a mi amigo y tu no vas a impedírmelo.-exclamo con dulzura, reprimiendo mis ganas de insultarle.
Siento el agarre en mi brazo tensionarse y al momento que intento apartarme, me sujeta con más fuerza, sin llegar a lastimarme.
-Tu no vas a ningún lado Alessandra -asegura con seriedad- así tenga que sacarte a rastras de este lugar.
Estoy a punto de mandarlo a la mierda, cuando mi cuerpo es empujado por un grupo de personas ansiosas por llegar a la barra, haciendo que nuestros rostros queden demasiado cerca.
Siento su respiración contra mi rostro, mientras sus ojos no se apartan de los míos. Por un momento, todo parece quedar en completo silencio, donde lo único que soy capaz de escuchar son los latidos erráticos de mi corazón y su respiración entrecortada.
Aléjate, Alessandra -ordena mi conciencia, pero no es más que un murmullo lejano.
Sus ojos son realmente hermosos, aún con las luces de neón puedo ver la mezcla del gris y el verde. Su mirada parece escanearme, como si pudiese ver a través de mis ojos.
Alessandra, apártate.
Tal vez sea mi mente alucinando, pero estoy casi segura que nuestros rostros están cada vez más cerca…y para mi sorpresa, no me molesta.
Recuerda a que vinimos…debemos buscar a Alonzo- me recuerda mi consciencia.
Parpadeo un par de veces, sintiendo que la niebla en la que estaba atrapada empieza a dispersarse, pero aún me encuentro atrapada en su mirada, hasta que un estruendo nos sobresalta, haciendo que nos alejamos el uno del otro.
La música se detiene y el bullicio de la gente se hace notar. Las personas miran de un lado a otro, confundidas y asustadas.
Frunzo el ceño, mientras recorro con mi mirada el lugar.
Espero que no sea lo que pienso.
Miro a Akram, quien me devuelve la mirada, tanto o más confundido que yo.
-¿Eso fue un disparo? -escucho que pregunta una chica a unos pocos metros de mi.
-No lo sé, pero por algo apagaron la música- contesta el chico que parecía acompañarla.
De reojo veo a Akram acercarse a mi y sin poder impedirlo, mi cuerpo de tensa.
-Alonso no contesta el teléfono -informa, mostrándome la pantalla de su celular, en donde aparecen todas las llamadas que realizó.
Abre la boca para decir algo más, cuando otro sonido inunda el lugar dejándolo en completo silencio.
Definitivamente son disparos.
-Están cerca, pero no están disparando aquí adentro -señalo, observando el lugar para luego desviar mi mirada en su dirección.
Me mira con sorpresa y un deje de desconfianza y sospecha. Asiente, sin apartar su mirada de mi.
-Si, debemos salir de aquí, pero lo más seguro es que hayan cerrado las puertas -exclama pensativo, para luego soltar un suspiro- no importa, tendrán que dejarnos salir. Vamos -dice para luego tomar mi mano y guiarnos por el mar de gente hasta la salida.
Lo seguí, ignorando todas mis emociones y concentrándome en lo que era realmente importante…conseguir a Alonzo.
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