Capítulo 38
Camino sin rumbo fijo por la oficina de Akram, mientras escucho los intentos de Alonzo por calmarme, lo cual resulta demasiado difícil en esta situación.
Poco o nada me importa la traición de Jayden, nunca fui cercana a él, pero si se me es frustrante el saber que estuvo tan cerca de mi y nunca me di cuenta de sus intenciones, es inaceptable que alguien tan entrenado como yo se le pase por alto algo como esto.
Observo a Luca sentado en el sofá con la atención puesta en la televisión. Se ve tan tranquilo, ignorante del riesgo en el que estuvo y está expuesto.
Y espero siga así por mucho tiempo.
Suspiro y regreso mi atención a lo que me está diciendo Alonzo.
-Llama a Gastón, pídele que vaya a buscarlos -dice al otro lado de la línea- Akram y yo nos encargaremos de buscar a esos imbéciles -exclama con tranquilidad. Pero lo conozco lo suficiente para saber que solo está aparentando para no alterarme a mi.
-Alonzo ¿Qué tanto sabe Akram? – pregunto con desconfianza.
No había pasado por alto los movimientos tan certeros de Akram ante la situación, puede que solo se tratara de alguien astuto y ágil que supo que acciones tomar, pero no estaba del todo convencida.
-Casi nada -exclama escueto.
Presiono la mandíbula, inconforme con su respuesta.
-Alonzo -extiendo su nombre en una clara advertencia.
Son demasiados años conociéndonos y algo en mi me decía que me estaba ocultando algo y eso me estaba enfureciendo. No me gusta la sensación de estar caminando a ciegas y eso era lo único que había estado haciendo desde hace un tiempo y que Alonzo se añadiera a la interminable lista de dudas que tenía, me fastidiaba de sobremanera.
-Confía en mi, piccola – exclama en voz baja, casi en un ruego silencioso.
Inhalo profundamente, para luego soltar el aire con lentitud.
-Confío en ti Alonzo -aseguro con firmeza- pero tu y yo tenemos que hablar y lo sabes.
La línea se queda en silencio luego de mis palabras, lo único que me confirma que no ha colgado, es el sonido de su respiración pausada contra el micrófono de su teléfono.
Alonso y yo no acostumbrábamos a guardarnos secretos y las pocas veces que llegamos a hacerlo, confrontábamos al otro hasta que esté hablaba. Habíamos pasado por tanto y vivido rodeados de tantas mentiras, que era inaceptable que entre nosotros también las hubiese y en caso de que algo nos molestará del otro, lo hablábamos tan rápido como nos era posible y de esa forma nos evitábamos problemas mayores.
Lo escucho suspirar, antes de hablar.
-Es bastante complicado, pero prometo que te diré todo lo que pueda -se rinde.
Sonrío levemente.
-De acuerdo -acepto- ten cuidado y llámame cualquier cosa, voy a estar al pendiente -digo, dejando zanjado en tema anterior. Otra cosa que caracterizaba la amistad que llevábamos, era que sabíamos respetar los límites del otro.
-No te preocupes, llama a Gastón y que vaya a buscarlos, no se te ocurra salir de la oficina sola -Se nota la preocupación en su voz y también lo mucho que se está conteniendo en estos momentos, casi siento pena por Jayden cuando Alonzo lo encuentre…casi.
-Descuida -digo para luego colgar.
Rasco mi mejilla, mientras que con mi mano libre busco el contacto de Gastón.
El estrés va a terminar de enloquecerme.
-Mami, tengo hambre -se queja Luca, llamando mi atención.
Asiento y me acerco a los gabinetes a los costados de la nevera ejecutiva, para buscar algo que darle a mi hijo mientras tanto. Rebusco hasta conseguir un paquete de galletas, las tomo y me acerco a él para entregárselas.
-Dentro de un rato iremos a casa del tío Lonzo y te preparare algo de comer ¿Si? -le digo, a lo que asiente con calma y procede a abrir un paquete de galletas.
Coloco mi mano en su frente y confirmo que la fiebre ha disminuido, lo cual me tranquiliza bastante.
Un problema menos -pienso con alivio.
Me alejo, no sin antes besar su frente y camino hasta el enorme ventanal, para marcar el número de Gastón.
Repica una vez, antes de que la llamada sea contestada.
-Hola principessa ¿Qué es de tu vida?.
Frunzo el ceño ante la voz que atiende el teléfono.
-Enrico ¿Qué haces con el teléfono de Gastón? -pregunto un tanto desconfiada y aburrida con sus travesuras, a veces se comportaba como un niño.
Se ríe.
-Se está bañando y me pidió que atendiera -explica con sencillez- me ofende tu falta de confianza principessa- exclama indignado.
Ruedo los ojos.
-Alonso y tu parecen niños -señalo con obviedad- y si no dejan a Gastón en paz, los va a venir golpeando -advierto, divertida ante la imagen que creó mi mente- pensándolo mejor, me gustaría ver eso.
Se ríe a carcajadas.
-Eres mala -asegura sin poder dejar de reír- y al único que van a golpear será a Alonzo, por si no lo sabes, Gastón me quie…- se ve interrumpido a mitad de la frase y un golpe seco se escucha a través de la línea, seguido por sonidos de forcejeo.
Confundida miro la pantalla de mi teléfono confirmando que la llamada sigue abierta y vuelvo a colocarlo en mi oído.
-Ho intenzione di uccidere questo stronzo -masculla entre dientes Gastón, claramente enojado- Hola preciosa ¿para que me llamabas? -exclama con dulzura, sacándome una sonrisa.
- Se nota la preferencia -Se escucha en el fondo exclamar indignado a Enrico.
-Ella si me agrada, al igual que el niño, ustedes dos son un par de deficienti – afirma con tranquilidad.
Me es imposible no reír ante las idioteces que dice Enrico y la molestia de Gastón, haciendo que el estrés que cargaba se aligere un poco y me permita respirar con mayor facilidad.
-Gastón, ¿podrías venir a buscarnos? -le pido, dejando atrás las risas- se presentó una situación y tengo a Luca conmigo.
Las risas al otro lado de la línea cesan y la seriedad se adueña del ambiente.
-Mándame la ubicación por mensaje y estaremos ahí lo más rápido posible -dice con seriedad- ¿Estas en un lugar seguro? -escucho movimiento al otro lado de la línea y una puerta abrirse para luego ser cerrada.
-Si, aquí estamos seguros -aseguro no muy convencida- de todas maneras apresúrense.
Escucho el motor de un carro cobrar vida y esa es mi señal para enviarle la ubicación por mensaje de texto.
-¿El bufete? -pregunta incordiado.
Bufo.
-Si, el bufete -afirmo- deben subir al tercer piso y buscar la oficina de Akram Giadala, Llámame cuando estén en la puerta para abrirles -explico lo más exacta que puedo ser- y por último…intenten no llamar la atención.
-Tranquila, ya vamos en camino -dice y cuelga.
Guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón y desvío mi mirada hacia Luca, encontrándomelo dormido con restos de galleta en la comisura de sus labios.
Sonrío ante la imagen y me acerco a limpiarlo con cuidado de no despertarlo.
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Han pasado alrededor de veinte minutos, cuando me llega una llamada de Gastón anunciando su llegada, con cuidado de no despertar a Luca, me levanto del sofá y me acerco a la puerta, abriéndola con cuidado.
-Hola preciosa -dice Gastón, dejando un beso en mi mejilla, para luego entrar a la oficina seguido de Enrico, quien repite la misma acción.
Cierto la puerta y me acerco a ellos.
-Vamos al departamento de Alonzo, el está resolviendo algunas cosas ahorita -explico al ver la duda en sus semblantes.
Asienten.
-Debe ser grave si tuvo que dejarte sola -apunta Enrico, acercándose a Luca, para luego tomarlo en brazos.
Decido no contestar y me concentro en tomar mi cartera y recoger los envoltorios de galleta que había en el sofá.
No era ni el lugar, ni el momento para ponerme a explicar todo lo que estaba ocurriendo. Para empezar, necesitaba yo misma entender que ocurría antes de intentar explicárselo a alguien más.
-Vamos, no quiero estar más tiempo aquí -digo y me acerco a la puerta para abrirla y esperar a que ellos salgan.
Me ven unos segundos, antes de caminar hacia la salida y yo seguirlos, cerrando la puerta detrás de mi. Tomamos el ascensor hasta la planta baja y salimos del edificio, rumbo a un carro estacionado frente al mismo.
El viaje se me hace eterno, al igual que el silencio que se instaló entre nosotros, ellos sabían que necesitaba pensar y analizar todo y me estaban dando un espacio para que pudiera hacerlo.
Lo que había ocurrido no era más que una muestra de poder, el quería hacerme ver que podía quitarme lo que más amaba en cuestión de segundos y que si no lo hacía era porque así lo quería. Sin contar el hecho de que ha estado vigilándome desde hace muchísimo tiempo, hacía dos años que había empezado a trabajar para el señor Marco y tenía año y medio conociendo a Jayden, no tenía que ser muy inteligente para ver que me ha estado vigilando desde quizás más de tres años y eso me aterraba.
Pero habían cosas que no tenían sentido para mi, tuvo un millón de oportunidades para matarme o llevarme con él ¿por qué no lo hizo? Y la traición de Jayden solo me hace pensar ¿Cuántas personas trabajaran para él? ¿será alguien que conozco?. Y sin duda alguna, lo que me tenía aun mas confundida era el hecho de que haya dejado a mi hijo en la oficina de Akram ¿por qué él? Si, se lleva bien con Luca, pero no es una persona que tenga realmente peso en nuestra vida y el que haya contratado o dado el trabajo a nada más y nada menos que su secretaria hacia que todo esto se volviera más personal…y de nuevo ¿por qué él?.
Sin importar cuantas vueltas le diera, no podía conseguir unir los hilos, sencillamente carecía de sentido alguno.
Resoplo, frustrada con la maraña de pensamientos.
-Ya llegamos principessa- anuncia Enrico, basándose del carro.
Frunzo el ceño, desviando mi vista hacia la ventana, notando que no encontramos en el estacionamiento.
Una de las puertas traseras se abre y Gastón toma a Luca en brazos, para luego instalé a salir.
Salgo y caminamos hasta el ascensor, marcando el piso al que nos dirigimos.
Una vez las puertas se abren, salimos y busco las llaves del departamento e ingresamos a el, apenas abro la puerta.
-¿Puedes dejarlo en su habitación? -le pido a Gastón, quien asiente y dirige sus pasos hacia la habitación de Luca.
Me dejo caer en el sofá, por completo agotada.
-Dinos ¿Qué ocurre? -exclama Gastón, acercándose a mi y a Enrico, que se había sentado a mi lado.
Suspiro y paso mis manos por mi cabello, llevándolo hacia atrás.
-Veamos si ustedes pueden ver algo que yo no. -digo, para luego empezar a relatar los sucesos de ese día.
Rogaba porque ellos pudiesen aclarar algunas de mis dudas.
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