Capítulo 33
Debía admitir que no era del todo incómodo pasar tiempo con Akram, aunque no me terminaba de acostumbrar a la relación tan cercana que tenía con mi hijo. Vamos, no es normal que un hombre adulto y un niño de seis añitos se volvieran mejores amigos, de hecho, muchos estarían preocupados de las intenciones que podría tener dicho hombre con el niño.
Yo también me había preocupado en un principio, pero la confianza que Alonzo le tenía me había dado la confianza suficiente para darle el beneficio de la duda, después de todo, Alonzo jamás pondría a Luca en una situación peligrosa. Y ahora que podía ver en persona la relación que tenían, estaba más tranquila…o al menos por esa parte.
Me inquieta ver el cariño que Luca le a tomado y pensar en cómo se sentiría si Akram dejase de estar en su vida.
-Se quedó dormido- anuncia Akram, sacándome de mis pensamientos.
Observo a Luca dormido en el sofá, su boca entreabierta, mientras abraza la manta que Akram le había traído.
Luego de comer y recoger el desastre que había en la cocina, nos fuimos a la sala a ver las películas que le había prometido ver a Luca. Creo que ya habíamos visto cada película de súper héroes que existe y no me sorprendía en lo absoluto que se hubiese quedado dormido.
Me incorporo del sofá, con la intención de llevar a mi hijo a la habitación, que Akram le había dado -cosa que también me sorprendió, pero preferí no decir nada al respecto- cuando veo a Akram levantar una de sus manos, deteniéndome.
-Yo lo llevo, son demasiadas escaleras y podrías caerte -explica y se incorpora para, con delicadeza, tomar a mi hijo entre sus brazos y tomar rumbo hacia la habitación, conmigo siguiéndole los pasos.
Al llegar solo puedo verlo desplazarse por la habitación hasta la cama matrimonial y depositarlo en ella con suavidad, para luego cubrirlo con una colcha.
Ver a Akram acariciar los rizos de mi bebé, en un acto tan paternal me deja congelada en mi lugar.
Nunca había imaginado a Luca con una figura paterna, Alonzo era su tío y una figura masculina en su vida, pero aún así, nunca se vio algo a nivel paternal en ellos y la imagen que ahora me brindaban Luca y Akram por algún motivo me aterraba. Era sencillamente demasiado para mi.
Se voltea y me regala una pequeña sonrisa antes de salir de la habitación.
Me acerco a Luca a paso lento, aún intentando salir de mi estado de shock y beso su frente.
-Te amo mi amor -susurro y salgo de la habitación, no sin antes apagar las luces y dejar la puerta entrecerrada.
Bajo a la cocina y me encuentro con Akram, recostado del mesón, mientras revisa su teléfono. Carraspeo llamando así su atención, me sonríe mientras su mirada parece estar analizándome.
-Pensaba prepararme un sándwich, esas pizzas no me llenaron ¿quieres uno? -pregunta, dejando su teléfono en el mesón.
Suspiro, me acerco a uno de los taburetes y me siento.
-Un sándwich no estaría mal, realmente a mi tampoco me llenaron las pizzas.
Sonríe y se dirige a la nevera para revisar su interior.
-Perfecto, dame unos minutos y tendré lista nuestra cena -dice con gracia, a lo que me río levemente- ¿con qué quieres que te lo prepare?
-No soy exigente, solo asegúrate de que tenga mucho queso.
Ríe y empieza a sacar diferentes cosas de la nevera para luego dirigirse a uno de los gabinetes y sacar el pan.
Ciertamente era cómodo estar con él, me gustaba la manera en la que parecía encajar perfectamente con Luca y de cierta forma conmigo, pero a pesar de que me gustara también me aterraba la facilidad que parecía tener para entrar en mi vida, me aterraba la manera en la que todo se sentía tan natural, tan familiar; esa extraña sensación de que así debían ser las cosas. Era demasiado perfecto para ser real y más aún si consideraba el hecho de que, apenas y lo conocía.
Akram arrastra un plato con un sándwich en mi dirección, se ve delicioso y no espero ni un segundo más para darle un mordisco.
Realmente delicioso.
-¿Jugo o quieres otra cosa?
Alzó la mirada y lo veo parado a un lado de la nevera con una jarra de lo que parece ser jugo de naranja en una de sus manos.
-Jugo está bien -le digo, una vez terminó de tragar.
Asiente y sirve dos vasos con jugo, para luego entregarme uno.
-Gracias, esto está delicioso.
Sonríe con la boca llena y no puedo evitar pensar, que se ve adorable.
¿adorable? ¿hablas enserio? -reprocha mi consciencia.
-No es nada -exclama, apenas termina de tragar- me alegra que te haya gustado.
En eso su celular suena.
¿Quién diablos podría llamar a esta hora?...
Lo escucho resoplar para luego tomar su celular de mala gana y atender la llamada.
-Espero que sea algo importante como para que me llames a estas horas -exclama con frialdad.
Así que está es su otra cara. -pienso, mientras analizo cada una de sus expresiones.
Era increíble como su semblante y actitud dejaron de ser amables y risueñas para cambiar en cuestión de segundos y convertirlo en un hombre frío. No había visto esta parte de él en el estacionamientos, ni en el restaurante y mucho menos en las horas que hemos pasado junto a Luca. Este no era Akram, él hombre que conocí. Él hombre que estaba frente a mi, era el abogado del que tanto me había hablado Alonzo y al que todos en el bufete le temían.
-Si, ya leí el informe y no hay nada en el, que yo ya no supiera -su mandíbula está tensa y pellizca el puente de su nariz, escuchando lo que dicen al otro lado de la línea- ¿que parte de “quiero saber de que sabor fue su primera papilla” no entendieron?.
Levanto mis cejas un tanto sorprendida, mientras sigo comiéndome mi sándwich.
-No, no quiero otro puto informe, programa una entrevista con el señor Lombardo para la próxima semana, yo mismo me encargaré de investigar.
Frunzo el ceño al escuchar aquél apellido.
¿Hablara del señor Marco?
-Ah, y no se te ocurra volver a llamarme a estas horas -amenaza y cuelga la llamada, dejando con brusquedad el celular sobre el mesón.
-¿Todo bien? -Me atrevo a hablar luego de unos segundos de completo silencio.
Levanta la mirada de golpe y me ve con sorpresa, creo que a alguien se le olvidó que estaba aquí.
-Mierda -masculla entre dientes- lamento que hayas tenido que presenciar eso.
-No te preocupes -le regaló una sonrisa, logrando que su cuerpo deje de estar tenso- ¿te puedo hacer una pregunta?.
-Claro ¿de qué se trata? -exclama, ahora un poco más calmado, llevándose el vaso con jugo a su boca y dándole un trago.
-¿Quién es el señor Lombardo? -pregunto, ladeando la cabeza.
Frunce el ceño y deja el vaso en el mesón.
-¿Porqué la pregunta? -me mira con desconfianza.
Me pienso bien si decirle o no, pero a la final me decido por decirle, igual no me afecta en nada y me podría informar en caso de que ese hombre resulte ser el señor Marco.
-Tengo un conocido con ese apellido, simplemente me dio curiosidad saber si se trataba de la misma persona -explico con tranquilidad.
Él me ve por unos segundos más, hasta que asiente y se decide a contestar.
-Es un posible socio al que mande a investigar, se llama Alessandro Lombardo -dice sin despegar ni un momento su mirada de mi- ¿Lo conoces?.
Asiento.
-Apenas y lo conozco, es el nieto de mi antiguo jefe, solo lo e visto una vez.
-¿El dueño del restaurante?
Asiento y le doy el último mordisco a mi sándwich.
-Es una lástima que no lo conozcas, me hubiese servido tu opinión sobre él.
-No podría ayudarte, como te dije, apenas y lo conozco -digo- pero el señor Marco es un muy buen hombre.
Asiente y se concentra en terminar su comida. Nos quedamos en silencio, cada uno metido en su propia mente.
No podía dejar de pensar en la faceta que había visto en él, me sorprendió lo rápido que había cambiado de un estado de ánimo a otro y me carcomía la curiosidad por saber que otras facetas podía llegar a tener, sin duda este hombre era más de lo que aparentaba a simple vista y sin duda alguna era bastante calculador y observador, lo que me ponía un tanto a la defensiva. No podía evitar sentirme nerviosa cada que me miraba como si estuviese analizando cada centímetro de mi alma, esos ojos gris verdoso parecían poder ver a través de mi y eso no me gustaba en lo más mínimo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?.
Sonrío al darme cuenta de que dijo exactamente lo mismo que yo había dicho con anterioridad.
-Claro ¿de qué se trata?.
-¿Qué edad tienes?
-Veinticuatro y antes de que me lo preguntes, tuve a Luca a los diecinueve -digo, adelantándome a su pregunta.
Sonríe, pero no es una sonrisa de lástima, como muchas que me han dado al ver que me convertí en madre tan joven, no, su sonrisa era sincera y tranquila.
-¿Siempre estuviste segura de querer tenerlo? -su pregunta me saca de balance y el parece notarlo- lo lamento, no tienes que contestar.
Agito mi cabeza alejando esas emociones negativas que comenzaban a aparecer.
-Descuida -me aclaro la garganta al notar que mi voz sale inestable- al principio no, no estaba exactamente contenta con la noticia, en más de una ocasión pensé en el aborto -admito y un nudo se forma en mi garganta- no es algo de lo que me sienta orgullosa, pero por suerte el idiota de Alonzo al enterarse de todo y de lo que pensaba hacer me dio el regaño de mi vida -sonrió con un poco de nostalgia y tristeza al recordarlo- jamás lo había oído tan enojado, al menos no conmigo.
No sabía porque demonios le estaba contando todo esto, pero no quería detenerme, se sentía de cierta forma, como si me quitará un peso que no sabía que tenía.
-Me insultó en todos los idiomas posibles el muy idiota -Me río y el se ríe conmigo- le estaré eternamente agradecida por hacerme entrar en razón y ver lo maravilloso que era aquel pequeño ser en mi interior -sonrío- tener a Luca a sido la mejor decisión que he tomado en mi vida.
-En definitiva, fue la mejor decisión -dice al ver que no voy a seguir hablando- ese niño es maravilloso, aunque haya dejado mi cocina hecha un desastre.
No puedo evitar reírme ante lo que dice, realmente había dejado la cocina irreconocible, era más harina que nada.
-Hablando enserio, Luca es un niño increíble, hay algo en el que cautiva a quien se le acerque – una sonrisa tira de la comisura de sus labios- es sencillamente un niño especial, ni siquiera se en que momento me encariñe con él mocoso.
Me río ante el apodo que utiliza.
-Me alegra que pienses así de él, si te soy sincera, me sorprendió mucho lo rápido que se encariño contigo -admito- el es un tanto ¿odioso? Con los extraños, desde pequeño siempre fue así, su círculo se basaba en Alonzo y yo -explico- sin embargo es diferente contigo, contigo es más abierto y parece querer siempre tener tu atención. Me tiene realmente sorprendida.
Sonríe y me giña un ojo.
-Soy encantador ¿Alonzo no te lo había dicho?.
Me río a carcajadas al recordar todas las veces que Alonzo insulto su persona, mientras me decía lo frío y seco que era.
-Tu enserio no quieres saber lo que dice Alonzo- exclamo entre risas, ya me dolían las mejillas de tanto reír.
-¿Sabes? Creo que voy a tener una sería conversación con ese imbécil- dice serio, pero puedo notar como intenta contener la risa.
-Por favor invítame, necesito presenciar eso.
Sin poder aguantar más, se une a mis carcajadas. Tenía muchísimo tiempo sin reír de esta manera, sin sentirme tan tranquila...era demasiado perfecto y eso me asustaba.
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