Capítulo 32
Akram Giadala parte II.
Era, sin lugar a dudas, sorprendente la cantidad de energía que poseía ese niño. Le había dado todo un tour por mi casa, deteniéndonos en cada habitación para que él pudiese inspeccionarla con detalle, lo que hizo de ese tour uno de los más largos de mi vida. Cuando se aburrió, lo lleve a la habitación que había preparado para él, un tanto exagerado de mi parte si tenemos en cuenta que el niño no se va a quedar a dormir; le preparé un baño de espumas y baje a buscar la mochila que había dejado en la cocina, al regresar el piso del baño estaba lleno espuma al igual que la tina ¿y Luca? Pues él estaba encantado jugando con dicha espuma.
Con esa última experiencia aprendí que no debo dejar a un niño de seis años solo en el baño, y mucho menos dejar a la mano el envase de jabón. Luego de su baño, lo dejé en la habitación para que se vistiera mientras yo veía fijamente el desastre que había dejado, deseando que mi implacable mirada lograra desaparecerlo.
Esto no está funcionando -pienso con fastidio.
-No pienso limpiar esto -mascullo, levantando mis manos y alejándome del desastre, para luego cerrar la puerta del baño y fingir que nada pasó.
He aprendido muchas cosas sobre los niños en las horas que llevo con Luca, como justo ahora, por ejemplo, aprendí que no es buena idea jugar al escondite en una casa tan grande y mucho menos si el niño parece tener toda la energía cargada.
Recorro por enésima vez la planta baja, sin éxito alguno, esto ya estaba comenzando a preocuparme, ya había recorrido y revisado cada puto rincón de la casa y el mocoso no aparecía.
Ya había intentado llamarlo, pero no contestaba, a estas alturas no sabía si era, porque pensaba que era un juego o –y esto era lo que me daba miedo- algo le haba ocurrido.
Mierda, bonita la hora en la que me decidí por tener una casa tan grande.
Subo las escaleras hasta el segundo piso y reviso cada habitación de este piso -una vez más- entre ellas se encontraba la mia que fue a la última que me dirigí…nada, él niño seguia sin aparecer. No sabia que era lo que esperaba, ya había buscado más de una vez en cada una de estas habitaciones y siempre daba el mismo resultado.
Paso las manos por mi cabello, para luego dejarlas en mi cuello. Me sentía frustrado, molesto, pero más que nada, asustado y mi mente no estaba siendo de mucha ayuda al crear una infinidad de posibles escenarios fatalistas.
Me lanzo de espaldas a mi cama, completamente agotado. Observo el techo blanco, esperando que por arte de magia me dijera donde se encontraba el niño, pero de nuevo, nada.
Resoplo y tomó el teléfono del bolsillo de mi pantalón, entró en la agenda de contactos y observo por lo que parecen horas el número de Alessandra. Dejo mi dedo cerca de la pantalla, sin llegar a tocarla, no me atrevía a marcar la llamada y enfrentarme a ella…¿Qué le diría? ¿Cómo le explicaría que había perdido a su hijo?.
Me incorporo de la cama y me acerco a la ventana que da hacia el patio.
A mitad de la tarde la lluvia había hecho su maravillosa aparición -Nótese el sarcasmo- y no, no era una suave llovizna, ni siquiera una lluvia normal, esto era el preludio para el próximo diluvio. Aunque debía admitir que la lluvia resaltaba la belleza natural de mi patio, el césped y cada flor en el, parecían brillar con sus colores.
Me encontraba ensimismado en mis pensamientos, mientras observaba desde mi ventana, cuando veo una figura moverse entre las flores.
Entrecierro mis ojos e intento concentrarme en aquello que captó mi atención. La cortina de lluvia dificulta mi trabajo, por lo que decido bajar y observar más de cerca.
Bajo las escaleras con rapidez, en dirección a las puerta francesas que dan hacia el patio.
Me detengo en seco al ver una de las puertas abierta, había pasado por esta parte de la casa en varias oportunidades, pero no le había puesto atención a las puertas y mucho menos al patio, ya que por la lluvia torrencial era ilógico que el niño hubiese salido.
Es lógico ¿no?.
Atravieso las puertas francesas y camino hasta donde termina el techo que cubre el comedor exterior. La brisa azota con fuerza y la lluvia parece aumentar su fuerza con cada segundo que transcurre.
-¡¡¡LUCA!!! -grito tan alto como me es posible.
Recorro con la mirada la extensión de patio que está a mi vista, pero no logro ver nada.
-Mierda -mascullo entre dientes y salgo de la protección que me brindaba el techo, adentrándome a la fría -muy fría- lluvia.
Me hacerco al lugar donde había visto aquella figura. Era un pequeño cuadro de dos metros cuadrados, lleno de diferentes flores, no era muy alto, a mi me llegaba por la rodilla…pero considerando que se trataba de un niño...rezaba para que al menos se pusiese ver su cabellera rizada.
Rodeo aquel lugar y llamo varias veces, pero nadie me responde.
tal vez sea por la lluvia que amortigua el sonido de mi voz y por eso no me escucha - o al menos eso es de lo que intento convencerme.
Dirijo mis pasos a otra sección llena de flores. El frío cala en mis huesos y mis dientes titiritan ante el frío que siento, pero eso no podría importarme menos en este momento, en lo único que soy capaz de pensar es en Luca pasando por lo mismo.
-¡¡¡LUCA!!! -vuelvo a llamar, mis voz se corta por el nudo que se instaló en mi garganta. El pensamiento de que algo le había ocurrido, no abandonaba mi mente y la posibilidad de que fuese cierto, me estaba volviendo loco.
-Me llamaste por mi nombre -escucho la voz de Luca a mis espaldas y giro mi cuerpo con una rapidez de vértigo, teniendo que de alguna manera, desapareciera.- me gusta tu jardín, es lindo – exclama con felicidad, recorriendo con la mirada el lugar.
Lo detallo de pies a cabeza, tiene un abrigo bastante grueso y para estos momentos, completamente empapado, cubriendo su cuerpo, el cabello lo tiene igual de mojado y se le pega al rostro; y sus mejillas, nariz y labios, se encuentran rojos por el frío.
Me acerco a él y lo tomó entre mi brazos, abrazandolo con fuerza y me sorprendo al sentir algunas lágrimas caer por mis mejillas.
-¿Dónde estabas? -pregunto,
Sin soltarlo, me dirijo hacia el interior de la casa, para luego cerrar con llave las puertas. No pensaba correr riesgos.
Lo dejo en el piso y me acunclillo frente a él para quitarle el abrigo mojado y arrojarlo al piso, luego lo llevaría a la secadora, pero justo ahora mi prioridad era evitar que el niño se enfermara.
-Me canse de que no me encontrarás y vi por una de las ventanas que tenías un patio, así que decidí ir a esconderme allí -exclama con simpleza, encogiéndose de hombros- luego empezó a llover y las flores se veían más bonitas.
Paso una de mis manos por mi rostro en un intento por calmarme. No estaba enojado con el niño en lo absoluto, a la final es solo un niño, pero el miedo que sentí, aún no se iba del todo.
Le sonrío suavemente, evitando que notará lo alterado que me encontraba. Yo ya estaba alterado, no era necesario que el niño también lo estuviese.
-Esta bien, pero la próxima vez, avísame antes de salir ¿Si? -pido con dulzura.
Asiente repetidas veces, para luego abrazarme, tomándome por sorpresa. Correspondo su abrazo, sintiendo mis ojos arder, realmente me había asustado.
Se separa de mi y fija su mirada en la mia.
-Lo siento -dice, sacandome de balance- no quería asustarte, pero descuida, estoy bien -exclama regalándome una pequeña sonrisa.
No dejaba de sorprenderme la inteligencia de Luca y lo observador que era.
Asiento y me incorporo, extendiendo una de mis manos en su dirección, la cual toma con rapidez.
-Vamos, tienes que darte un baño de agua caliente, si no quieres enfermarte -informo, dirigiéndome al baño de mi habitación, al recordar el desastre espumoso que hay en su baño.
Preparo la tina y lo ayudo a entrar.
-¿Te puedo dejar solo y me prometes que no harás un desastre? -me ve fijamente y ladea la cabeza confundido- voy a preparar chocolate caliente y a buscarte ropa seca para cuando salgas -Le explico.
-Prometo portarme bien -exclama con una sonrisa. Suspiro, no me queda de otra que confiar en él.
Me incorporo, tomo la ropa empapada que había dejado tirada en el piso y salgo de la habitación y me dirijo al cuarto de lavado para dejar la ropa en la secadora, para luego tomar rumbo a la cocina.
Termino de preparar el chocolate caliente y subo a la habitación, dejando ambas tazas en una de las mesas de noche. Salgo de la habitación y voy a la de Luca para buscar la otra muda de ropa que su madre le había dejado y regreso a mi habitación, dejando la ropa en la cama y tomando una toalla para sacar al pequeño escapista de la tina.
-¿Listo? -pregunto a lo que asiente varias veces y alza sus brazos en mi dirección para que lo saque.
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Nos encontrábamos en la cocina amasando la masa para las pizzas, cuando escucho el timbre de llamada en mi celular -que por cuestiones de magia, sobrevivió a la lluvia- Limpio mis manos y tomó mi celular para contestar la llamada.
-¿Diga? -contesto sin antes ver el identificador ya que me vi distraído ante el desastre de harina que está haciendo el mocoso.
-Akram, soy Alessandra, estoy fuera de tu casa -anuncia tomándome por sorpresa. Alejo el celular de mi oído y veo la hora, 9:06pm.
Que rápido se pasó el día- pienso con cierto pesar.
-Ya te abro -Le digo y cuelgo.- Ya llegó tu mamá, niño -Le informo a Luca, ganándome su atención.
-¿Va a cenar con nosotros? Hay que hacer más pizza -pregunta y se contesta antes de que yo pueda hablar.
-Vale, quédate aquí, tranquilito ¿ok?.
Asiente repetidas veces, para luego centrar de nuevo su atención en la masa.
Ahora también hay que limpiar la cocina -pienso con algo de flojera.
Me dirijo a la puerta y abro el portón con el mando a distancia. Tomo un paraguas de un pequeño armario a un lado de la puerta y abro la misma, esperando a que el auto se estacione para yo salir apresurado hasta la puerta del piloto.
Alessandra abre la puerta y yo la ayudó a sostenerla mientras ella termina de salir.
La lluvia era inclemente y el viento azotaba tan fuerte, que hacia que las gotas de lluvia se sintieran como pequeñas agujas contra la piel.
Una vez ambos estamos bajo la protección del paraguas, cierro la puerta del carro y dirijo mi mirada a la chica junto a mi. Si cabello se movía de un lado a otro por la brisa, mientras ella luchaba por mantenerlo detrás de sus orejas.
-Sujetate del paraguas, tendremos que correr hasta la entrada -le aviso, mi voz apenas escuchandose por el ruido de la lluvia.
Levanta su mirada en mi dirección y sin decir nada, acerca su cuerpo a mi y coloca su mano por encima de la mía en el paraguas.
-¿Te molesta si...? - pregunto, haciendo un leve movimiento con mi brazo restante, pidiéndole permiso para sostenerla por la cintura -así será más fácil correr -explico un tanto nervioso por su silencio.
Frunce el ceño e intercambia su mirada entre la puerta y yo, al parecer, midiendo la distancia.
-Esta bien - dice con tranquilidad. Me le quedó viendo por unos segundos, y ella al mirar que no reacciono, toma mi brazo libre y rodea su cintura con el -¿podemos empezar a correr? El paraguas no cubre lo suficiente -indica y a lo lejos puedo notar un poco de burla en su voz.
Asiento y la sujeto con mas firmeza, para luego tomar impulso y comenzar a correr hasta la casa. Apenas llegamos, entramos con rapidez y cierro la puerta, evitando así que el agua siguiese entrando.
Dejo el paraguas a un lado de la puerta y dirijo mi mirada hacia Alessandra, que luchaba con los botones de su abrigo, para poder quitárselo.
Me es imposible no sonreír ante la manera en la que su ceño se frunce y su nariz se arruga, mientras está concentrada.
-Déjame te ayudo.- digo, una vez terminó de desabrochar los botones y comienza a deslizar el abrigo por sus hombros.
Sin esperar una respuesta, me acerco a ella y le ayudo a quitarse el abrigo, su cuerpo se tensa levemente ante mi cercanía, pero no es más que un momento antes de volver a la normalidad. Termino de quitárselo y lo dejo en el pequeño armario de donde había sacado el paraguas.
-Gracias -musita en voz baja, carraspea y se abraza a si misma - ¿y Luca?.
-En la cocina, sígueme.
Empiezo mi camino y ella me sigue unos pocos pasos por detrás. Aún no lograba comprender porque su presencia me ponía nervioso, me sentía como un adolescente hormonado, viendo a una chica linda.
-¿Se portó bien? A veces puede ser demasiado tremendo – exclama viéndome de reojo.
-Cosas de niños, se a comportado bien -Le digo.
Una vez llevamos al umbral de la cocina le hago una seña para que pase primero.
-¡¡¡MAMI ESTAMOS HACIENDO PIZZA!!! -grita emocionado apenas ve a su madre.
Me río. No terminaba de acostumbrarme y mucho menos de entender el nivel de energía que poseía ese niño.
Escucho a Alessandra reírse, acercándose a Lucía y besando las partes -pocas partes- de su rostro que no tenían harina.
Veo con los ojos entrecerrados al niño y toda la cocina.
No lo había dejado tan mal cuando me fui -pienso, viendo que el desastre de harina es mucho mayor que hace unos minutos.
-Vaya, creo que se les salió un poco de control- exclama Alessandra, recorriendo con la mirada el lugar y por último pasar su mirada en mi- parece que explotó el saco de harina -exclama con gracia.
Me río y me acerco un poco más a ellos.
Era la primera vez, desde que la conocí -hace nada- que la notaba relajada, lo suficientemente como para incluso bromear.
-Tu hijo es un chef entusiasta -digo, sacándole una leve carcajada.
-Mami ¿vas a cenar con nosotros? -pregunta Luca, llamando nuestra atención.
-Si no tienen problema con eso, por mi encantada -exclama, mirando a Luca para luego volver a desviar su mirada en mi dirección.
-No tengo ningún problema, además necesitamos ayuda, no hemos avanzado más haya de la masa.
Luca se ríe, contagiándonos su risa a nosotros.
-Será un placer ayudarlos -exclama, acercándose a Luca.
Me quedo por unos segundos admirando la imagen frente a mi. Alessandra se reía mientras ayudaba a Luca a amasar y Luca solo estaba concentrado en llenar la mejilla de su madre de harina. Era una imagen, sin dudas, hermosa e inocente.
Sacudo mi cabeza despertando de mi estado y me pongo a terminar las pizzas…o a comenzarlas, mejor dicho.
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Estamos cenando en el comedor, cuando a Alessandra le llega una llamada.
-Disculpa -dice, para luego tomar su teléfono y atender.- seguimos en casa de Akram -le contesta a quien sea este del otro lado de la línea. Frunce el ceño y dirige su mirada a mi - ¿podrías colocar el noticiero? -me pide.
Frunzo el ceño ante su petición, pero igual me levanto y enciendo el televisor que se halla en una de las paredes cercanas a la mesa de la cocina.
《Se le pide a todos los residentes de la ciudad de New York, por favor quedarse en casa. Las calles se encuentran cerradas por las inundaciones que la tormenta a causado, se les pide mantener la calma y no salir de sus hogares, las autoridades y cuerpos de seguridad estarán vigilando y atendiendo todas sus llamadas…》
-Si, lo estoy viendo -exclama Alessandra.
Sigo observando las imagenes que pasan por el noticiero, diferentes zonas de New York estaban por completo inundadas, incluyendo el metro, calles y diferentes edificios.
-…¿y ahora como me voy al departamento? -La pregunta de Alessandra, llama de nuevo mi atención. Giro mi cuerpo y la veo, tiene su mirada en el televisor mientras sigue hablando por teléfono.
-Pueden quedarse aquí -ofrezco, llamando su atención. Frunce el ceño - no voy a dejar que salgan y se pongan en peligro Alessandra, hay espacio de sobra y no me molesta tenerlos aquí -exclamo con seriedad al ver la duda en sus ojos.
Y era cierto, no había ninguna posibilidad de que yo permitiera que ellos se arriesgaran de esa manera.
-Esta bien, gracias -sonríe y vuelve a dirigir su atención al teléfono.
-¿Nos vamos a quedar aquí? -pregunta Luca, que se había mantenido callado todo este tiempo. Asiento en su dirección y me vuelvo a sentar para terminar mi cena.
-Tendremos una pijamada ¿te parece?
-¡¡¡Siii!!! -exclama con gran emoción.
Me río, siendo contagiado por su felicidad.
-Alonzo te manda las gracias, por dejar que nos quedemos aquí -dice Alessandra, una vez cuelga el teléfono.
-No tiene nada que agradecerme, ni tu, ni él -aseguro.
Sonríe y asiente.
Era extraño y admitirlo me hacia enojar de cierta forma conmigo mismo. Pero en realidad a un gran parte de mi le encantaba el hecho de que vayan a pasar más tiempo conmigo.
Me sentía ridículo ante estas emociones que no lograba comprender, pero definitivamente iba a descubrir de que se trataban.
Necesito saber que es todo esto que estoy sintiendo…y voy a descubrirlo.
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