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Capítulo 31

Akram Giadala parte I.

Decir que me encontraba nervioso, era quedarme corto, el latir desbocado de mi corazón y el sudor en mis manos me advertían que, más que nervioso yo me encontraba asustado ¿aterrado sería mejor?.

Realmente nunca se me hubiese pasado por la cabeza que aquella chica del estacionamiento, sería nada más ni nada menos que la madre de Luca y mejor amiga de Alonzo. Dicen que el mundo es un pañuelo, pero esto ya es absurdo.

Cuando levante mi mirada y la vi sentada a un lado de Alonzo, casi me da un infarto y era más que obvio que a ella también la tomó por sorpresa, aunque al parecer no una buena, ya que la incomodidad era palpable.

Me había tomado un poco desprevenido cuando empezó a darme las instrucciones de lo que debía y no debía hacer con el niño, pero la sorpresa me duró poco, no tenía que ser un genio para darme cuenta de que algo realmente serio estaba ocurriendo en su vida, las señales eran bastante obvias. Debía admitir que me picaba la curiosidad de querer saber que era lo que estaba ocurriendo, aunado a un sentido de protección que despertaba en mí , Luca y para que negarlo, también la chica del estacionamiento o mejor conocida como Alessandra.

La veo sonreír, para luego asentir con suavidad.

-Si, me parece perfecto -exclama aún sonriendo.

Me quedo como idiota observando su sonrisa, que aún siendo leve, parece iluminar todo su rostro, en especial esos ojos azules a los que antes no había podido apreciar correctamente.

Pareces imbécil, deja de mirarla y haz algo -reprocha mi consciencia, sacándome de mis pensamientos.

Le devuelvo la sonrisa, intentando lucir lo más calmado posible.

-Me alegra -digo- ¿algo más que deba saber? -pregunto con curiosidad.

Una parte de mí, me reprochaba por extender la conversación, a la vez que se quejaba del tráfico que seguramente nos iba a agarrar, mientras otra parte de mi y al parecer, más fuerte que la anterior, solo buscaba mil razones diferentes para seguir hablando con ella.

-Ummm, supongo que es mi deber advertirte -dice, ganándose por completo mi atención- Luca despertó un tanto malhumorado, no te dará tanto trabajo, además parece ya haberse tranquilizado – exclama como quien no quiere la cosa- eso no es de lo que te debes preocupar.

Me regala una sonrisa tensa, que parece tener una disculpa grabada. Arqueo una ceja en su dirección.

-¿De qué debo preocuparme? -pregunto llamando su atención, al ver que se distrae viendo un punto a mis espaldas. Ya lo había hecho antes y como en la vez anterior, lanza una mirada fulminante…me imagino que a Alonzo o a él mocoso.

-Alonzo le compró una segunda ración de torta -dice entre dientes, aún con la mirada en el punto a mi espalda. Desvía la mirada en mi dirección y supongo que logra ver la confusión grabada en mi rostro, por lo que vuelve a hablar- Demasiada azúcar para un niño de seis años – explica y logro entender a lo que se refiere.

-Voy a matar a Alonzo.

-Tendrás que hacer fila -exclama Alessandra sobresaltándome.

¿lo dije en voz alta? -pienso confundido.

Si, lo dijiste en voz alta -se burla mi consciencia.

Reviso la hora en mi reloj.

El tráfico va a ser una mierda -me quejo internamente.

-Creo que ya es hora de que nos vayamos -anuncio.

La veo asentir para luego empezar a caminar con rumbo a la mesa, me toma unos segundos reaccionar y seguirla.

¿Qué demonios me está pasando? En estos momentos no soy capaz de reconocerme.

Llegamos a la mesa y no pasan dos segundos, cuando Luca se lanza a mis brazos, agradezco que mis reflejos actuaron con rapidez y fui capaz de atajar al mocoso con complejo de ave.

Realmente voy a matar a Alonzo.

-¡¡¡LUCA!!! -escucho a Alessandra gritar por el susto- ¿estas loco? Pudiste haberte caído -Le reprocha, todo rastro de dulzura o sonrisa, desapareció de su rostro dejando un ceño fruncido en su lugar.

Observo a Alonzo que se había incorporado de golpe por la impresión, pasar su mirada de Luca a Alessandra para luego sentarse con los brazos cruzados. Y por último, desvío mi mirada al niño que aún se encuentra en mis brazos, con un puchero y los ojos cristalizados apunto de derramar una lágrima.

Debo admitir que verlo así me dio un tanto de ternura y pena, pero lo que hizo estuvo mal, pudo salir herido y además yo no soy nadie para contradecir a su madre.

-Ah no, a mi no me conmueven tus lágrimas de cocodrilo -lo señala con su dedo índice- te me calmas o se cancela todo y nos vamos a casa -amenaza con seriedad.

Veo a Luca asentir con suavidad para luego extender sus brazos hacia su madre, que lo mira con una ceja arqueada.

-Lo siento mami -dice con voz dulce. Me sorprende ver que Alessandra tenía razón, no eran más que lágrimas de cocodrilo, ahorita no hay ni un solo rastro de ellas en su rostro.

Mocoso manipulador -pienso con un dejé de orgullo.

-¿Y? -insiste Alessandra, aún negándose a cargar a su hijo.

Escucho a Luca suspirar, para luego dirigir su mirada a mí.

-Lo siento Akram -exclama con suavidad, viéndome a través de sus pestañas.

¿Qué se supone que le diga?.

-Descuida niño, solo no vuelvas a hacerlo -termino por decir, un tanto inseguro.

Observo a Alonzo, quien levanta dos pulgares en mi dirección y le entrego el niño a su madre, quien se lo lleva aparte, supongo que para hablar con él.

-Lo hiciste bien hermano, cálmate -exclama Alonzo con tranquilidad.

Me siento en la silla frente a él, sintiendo mi cuerpo agotado.

-Si, por cierto, gracias -digo, sonriéndole de la manera más falsa posible.

-¿Por qué? -pregunta, mirándome confundido.

-Por darle más azúcar al niño -acuso, a lo que el abre sus ojos a más no poder- me alegra saber que Alessandra va a darte la golpiza de tu vida -una sonrisa llena de malicia hace su aparición en mi rostro al imaginarme aquella escena.

-¿Alessandra se dio cuenta? -pregunta con un poco de miedo colándose en su voz. Asiento varias veces, sin poder ocultar mi sonrisa- Mierda, estoy muerto -masculla entre dientes, pero igual soy capaz de oírlo.

Me río a carcajadas al ver su cara de mortificación, apenas si conozco a Alessandra, pero todo me indica que es una mujer con un carácter muy fuerte.

-¿Ya nos vamos? -pregunta Luca acercándose a nosotros de la mano de su madre.

-Claro ¿Dónde tienes tus cosas? -Le pregunto, notando que no tiene mochila.

Levanta la mirada hacia Alessandra en una pregunta silenciosa.

-Su mochila está en el carro de Alonzo -exclama y como si de una orden se tratase, Alonzo se levanta de la mesa y va con dirección a la caja para pagar lo que consumieron, no sin antes entregarle las llaves a su amiga.

Salimos del establecimiento y los sigo hasta el carro de Alonzo.

Alessandra quita el seguro del carro y abre una de las puertas traseras, para luego adentra la mitad de su cuerpo y sacar una mochila.

-Aquí tienes dos cambios de ropa, cepillo de dientes y de penar, además de algunos juguetes -explica, entregándome la mochila- no sufre de alergias, así que puedes estar tranquilo por ese lado y cualquier cosa que necesites…

-Te llamo a ti o a Alonzo -La interrumpo y ella asiente y sonríe.

Era realmente admirable ver la manera en la que cuidaba de Luca, es bastante claro que lo tuvo a una edad temprana- cosa que no juzgo- y es sorprendente ver lo bien cuidado y educado que está el niño.

-Y te recomiendo, que no le des más azúcar -exclama viendo al pequeño que juega con los dedos de su mano- lo digo por tu bienestar mental.

Me río, pero tomo enserio sus palabras.

-Tranquila, no pensaba hacerlo.

Sonríe y se pone de cuclillas para estar a la altura de su hijo.

-Quiero que te portes bien Luca, recuerda lo que hablamos -exclama con seriedad, a lo que el niño asiente- bien, nos vemos luego mi amor.

-¿No quieres venir con nosotros mami? -Le pregunta y por alguna razón, mi corazón se acelera ante la posibilidad de que diga que sí.

Me empezaba a enojar la manera en la que mi cuerpo, pensamientos y emociones parecían perder los estribos, cuando de ella se trataba.

-No mi amor, hoy voy a estar ocupada -explica y le da un beso en la frente- más tarde te paso a buscar y hacemos noche de películas ¿te parece?.

-Si, vamos a ver a Superman -exclama con emoción.

Coloco una de mis manos hecha puño en mi boca, intentando ocultar la risa que me causa la molestia plasmada en el rostro de Alessandra.

-¿Vamos a ver Superman? -pregunta Alonzo, acercándose a nosotros.

-Si -responde Alessandra con nada de emoción.- bueno, ya es hora, chao bebé -besa una vez más la frente de Luca, para luego abrazarlo con fuerza.

-Chao mami- se despide, una vez termina el abrazo- Chao tío Lonzo -exclama acercándose a su tío para darle un abrazo.

En vez de unas cuantas horas, pareciera que se va a quedar conmigo por tiempo indefinido -pienso con gracia ante la escena.

-No tienes que venir a buscarlo, puedo llevarlo a tu casa o al departamento de Alonzo sin ningún problema -le ofrezco a Alessandra, mientras el par sigue despidiéndose.

Niega lentamente.

-No, gracias -exclama con amabilidad- yo lo voy a ir a buscar a eso de las ocho -informa con firmeza, sin dar oportunidad de objetar.

Asiento. No iba a discutir por algo tan insignificante, si ella deseaba ir a buscarlo, yo no tenía ningún problema.

Veo a Luca acercarse y tomar mi mano.

-Bien, nos vemos luego -me despido de ambos, mientras arreglo la mochila en uno de mis hombros, para poder cargar a Luca sin ningún inconveniente.

-Nos vemos luego, hermano -se despide Alonzo, subiéndose al carro.

-Cualquier cosa, por mínima que sea, me llamas -me pide Alessandra por milésima vez, antes de subirse al carro.

Me alejo de ellos y camino hasta mi carro, que estaba estacionado a unos cuatro carros de distancia. Quito el seguro y le abro la puerta trasera a Luca, una vez dentro, cierro la puerta y rodeó el carro para ahora adentrarme yo.

Enciendo la calefacción con rapidez y coloco la mochila en  el asiento del copiloto.

-¿Quieres escuchar música? -Le pregunto, adentrándome en el tráfico.

-Nop, juguemos algo -exclama con emoción.

Esas palabras me traían recuerdos de nuestro primer encuentro y no me agradaba el resultado.

-¿Seguro no quieres escuchar música? -pregunto de nuevo.

Lo veo por el espejo retrovisor hacer un pequeño puchero.

-Bien ¿Qué quieres jugar? -Le pregunto, rindiéndome ante su puchero.

Te veo mal, Akram -se burla mi consciencia.

    ****************************************

¿Qué es peor que pasar hora y media atascado en el tráfico?...Pasar hora y media atascado en el tráfico, jugando al “veo, veo” con un niño atiborrado de azúcar y si a eso le añades el tema de “babyshark”…mejor no digo nada.

Abro el portón de mi casa, con el mando a distancia y aparco en la entrada, apagando de manera veloz el equipo de sonido.

Tendré pesadillas con esa puta canción.

Tomo la mochila y salgo, para luego abrirle la puerta a Luca.

-Tu casa es muy grande -señala, recorriendo la mirada por todo el lugar.- ¿vives solo? -pregunta, entrando a la casa mientras yo le sostengo la puerta.

Se detiene a mitad de camino en el recibidor, para verme, esperando una respuesta de mi parte.

-Mi hermana vive conmigo -le hago una seña con la cabeza para que me siga y camino con dirección a la cocina- ella ahorita no está, se fue a casa de una amiga por todo el fin de semana -explico.

Dejo la mochila en la encimera y me acerco a la nevera para servirme un vaso de agua.

-¿Quieres algo de tomar o comer? -ofrezco. Sabía que había comido torta, pero quizás aún tenía hambre.

-¿Tienes jugo de naranja? -exclama con dificultad ya que tiene la mitad de su cuerpo encima de uno de los taburetes, mientras que con sus pies intenta impulsarse.

La imagen es divertida, lo que no será divertido es la caída. Me acerco y lo ayudo en su ardua tarea.

-Creo que si hay jugo de naranja -informo, alejándome de él, una vez verifico que no corre ningún tipo de riesgo.

Devuelvo mis pasos hacia la nevera y busco el jugo, lo sirvo en un vaso y regreso la jarra a la nevera.

-¡¡¡Y también quiero chocolate!!! - pide con demasiada efusividad y esa es señal suficiente para saber que sería una muy mala decisión, darle más azúcar.

-No, tu ya acabaste con tu dosis de azúcar diaria -me ve con el ceño fruncido- órdenes de tu mamá- digo, encogiéndome de hombros y esas parecen ser las palabras necesarias para que quite su ceño fruncido.

Vaya, me gusta este nuevo truco.

Tal vez no estaba bien, pero si amenazarlo con su madre lo tranquilizaba…lo seguiría haciendo. 

                                                       

                                             

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