Capítulo 28
Me despido de Luca con la mano mientras lo veo entrar al colegio.
-¿Tus hombres ya están posicionados? – le pregunto a Alonzo, que se encuentra parado a un lado de mí.
-Si, dos infiltrados en el colegio y otros dos están estacionados en la calle de enfrente, no hay manera de que algo pase sin que ellos lo sepan -explica con seriedad.
Asiento y me doy la vuelta para dirigirme al carro con Alonzo siguiéndome.
Me tranquilizaba saber que Luca estaba seguro, confiaba en Alonzo y en la eficacia de los hombres que trabajaban para él. Si bien, me había planteado en más de una ocasión sacar a Luca del colegio, no quería arruinar su rutina ni mucho menos interrumpir su estilo de vida. Pero de todas maneras me asegure que estuviese completamente seguro a donde sea que fuese y sobre todo en un lugar donde no estabamos ni Alonzo ni yo para protegerlo. Todo fue cuestión de realizar algunas llamadas y sobornar a las personas correctas.
Nos adentramos al carro y tomamos rumbo al departamento de Alonzo. Había intentado convencerlo de ir a trabajar, ya que el día de ayer habíamos faltado, pero el se negó alegando que solo tendría que llamar a Akram y decirle que tenía que hacer algunas cosa y por eso faltaría; al principio no le creí que fuese tan sencillo, pero me sorprendí de sobremanera al ver que su amigo no tenía ningún problema con eso.
-¿A que hora llega Gastón? -pregunto aprovechando un semáforo en rojo para mirarme.
-Ni idea, él dijo que en la mañana pero no dio una hora específica -explico volteando a verlo.
Blanquea los ojos y arranca una vez el semáforo cambia de color. El carro se queda en silencio y me decido a encender la radio para escuchar música lo que resta de camino. Una vez llegamos al edificio Alonzo se adentra al estacionamiento subterráneo y aparca en su puesto. Nos bajamos del carro y nos dirigimos al ascensor, nos adentramos una vez se abren sus puerta y marco el piso al que vamos.
Observo a Alonzo recostarse de una de las paredes y pasar sus manos por su cara en un gesto de cansancio.
-¿Estás bien? -le pregunto preocupada por su repentino abatimiento.
Inhala profundamente antes de soltar el aire con brusquedad.
-Si, tranquila -susurra y me regala una sonrisa que no llega a sus ojos.
-Ya, ahora dilo con más convicción -exclamo con un toque de burla- Alonzo, a mí no puedes mentirme ¿qué ocurre?.
Me acerco a el y tomo su rostro entre mis manos, mientras escaneo cada milímetro del mismo. No había notado lo agotado que estaba, las ojeras estaban bastante marcadas bajo sus ojos y su mirada se veía decaída y sin brillo. Esa mirada ya la conocía y no me gustaba en lo absoluto.
Lo miro a los ojos fijamente y el me devuelve la mirada.
-Alonzo…
Quita mis manos de su rostro con suavidad y niega repetidas veces.
-No quiero hablar de eso piccola -exclama casi en un ruego. Frunzo el ceño, no estando de acuerdo con eso – estoy bien -asegura con poca convicción.
-Sabes que no es cierto Alonzo, todo esto está pudiendo con nosotros, está acabando con nuestra estabilidad…
-Lo sé, pero somos fuertes y podremos con esto -afirma- justo ahora lo que menos necesito es estar en el estado apático en el que me dejan esas estúpidas pastillas, no las he necesitado desde hace años y no voy a empezar a utilizarlas ahora. -replicó con aspereza.
Las puertas se abren y el sale a grandes zancadas dejándome atras. Resoplo ante la terquedad de Alonzo, tomo varias respiraciones para controlarme y no golpearlo y salgo del ascensor.
La puerta del departamento de Alonzo está abierta y al acercarme puedo escucharlo hablar con alguien, frunzo el ceño confundida y terminó de entrar. Lo que veo me sorprende, en la sala se encuentra Alonzo con los brazos cruzados y el ceño fruncido y frente a el Gastón con una sonrisa burlona.
-¿Cómo demonios entraste a mi casa Gastón? -gruñe Alonzo.
¿A él le agradaba Gastón? Si, pero era increíblemente posesivo con sus cosas y el hecho de que Gastón haya entrado en su casa sin ser invitado por él…lo sacaba de quicio, eso aunado al hecho de que pudo pasar todas la medidas de seguridad que Alonzo había instalado.
-Ya te dije mocoso, un mago no revela sus secretos. -exclama con burla. Gastón sabe muy bien lo temperamental que puede llegar a ser Alonzo y si hizo esto fue solo para hacerlo enojar.
La mandíbula de Alonzo se tensa al igual que el resto de su cuerpo y es ahí cuando decido intervenir.
-Hola Gastón -saludo llamando la atención de ambos.
Me acerco y le doy un beso en la mejilla que él devuelve.
-Princesa, que hermosa estás -halaga tomando mis manos y apartándose un poco de mí para poder observarme con más detalle – ya no eres aquella chiquilla que conocí, ahora eres toda una mujer.
Le sonrió con dulzura.
-A pasado muchísimo tiempo Gastón, las cosas y personas cambian.
El asiente varias veces.
-Si, algunas cosas cambian y otras, las más importantes se quedan iguales sin importar el tiempo transcurrido -sonríe y me guiña.
-Si, todo muy bonito…pero aún no contestas mi pregunta -exclama Alonzo fastidiado.
-Como el carácter de Alonzo, no importa cuanto tiempo pase…sigue siendo una mierda- se burla, haciéndome reír ganándome una mirada fulminante de parte de Alonzo – Tu sistema de seguridad es muy bueno Alonzo, pero yo soy Gastón D'angelo, nada es imposible para mí -exclama con fanfarronería.
Alonzo respira. Ruedo los ojos viéndolo desaparecer en la cocina.
Es un mimado.-pienso con fastidio.
Decido quitarle importancia a su berrinche y me siento en uno de los sofás junto a Gastón. Voy a hablar cuando veo a Gastón colocar su dedo índice en sus labios pidiéndome silencio.
Frunzo el ceño sin entender que está ocurriendo, pero hago lo que me pide y guardo silencio a la espera de lo que sea que va a ocurrir. Pasan unos segundos hasta que escucho un grito de Alonzo. Estoy apunto de levantarme, cuando siento la mano de Gastón sobre mi brazo instándome a quedarme en mi lugar.
-¡¡ALESSANDRA!! -grita Alonzo desde la cocina, para luego escuchar sus pasos acercase a nosotros. -No, no, no y no.
Gastón se reía a carcajadas y a lo lejos, siendo opacada por los gritos de Alonso y las risas de Gastón se escuchaba una carcajada masculina.
Alonzo llega a la sala respirando con rapidez y su rostro rojo.
-¿Qué te pasa? – pregunto confundida por su actitud.
-Me pasa que ese idiota está aquí -masculla y yo sigo igual de confundida- ¿Tu lo invitaste?
-¿De quién hablas?.
Señala hacia la cocina con todo su brazo extendido. Miro hacia donde me indica y todas mis dudas son resueltas.
Enrique viene caminado en nuestra dirección mientras se ríe a carcajadas. Ahora si que entiendo el comportamiento de Alonso y el de Gastón.
-Te traje a un amiguito Alonzo -exclama Gastón incorporándose de su asiento. – Me parece que ya es hora de que dejen sus peleítas de niños y se lleven bien -dice encogiéndose de hombros.
Resoplo y me incorporo también de mi asiento.
-Lo único que vas a lograr es que se maten -digo para luego quedarme callada por unos segundos, mientras los observo lanzarse miradas mortales- o que me saquen de quicio y los termine matando yo -exclamo encogiéndome de hombros.
-En mi casa no va a quedarse -advierte Alonzo mirándome a los ojos.
-Ni que me gustara verte la cara Alonzito, prefiero irme a un hotel -exclama Enrico cruzándose de brazos.
Blanqueo los ojos ante su ridícula discusión.
-Bueno, ya dejen sus peleas para luego -los regaña Gastón- estamos aquí porque la princesa requiere de nuestra ayuda -voltea a verme- luego de que colgamos llame a Enrico y el me comentó todo lo que había estado ocurriendo, aunque ya me imaginaba que el dannato de tu padre y esa escoria rusa tenían algo que ver. Ahora mi pregunta es la siguiente…¿quieres deshacerte de esas escorias de una vez por todas o deseas huir, desaparecer del mapa? En cualquiera de los dos casos cuentas con todo nuestro apoyo y por supuesto con el apoyo del resto, ninguno de nosotros te dará la espalda Alessandra.
Sus palabras me conmovieron, aún después de tantos años sin tener ningún tipo de contacto con ellos, de básicamente abandonarlos, me sorprendía que siguieran siendo leales y aún más, que el cariño que me tenían no se hubiese esfumado.
-Quiero eliminarlos de una vez por todas, no pienso huir de nuevo -aseguro- no quiero que quede absolutamente nadie con vida.
-¿Tomaras tu puesto en la famiglia, una vez acabemos con ellos? -preguntó Enrico con curiosidad.
Alonzo posa su atención en mí al igual que el resto, ansiosos por saber mi repuesta.
-No es lo que deseo, lo último que quiero es volver a ese estilo de vida -exclamo con seriedad.
-Quitando todo el asunto de tu familia, siempre te había gustado estar al frente y al centro principessa -inquiere Enrico- las balas, la sangre, la adrenalina; tener hombres y mujeres bajo tus órdenes…todo eso te encantaba y eras de las mejores.
Trago grueso ante los recuerdos que regresan a mí, guiados por las palabras de Enrico.
-Y ese es justo el problema -digo, saliendo de mis pensamientos- era una bestia Enrico. No había compasión o sentimientos de culpa en mí y aun ahora no los hay, pero al menos ahora soy algo más que un ser frío y despiadado.-explico intentando controlar mi voz- No soy una buena persona y eso lo sé, pero Luca si tiene esa oportunidad que a mi me arrebataron y no seré yo quien se la quite.
-Nunca fuiste solo una “bestia” Alessandra y si llegase el momento y no tienes más opción que hacerte cargo y tomar el lugar que por herencia te pertenece…hazlo a tu manera, doma a tus demonios y descuida tu hijo estará bien, por el simple hecho de que te tiene como madre y tu jamás permitirias que nuestro mundo lo absorba -exclama Gastón con una seguridad que desearía poder tener.
Sacudo mi cabeza y rasco mi mentón.
-Eso ya lo veremos en su momento -interviene Alonzo, que no había apartado ni un segundo su mirada de mí- ahora lo importante es planear que coño vamos a hacer ¿Qué has sabido de Nicolai y del padre de Alessandra? -pregunta dirigiéndose a Enrique.
-Su padre no sale de la fortaleza a la que llama casa y a tu madre se le ha visto poco -nos informa, tomando asiento en uno de los sofás, acción que el resto imitamos.- y del ruso… algunos de mis informantes lo han visto en diferentes zonas de New York, pero siempre le pierden la pista, el bastardo está bien entrenado -exclama con molestia.
-Tengo hombres vigilando a tu padre y a tu madre las veinticuatro horas del día -interviene Gastón- creo que lo mejor es enfocarnos en el ruso por ahora, una vez lo hallamos eliminado del juego, vamos por los demás.
-Él, hasta donde tengo entendido está solo aquí, así que es un blanco relativamente fácil, pero lo conozco bien y es bastante escurridizo el imbécil -explico- pero suele dejarse llevar por ciertos patrones, si desciframos el patrón, encontrarlo será pan comido. -asienten de acuerdo con lo que digo- el verdadero problema empieza con mi familia y la de Nicolai, porque es más que claro que no se quedarán tranquilos cuando sepan que matamos a su hijito -exclamo con la burla tiendo mi voz.
-Ambas familias son poderosas y estarán esperándonos, debemos conseguir la mayor cantidad posible de hombres leales y dispuestos a lanzarse en una misión suicida -exclama Alonzo con seriedad, mientras se cruza de brazos- y no solo eso, debemos conseguir un lugar seguro en donde dejar a Luca y tu debes volver a entrenar -me mira y enarca una ceja- estás oxidada piccola.
Entrecierro los ojos en su dirección y le muestro mi dedo corazón.
Pasamos el resto de la mañana hablando y planeando cada movimiento, no podíamos permitirnos ningún error. El error más mínimo podría matarnos. Cuando llegó la hora, Alonso y yo fuimos a buscar a Luca y tanto Gastón como Enrico se fueron a un hotel.
Justo ahora Luca estaba sentado en el piso de la sala haciendo sus tareas mientras Alonzo y yo veíamos un poco de televisión para distraernos y dejar de pensar por un rato.
El celular de Alonzo vibra, él lo toma y se incorpora del sofá para posteriormente alejarse y atender la llamada. Pasan alrededor de cuatro minutos cuando Alonzo vuelve y se sienta a mi lado.
-Me llamó el enfermero al que soborne para que me avisará de los avances del señor Marco -exclama ganándose por completo mi atención.
Siento que mi corazón late con fuerza y mi respiración se corta.
Por favor, que no sean malas noticias.
-Alonzo ya dime ¿qué te dijo? ¿todo está bien? -pregunto- coño habla -digo tomándolo por los brazos y sacudiéndolo levemente.
-Demonios mujer, cálmate – se queja, quitando mis manos- no me dejas hablar…el señor Marco está bien, de hecho está muy bien -dice y estoy que lo golpeo- despertó del coma piccola.
Abro mis ojos a más no poder y un peso que llevaba encima desaparece ante la noticia.
-¿Enserio? -pregunto a lo que Alonzo asiente con una sonrisa plasmada en su rostro.
-Esto es increíble- susurro- debo ir a verlo -aseguro y me incorporo del sofá.
-Tu no eres un familiar, no te dejarán pasar -me dice Alonzo, pero lo ignoro y me dirijo a mi habitación a cambiarme de ropa.
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