Capítulo 24
-¿Segura? – pregunta y eso parece ser todo lo que necesito para sucumbir ante el llanto.
Lo siento moverse, pero no le tomo importancia en estos momentos, hasta que siento mi cuerpo ser jalado en su dirección, para luego sentir sus brazos aprisionándome contra su cuerpo. Coloco mis manos en su pecho sintiendo el rápido latir de su corazón, con la intención de apartarlo – y posiblemente golpearlo- pero me detengo. Por alguna razón que desconozco, me siento segura entre sus brazos.
Llevada por la sensación de calidez y seguridad que me brinda su firme abrazo, relajo mi cuerpo y permito que todo lo que llevaba por dentro salga.
Estrujo entre mis manos su saco, en un intento de desahogar todo ese dolor que amenaza con consumirme.
Te vez vulnerable, débil – exclama una voz dentro de mi.
Por más que intentaba calmarme, parecía solo empeorar y mis fuerzas se estaban acabando, así que me rendí -al menos por esta vez- ante aquellas emociones.
En algún punto sentí la mano de aquel desconocido posarse en mi cabeza, para posteriormente comenzar a acariciar mi cabello. En otro momento, ese acto me hubiera molestado de sobremanera, pero por alguna razón -y sorprendiéndome en gran medida- sus caricias, su abrazo y el latir de su corazón, me daban paz.
Todo en mí gritaba que me alejara, que me estaba dejando en un estado de completa vulnerabilidad ante un desconocido…pero me sentía incapaz de hacerlo.
-Se que no me conoces y no tienes que decirme nada, si así no lo quieres -susurró, rompiendo aquel silencio en el que nos habíamos sumergido- pero por experiencia propia te digo que no es bueno dejar dentro de ti todo lo que llevas, a la final, solo va a envenenarte -exclama, su voz denotando sinceridad en cada palabra.
¿Qué tanto daño le habrán hecho? -no pude evitar preguntarme, al escuchar el sentimiento con el que hablaba.
Aún con mi cabeza recostada en su pecho, escuchando el latir de su corazón, niego levemente.
-¿Y si al dejarlo salir, envenenas a quienes amas? –le hago aquella pregunta que yo misma me he hecho infinidad de veces, deseando obtener una respuesta. El nudo en mi garganta hace que mi voz salga en un susurro apenas audible. Me aprisiona un poco más a su cuerpo y una vez más, no hago nada al respecto - aún así ¿lo harías? -pregunto, deseando que el tenga una respuesta.
Pero no dice nada y todo se vuelve a quedar en silencio por unos minutos, hasta que vuelve a hablar.
-A mi no me conoces, no puedo salir herido -su voz parece flaquear, haciéndome saber que no está muy seguro de lo que dice. Normalmente me pondría a la defensiva ante su interés, pero nada en el me hacía sentir en peligro, por el contrario solo me inspiraba confianza. Y eso me hacía desconfiar.
¿acaso eso tiene sentido?
No, no tenía sentido, como no tenía sentido el sentirme de esta manera con un completo desconocido.
Entonces ¿Por qué no te apartas de él? -pregunta mi consciencia
-Es complicado y no es algo de lo que quiera hablar, mucho menos con un desconocido, sin ofender -exclamo, haciéndole caso a mi consciencia y apartándome de el.
Me observa por unos segundos, antes de sacudir su cabeza levemente, pareciendo algo incordiado.
-No me ofende, es normal -dice con suavidad.
Suspiro aliviada de que no se lo haya tomado a mal y asiento.
¿Qué está pasando? ¿Por qué me importaría si se lo toma a mal? ¿qué demonios ocurre conmigo?.
Desvío mi mirada de él, evitando que note el torbellino de pensamientos y emociones que despierta en mi -suficiente que me haya visto desmoronarme.
-Mierda -mascullo entre dientes al ver mi celular hecho trizas en el piso, con todo lo que había pasado no me había acordado de mi arrebato de ira – l’unica che mi mancava -exclamo entre dientes y tomo los restos de mi celular.
No puedo perder el chip.
-No se que haya pasado, pero puedo asegurarte que nada es tu culpa – exclama con suavidad, llamando mi atención.
Lo observo por primera vez, de manera detallada. Es un hombre de veinti-tantos años no creo que llegue a los treinta; de porte firme e imponente, cabello castaño claro y ojos ¿verdes? ¿grises?...talvez una combinación de ambos. Es un hombre atractivo, pero eso no es lo que llama mi atención.
Lo que realmente llama mi atención es aquella mirada que en un principio no te deja entrever nada, pero que si te fijas bien, esconde una gran cantidad de emociones que te dejan abrumado; puedes ver demonios que se mantienen encerrados y gritos que fueron condenados a callar.
Desvío mi mirada por unos cortos segundos, abrumada por todo lo que esconde este hombre.
-Si supieras toda mi historia, cambiarías de opinión -suspiro y niego. No podía creer que por un breve instante me haya planteado contarle mi vida- Olvídalo….me tengo que ir -exclamo en voz baja.
Lo veo levantarse para luego extenderme su mano, la cual tomo y me incorporo.
-Gracias por todo -digo, soltando su mano, para luego posarlas en mi pantalon y sacudirle el polvo.
-No tienes nada que agradecerme.
-Si, si tengo -refuto- no cualquiera se acerca a ayudar a un completo extraño -sonrío levemente.
-Por nada -dice devolviéndome la sonrisa.
Le sonrió por última vez alejandome de él y me despido con mi mano. Una vez llego al ascensor lo llamo y entro en cuanto las puertas se abren.
No es hasta que las puertas se cierran, que me recuesto en una de las paredes y suelto un suspiro.
Paso mis manos por mi cabello y las dejo entrelazadas en mi nuca. Me sentía completamente abrumada por todo lo que estaba ocurriendo aunado a la confusa maraña de emociones que dejó el desconocido en mi. Y es en ese momento, es que me doy cuenta de algo importante.
Mierda, no le pregunte su nombre….¿trabajara aquí?.
Escucho las puertas abrirse y salgo de inmediato, para dirigirme a grandes zancadas hasta la oficina de Alonzo.
Al llegar abro la puerta y me consigo con Alonzo pasando una de sus manos por su cabello mientras que con la otra marca algo en su teléfono y a Luca sentado en el piso, con los audífonos puestos y jugando con la tablet de Alonzo sobre la mesa de centro.
Termino de entrar y cierro la puerta, llamando su atención. Se acerca a pasos apresurados hasta mi y sujeta mi rostro con ambas manos, moviéndolo de un lado a otro, revisando que no tenga ninguna herida.
-¿Dónde demonios estabas Alessandra? -pregunta en voz baja- Enrico me llamó, me contó todo, pero estaba preocupado ya que a mitad de llamada colgaste y ya no se pudo comunicar contigo -explica- intente llamarte pero no atendías ¿dónde está tu teléfono?.
Levanto la mano que sostiene lo que era mi teléfono y se lo enseño.
Enarca una ceja y lo toma.
-Era lo único que tenía cerca para descargar mi ira -digo, encogiéndome de hombros- gracias por traer a Luca -le digo, observando a mi bebé reír con lo que sea que este viendo en la tablet.
-Es mi sobrino, no tienes que agradecerme- dice en voz baja para si mismo, pero igual llego a escucharlo- es más que claro que van a quedarse en mi casa ¿no? -pregunta, haciendo que aleje mi atención de Luca.
-Si, pero necesito buscar algunas cosas en mi casa -le digo con seriedad- y debemos aumentar la seguridad en la tuya, él ya debe saber tu dirección y no me sorprendería que intente ingresar en algún momento.
Se cruza de brazos y asiente.
-Por tus cosas no te preocupes, mande a dos de mis hombres a revisar el perímetro y la casa, más tarde iremos por todo lo que necesites -informa- y por mi casa…ya lo había previsto y están arreglando todo justo ahora.
Suspiro aliviada.
-No quería hacerlo, pero no queda de otra -le digo. Luego de habernos quedado en silencio por unos segundos, cada uno sumergido en sus pensamientos.
-Es lo mejor, yo también voy a sacar a todos mis contactos y cobrar cada uno de los favores que me deben -exclama con seguridad, sabiendo a que me refería.
Asiento de acuerdo.
-Quiero a ese idiota tres metros bajo tierra Alonzo -le digo, mi voz haciéndose más grave y firme.
-Y así será piccola -dice, pasando uno de sus brazos por mis hombros y aprisionándome contra su pecho.
Siento su cuerpo tensarse levemente, para luego acercar su rostro a mi cabello.
-Hueles a perfume de hombre -afirma no pregunta - ¿Por qué?.
Con un suspiro me pongo a explicarle lo que había ocurrido, una vez termine mi relato nos quedamos en silencio.
Pasaron algunos segundos en los que casi podía escuchar los engranajes en su cabeza moverse.
-¿Y te confiaste de un completo extraño? ¿luego de todo lo acababa de pasar? ¿de todo lo que ha pasado a lo largo de tu vida? -resopla, luego de soltar pregunta tras pregunta- Por supuesto que lo hiciste -exclama entre dientes- ¿acaso estas loca?.
Pellizco el puente de mi nariz, ya me estaba molestando.
-Para empezar, a mi no me hablas en ese tono- le digo enojada- tu no eres ni mi padre, ni mi novio, ni nada por el estilo Alonzo -lo veo apretar la mandíbula- entiendo que te preocupes por mi, enserio lo entiendo y lo agradezco pero justo ahora no estoy de humor para lidiar contigo.
Se pasa una de sus manos por la cara, mientras intenta controlar su respiración que comenzaba a ser errática.
-Bien, pero como la única persona que ha estado siempre a tu lado, es normal que me preocupe y me enoje lo irresponsable que fuiste -dice un poco más calmado, aunque no del todo. Me sentía un poco culpable al tratarlo de esa manera, ya que el tenía razón había sido irresponsable y él solo estaba preocupado…pero no, ni siquiera eso me haría permitirle que me hablará de ese modo- al menos dime como se llama, así lo investigo.
Niego con suavidad.
-No se lo pregunte, de hecho, ninguno de los dos se presento -digo, cayendo en cuenta de ese detalle.
Veo que Alonzo parece a punto de un paró cardíaco.
-Ni siquiera sabe su puto nombre -masculla en voz baja- ¿al menos puedes describirlo? -dice entre dientes, intentando por todos los medios posibles, no demostrar lo enojado que estaba. En cierta forma me daba gracia verlo así.
-Luego te digo, ahorita solo quiero irme a la casa -le digo, intentando contener la risa que amenazaba con salir, al ver su cara de mortificacion.
-Bien -exclama entre dientes y se aleja de mi para acercarse a Luca.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro