Capítulo 2
Ya tan solo faltaban diez minutos para que acabará mi turno y el restaurante estaba lleno, mis pies suplicaban un descanso de tanto caminar de un lado a otro atendiendo mesas.
-Dios ¿Por qué no deja de llegar gente? -se queja Melissa, mientras dejaba una bandeja vacía en la barra.
Me reí.
-No creo que al señor Marcos le guste tu comentario -dije, mientras esperaba mi pedido. El señor Marcos era nuestro jefe, un señor de setenta años, negado a jubilarse.
- Como sea –exclamó, restándole importancia- planeamos con los demás, ir a el nuevo club está noche ¿te apuntas? – preguntó, con un puchero adornando su rostro. Ella sabía muy bien que diría que no, pero aún así, seguía insistiendo.
Suspire y negué con una sonrisa.
-Estoy un poco cansada, además quiero pasar el día con Luca.
-Si, se te nota –puso una mano en mi hombro, tratando de ser gentil- ya pronto acaba tu turno y podrás irte a descansar.
Justo en ese momento me entregan el pedido.
-Ya debo volver al trabajo -exclame, mientras tomaba la bandeja con la comida.
Dirigí mis pasos hacia la mesa que me correspondía. En ella había una chica que llevaba más de media hora aquí, claramente esperando a alguien. No fue hasta hace poco que resignada se decidió por ordenar, realmente me daba un poco de lastima….quien sea que la haya plantado. Esa chica estaba claramente enojada e incluso su mirada me dio miedo.
Me acerqué a la mesa y deje el pedido. Ella no reparó en mi existencia, toda su atención estaba en el mensaje que escribía a toda velocidad y de manera brusca en su teléfono.
Pobre teléfono -me lamente internamente.
Aclare mi garganta, ganándome por fin su atención.
-¿Le puedo ofrecer algo más?.
-No, gracias –exclamó de manera seca.
Sonreí levemente.
-Que tenga buen provecho –dije, de la manera más gentil que pude y me retiré de ahí.
Estaba llegando a la barra, cuando escucho la voz de mi jefe llamándome.
-Alessandra, pensé que ya te habías ido -exclamó, acercándose a mi –mi niña ¿qué te ha pasado? Te ves muy cansada -dijo, mientras su mirada inspeccionaba todo mi rostro.
Tomo todo de mi autocontrol no poner los ojos en blanco. En cambio le regalé una sonrisa al hombre que tenía en frente.
-Mala noche, no se preocupe, mejor dígame que necesitaba -exclame, intentando cambiar de tema.
-Oh…claro, se me olvidaba -el señor Marcos ya era muy mayor y su concentración no era de lo mejor -Aquí tienes el pago por las horas extras que hiciste la semana pasada -exclamó, extendiendome un cheque -casi se me olvida dártelo.
Tome el cheque con gran alivio, esta semana estaba justa con el dinero.
-Descuide señor Marcos -agite la mano restándole importancia. En ese momento vi la hora en el antiguo reloj que se encontraba detrás del señor Marcos -Gracias, ahora si debo irme, dentro de poco Luca sale de clases.
-Oh, vete niña ¿que haces ahí parada? –dijo mientras me empujaba con suavidad al cuarto de empleados -Apresúrate y saludas al niño de mi parte –exclamó retirándose del lugar.
Negué con mi cabeza y una sonrisa aparecía en mi rostro. El señor Marcos era un show. Siempre lograba sacarme una sonrisa.
Termine de arreglarme y de recoger mis cosas. En el camino a la salida me despedí de mis compañeros.
Estaba por cruzar la puerta, cuando alguien la abrió bruscamente. Gracias a mis reflejos pude evitar el golpe, levante la mirada dispuesta a enfrentar al imbécil que no tuvo cuidado, cuando observo al recién nombrado pasar por mi lado como si nada.
En otro momento me hubiese enfrentado a el, pero hoy no era el día, tenía que buscar a Luca y el tiempo no estaba a mi favor. Así que con pasos rápidos salí del restaurante hasta la parada y tome el bus.
Al llegar a mi parada no perdí el tiempo y me dispuse a correr todo lo que daban mis piernas hasta el colegio. Llegando, justo cuando sonaba el timbre de salida. Solté un suspiro de alivio, mientras trataba de regular mi respiración.
Esta mas que comprobado que lo mío no es el deporte -pensé.
El lugar estaba repleto de padres y niños. Solo se escuchaban las risas y llantos de los pequeños…y uno que otro adulto. Cuando ya sentía que me volvería loca por todo el bullicio, veo a lo lejos una pequeña cabeza llena de rizos correr hacia mi.
Me agacho y extiendo mis brazos, lista para el impacto.
-¡¡¡MAMI!!! -grita, abalanzándose sobre mi. Lo abrazo con fuerza, a la vez que intento que no caigamos al piso.
Beso todo su rostro.
-¿Cómo te fue mi amor? -me levanto y le tomo la mano, empezando a caminar rumbo a la parada.
-Súper, hice muchos amigos nuevos y me gane una estrellita -exclama, mientras agita su manito libre, dándole énfasis a su historia. Era sorprendente lo rápido que hablaba, parecía no necesitar un descanso para tomar aire.
Todo el camino a casa, me la pase escuchando las historias de mi hijo. Al llegar a la parada, nos bajamos y empezamos el trayecto a la casa, que no eran más que unas pocas cuadras.
La tarde estaba tranquila, no se escuchaba más que los carros pasar, la voz de uno que otro vecino y a mi hijo que aún seguía hablando.Todo parecía ir bien, hasta ese momento…la sensación de estar siendo observada había regresado.
Disimuladamente recorrí con la mirada el lugar, pero no encontré nada; todo parecía normal.
Los nervios comenzaron a hacer estragos en mi, el corazón amenazaba con salirse de mi pecho y mi respiración cada vez era más errática.
Casa. Debemos llegar a casa -murmuró mi subconsciente.
Tome a Lucas en mis brazos y acelere el paso. Ya faltaba poco, solo una cuadra más.
-Mami ¿qué pasa? -exclamó, sus brazos aferrandose con fuerza a mi cuello. Estaba asustado.
-Nada mi amor -lo calme, acariciando su espalda.
Al fin habíamos llegado, baje a Lucas y rebusque en mi cartera hasta conseguir las llaves.
Abrí la puerta.Y lo empuje levemente para que entrará.
Una vez dentro, me asegure de cerrar con llave.
-Ve a bañarte, mientras yo preparo el almuerzo, luego vemos una película ¿te parece? -le dije, regalándole una sonrisa.
- ¡¡¡Siiiii!!! -grito emocionado dando saltos por la sala, olvidando por completo lo ocurrido. Lo observo correr hacia su habitación y no es hasta que lo pierdo de vista que me permito desmoronarme.
Me acerco a la ventana para verificar que este bien cerrada, y es en ese momento cuando la sensación de hormigueo comienza a crecer. Esa horrible sensación ya tan familiar.
El presentimiento de que alguien te observa.
-Todo estará bien… -susurre para mí misma, con un nudo aprisionando mi garganta.
Observe desde la ventana. Busque a quien sea que estuviese mirándome, pero las pocas personas que pasaban por la calle, no reparaban en mi existencia.
Nadie te mira, todo está bien, nadie te mira -me repetía una y otra vez.
Tome aire y me aleje de la ventana. Por momentos quería pensar que era mi imaginación, estar alucinando me parecía una mejor opción. Sin embargo, este sentimiento ya se me era conocido y por más que quisiese negarlo, sabía que no era cierto.
No lo estaba imaginando, alguien me estaba siguiendo.
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El resto del día paso sin ninguna novedad, entre películas y risas las horas se fueron volando. Una vez había acostado a Luca en su cuarto me dirigí al mío.
Tres de la mañana y yo no paraba de dar vueltas en la cama, mi mente divagaba y el mínimo sonido me ponía en alerta.
Debes dormir, vas a verte como un zombie - me regañaba mi conciencia.
Pero no podía.
¿Quién era esa persona? ¿Por qué me vigilaba? ¿Qué quería?
Pero la pregunta que realmente me tenía dando vueltas en la cama era; ¿Luca corría peligro?
Me incorporé en la cama y sostuve mi cabeza entre mis manos intentando apaciguar la migraña. Apreté la mandíbula con fuerza, mientras unas lágrimas de pura impotencia corrían por mis mejillas. Me mordí los labios evitando que ningún sollozo escapará.
Mi mente no daba más, la paranoia se había instalado en mi y no parecía tener intenciones de moverse de ahí.
Respire profundamente y seque mis lágrimas con el dorso de mi mano. No quería que nadie se diese cuenta de que había llorado. No estaba mental ni anímicamente preparada para someterme a un interrogatorio de nadie, mucho menos de Luca.
Resolvería esto, siempre lo hacía.
Nota de autor:
¿Qué opinan de alessandra?
¿Luca?
¿Alguna teoría?
No se olviden dejar su ⛥
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