Capítulo 15
Alonzo Caruso
Sujeto a Alessandra evitando que caiga al piso, la acomodo entre mis brazos y dirijo mis pasos a la sala. Una vez llego, depósito con suavidad su cuerpo en el sofá, acerco mi mano a su cara para retirar un mechón de cabello y así poder observarla mejor.
Las ojeras hacen contraste con su piel pálida y sus labios se encuentran maltratados y resecos. El estrés que había estado teniendo de un tiempo para acá, estaba haciendo estragos en su cuerpo, al punto de llevarla al colapso; la noticia del señor Marcos, sólo fue la gota que derramó el vaso.
Colocó mi dedo índice y medio en su muñeca, para tomarle el pulso, no soy doctor pero se lo suficiente.
Suspiro de alivio al notar su pulso normal.
Sólo fue la impresión.
Me pongo de pie y voy hacia el baño para buscar el botiquín. Una vez lo consigo, tomo el alcohol y vuelvo a la sala.
Cuando estoy llegando siento mi celular vibrar en el bolsillo delantero de mi pantalón. Con un suspiro dejo el alcohol en la mesita de centro y tomo mi teléfono para ver quien está llamando.
En otra ocasión no tomaría la llamada, pero justo ahora estoy esperando una llamada importante y no puedo darme el lujo de no contestar.
Veo el identificador el nombre de Akram. No era la llamada que esperaba, pero aún así me decido por atender.
-Hola hermano -digo al instante.
-Hola, fui a tu oficina y me dijeron que hoy no habías venido a trabajar -dice- ¿paso algo? -exclama preocupado.
Puede que Akram no fuese la persona más dada a mostrar sus emociones, mucho menos se le podría considerar una persona afectuosa -exceptuando a su hermana- pero eso no quitaba que fuese una gran persona, que protegía a capa y espada a quienes amaba. El jamás lo admitiría en voz alta, pero lo demuestra con pequeñas acciones, como esta.
-Descuida estoy bien -digo con calma, mientras tomo asiento en el sofá, a los pies de Alessandra- sólo tenía algunas cosas que hacer.
Lo escucho suspirar.
-¿seguro? Suenas raro -exclamó sin creerme, si algo lo caracteriza es lo observador que es.
Suspiro, pasando mi mano libre por mi cabello. Era inútil mentirle, aunque de todas maneras no le diría la historia completa.
-La razón por la que Alessandra me dejó a Luca a cargo, fue porque en el restaurante en el que ella trabajaba hubo un incendio -explico- ella está bien, físicamente no le ocurrió nada, pero la situación la dejo muy alterada y hace unos minutos se enteró de que su jefe está en coma, con pocas posibilidades de sobrevivir y pues…colapsó y se desmayó.
Lo escucho jadear al otro lado de la línea.
-Mierda ¿la llevaste al hospital? -pregunta- ¿y el niño? -sonrió ante esa pregunta, era raro escucharlo preocupado por un niño que a penas si conocía.
-No, no la lleve al hospital, la deje recostada en el sofá y justo antes de que llamaras iba a intentar despertarla con alcohol -explico- y Luca está bien, lo dejamos está mañana en el colegio y no sabe nada de lo sucedido.
-Si lleva más de un minuto desmayada, no se trata de algo simple Alonzo -exclama con seriedad- revisa su pulso e intenta despertarla, si no lo logras llama de inmediato al 911, no quiero preocuparte más, pero podría convertirse en algo grave.
Sus palabras me ponen en alerta, si yo se un poco de medicina, Akram sabe al menos el doble; así que colocó la llamada en alta voz y vuelvo a tomarle el pulso.
Sigue estable -pienso con alivio.
Procedo a destapar el alcohol y colocarlo cerca de su nariz sin llegar a tocarla. Espero unos segundos y nada.
-Mierda piccola despierta -digo con desesperación.
-Intenta calmarte Alonzo, agita un poco la botella de alcohol y acércala un poco más -exclama con tranquilidad. Envidiaba la manera en la que lograba mantenerse sereno en situaciones como esta.
Tomo un respiro profundo y hago lo me dice. Por unos segundos nada cambia, ella sigue inconsciente.
Empiezo a entrar en pánico, cuando la veo fruncir la nariz incómoda con el penetrante olor.
-Akram, está funcionando- exclamó con emoción al escucharla quejarse en voz baja, casi inaudible.
-Bien, sigue habiéndolo
Agitó una vez más la botella y vuelvo a acercarla a su rostro, está esta vez se queja en voz alta y se remueve incómoda. Observo sus ojos moverse bajo sus parpados de manera inquieta por unos segundos, hasta que por fin los abre, dejándome ver esos hermosos ojos azules.
-Piccola tranquila, todo está bien -le digo, colocando mis manos en sus hombros y empujándola suavemente cuando noto que intenta incorporarse.- estas débil, mantente recostada.
-¿Está bien? -escucho la voz de Akram, con la emoción había olvidado por completo que aún lo tenía al teléfono. – cuando termine de despertar no dejes que se levante y eleva sus pies, dale algún jugo y no estaría mal que vuelvas a revisarle el pulso; va a sentirse débil, tal vez incluso mareada por aproximadamente unos diez minutos, si después de ese tiempo no se ha recuperado, lo mejor es que la lleves al hospital -me explica.
Siento que estoy hablando con un doctor – pienso con cierta gracia.
-Gracias hermano, te debo una -digo con sinceridad- la mantendré vigilada y cualquier cosa la llevo al doctor.
Veo a Alessandra fruncir el ceño confundida. Le digo en voz baja que es Akram, a lo que ella asiente sin interés.
-No hay de que…-escucho a lo lejos la voz de su secretaria decirle algo de unos documentos.
-Estas ocupado -afirmo- de verdad gracias por ayudarme hermano, te llamo más tarde, tu debes trabajar y yo debo cuidar a la bella durmiente -digo, poniéndole un poco de gracia al asunto.
Bufa. Casi puedo verlo voltear los ojos ante mi broma.
-No es nada del otro mundo, simple papeleo -exclama quitándole importancia, pero lo conozco lo suficiente para saber que lo dice sólo para que no me mortifique- pero tu si tienes que atender a la chica, así que hablamos luego y avísame cualquier cosa, voy a estar al pendiente.
-De acuerdo, hablamos luego -me despido y cuelgo.
Dejo el teléfono en la mesita de centro y dirijo mi mirada a Alessandra. Tiene los ojos cerrados, mientras pellizca el puente de su nariz.
-¿Cómo te sientes? -pregunto, pasando una de mis manos por su cabello en una suave caricia, se ve tan delicada y débil, que siento un miedo irracional a que un roce más fuerte pueda llegar a romperla.
Estúpido…lo sé.
-estoy mareada y tengo sed -dice en un susurro tan bajo, que tengo que acercarme un poco más a ella para poder entenderla.
Asiento y me levanto para dirigirme a la cocina, sirvo jugo en un vaso y vuelvo a la sala.
Dejo el jugo en la mesita y tomo algunos cojines para colocarlos bajo las piernas de Alessandra, posteriormente tomo otro cojín y lo coloco debajo de su cabeza, elevándola lo suficiente como para que pueda tomarse el jugo sin tener que hacer ningún esfuerzo.
La ayudo a tomarse el jugo y luego le vuelvo a tomar el pulso. Siento que vuelvo a respirar cuando noto que su pulso sigue estable y que su rostro cada vez va adquiriendo más color.
-¿Qué me paso? -dice en voz baja, si bien ahora se ve mejor, aún no a recuperado del todo sus fuerzas.
-Todo el estrés que has pasado, aunado a la noticia que te dieron hizo que colapsaras -digo- no se exactamente cuanto tiempo estuviste desmayada, pero fueron varios minutos. Por suerte justo Akram llamo y me ayudó.
Se queda en silencio, sumergida en sus pensamientos. Temo que su mente la lleve a lugares oscuros, por lo que llevó mi mano a su rostro, llamando así su atención.
-Deja de culparte piccola – digo con suavidad, viendo directamente a sus ojos- no tienes la culpa de nada.
Observo como sus ojos se cristalizan, pero no derrama ni una lágrima.
-Tengo miedo -admite- no quiero que nada les ocurra a Luca o a ti.
Suspiro.
-Nada nos ocurrirá -afirmo- no permitiré que nada les pase -La interrumpo cuando va a hablar- y nada me ocurrirá a mi piccola.
Frunce los labios y desvía la vista. Se que tiene miedo, para ser sincero yo también estoy aterrado, la simple idea de que algo pueda llegar a pasarles me aterra a niveles inmensurables. Amo a Luca y que algo le pase es simplemente inaceptable para mi…pero si algo le llegase a pasar a Alessandra, me muero; soy consiente que el dolor que sentiría si llegase a perderla me mataría de manera lenta y dolorosa.
Pero antes, mato al imbécil.
De eso no había duda, mataría a cualquiera que se atreva a hacerles daño. Después de tanto, me niego a perderla.
Ella y Luca son lo único que me queda.
Siento un leve roce en mi mejilla que llama mi atención. Alessandra tiene una de sus manos posada en mi mejilla, mientras que su pulgar se encarga de limpiar las lágrimas, que no había notado habían empezado a caer.
-Estaremos bien -dice intentando infundirme seguridad, pero su voz la traiciona denotando su inseguridad.
Le sonrió levemente, posando mi mano sobre la suya.
Suspira, noto su mirada oscurecerse y un sentimiento de profundo odio inundar su semblante.
-Debí matarlo cuando tuve oportunidad -masculla entre dientes conteniendo su ira.
Suspiro y asiento.
-Yo también piccola -digo con cansancio- yo también.
Pero no cometería el mismo error, acabaría con ese bastardo así se me fuese la vida en ello.
Y eso era una promesa.
Maratón 2/?
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