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Capítulo 12

El lugar parecía una pequeña sala de estar, las paredes pintadas de colores cálidos, los sillones de cuero, la mesa de madera y un gran espejo decorando una de las paredes; te daban una sensación de falsa tranquilidad e incluso llegabas a olvidar que en realidad te encontrabas en una sala de interrogatorios mejor decorada -o eso es lo que ellos creían, porque la realidad era, que no había manera de olvidar que te encontrabas en la estación de policías y que a través de ese gran espejo habían personas observándote, juzgándote y esperando que cometas el más mínimo error.

Decir que estaba asustada es quedarme corta -espantada, horrorizada o a punto del colapso serían términos más adecuados- pero todas esas emociones se encontraban encerradas dentro de mi. No podía permitir que ellos viesen mi estado, por nada del mundo podía flaquear. 

Puede que yo no haya causado el incendio, pero si sabía quién había sido y para mi total desgracia, no podía delatarlo, así que no me quedaba de otra.

Me mantuve seria, mientras esperaba que algún oficial viniese a interrogarme -sabia muy bien lo que intentaban hacer, justo ahora se encontraban del otro lado del espejo, esperando ver en mi algún atisbo de miedo, culpa o nerviosismo; o al menos lograr impacientarme y que terminara quebrándome. Debo admitir que gracias al imbécil de mi padre me puedo manejar bien en este tipo de situaciones y se perfectamente como se manejan.

Escucho la puerta ser abierta y luego cerrada. Giro mi mirada en dirección a la puerta y me encuentro con el oficial que se me acerco en el restaurante -O’Brien si mal no recuerdo- lo veo acercarse y sentarse frente a mi.

-Señorita Palmieri un placer verla nuevamente -dice con un falso tono de cordialidad. Entrecierro los ojos en su dirección y lo escaneo de arriba abajo para luego arquear la ceja- permítame presentarme oficialmente, soy el detective O’Brien -exclama con una ligera sonrisa mientras extiende una de sus manos en mi dirección.

Asiento y le tomo la mano en un firme apretón.

Un detective….lo que me faltaba -pienso con cansancio.

-Pensé que ya habían realizado todas las preguntas pertinentes -exclame una vez había retirado mi mano.

-Y así era, hasta que se dio a conocer que el incendio había sido provocado -exclama mientras se recuesta en el espaldar de su silla- pero descuide, tan solo seran algunas preguntas sencillas y luego podrá marcharse.

-De acuerdo, pregunte lo que necesite -dije con simplicidad.

Lo observo sacar un bolígrafo del bolsillo de su saco mientras revisa un documento- que hasta ahora no vi que traía.

Concéntrate Alessandra -reprocha mi mente.

-De acuerdo señorita empecemos -dice- ¿hace cuanto tiempo que trabaja en el restaurante?

-Dos años aproximadamente -respondo con seriedad.

Lo veo anotar algo en una libreta.

-¿Dónde se encontraba cuando el fuego inició? -pregunto viéndome a los ojos.

Fruncí el ceño -fingiendo que intentaba recordar- suspire.

-Estaba en el cuarto de empleados -lo interrumpo cuando abre la boca para hablar- recordé que no cargaba el celular encima y pues, soy madre…debo tener el teléfono siempre conmigo -me encojo de hombros.

Me observa por unos segundos que parecen eternos, hasta que se decide a hablar.

-¿Y el padre de su hijo? -La simple pregunta estuvo a punto de romper la fachada de absoluta tranquilidad que había creado. Por suerte pude mantenerme serena y no mostrar lo mucho que me afectaba ese tema.

-Me abstendré de contestar esa pregunta, detective -respondí seca.

Se inclina, apoyando su peso en los antebrazos -en un inútil intento de intimidarme.

-Señorita Palmieri, le recuerdo que se encuentra siendo interrogada por un oficial de la ley -exclama con altanería- debe contestar todas las preguntas que se le….-Lo interrumpo con mi mano, mientras que me coloco en la misma posición que él, mirándolo directamente a los ojos.

-Debo contestar solo y exclusivamente las preguntas referentes al incendio, cualquier pregunta acerca de mi vida privada no tiene cabida en este interrogatorio -explico- y como cualquier ciudadana puedo ejercer mi derecho a guardar silencio -ladeo mi cabeza y tocó levemente mi mentón con mi dedo índice- derecho que ahora que lo pienso, jamás me leyeron -lo observo tragar grueso- por lo tanto yo me retiro -me alejo de el y me levanto de la silla- si quiere hablar conmigo comuníquese con mi abogado -exclamo, mientras le tiendo una de las tarjetas de Alonzo.- que tenga un buen día detective.

Abro la puerta y camino con pasos seguros hasta la salida de la estación. Una vez afuera tomo un taxi hasta mi casa.

Una vez en el taxi mi cuerpo deja atrás la tensión y mis manos empiezan a temblar. A veces me sorprende lo buena que soy ocultándome detrás de una máscara, supongo que los años me convirtieron en una experta.

Suspiro y froto mi rostro con frustración. Escucho al taxista avisarme que hemos llegado, le pago y me bajo del vehículo.

Observo a mi alrededor. Las calles están llenas de niños jugando y personas entrando y saliendo de sus casas -eso me tranquiliza en gran medida- Me acerco a la puerta de mi casa y tomo disimuladamente un cuchillo que había escondido hace años debajo de una de las macetas.

Abro la puerta y entro. 

El lugar se encuentra en silencio, pequeños rayos de sol se filtran por las ventanas iluminando la estancia. Cierro despacio la puerta con seguro y enciendo la luz de la sala mientras tomo con fuerza el cuchillo, camino por la sala, la cocina y la lavandería, pero no hay nadie

Me armo de valor y sigo mi camino hacia las habitaciones. Entro primero en la de Luca, la cual se encuentra vacía y me dirijo hacia el armario que también  se encuentra vacío.

Me acerco a la ventana y la cierro con seguro.

El corazón retumba en mi pecho, mi respiración esta entrecortada y mis manos empiezan a sudar mientras me acerco a mi habitación. Abro la puerta con cuidado mientras sostengo en alto el cuchillo y entro evitando hacer ruido, mientras observo alrededor. Me acerco a mi armario y lo abro de golpe, no hay nada, me dirijo al baño y tampoco hay nada, la casa se encontraba completamente vacia.

Me decido por recorrer toda la casa una vez mas, ahora cerrando todas las ventanas.

Una vez listo me voy a mi habitación y rebusco en el fondo de mi armario hasta que doy con el fondo falso, lo retiro y saco el maletín que se encuentra dentro, arriba de algunas cajas, coloco de nuevo el fondo falso asegurándome de que quede perfecto. Tomo el maletín y lo dejo sobre la cama para acercarme a la ventana y correr la cortina.

Regreso a mi cama y me siento en ella, colocando el maletín sobre mis piernas 

Suspiro y tomando todo de mi, abro el maletín. Observo por largo tiempo su contenido hasta que decido tomarlo, con delicadeza, como si de cristal se tratase.

Aún recuerdo cuando mi padre me la dio, es de las pocas cosas que me regaló y aún conservo. Para muchos es un regalo bastante raro pero, para mi yo de ese momento, era una señal de que mi padre si me amaba.

Quito con brusquedad una lágrima traviesa que se deslizaba por mi mejilla y deslizo con suavidad uno de mis dedos por la inscripción que tiene la empuñadura.

Famiglia.

Balanceo el peso en mis manos y reviso el cartucho y comprove que estaba cargada, tal vez fuese raro, pero cuidaba muchísimo mi beretta, era de los pocos -muy pocos- recuerdos positivos que tenía con mi padre.

Guardo el arma al escuchar la puerta de entrada se abierta y la voz de Luca inundar el lugar.

¿Cuánto tiempo me quedé aquí?.

Me había adentrado tanto en mi mente que no me di cuenta del pasar de las horas. Escondo el maletín en un pequeño compartimiento que tengo debajo de mi cama y salgo en dirección a la cocina, que es el lugar de donde provienen sus voces.

Me recuesto en el umbral de la cocina y observo a Luca reír mientras le cuenta algo a su tío. Esto es lo único que necesito para poder seguir adelante, para enfrentarme a todo lo que se viene.

Sonrío ante la estruendosa risa de Luca

Su felicidad es todo lo que necesito.

-¡¡¡MAMI!!! -grita al percatarse de mi presencia, se acerca a mi corriendo y como siempre lo espero con los brazos abiertos.

-Hola mi amor, te extrañe tanto -le beso todo el rostro ganándome sus risas- ¿tu me extrañaste?

Lo veo asentir repetidas veces para luego besar mi rostro.

-Te extrañe mucho mami -dice sosteniendo mis mejillas con sus dos manitas- mi tío y yo te compramos donas y café -me suelta el rostro para tomar mi mano y guiarme al mesón.

Me acerco a Alonzo y le doy un beso en la mejilla, ganandome una sonrisa que le devuelvo.

-Gracias por todo Alonzo.

-No tienes nada que agradecerme piccola, siempre podrás contar conmigo -dice mientras me da un beso en la sien- luego me cuentas todo -asiento  con mi cabeza mientras le sonrió.

-¿Qué tal tu día Luca? ¿Cómo la pasaste? -le pregunto y de inmediato una gran sonrisa se posa en sus labios. Escucho a Alonzo carcajearse detrás de mi.

-Mami, di que si -exclama haciendo un puchero y juntando sus manitos a modo de súplica.

Frunzo el ceño y observo a Alonzo que pone las manos en alto y se aleja de mi con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios.

¿Qué habrán hecho?.-pienso, un tanto desconfiada.

-Tienes que decirme primero que quieres y luego yo te doy mi respuesta Luca.

-¿Me darías permiso para pasar un día con Akram, mami?  -lo observo sorprendida por su petición- me cae súper bien mami y le prometí que le enseñaria a jugar policías y ladrones -exclama con inocencia.

Abro los ojos a más no poder y veo a Alonzo contener la risa.

Mierda.

-Tu hijo utilizó de rehén a mi amigo, lo conseguí atado y amordazado -dice estallando de risa junto a Luca.

Golpeo mi cara con mi mano.

Pobre hombre -me lamento internamente.

-Descuida, Akram también se la paso bien y está de acuerdo en pasar otro día con Luca -dice tomándome por sorpresa- al parecer me salió masoquista el hombre -exclama encogiéndose de hombros mientras la risa lucha por salir.

-Si mami, el dijo que podía pasar otro día con el, pero que debía pedirte permiso primero -exclama con inocencia, ignorando por completo el hecho de que había “secuestrado” a un hombre- ¿me das permiso mami?.

Suspiro y paso una de mis manos por mi cabello.

-De acuerdo, pero primero voy a hablar con él para programar un día ¿ok? -exclame, sin saber en qué me estaba metiendo.

Se ríe y empieza a saltar de un lado a otro lleno de emoción, realmente le agradó el amigo de Alonzo.

 Se acerca a mi y me abraza.

-Gracias mami- exclama felíz.

-Por nada mi amor, ahora cuentame que hiciste hoy -le digo, tomándolo en brazos para luego sentarlo en uno de los taburetes.

                                                       

                                               

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