Capítulo 1
Me levanté de golpe.
La respiración me fallaba y mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho mientras recorría con la mirada la oscuridad que me rodeaba. El único sonido que se escuchaba era el de mi corazón martillando a un ritmo frenético contra mis costillas, resonando en mis oídos.
-Solo fue un sueño -musite para mí misma.
Me incorporé de la cama y tome rumbo al baño. Necesitaba refrescarme, el sofoco que sentía era tan agobiante, que el sudor bañaba mi cuerpo. Di un suspiro de alivio al sentir el agua fría contra mi rostro y nuca.
Regrese a mi habitación con la intención de dormir un poco más, pero definitivamente la suerte no estaba de mi lado, el reloj marca las cinco de la mañana y eso solo significa una cosa....mi pequeño diablillo pronto despertaria.
A una gran velocidad me arreglo y voy a la cocina para preparar el desayuno y mi muy merecido café.
Un bostezo se me escapa y apenas logro mantener los ojos abiertos, el cansancio está haciendo estragos en mi cuerpo.
Fue un sueño.
Ya llevaba más de una semana repitiéndome lo mismo, tratando de convencerme de que no es real. Pero nada a aminorado el miedo que me dejan esas pesadillas cada noche.
Dejé caer el rostro en mis manos.
Dormir, solo necesito dormir, acaso ¿estoy pidiendo demasiado?...
Una sonrisa aparece en mi rostro al escuchar las rápidas pisadas que se acercan por el pasillo.
¿Como es que tiene tanta energía?.
-¡¡¡MAMI YA ESTOY LISTO!!! -dijo emocionado- me vestí yo solito -dijo con un tono de orgullo bastante evidente.
Levante la mirada y ahí estaba mi hermoso bebé con una sonrisa que iluminaba su rostro. Aunque eso no fue lo que llamo mi atención, sino la forma en la que estaba vestido.
-Luca, amor ¿que te ocurrió? -dije, intentando contener la risa- ven mi amor, deja que mamá te ayude.
No sabría decir que parte me sorprendía más; si sus zapatos colocados al revés, su camisa arrugada o la cantidad inhumana de gel que se colocó en el cabello.
-Mami, ya estoy grande, lo puedo hacer solito -exclamó, con un tierno puchero.
-Claro que sí mi amor, pero a mi me gusta hacerlo- le dije, mientras terminaba de quitarle el gel- de acuerdo, ya está.
Me aleje satisfecha con el resultado y me dirigí a preparar el desayuno. Una vez listo nos serví a ambos.
-Mami, pareces cansada ¿Estas enferma?.
Negué con la cabeza, mientras le regalaba una sonrisa.
-No, mi amor, solo pase una mala noche. No te preocupes -mentí.
-Te puedo prestar a Teddy, así podrás dormir bien.
-Claro, gracias Luca -el me regaló una gran sonrisa, feliz de haberme ayudado- termina de comer, vamos a llegar tarde.
Odiaba preocuparlo, pero odiaba aun más el tener que mentirle. Luca es un niño muy inteligente, se da cuenta de las cosas y cada día se me hace más difícil mantenerlo al margen. Pero ¿que podía decirle? ¿qué tenía pesadillas cada noche? ¿qué me sentía observada, desde hace semanas? O mejor aún ¿le cuento todo mi pasado? No, definitivamente no haría eso.
El desayuno pasó entre risas, mientras mi pequeño me comentaba todo lo que quería hacer durante el día. Una vez terminamos de comer, me dirigí a mi habitación por mi cartera y al cuarto de Luca por su mochila.
Salimos de casa con rumbo a la parada de autobuses. En momentos como estos deseaba poder costearme un carro.
Aún a pesar del tráfico y las paradas que daba el autobús, llegamos antes de que sonará el timbre de entrada.
-Buenos días señora Palmieri -exclamó una voz detrás de mi- hola Luca ¿estas emocionado, por el primer día de clases? - voltee a ver de quien era la voz, consiguiéndome con Amelia una de las profesoras de Luca.
- Buenos días profesora -dije, con una leve sonrisa.
-Hola profesora -exclamó Luca, de manera tímida, ignorando por completo la pregunta de su profesora- mami ¿puedo ir a jugar con mis amigos? -preguntó, mientras hacía una carita de angelito.
-Claro, te paso a buscar en la tarde, te portas bien Luca Palmieri -es mi hijo y esa cara de angelito, que se la haga a otro, yo no me la creo.
- Lo prometo -me da un beso en la mejilla y se va corriendo hacia un grupo de niños.
- Es normal, a los padres suele costarle más que a los niños -exclama la profesora, causándome un infarto.
¿está mujer no se había ido? -pensé
-Si, claro -dije, mientras intentaba recuperarme del susto- bueno....yo me tengo que ir a trabajar -dije algo incómoda.
-Oh claro, fue un placer hablar con usted -exclamó con una sonrisa- si necesita algo sabe que....
Deje de prestarle atención, cuando volví a sentir que me observaban. Mire disimuladamente a mi alrededor, pero no había nada fuera de lo normal. Mi mente no dejaba de repetirme que solo estaba susceptible por las pesadillas, que no era real... y por momentos llegue a creérmelo pero no, esto era real, lo sabía podía sentirlo.
-¿Señora Palmieri? ¿se encuentra bien? - exclamó la profesora, sacándome de mis pensamientos -necesita sentarse, está muy pálida.
-No, estoy bien gracias -dije de manera distraída- si llega a ocurrir algo, llámeme directamente, vendré personalmente a buscar a Luca -mi voz se escuchó alterada, pero no podía importarme menos. Si alguien me estaba siguiendo, mi prioridad era mantener a mi hijo a salvo.
-De acuerdo ¿seguro se siente bien?.
-Si, ya me tengo que ir -me di la vuelta, y dirigí mis pasos hacia la parada de autobuses que me dejaba cerca de Marco's un restaurante en el que he trabajado por dos años. Me hubiese encantado dormir en el trayecto, pero el mismo no era tan largo y temía pasar de largo la parada.
En el momento en que crucé la puerta del restaurante, que con su apariencia -paredes de ladrillo rojo, adornadas de retratos de todas las generaciones que se han encargado de el restaurante, con sillas y mesas de madera y un increíble aroma a albahaca y otras especias- me llevaba en un viaje a Italia.
Veo a Melissa, una de mis compañeras de trabajo y una gran amiga -posiblemente mi única amiga- correr hacia mi, desde un rincón del restaurante.
-¿¡PERO QUE TE PASO!? -exclamó, con esa voz tan aguda que llegaba a irritarme- pareces un muerto ¿Qué ocurrió? ¿no dormiste? ¿Luca está bien?.
Era increíble la cantidad de preguntas que podía hacer en cuestión de segundos.
Fruncí el ceño.
-Una pregunta a la vez, que no te entiendo.
Le di la espalda y me dirigí al cuarto de empleados para dejar mis cosas y colocarme el delantal. Podía escuchar los pasos de Melissa siguiéndome.
-Ok , lo siento, es que enserio pareces un zombie -exclamó, mientras me ayudaba a amarrar el delantal- listo, ahora responde mis preguntas -dijo, mientras se cruzaba de brazos frente a mi.
Puse los ojos en blanco -Estoy bien y Luca también. Solo tuve una mala noche -respondí, mientras caminaba hacia la salida - ahora a trabajar.
Al salir me conseguí con otros compañeros de trabajo, todos se me quedaban viendo.
Ok, ya entendí, parezco un zombie....¿es que nunca en sus vidas han visto unas ojeras?.
-Alessa ¿te encuentras bien? -quiso saber Jaden otro compañero de trabajo, mientras me miraba preocupado- Estas pálida.
Mordí mis mejillas y me encogí de hombros.
-Estoy bien, vamos a trabajar -trate de decirlo lo más amable posible, ellos no tenían la culpa de mi malhumor, además ya habíamos llamado la atención de otros compañeros de trabajo y juro que golpearía al próximo que me preguntara que me había pasado.
Con el pasar de las horas, parecía que a todos se les había olvidado mi estado y mis nervios se habían calmado al fin.
El resto del día paso como de costumbre, aguantando los diferentes estados de ánimo de los clientes, aceptando malas propinas y mordiéndome la lengua para no reclamar. Fingiendo una sonrisa y un muy buen humor. Así era mi día a día.
Destinos entrelazados ahora está en Wattpad, iré subiendo capítulos con día de por medio.
Si no aguantan la curiosidad, se pueden pasar por booknet, en donde la historia está mas avanzada.
¡¡¡OJO, PROHIBIDO HACER SPOILER!!!
Esta historia es completamente de mi autoría, está terminantemente prohibido el plagio, copia o adaptación de esta obra.
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