El sacerdote Kaelos observó a los gemelos Lasnae y Earisol mientras eran felicitados por los sacerdotes y acólitos en la Catedral de los Elementos. Aunque sus ojos estaban puestos en el joven Lasnae, su corazón no podía evitar sentir una mezcla de curiosidad y preocupación por la joven Earisol.

Desde su posición, Kaelos podía ver más allá de la superficie. Él también era un oráculo, alguien que mantenía una conexión con los dioses elementales y podía percibir sus designios. Y en ese momento, podía sentir la presencia de la joven Earisol, rodeada por las luces de colores que solo los oráculos podían ver.

—Los caminos del destino son inescrutables —murmuró para sí mismo Kaelos, con la voz cargada de reflexión.

Había visto a través de las visiones y presagios que los gemelos tendrían un papel crucial en el futuro. Pero no había anticipado que sus destinos comenzarían a girar tan temprano en sus vidas. Kaelos recordó los días en que había acogido a los gemelos en la catedral, cuando aún eran huérfanos y necesitaban protección. Los había visto crecer, aprender y descubrir sus afinidades con los elementos. Y ahora, eran portadores de dones extraordinarios, dones que los dioses elementales habían elegido otorgarles.

—La carga del futuro recae sobre sus jóvenes hombros —pensó Kaelos con un suspiro.

Sabía que los gemelos eran parte del futuro prometedor que los dioses habían hablado a través de los vientos y las visiones. Pero también sabía que ese futuro no estaría exento de desafíos y sacrificios. Kaelos observó a Earisol, quien parecía absorta en su propio mundo mientras las luces de colores la rodeaban. Sabía que ella también tenía un papel significativo que desempeñar como el vínculo de los dioses elementales. Y aunque su corazón se llenaba de comprensión y compasión, no podía evitar sentir una punzada de pena por los hermanos.

La relación entre Lasnae y Earisol era fuerte, pero los papeles que se habían arraigado a ellos podían separarlos o unirlos más que nunca. Eran gemelos unidos por lazos profundos, y ahora, esos lazos se entrelazaban con el destino que los dioses les habían encomendado. Kaelos sabía que llegaría el momento en que su propia tarea como sacerdote y oráculo llegaría a su fin, y entonces los gemelos serían los encargados de llevar adelante la Iglesia de los Elementos.

Mientras la catedral seguía llena de celebración y alabanzas, Kaelos cerró los ojos por un momento, conectándose con los dioses elementales en busca de orientación y sabiduría. Podía sentir su presencia, susurros en el viento que le recordaban que los caminos del destino eran como hilos entrelazados, y él era solo un eslabón en la cadena de eventos que estaba por venir.

El futuro de los gemelos Lasnae y Earisol estaba lleno de incertidumbre, pero también de promesas y potencial. Y Kaelos, como su guía y mentor, estaría allí para apoyarlos en su camino mientras cumplían su papel en la historia que los dioses habían tejido.