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XVIII

—Se me ocurrió una idea, vamos a hacernos una foto por así decirlo "sexy" —hace comillas antes de soltar una pequeña risa mientras las miraba— pero, esa si queda para nosotras, ¿les parece? Es que la vi y me encanto.

—Me parece Jen, dinos, ¿cómo es? —le sonreí mientras las tres nos acercábamos a su móvil donde se encontraba la imagen.

—Wo, está genial y es con la palabra LOVE, me gusta, yo quiero ser la V —responde emocionada Lupe.

—Yo soy la E —responde Charlotte al empezar a posicionarse junto a su amiga.

—Yo la L y tú la O Jen, ¿va? —al ambas asentir reímos un poco para ubicarnos, primero era en posición de perrito, con su cuerpo inclinado hacia adelante mientras estiraban su brazo al aire, formando las letras que le correspondía con sus dedos, fotos que eran tomadas por la madre de Keyla.

—los chicos estacionaron y corrieron tras Rich al enterarse de que este sabía del plan de las señoritas en dirección a la estatua, pero al verlas en esa posición detuvieron el paso en seco sin entender cómo eran capaz de ello— ¿Qué creen que hacen para tener esa posición? Se les ve todo el trasero en el aire —rechina algo serio Harold.

—Creo que se están vengando de nosotros —responde el moreno soltando un pequeño suspiro mientras miraba a los demás.

—Su jueguito les vas a generar un castigo —dice entre dientes Cristhian para acercarse levemente a ellas notándolas a todas distraídas.

—gatee un poco, acercándome a mi pequeña que estaba a unos cuantos centímetros y me incline un poco más para limpiarle el rostro que tenía algo de tierra, a lo que moví mi trasero un poco; hasta sentir una fuerte azotada de una mano que se quedó marcada en uno de mis glúteos que al quejarme y girar vi a un Harold muy molesto— hasta que deciden aparecer. ¿Se aburrieron de las plásticas?

—Tú y yo vamos a hablar seriamente, Keyla —la toma de la mano al momento que esta se ponía en pie.

—Que yo sepa no tenemos nada que hablar, Contreras —me solté bruscamente para mirarlos, notando como las chicas se codeaban detrás de mí, ignorando a sus parejas a excepción de Lupe, que se alejaba momentáneamente con Rich.

—¿Por qué nos hacen esto? —pregunta Cristhian elevando una ceja molesta.

—¿Qué por qué lo hacemos? Les tenemos la respuesta, lo hacemos porque queremos, así como ustedes quisieron subir unas viejas al auto y pasar lo que sobro de la mañana y mitad de tarde con ellas; con cerveza en mano y bailando sin inmutarse por nosotras aunque sea un poco —responde la morena cruzándose de brazos.

—Se fuesen quedando mejor con ellas, se notó a leguas que ni falta les hacíamos.

—Solo les dábamos un aventón, no paso nada más de allí, al llegar Rich nos dice que no están, ¿qué esperan que hagamos? Ni las llamadas se dignaron a contestar.

—Si el problema era saber dónde estábamos, ya lo saben y vuelvan a su fiesta, seguro esas nenas de silicona los deben estar extrañando —tome en brazos a mi hija para empezar a caminar con las chicas dándole la espalda a todos, nos dirigíamos a un grupo de palmeras que se veía un buen set para fotos.

—Esperen esta conversación, aún no acaba —rechinan los tres al unísono deteniéndolas para hacer que los vean.

—Ustedes hicieron peor que nosotros, subiendo fotos a las redes hasta el punto de explotarlas y que todos se las quieran comer ahora.

—Yo no le veo problema alguno a ello, Kevin, al menos nosotras si tenemos un cuerpo real —rodeo los ojos dispuestos a marchar nuevamente con las chicas entregándole mi hija a mi madre al notar como esta tenía la intención de llorar, no me gustaba por eso discutir con Harold frente de ella.

—Te dije que tú y yo hablaríamos, Keyla, te gusté o no —la toma desprevenida por las piernas para levantarla como si se tratara de un saco de papas, llevándosela a una de las zonas más alejadas para poder hablar a gusto.

—¡Harold bájame! ¿No entiendes que no quiero hablar contigo? —rechinaba para darle leves golpes en la espada.

—este la ignora y al verse completamente solos la coloca con los pies en la tierra mirándole seriamente, en verdad estaba enojado, sus ojos no reflejaban ese brillo de amor.

—¿Qué es lo que quieres? Ya estamos solos, habla rápido que debo volver con mi hija —me cruce de brazos frunciendo mi entrecejo.

—¿Por qué lo hiciste Keyla?

—¿Por qué hice que Harold? Joder, son simples fotos, fotos que puede subir cualquier jodida persona —dije elevando un poco la tonalidad de mi voz, realmente me molestaba su actitud de sinvergüenza.

—este la toma algo fuerte del mentón para que no apartara su mirada— ¿No lo entiendes Keyla? Tú eres mi esposa, eres mi mujer, eres mía y yo no quiero que nadie más se sienta con la libertad de decirte cosas o que te alejen de mí, eso es lo que pasa.

—lo miraba fijamente evadiendo un beso que me intento dar al quitar mi cara y mirándole con molestia teniendo ambos el mismo semblante de seriedad— Harold, no se me olvidan esas palabras que me vuelven tan sumisa ante ti, pero no me gusto que subieran a esas mujeres y ni se dieran cuenta cuando nos desviamos... ¿Qué quieres que pensemos? Además de las fotos que subieron ellas con ustedes.

—Te puedo jurar que solo nos pidieron un aventón Keyla, jamás las cambiaremos por alguna otra mujer, nosotros no somos nada sin ustedes, yo Harold Contreras, no soy nada sin ti amor —le mira con sus ojos suplicantes para por fin atrapar los labios contrarios en un beso, un beso que ambos necesitaban porque Keyla se lo correspondió. Juntos se abrazaron al alargar ese beso de reconciliación, que inclusive Harold la levanto por las piernas pegándola contra la madera de la palmera, lo que hizo que ambos se separaran, quedando solo a centímetros de los labios contrarios.

—Lo siento Key... —le susurra en los labios el joven.

—Te perdono... Solo con una condición —le miré mientras empezaba a acariciar su mejilla.

—¿Cuál? —la mira mientras le acariciaba sus glúteos con una mirada de ternura, sintiendo el calor aun del azote que le dio con su palma.

—reí un poco para poner mi dedo en sus labios— solo te perdono con la condición de que me ames como yo lo hago y que si algún día te cansas de este matrimonio me lo digas, prefiero quedar en buenos términos que en una infidelidad.

—Sería un tonto si alguna vez eso se me pasara por la mente, en verdad, te amo demasiado y he estado enamorado por ocho años y estaré enamorado por toda una eternidad —sonríe un poco con ella para dejarle un beso en su mejilla antes de bajarla y entrelazar sus dedos para regresar con los demás al estar ahora mucho mejor. 

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