XV
En Florida, 9:30 a.m.
—al estacionar el auto baje cargando a Cloe y me acerque a la puerta principal junto a mis amigas que eran más como mis hermanas de otra madre, mientras que los dos hombres se encargaban de bajar todas las maletas; toque la puerta, la cual fue abierta por mi madre, mujer que nos recibió muy feliz.
—¡Hija mía! —sonríe para poder abrazarla mientras cargaba a su nieta para saludar también a ambas chicas que venían de compañía— Jennie, Lupe, mis niñas, ¿cómo han estado?
—Muy bien, gracias por preguntar señora Margaret, ¿usted cómo ha estado?
—También excelente, ahora, mucho más feliz porque han venido a verme, no saben cuánto les extrañaba.
—¿A mí también me extrañaba suegra? —pregunta Harold con una sonrisa acercándose con varias maletas en mano.
—¿Qué? Claro que no Contreras, a ti es el único al que jamás extrañaría —esta lo mira con cierto desagrado para llevar sus ojos a la bebé que tenía en brazos— mi hermosa Cloe y de pensar que el tonto de tu padre me dijo que te habían abortado.
—Mamá, por favor, no le digas así a Cloe, además Harold está muy arrepentido por esa broma, ¿no es así amor? —lo miré para señalar a la mujer con la cabeza viendo como este se le acercaba.
—Es cierto, señora Jones, en verdad, me arrepiento de jugarle esa broma, por favor, perdóneme —la mira extendiendo su mano en son de paz.
—Hum, bien, lo aceptaré por qué eres el esposo de mi hija y padre de mi nieta, porque si no fueses perdido conmigo, Contreras —le estrecha la mano brindándole una pequeña sonrisa negando un poco.
—Gracias suegra, no sabe cuánto me hace sentir bien que ahora estemos mejor —sonríe para darle un abrazo cortamente, puesto que esta se separó.
—Ts, sabes que no soy de abrazos, más bien todos pasen y se acomodan, ya conocen sus respectivos caminos —entra con una sonrisa primero para ver cómo se empezaban a dispersar a sus habitaciones.
—había tomado a Cloe de los brazos de mi madre para poderla cambiar al verla algo sofocada seguramente por los cambios de clima, por lo que subí con Harold a nuestra habitación, por lo que coloqué a la pequeña en la cama notando como mi esposo se sentó a su lado.
—En verdad tu madre es un tema complicado amor, por un momento pensé que no aceptaría mis disculpas como la última vez —suspira un poco sonriendo.
—Lo sé, no perdona fácil después de todo lo que vivió con el señor que dice ser mi padre, ella quedó muy marcada —le mire mientras seguía cambiando a Cloe para dejársela a cargo a mi esposo mientras le preparaba una tina con agua de temperatura ambiente.
—Ahora que mencionas ese tema de tu padre, ese señor fue a la empresa, ¿cómo es que se llamaba?
—Su nombre es Gustavo... ¿En verdad lo viste? ¿Qué ocurrió? —lo miraba sin comprender, pensé que estaría muerto; tras ello cargue a mi niña y acompañada de Harold la fuimos a bañar.
—Llego a la empresa supuestamente para cotizar un contrato, de hecho no sabía quién era y cuando lo conocí me amenazo con que sí te lastimaba se las pagaría a él y muchas cosas más —la mira mientras se apoyaba en el marco de la puerta— quizás al final de los tiempos si le importas.
—La verdad es que no lo creo amor, si le importara me fuese buscado antes y no se fuese ido, ¿no crees? Su sola existencia me perturba —suspiré para inclinarme un poco y poder bañar a Cloe, sintiendo unas manos pasar por mi cintura, así como un abrazo de parte de mi contrario.
—Lo bueno, es que ya no estás sola, si te quiere hacer algo a ti, a mi hija o a tu madre, tendrá que pasar sobre mi primero.
—sonreí al escucharlo para asentir un poco pegando mi espalda levemente a su pecho mientras sostenía a Cloe la cual jugaba con el agua— ¿Sabes cuánto te amo Contreras?
—Yo creo que mucho, espero no estar equivocado —suelta una pequeña risa junto a ella antes de dejarle un beso.
—Si amor, mucho, mucho —sonreí para girar mi rostro y juntar nuestros labios de forma corta mientras escuchaba a mi madre llamar desde abajo que nos arregláramos bien para ir a la playa.
—Vamos, termina con Cloe, me iré a cambiar amor —este se separa de la joven para salir del baño con una sonrisa y poder cambiarse de ropa.
—terminé de bañar a mi princesa y salí rápidamente para empezarla a vestir con su traje de baño, así como cambiarme rápidamente, puesto que éramos las últimas en bajar. Un buen baño de mar no estaría nada mal.
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