XIV
—Chicas, después de instalarnos vamos al mar, ¿sí? Está caluroso el día.
—Claro que sí Lupe, un rato no estaría mal, de paso podemos almorzar en la playa.
—Como en los viejos tiempos, ir a chapotear —responde esta emocionada mientras se acercaban cada vez más a la casa.
—Así es Lupita —sonreí mientras la miraba acomodando bien a mi hija en mis piernas. Estas vacaciones eran bien merecidas, así que debíamos aprovecharlas.
Bien, para ponerles más en contexto sobre quién es Guadalupe y como apareció en nuestra historia siendo parte de ella, pues cabe decir que ella fue la primera chica que conocí al empezar el kínder, es decir, contábamos solo con cuatro años cuando nos hicimos amigas durante largo tiempo; después sus padres se fueron del país y nos habíamos distanciado, pero miren como son las cosas de la vida, Lupe estaba realizando la especialización en neurociencia, y su facultad estaba en el mismo espacio que la mía, así que nos veíamos en nuestros tiempos libres. Fueron tiempos hermosos hasta que conocí a su ex pareja, el cual tenía la ilusión de enamorarme, pero Harold no lo iba a permitir, por ello en su misma cara me pidió matrimonio, ese día lo recuerdo tanto como si fuese ayer, les contaré un poco de ello.
Tiempo atrás, en el penúltimo semestre de especialización.
—estaba saliendo con Lupe de la facultad cuando note que Henry, su ex pareja, se empezó a acercar por millonésima vez a nosotras con un gran ramo de rosas rojas, a lo que mire a mi amiga juguetona— te busca tu ex Lupe —le susurre para reír.
—Ambas sabemos que te busca a ti, eh, ese estúpido no se cansa, no más que lo vea Harold de cerca y lo mande a volar —susurra mientras ríe sin siquiera detener la caminata con su amiga.
—Hola señoritas, ¿cómo están? Key, mira, estaba pasando por una floristería y vi estas hermosas rosas a lo que las compré para ti, porque me recordaron a tu belleza. —sonríe extendiéndole el ramo a la mirada de todos los que salían de la facultad y estaban expectantes a la respuesta de la chica.
—Henry, ¿cuántas veces te debo decir que tengo novio? Deja de hacer el ridículo gastando tu dinero, a Harold lo amo demasiado y todos sabemos eso —lo miré sujetando bien mi bolso con una leve sonrisa incómoda por las miradas que sentía en la espalda. Me avergonzaba rechazarlo en frente de toda la facultad, pero es que él solo se buscaba eso.
—Cierto, deja de perder tu patético tiempo, Keyla nunca te va a dar atención, que con decir ni yo sé cómo te la di.
—Tú lo que estas es envidiosa Guadalupe, porque ya te conseguí un mejor reemplazo, así que no te metas, esto es entre Keyla y yo.
—¿Envidiosa yo? ¿Y de mi amiga? No cariño, ubícate por favor y bájate de esa nube en la que estás montado porque te va a doler la caída —suelta una pequeña risa mirándolo— y para tu información no te necesito, eres un pobre diablo, ahora estoy con un amigo de Harold, esos si son buenos partidos y están para chuparse los dedos, que por cierto, hablando del rey de Roma, amiga han venido por ti.
—mire al frente de la salida de la facultad para salir rápidamente con Lupe, siendo seguida por varias personas curiosas al ver como Harold se me acercaba con un ramo de flores más grande que él mismo, una caja de chocolate y dos personas sostenían un cartel cerrado tras suyo— ¿Amor que es esto?
—este sonríe poniendo el ramo a un lado para arrodillarse frente de esta tomándola de la mano— amor, yo considero que ya es tiempo, por lo que estoy completamente seguro de esta decisión y el paso que deseo tomar a tu lado.
—al ver que se arrodilló me sorprendí un poco y sus palabras me llevaron a afirmar lo que esperaba, el cartel detrás de él se abrió con la propuesta de matrimonio, mientras este de su bolsillo sacaba una cajita enseñándole el anillo—. A... Amor...
—Keyla, amor... ¿Me harías el gran honor de ser mi esposa? —le mira con un brillo en sus ojos esperando una respuesta positiva de parte de la chica.
—Amor... ¡Claro que sí! —dije tan emocionada para sentir como me cargo al momento que se alzó y juntando nuestros labios en un sonoro beso, a este hombre lo amaba, en verdad lo amaba demasiado.
—Gracias Keyla... Me haces el hombre más feliz y afortunado de esta vida —sonríe al separarse de los carnosos labios contrarios, abrazándola con tal felicidad mientras la volvía a colocar con los pies en la tierra.
—Y tú me haces sentir la mujer más feliz, por ello es que deseo terminar mi vida a tu lado —sonreí sintiéndome tan enamorada de él, mientras que varias personas animaban e inclusive graban la escena de amor que presentábamos. Un nuevo beso quedó marcado en distintas revistas y redes sociales, donde el joven más adinerado le pedía matrimonio a su novia a la salida de la facultad de medicina.
Fin del recuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro