XI /Contenido +18/
—Harold se encontraba en la cama recostando únicamente en bóxer, tan atento a su celular, aunque expectante al escuchar como su esposa entraba en la habitación—. ¿Ya te duchaste cariño? —le pregunte mientras cerraba la puerta, solo recibiendo como respuesta que asintiera con la cabeza, eleve una ceja al empezarme a desvestir dándole la espalda que al voltear de reojo pensé que lo encontraría viéndome, pero nada, por ello solo suspire para irme a duchar.
—el chico la llego a mirar de reojo, pero al ver que esta se adentró en el baño simplemente soltó una pequeña risa mientras seguía con su celular.
—al salir a los quince minutos me coloqué solo mis bragas de encaje y una pequeña bata transparente para recostarme a su lado viéndolo de reojo mientras desenredaba mi cabello, no puedo creer que no se digne a mirarme.
—este se acomodó de lado en la cama mirando de arriba hacia abajo como estaba vestida la joven detallándola un poco, pero antes de volver su vista al móvil le da la espalda, todo lo hacía de forma juguetona, para ver donde llegaría Keyla, puesto que él también se podía resistir a la tentación.
—Hey, ¿se puede saber que traes con ese celular? ¿Por qué me ignoras? —gruñí un poco mientras lo abrazaba por la espalda intentando observar el móvil, pero tenía el brillo bastante bajo.
—No es nada, mejor duerme, debes estar cansada —responde de forma seca, lo cual hace boquear a la joven.
—Idiota —lo solté de golpe para ahora yo darle la espalda cubriéndome bien con las cobijas de pies a cabeza mientras cerraba mis ojos con frustración. ¿Cómo se atrevía a decirme eso?
—¿Perdón? ¿A quién le dices idiota bella? —suelta una pequeña risa el mayor de los dos para dejar su celular en la mesita de noche y apegar a la chica a su cuerpo semidesnudo, adentrando una de sus manos dentro de la fina bata posándola en uno de los pechos contrarios mientras buscaba dejarle besos húmedos en el cuello.
—Suéltame, ya no quiero nada, eres un idiota cuando quieres —gruñí intentando levantarme de la cama, pero este fue más rápido que me termino ubicando en el centro de la misma frente a frente, mientras se subía en mí encima.
—Pero yo si quiero mi amor, solo que yo también me sé hacer el difícil —sonríe de lado para tomarle el mentón a la escurridiza chica que tenía debajo para juntar sus labios en un intenso beso.
—aunque quería mantenerme en mi postura de orgullo, la posición en la que estaba no era nada favorable, por lo cual correspondí a su beso de forma tan sumisa y como no, con solo sentir su cabello sedoso entre mis dedos o sus firmes brazos me enloquecía. Los besos de Harold fueron bajando en un camino de mis labios al cuello, dejando cantidad de chupetes y mordiscos en la zona, por ello hice mi cabeza un poco más atrás para darle el acceso total, amaba la sensación de placer que mi esposo lograba causar en mí.
—Eres solamente mía, Keyla —susurra con aquella voz ronca que a cualquier mujer le mojaría las bragas, efecto que amaba causar en su esposa la cual solo chillo asintiendo al momento en que esté con sus grandes manos le retiraron la tela que cubría su torso, dejando sus pechos al desnudo.
—Solo tuya mi amor... —respondí con un pequeño hilo de voz al sentir su lengua juguetear con mis pezones, puedo decir que rápidamente la zona se empezó a calentar de forma dilatada, aunque claro sentía como me empezaba a mojar a lo que movía un poco mis piernas a no poder acercar mis manos las cuales estaban sujetas por las de Harold.
—Así me gusta, solo mía princesa, así como yo solo soy tuyo —sonríe antes de seguir devorando la parte superior del cuerpo de la joven, la cual se dejaba complacer como este solo lo sabía hacer, bajando por su abdomen en busca de retirarle sus bragas, pero fue sorprendido por el repentino movimiento de la chica.
Su esposa ahora lo tenía debajo, bien posicionada sobre su regazo, que empezó a mover sus caderas de forma circular, asimismo como de delante hacia atrás sobre su falo que aún era cubierto por la fina tela del bóxer. Un bulto se formó bajo sus piernas, por lo que de forma juguetona esta empezaba a dar pequeños saltos sin penetración alguna todavía, por tal fricción de intimidades Harold se endureció a tal punto que su virilidad se salió del interior.
Jadeos empezó a salir de los labios del chico ya inquieto por poseer a su esposa, que al notar como esta terminaba por quitar las pocas prendas que ambos tenían y se autopenetraba puso sus ojos en blanco al sentir como era cabalgado. Los gemidos, berridos y el rechinar de la cama era lo único que se escuchaba dentro de esas cuatro paredes de la habitación, estando inundados ambos de forma placentera.
Las manos de Keyla se posicionaron en el torso de su esposo, dejando escapar aquellos gemidos quejumbrosos que dejaba escapar por sentir las azotadas en sus glúteos que Harold dejaba. Tras cierto tiempo de dominio de la chica, esta volvió a quedar bajo la sumisión de su esposo, el cual la dejo debajo de sí sin salir, tomando poder frente a las embestidas. Sus manos quedaron a cada lado de la cabeza de su contraria de la cual se desbordaban gemidos de placer mientras arqueaba su espalda por la sensación de placer que recibía.
Los gemidos de Keyla enloquecían a Harold, por lo que este buscaba aquel punto g de su esposa que solo él sabía como llegar, terminando por juntar sus labios en un beso que los llevo al orgasmo al mismo tiempo. Sus respiraciones chocaban de forma agitada, Harold había caído rendido en los brazos de su esposa, ubicando su cabeza en medio de los pechos de su esposa, quien le brindaba caricias en aquel silencio que no era incómodo, puesto que era para recobrar aliento.
—Amor... No sabes cuanto te amo, juro que ninguna otra mujer jamás me haría sentir como lo haces tú —sonríe un poco mientras elevaba su vista a la de ojos color miel para juntar sus labios en un sentido beso del que se escapaban aún pequeños sonidos de agitación.
—Yo también te amo Harold, te amo como no tienes idea —sonreí de vuelta para corresponderle a su beso mientras nos acomodábamos para dormir, mañana tendríamos un viaje a Florida donde vive actualmente mi madre con varios amigos; el vuelo se suponía que sale en cinco horas y debíamos estar con dos de anticipación por lo que tenemos tres horas y medía para reponernos, así que tras acomodarnos en la cama en un abrazo sin siquiera preocuparnos por vestirnos quedamos profundamente dormidos. Esto de hacer el amor, llegar al orgasmo al tiempo y quedar dormidos abrazados es en verdad maravilloso.
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