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8:00 p.m.

Recuerdo que llegamos a la recepción del hotel a eso de las ocho, éramos invitados de un posible socio de Harold, el cual estaba celebrando su nueva empresa en el exterior, por lo cual mi esposo quería invertir al ser este un negocio bastante próspero y ambicioso; pero he aquí, la noche debía ser arruinada. Unas mujeres que desconozco su procedencia se acercaron a mi esposo arrebatándole a nuestra bebé de sus brazos para entregármela con desagrado. Juro que me enoje al ver como esas arpías tocaban a mi hija y que Harold no decía nada, por la pinta que traían se notaba que eran invitadas de clase estrato mil, porque ni un saludo a mi persona se dirigieron, aunque sea por respeto a mi presencia, aunque claro, que respeto van a tener si se ve que se quieren devorar a Harold. De la molestia terminé por dejarlo solo sin siquiera decirle nada, saliendo en ese entonces al balcón del lugar para darle pecho a mi pequeña; la noche no podía empeorar, pero con el invitado que me encontré eso fue posible.

—Estúpidas, como se creen en tocas a mi bebé —susurre levemente mientras le acariciaba la espléndida cabellera que tenía Cloe, hasta sentir unas manos en mi cintura, por lo cual suspire pensando que era Harold, pero al girar me tope con Mike, mi estúpido ex de secundaria.

—Keyla, qué hermosa te ves, ¿te asusté? —sonríe encantado mientras la intenta tomar de la mano al notar como esta se había separado marcando bien la distancia.

—Para nada, solo me has sorprendido, ¿qué haces aquí Mike? Pensé que estabas en Europa, como aprovechaste que te ayude a conseguir esa beca y luego me dejaste demostrando lo mentiroso que eras —lo mire con cierta ironía mientras cubría mi pecho con el paño sosteniendo bien de mi pequeña.

—Lo mismo que tú, también soy invitado —sonríe ampliamente tomándole de la mejilla, pero esta le baja la mano inmediatamente— vamos Key, han pasado ocho años desde que te vi nuevamente en persona, deberías dejar esos rencores, mira que estoy profundamente agradecido contigo, solo que no terminamos de la mejor forma, pero deberías dejar el pasado atrás.

—Eres un cínico en verdad y muy chistoso de paso —le devolví la misma sonrisa falsa que este me había dado— me decía a mí misma que estabas muerto, lástima que no es así.

—¿En verdad me odias tanto hermosa? Porque por lo visto, sí que no has cambiado tu carácter de jugar con el sarcasmo a capa y espada —suelta una pequeña risa negando.

—Y contigo menos cariño, personas como tú no merecen una atención de calidad, solo sobras —lo mire para empezar a retroceder levemente mientras cargaba bien a mi pequeña al ver que se acercaba.

—¿Personas como yo? Te recuerdo que yo te ayude en muchas ocasiones en tu miserable vida, así que me debes mucho, yo solo cobre el amor que te daba, pero debo ser sincero, verte ahora como estas me doy cuenta de que te amo aún —da un paso para acercarse, pero esta se aleja.

—¿Amor? No me hagas reír, eres un imbécil de verdad —rodeo los ojos llegando a tocar mi espalda con la fría pared de tanto retroceder.

—¿Eso piensas? ¿Por eso me huyes, reina? —suelta una risa para intentar sujetarla de la cintura, pero esta se escapa del pequeño espacio que quedaba entre su espaldar y la pared volviendo a tomar espacio dentro del balcón.

—Keyla, ¿qué ocurre? —dice una voz carrasposa detrás de ellos, por lo que ambos miran a Harold el cual estaba serio con sus brazos cruzados lo cual le hacían ver dominante. Harold sabía como dar miedo cuando se lo proponía.

—Nada de importancia, con permiso que no deseo hablar con ninguno, y tu Mike púdrete —suspire luego de señalarlo para así volver a adentrarme en el salón de eventos acomodando mi vestido para cargar bien a Cloe.

—Con que tú eres el imbécil que se robó a mi chica, el "poderoso" Harold Contreras ¡Ja! Un simple payaso. —suelta una pequeña carcajada realizando las comillas con sus dedos en forma de burla.

—A ver idiota de cuarta, no sé quién seas, pero no quiero que te acerques a mi esposa o tendremos serios problemas, ¿entiendes? —lo señala con su dedo mientras le da una mirada frívola.

—Tu esposa será mía —se señala— como la descuides, así como tuve a Keyla una vez la puedo tener dos veces.

—Ridículo, sueña que eso es totalmente gratis, porque mi Keyla no estaría con un pobre diablo como tú —da una sonrisa ladina notando como este frunció su entrecejo.

—Eso lo veremos Contreras, el que ríe de último ríe mejor —Mike acomoda su saco pasando junto a este dejándole un pequeño choque en el hombro de Harold antes de adentrarse de vuelta al salón.

—Este imbécil que se ha de creer, idiota es si piensa que dejaría a mi esposa —rueda sus ojos para también ingresar en busca de Keyla para al ver en dirección al ascensor, corre para poderla abrazar por la espalda y susurrar— perdóname amor, en verdad lo siento como no tienes idea.

—No sé por qué te disculpas, no veo necesidad alguna — volteé a verlo mientras arqueaba una de mis cejas, estaba cansada y quería irme a casa.

—Por todo lo que ha pasado, en verdad, no deseo perderte nunca, Cloe y tú son mi vida entera —le toma de sus mejillas logrando depositar un corto beso en sus labios para ver como el ascensor abría sus puertas, que al separarse esta ingresa ofreciéndole su mano libre por lo que la toma sin dudarlo.

—Solo no vuelvas a permitir que toquen así a mi hija o tendremos serios problemas Harold —sonreí levemente para ver como este presionaba el botón del estacionamiento donde había dejado el auto.

—¿Me castigarás, señora de Contreras? ¿Con qué sería? —suelta una pequeña risa mirándola con un toque de picardía en sus ojos.

—Estarás dos meses de abstinencia total, sin besos, abrazos o algo más —lo miré con una sonrisa ladina al notar como boqueo de impresión, sí que no se esperaba esa respuesta de mi parte.

—No serías capaz de eso, amor —hace un pequeño puchero abrazando de nuevo el cuerpo de su mujer.

—Oh créeme que sí y hasta más —reí mirándole su puchero— vamos por algo de comer a la plaza, traje ropa más cómoda en la mochila de Cloe, no sé por qué algo me decía que esto no acabaría bien.

—Como usted mande, te obedeceré para no quedar en abstinencia de tu fantástico amor —ríe un poco burlón mientras ambos salen del lugar para ir por su auto y empezar a cambiarse.

—la pasamos mejor estando los tres en la plaza que en esa cena aburrida, duramos dos horas más fuera, pero el frío de la noche se empezó a sentir, por lo que volvimos a casa para que Cloe no se resfriara— si quieres ves adelantándote amor mientras yo duermo a esta pequeña.

—Bien amor, no te demores —sonríe para ver a su pequeña y dejarle un pequeño beso en su frentesita, así como en las mejillas— buenas noches, princesa de papá.

—Buenas noches, papá —responde Keyla notando como su niña se despedía con la mano de su padre. Sonreí para al final subir mientras Harold terminaba de cerrar la casa. Nos adentramos en su habitación por lo que le cambie el pañal y le puse el pijama, tome asiento en la mecedora y cantando canciones de cuna la logre dormir a la media hora. Coloque a mi hija en su cuna dándole un beso en la frente para salir apagando las luces yendo a mi habitación, la gustosa vista que logre visualizar al entrar me hizo sonreír, tener un esposo como Harold, era tener un hombre deseable en cada momento. 

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