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VIII

—La verdad Keyla, es que eres muy afortunada, pequeña, los patrones no tratan así a todos los empleados, eres una jovencita especial —le brinda una sonrisa mientras desayunaban.

—Eso me estoy dando cuenta, pero... ¿Qué puedo de tener de especial yo? Me confunden a veces —la miré esperando una respuesta de su parte que pudiera aclarar mis dudas.

—No sabría decirte con certeza que es lo especial en ti hija, pero como consejo diría que no lo desaproveches —la mira antes de ponerse en pie para llevar los platos al lavado— coméntame, ¿cómo fue tu primer día en la universidad?

—La verdad me fue bien, ya hice nuevos amigos, por lo que no solo tengo a Jennie, sino que además tengo a mi grupo de trabajo.

—¿En serio? Qué bueno entonces pequeña, te deseo muchos éxitos para que cuándo seas la mejor doctora me puedas curar —sonríe de forma cálida mirándola.

—Usted será de mis primeras pacientes y le daré el cuidado necesario, es una mujer muy buena —respondí franca mientras me ponía en pie para ir por los platos de los Contreras al escuchar cómo se empezaban a ir cada uno a sus oficios.

—La señora sí que hizo una buena elección con esta muchacha, espero y el joven Harold no la use únicamente para mantener su dinero —niega un poco al decirse así misma esas palabras mientras empezaba a lavar los platos.

Como verán, todos sabían sobre el dichoso plan, menos yo, todo iba bien después de ese día; debo aceptar que Harold me sorprendía, puesto que pasaban las primeras semanas y este chico se comportaba muy cariñoso conmigo, lo cual debo aceptar que me agradaba gracias a que no es que me gustará ser maltratada. Claro está, que mi esposo lo hacía con doble intensión, lástima que en su juego termino cayendo el mismo.

Antes cuando salíamos sin ser nada aún, puesto que no me cabía en la cabeza que él se enamorara de mí, siempre tomaba mi mano o me acercaba como si yo fuera su propiedad, los cortejos que daba frente a otros chicos para espantarlos de mí me daban algo de risa; pero después de pasar los tres primeros meses a ese ritmo, una demostración de celos fue demasiado visible, aunque él ahora lo niegue.

3:30 p.m. del lunes.

—hoy teníamos que realizar un trabajo grupal de la universidad, por lo que Jennie, Sofía, Marcus y Leiner, llegaron a la casa de los Contreras para realizarlo, a todos los salude con un beso en la mejilla, sin darme cuenta de que Harold venía detrás, por lo que ocupábamos el espacio de la puerta principal.

—Permiso —se escucha un tosido desde afuera, por lo que todos miraron al imponente joven de traje que tenía un rostro de pocos amigos, por lo que Jennie toma el mandato y los va conduciendo a todos al patio trasero donde estaba todo arreglado.

—lo noté serio, pero la verdad no le iba a dar importancia pensando que era de su trabajo, por ello estaba dispuesta a avanzar con mis compañeros cuando sentí un jalón de mi cintura y luego que me acorralaran contra la pared— ¿Señor? —lo miré un tanto confundida por ese repentino accionar.

—Escúchame bien Keyla, esta visita sabes que nunca me ha agradado, así que no quiero verte nada amorosa con alguno de esos dos chicos, o me vas a conocer —le mira fijamente a sus ojos mientras bufaba, no eran esos ojos de encanto, eran ojos llenos de frialdad.

—trague un poco de saliva en seco para negar—. Son solo compañeros... No entiendo por qué usted se debe poner de esta forma o decir eso...

—¿Por qué te lo digo? ¿No es obvio? Eres mía Keyla, nadie te puede tocar a excepción de mí, ¿acaso no te quedo claro?

—queriendo saber que haría lo mire fijamente antes de negar— no, no me queda claro, porque yo no soy de nadie, señor Contreras.

—Bueno, yo haré que te quede claro —la toma del mentón con cierta fuerza, empezándola a besar, mientras que sus manos buscaban apegarla totalmente en sí mismo. El beso no era uno de amor, era uno de posesión.

—me impacté tanto que como si fuera un sueño, correspondí aquel beso después de segundos; Harold, el chico intimidante que parecía un patán me había besado y peor aún me gustaba a pesar de todo.

Les seré sincera, ese beso lleno de posesión me hizo sentir sumisa por él, Harold se había enamorado en el transcurso del tiempo, aunque era muy pronto para decir que era amor en vez de atracción, algo en mi corazón estaba feliz en ese momento, mis latidos me decían que seríamos muy felices juntos, y bueno, hasta ahora lo hemos sido.

—este chico se termina por separar de los labios contrarios por la falta de aire—. Espero que con esto te quede claro que te quiero solo para mí —sonríe ladino antes de relamer sus labios y entrar antes que la atónita joven.

—No puedo creer que me beso... —susurre para mí tocando con una sonrisa boba mis labios, este beso fue mágico, y lo peor era que quería más.

Desde que ocurrió nuestro primer beso el tiempo empezó a transcurrir de forma diferente, tuvimos citas románticas, en otras ocasiones discutíamos como una pareja sin aún serlo, en otras Harold tenía actitudes que me confundían y me hacían dudar de su amor, pero todo fue un proceso hasta ser la pareja que somos actualmente. Una pareja, una familia que se ama sobre todas las cosas. 

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