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IX

Ocho años después, tiempos actuales.

—¡Amor! ¿Me puedes pasar la toalla? Se me quedo fuera —el mayor da un grito desde el baño mientras suelta unas pequeñas risas que rebotan en el eco de las paredes del baño.

—¡Aja! Tú siempre queriendo que yo entre cuando estás en plena ducha —reí un poco mientras tomaba la toalla para pasársela desde la puerta, pero antes sentí un jalón de mi brazo, el cual me hizo adentrar en el baño y que chocara con su tonificado pectoral.

—le brinda una sonrisa picaresca mientras la arrincona en la pared—. ¿Por qué no te bañaste conmigo amor? —hace un pequeño haciéndose pasar por tierno.

—¿El niño se puso triste? —reí un poco para llevar mis manos a sus mejillas, depositándole un tierno beso en sus labios de forma corta.

—Un poco, porque estás mojada y no es por mí —señala el torso de su contraria.

—Estaba bañando a Cloe, claramente me mojaría amor —le miré con una sonrisa escapando de su agarre para ir devuelta a la habitación.

—Keyla, quieres más a Cloe que a mí, eso ya no es justo —se coloca la toalla a la cintura para también salir del baño detrás de esta realizando un pequeño berrinche.

—No me digas que estás celoso de tu propia hija, Harold Contreras —lo mire soltando una pequeña carcajada antes de verlo sentar y sentarme a su lado en la cama.

—Es que, ya a mí no me das ni pecho —la toma del mentón acercándose a sus labios levemente sin juntarlos— ahora solo es para ella.

—¿Acaso quieres pecho? —le mire con cierta picardía mientras tomaba la mano que tenía libre y la llevaba a uno de mis pechos, dejando que lo toque— tú también lo puedes tocar, eres mi esposo.

—Pero, antes me lo dabas sin yo pedirlo —la mira con intención de ir recostándola en la cama, sin imaginar que esta lo detendría al levantarse— ves, no me dejas ya tocar bien.

—No seas tontito, ahora no podemos mi amor o llegaremos tarde a la cena, más bien alístate mientras yo me termino de duchar, puesto que la pequeña por poco y me baña, así que tú estando listo te pido el favor de que le vayas a dar vuelta a Cloe.

—Bien, bien, así será —bufó rendido mientras se levantaba.

—No te enojes guapo, después nos arreglamos —me acerqué antes a sus labios, poniéndome de puntillas para poder besarlos de forma corta, que al separarme me dirigí al baño tomando mi toalla.

—Más te vale que así sea guapa —ríe al verla adentrarse para colocarse su traje formal, el cual era una camisa de manga larga de color blanco, un pantalón de tela negro, sus mocasines y un abrigo que llevaba en su brazo.

—tome una ducha no tan demorada para salir a la habitación y vestirme, me coloque un vestido semi escotado en los pechos sin sostén, mis tacones altos punta fina, algo de maquillaje casual, así como mi cabello liso hasta el glúteo suelto; además de tomar mi cartera con un pequeño morral con todo lo necesario para Cloe.

—¡Amor! ¿Ya estás? —dice detrás de la puerta mientras una mano más pequeña tocaba.

—Sí, mis amores, ya voy a salir —respondí para abrir la puerta, sintiendo la mirada penetrante de Harold sobre mi escote, sabía que algo diría al respecto, sus ojos lo delataban.

—Keyla, no estás pesando en serio en ir así, ¿o sí? —arquea su ceja mirándole desde la punta de sus pies hasta el borde de su cabeza.

—Claro que si amor —lo mire de la misma forma antes de mirarme de arriba abajo—. ¿No te gusta?

—Claro que me gusta y me gustaría mucho más si solo yo te fuera a mirar, pero no quiero que nadie más lo haga, ves a cambiarte y por favor, ponte algo más cubierto —sujeta bien a su pequeña boqueando al ver como esta negaba a su petición.

—Vámonos ya, se nos hará tarde amor, además este vestido me lo puse para nuestra Cloe, puesto que si le da hambre podre sacar más fácil mi pecho —lo miré para quitarle a mi hija de sus brazos y entregarle el bolso dejándolo con la palabra en la boca mientras bajaba las escaleras e iba en dirección al auto.

—¡Pero, Keyla! —bufa para seguirles viendo como la pequeña empezó a llorar en los brazos de su madre al escuchar como si fuese un grito de parte de su padre.

—Pero nada Contreras, mira que pusiste a llorar ya a nuestra pequeña.

—este no responde nada y solo abre el auto sin siquiera abrirle la puerta a su esposa, la cual solo ríe un poco al ver la actitud de niño que este presentaba— yo no veo nada de chistoso en el asunto.

—subí al auto para acomodarme en el asiento y tomarle por el mentón a mi esposo, dejándole un tierno beso antes de susurrarle en sus labios— todos me pueden ver si quieren, pero solo tú tienes el privilegio de tenerme en todas mis facetas, cariño.

—A veces pienso que te gusta ponerme celoso apropósito —la mira suspirando para empezar a conducir colocando una de sus manos en la pierna de su contraria.

—La verdad es que sí, te ves como todo un niño berrinchudo, pero que consté que tu solito te pones, porque este es solo en vestido más —reí un poco para acomodar a mi hija en mi otra pierna, la cual se apoyaba en mi pecho.

—Espero que mi hija no sea así de mala como su mamá; Cloe no debes ser una niña mala —niega al ver que la menor ríe sin siquiera entender de que hablaban, solo con mencionarle el nombre, esta reía contagiando a sus dos padres. 

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