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III

—Bien Key, llego la hora de la verdad amiga, te vamos a presentar ante ellos y luego vendré por ti a la una de la tarde para irnos a la universidad, ¿vale?

—Está bien, Jen, en verdad, no sé cómo agradecerles lo que hacen por mí —sonreí encantada para bajar del auto con mi maleta mientras ambas caminábamos detrás de su madre, en realidad esta mansión podía ser del tamaño de la mitad de mi barrio anterior.

—la mujer toco la puerta en tres ocasiones, la cual fue abierta por una joven que no superaba los veinte años, se veía muy hermosa por fuera, pero mala por dentro, puesto que al ver a Keyla la observo con un desaire; su actitud resulto tan peculiar, porque se suponía que ambas estaban al mismo nivel, trabajando para otros.

—Buen día, ¿en qué les puedo colaborar? —comenta la chica sin abrir completamente la puerta.

—Venimos en busca de Elsa, tenemos una cita con ella y nos está esperando.

—¿Así? Bueno, adelante —sonríe forzada para hacerse a un lado.

—Creída, no temas y si te hacen algo nos dices —susurra Jennie en el oído de su amiga antes de ingresar a la sala de estar.

—Claro Jen, no te preocupes —suspiré un poco mientras observaba la casa, era muy hermosa. Al entrar en la sala de estar me encontré a una mujer en compañía de su hijo, a este lo reconocería donde fuera, era Harold Contreras; para ocultar mis nervios tuve que apretar la manigueta de mi maleta, dejando a las dos mujeres hablar.

—Querida, ¿cómo has estado? Estás radiante —sonríe para abrazar y saludarla con un beso corto en ambas mejillas a la mujer rubia que se había levantado del sillón.

—Lo mismo te digo a ti, no te ves nada mal querida —sonríe en respuesta para mirar a ambas jovencitas— Jennie, cariño, cuanto tiempo sin verte.

—Un gusto volverla a ver señora Elsa, mire ella es Keyla Jones, la chica de la que le hablamos, mi amiga —sonríe mirando a la joven que estaba a un lado presentándola.

—al sentir la mirada en mí sonreí enseñando mis brackets de color azul claro, para así estirarle mi mano en forma de saludo— es un gusto en verdad conocerla.

—El gusto es nuestro, es un placer ayudar a nuestros amigos, espero puedas con la misión —objeta sonriendo mientras le tomaba la mano de forma agradable.

—Claro que sí, lo que me pongan hacer estoy dispuesta a cumplirlo, puesto que necesito el empleo para pagar mi universidad —comente mirándola— a pesar de ser pública, la matrícula y gastos siempre se van alto.

—Nada en esta vida es gratis, pero no preocupes, te ayudaremos con el principio, la verdad es que necesitamos una nueva acompañante de Harold urgente, que este al pendiente de todo, las demás empleadas deben concentrarse en la casa y otras deben marchar a la casa campestre que compraremos —sonríe para mirar a su hijo.

—¿Perdón? Esto es una broma verdad madre, ella no puede ser mi nueva empleada personal —le mira de los pies a la cabeza con una mueca en su rostro.

—Yo... Yo pensé que trabajaría en la casa como limpieza o algo por el estilo, no sabía que sería para una sola persona —mire a la señora para poder tragar saliva. ¿En qué me había metido?

—Lo sé pequeña, pero es que Harold necesita de una nueva asistente y tú —señala a su hijo con un semblante serio— ni intentes espantarla con tu actitud, porque allí si nos meteremos en serios problemas Harold Contreras.

—¡Ash! Bien, como usted diga, me iré con mis amigos, tenemos cosas que hacer —se pone en pie para caminar en dirección a la puerta sin siquiera despedirse.

—Un momento jovencito, primero sé un caballero y lleva la maleta de Keyla a su respectiva habitación —dice mientras ubicaba sus manos a la altura de la cintura.

—al ver como se detiene en seco trague saliva, por lo que sujete bien mi maleta mirándola para negar antes de sonreír— no se preocupe mi señora, me dice donde es y yo puedo ir sola, no deseo molestar.

—Nada de eso Keyla, él sabe por qué lo estoy mandando, tú no te preocupes cariño, además si te dice algo no dudes en avisarme, en esta casa no es permitida la desobediencia.

—asentí comprendiendo para ver como el chico guapo que volvió algo molesto tomo de un tirón mi maleta, mirando mal a su propia madre; al ver esa acción me sorprendí, pero por ello solo lo seguí para evitar que siguiera molestándose, de todas formas, debía desempacar para ir a la universidad— muy bonita la casa —susurre para mí cuando al entrar en la habitación note como Harold me miraba enojado.

—la toma del brazo levemente acorralándola en la puerta para verle con el entrecejo fruncido— no creas que seré bueno contigo, mocosa, eres un estorbo más.

—No... No me hagas nada, por favor... Yo solo deseo estudiar... —dije apretando levemente mis ojos, tratando de contener que se llenaran de lágrimas.

—Tranquila muñequita, aún no te haré nada, solo no te metas en mi camino o tendremos problemas, eres una simple empleada nada más —la suelta de golpe para salir de la habitación.

—al ver que quedé sola en esas cuatro paredes, empecé a ir deslizándome por la puerta hasta el punto de abrazar mis piernas y esconder mi cabeza en medio de ellas— esto no será fácil Keyla, pero debes ser fuerte... Recuerda que esto lo haces por ti... Por tu madre... 

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