Vestigios de guerra
Fácilmente adoptaron la costumbre de entrenar con el pasar de los días. JongIn había sido especialmente insistente en el tema; no le importaba la baja calidad de los ataques ni la debilidad en la defensa de KyungSoo, él era paciente al extremo y lo ayudaba a un ritmo adecuado a su nuevo nivel, lo instruía en algunas ocasiones cuando la frustración lo sobrepasaba y se encargaba de animarlo cuando creía que no podría continuar con ello.
También había ganado un poco de peso. JongIn mantenía una dieta balanceada en sus cuencos y lo hizo hacer ejercicio para aumentar su masa muscular luego de la pérdida de la misma a causa del veneno. De vez en cuando también le daba una evaluación médica (porque por supuesto que JongIn sabía de medicina y se le daba bien, que no supiera algo en este mundo era realmente una falta grave que debía remediarse) y cuando encontraba alguna falla o algo fuera de lo normal, se apresuraba a arreglarlo, preparaba té medicinal para él cargado con mucha energía espiritual y luego lo hacía recostarse y reposar entre suaves mantas y almohadas esponjosas.
A pesar de todo el caos y el horror fuera, KyungSoo estaba viviendo plácidamente en una burbuja cómoda, protegido entre las paredes de, posiblemente, la segunda o tercera vivienda más importante en el mundo espiritual, siendo mimado por uno de los hombres más hermosos, fuertes y talentosos que podrían existir en el mundo espiritual y el mundo celestial; y aunque a veces se sentía un poco culpable por gozar de estos beneficios cuando tantos otros como él estaban corriendo, asustados por sus vidas y sin un futuro prometedor para ellos, JongIn no le permitía irse para enfrentar su destino.
Vivieron de esta manera por dos meses enteros. En todo ese tiempo, JongIn no había recibido ningún tipo de visita ni experimentado alguna interrupción a su calma (él le había asegurado que nadie se presentaba en su hogar sin haber enviado un sobre aviso anteriormente), sin embargo, ese día cuando acabaron con el entrenamiento matutino y KyungSoo se encontraba tras la pantalla de privacidad en su habitación dándose un baño refrescante y agradable, las puertas de la vivienda sonaron con tres golpes firmes y un aroma desconocido flotó sobre la esencia de rosas y la lavanda. KyungSoo se congeló en su lugar, sus sentidos en alerta máxima y los vellos de su cuerpo totalmente erizados. Escuchó pasos presurosos en el pasillo y el aroma de JongIn flotó hacia él antes de que su cara apareciera en el borde del biombo.
No hubo tiempo de cubrirse ni de mostrar pudor, JongIn lo miró con firmeza y seriedad y murmuró con las mandíbulas tensas.
—Sea quien sea y escuches lo que escuches, no salgas de aquí. Yo me encargaré de todo.
—E-está bien. Ten cuidado.
JongIn asintió, le dio una última mirada y salió de su habitación. Rápidamente KyungSoo salió de la bañera, secó su cuerpo con prisas y se vistió de inmediato; ató su cabello aún húmedo en todo lo alto de su cabeza y se acercó a la puerta cerrada para oír mejor. Una voz animada y cantarina llegó de inmediato, envuelta en entusiasmo, un poco de reproche e indiscutible buen humor y felicidad.
—¡Tú, hombre! ¡Al fin tengo la dicha de verte! ¿Tienes idea de todo lo que he esperado para poder ver de nuevo tu cara? ¡Ni siquiera fuiste a mi boda! ¿Qué clase de amigo eres?
En contraparte, la segunda voz era más tranquila, grave y definitivamente un tranquilizante natural que podría serenar a quien sea que la escuchara. Esto no lo hizo bajar la guardia en lo más mínimo.
—Hola, JongIn, ¿cómo has estado? Te ves más alto.
—BaekHyun, ChanYeol. No los esperaba.
Algunos pasos contra el suelo y la mesita de té llenando el espacio. KyungSoo pudo respirar un poco mejor al conocer las identidades de los visitantes.
—Lo sabemos, somos conscientes de todas las formalidades por las que tenemos que pasar antes de tener un encuentro contigo, ya sabes, eres un Kim después de todo y todo lo que no es formal y adecuado no va con tu linaje, aún así, temía que si enviávamos un mensaje volverías a huir y no podríamos reunirnos contigo. ¿Sabes? También somos listos.
—Escuchamos algunos rumores que decían que habías vuelto y no pude frenar a BaekHyunnie de venir. Lo siento, pero también te extrañé, JongIn.
KyungSoo olió el suave olor del té negro, escuchó el roce de las telas al moverse y casi pudo ver la expresión correcta y calmada de JongIn en ese momento.
—Lo siento, también los he extrañado, sin embargo, he estado ocupado recientemente.
—Lo sabemos. Se escuchan muchas cosas en el mundo espiritual, sobre todo en la capital, y supimos que estabas ayudando a las criaturas mágicas y dando algunas patadas a los traseros de los guardias imperiales (personalmente, creo que es genial. Alguien definitivamente tiene que detener a esa bola de idiotas).
—Mi padre también tuvo una reunión con la familia Kim —luego de esto, KyungSoo sintió el olor de la tensión y la incomodidad. Park ChanYeol carraspeó y luego continuó con más seriedad y delicadeza—. No están contentos con esta decisión que has tomado.
—Eso no es algo que me impresiona demasiado. Padre es un hombre que está atado a las leyes y dictámenes del emperador, era de esperarse que no aprobara mi comportamiento ni celebrara mi punto de vista y decisiones sobre estas cosas. Por ello salí de la Villa Kim y volví aquí, de esta forma no lo importunaría con la imagen de mi rostro.
—Tsk, tsk, tsk. Lo siento, pero tu señor padre, mi señor padre y el señor tío de ChanYeol son unos grandísimos idiotas. Honestamente, su generación es una verdadera mierda que tiene pensamientos demasiado podridos; nuestra generación es un poco más manejable y justa y, sin embargo, nos ha tocado vivir bajo el mandato de un tipo irracional que no sabe dirigir nuestro mundo.
Luego de un silencio un poco más prolongado, cuando las tazas chocaron contra la mesa de nuevo, JongIn volvió a hablar.
—No han venido solo para hablar sobre mi familia o porque me han extrañado, ¿cierto? —hubo una ligera pausa y después ChanYeol tomó la palabra una vez más—
—Lo siento; de hecho, venimos a hablarte sobre la situación en la capital. El emperador ha desplegado a un grupo de matones por toda la ciudad en busca de criaturas mágicas. Entran a las casas, roban objetos de valor y golpean hasta la muerte a quienes se resisten. Los capturados son colocados en jaulas y transportados a Palacio; mi espía sembrado ahí me ha informado que el emperador está llevando a cabo métodos de tortura deshonestos, viles y completamente desquiciados. Según sus palabras, luego de encerrar a los capturados por una semana entera en las catacumbas más siniestras y alejadas del Palacio, los somete y obliga a permanecer ahí sin comida ni agua, viviendo en condiciones deplorables. Finalmente, después de hacerlos sufrir y cuando no pueden recurrir a sus poderes para defenderse, succiona la magia espiritual de estas personas con el fin de crear algo completamente aterrador y maligno. Se está haciendo cada vez más fuerte y, dentro de poco tiempo, comenzará a reducir las fuerzas poderosas que habitan en el mundo espiritual.
—En sus planes está acabar con las grandes familias del mundo espiritual, arrebatarles su poder y prestigio y asesinar a quienes tengan una fama y admiradores excepcional (no es difícil adivinar quienes somos). Quiere ser el único con poder en nuestro mundo, quiere eliminar las tradiciones impuestas por su padre y hacer de este lugar un sitio aterrador del infierno. Lo más terrible es que lo está consiguiendo.
—¿Han mostrado estos informes a las grandes familias?
—Lo hemos hecho, sin embargo, muchos son reticentes. Para ellos, barrer con la "plaga" es una solución clara para limpiar el linaje del mundo. Sin embargo, aún tenemos el apoyo de unos cuantos más sigilosos; mis padres y hermana están dispuestos a ayudar, tu madre y abuelos están de nuestro lado y toda la familia de BaekHyun está abierta a ayudar si algo llega a ocurrir en el futuro. Por nuestra parte, nos hemos reunido en secreto con jóvenes de nuestra generación y hay un apoyo absoluto, también pedimos ayuda y tenemos algunos hombres y mujeres dispuestos a luchar en las zonas lejanas y remotas del mundo espiritual.
—Aún necesitamos más personas, pero estamos haciendo grandes progresos. Pronto tendremos armas espirituales de primera gama listas y hemos comenzado a atrapar a algunos grupos de cazadores de distintas zonas, también hemos rescatado criaturas espirituales que se han ofrecido a unirse a la lucha (lo cual es genial porque tienen una magia especial que nos vendría muy bien).
—También hay algunos aliados viviendo en el Palacio que no están de acuerdo con los ideales del emperador. Ellos nos han proporcionado hombres, información y apoyo monetario para cubrir los gastos en armas y alimento para aquellos en un estado más débil y delicado.
—JongDae, JunMyeon, MinSeok, ZiTao, Lu Han y SeHun están dentro. ¿Podemos contar contigo también, JongIn?
KyungSoo tenía el corazón latiendo salvajemente en su interior. Estaba temblando, se encontraba aterrorizado y ansioso. Sus manos estaban frías y sudaban, su piel estaba erizada y la palidez invadía su rostro. Apretó el borde de la puerta de la habitación con fuerza; sus ojos ardieron rudamente y su corazón fue apretado sin misericordia cuando la voz segura, leal y firme de JongIn se escuchó a través de la madera y el papel de arroz.
—Apoyaré la causa con todo el poder a mi alcance.
⋆.ೃ࿔*:・
Cuando BaekHyun y ChanYeol se fueron una hora más tarde, KyungSoo salió de inmediato de la habitación con un deslizamiento fuerte de la puerta y pasos retumbantes que advirtieron de su presencia y mal humor. JongIn lo miró entrar en la sala de estar y no lo detuvo cuando KyungSoo se abalanzó hacia él y le propinó una sonora y dolorosa bofetada. Tampoco salió ni una sola queja de sus labios cuando KyungSoo lo tomó por las solapas de la túnica y lo zarandeó violentamente en medio de su desquiciada desesperación.
—¡Tú, mocoso! ¡¿En qué demonios estás pensando al meterte en este lío?! ¡¿Cómo te atreves a hacer algo así?!
—KyungSoo —lo llamó suave y calmadamente, tomándolo con delicadeza por los codos. KyungSoo no se dejó ablandar y con los ojos picando, continuó gritando y empujando—.
—¡¿Cómo puedes envolverte en este lío?! ¡Este no es tu asunto, Kim JongIn! ¡No puedes entrar en esta... guerra o lo que sea solo porque sí! ¡¿Cómo te atreves, cómo te atreves a hacer algo así?! ¡Puedes morir, maldición, pueden tomarte de rehén y succionar tu poder y no podré ayudarte porque soy un maldito inútil! ¡¿Cómo puedo salvarte si te atrapan, cómo puedo ayudarte si llegan a herirte?!
JongIn apretó su agarre en sus codos y lo empujó contra su pecho para envolverlo en un apretado abrazo. KyungSoo se removió en su lugar, trató de apartarse con puñetazos y pellizcos, pero JongIn fue firme y lo hundió y fundió en sí mismo. Entonces KyungSoo se desplomó, sin energía, y JongIn le permitió acurrucarse en su pecho, descansó su mejilla sobre su coronilla y le acarició la espalda y la nuca con suavidad.
—No llores, por favor. No lo hagas porque mi corazón duele profundamente.
KyungSoo era inconsciente de esto y pronto llevó sus manos a sus mejillas, y sí, definitivamente había una humedad helada corriendo en la piel sonrojada. Luego de eso, fue libre de llorar con más fuerza e impotencia y se abrazó con rudeza al pecho de JongIn.
—No lo hagas, no participes, JongIn. Por favor... Por favor.
—Lo siento, pero no puedo no participar. Ellos me necesitan y esta situación es algo que no puedo ignorar. Tengo que ayudarlos, Soo, tengo que estar ahí.
KyungSoo apretó la tela de la túnica en dos puños fuertes e inhaló un poco del aroma de JongIn mientras se dejaba envolver por el sentimiento acogedor al ser abrazado y sostenido de esta manera.
—No quiero perderte ahí, JongIn, no quiero.
—No lo harás.
—JongIn...
—No lo harás —sus manos grandes y fuertes subieron a sus mejillas y le alzaron el rostro con suavidad. Sus miradas se encontraron entonces y JongIn secó sus lágrimas con sus pulgares—. Soy fuerte, KyungSoo, más de lo que te imaginas, y tengo la certeza de que nada va a ocurrirme. ¿No tienes un poco de confianza en mí?
KyungSoo no fue capaz de decir nada más, y JongIn no se lo exigió ni tampoco mostró alguna diferencia en su expresión; simplemente se quedaron así, en la misma posición, mirándose el uno al otro. Y entonces, aún abrazados y metidos en aquella aura sentimental totalmente descontrolada, JongIn inclinó su cabeza y rozó sus labios contra los suyos de la forma más suave y efímera que podría existir.
KyungSoo dejó salir un sonido estrangulado, como si le hubiesen dando un fuerte puñetazo en el estómago, y se aferró con más fuerza a la ropa del menor. Sus labios no se movieron y el roce no fue duradero, solo se trató de una presión efímera y significativa que sirvió como consuelo en un momento de debilidad. Luego de un par de segundos, JongIn se alejó y volvió a atraerlo a su cuerpo, con su mejilla sobre su coronilla nuevamente y sus manos cubriendo sus omóplatos y su cintura.
—Prometo que me mantendré a salvo. Te juro que estaré bien. No dejaré que nada nos pase, ¿de acuerdo?
Como respuesta, KyungSoo enterró su nariz en su cuello y cerró los ojos con fuerza. Él mismo se juró internamente que, sin importar lo que ocurriera en el camino, iba a cuidar a este hombre hasta su último aliento.
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Después de dos meses de estabilidad fluida, KyungSoo volvió a recurrir a su forma animal. Durmió con JongIn esa noche, pues se había sentido terriblemente débil y triste durante todo el día y necesitaba del calor y del efluvio del menor para poder encontrar algo de calma y lucidez, para poder sentirlo y asegurarse de que estaba bien.
JongIn le dio la bienvenida sin peros ni reproches. Vestido con su túnica interior, lo recibió con los brazos abiertos en su propia cama y lo dejó anidarse sobre su pecho durante toda la noche. La pesada mano en su espalda peluda fue reconfortante y un foco de atención que desviaba momentáneamente su inseguridad y el dolor en su corazón.
Se encontró en la misma situación por una semana entera. No tenía ni el deseo ni los ánimos para cambiar a su forma humana, tampoco quería reunir la energía necesaria para ello y JongIn se había mostrado especialmente preocupado por el asunto. Aún así el menor conocía su sentimiento de culpa, por ello, y porque KyungSoo estaba colaborando con sus horarios de comida y lo acompañaba en todo momento, JongIn respetaba su decisión de quedarse en esta forma indefinidamente.
Aunque se habían instalado permanentemente en la Villa Kim, JongIn aún debía cumplir con algunos propósitos fuera de casa, así que cuando era necesaria alguna reunión con BaekHyun y ChanYeol o simplemente necesitaba comprar más comida, se fundaba en sus túnicas más dignas y hermosas, lo escondía bajo las numerosas capas de seda y lo llevaba consigo, pasando totalmente inadvertido.
Ese día no fue la excepción.
KyungSoo estaba acurrucado cómodamente en uno de los tantos pliegues que cubría el pecho de JongIn. El menor mantenía un ritmo sereno y constante, su postura perfecta y la respiración calmada. Contra su oído, su corazón vibraba con vivacidad y furor, llevándole calma y paz mientras navegaba, taciturno, entre las posibilidades de un sueño breve.
A pesar de la ropa que lo amortiguaba, KyungSoo podía escuchar el barullo casi molesto de los mercados de la capital. Si el ruido era imposible en un pueblo, la ciudad central era despiadada con su música fuerte, llamados de los comerciantes, presentaciones teatrales y el chisporroteo del aceite caliente. Era una locura y KyungSoo no podía hacer más que encerrarse en sí mismo y bajar sus largas orejas.
—Lo siento, sé que es un poco abrumador, pero trataré de ser rápido para volver pronto —dijo JongIn con suavidad, voz muy baja cargada con impotencia mientras seguía moviéndose. KyungSoo colocó una de sus pequeñas patas en su pecho para hacerle saber que lo había escuchado—.
JongIn tenía la cualidad de ser muy sincero. Cumplía todas sus promesas y siempre trataba de hacer sentir cómodos a quienes lo rodeaban, así que KyungSoo no se sorprendió demasiado cuando, de hecho, JongIn fue rápido obteniendo los alimentos que necesitaba, comprando, además, unas cuantas golosinas para él. En el camino de vuelta, cuando el silencio reinaba y la calma era la emperatriz máxima del lugar, JongIn lo acarició por encima de su túnica con suavidad y lentitud.
—Puedes salir ahora. No hay nadie alrededor.
KyungSoo siguió su consejo casi de inmediato. Su cabeza salió de su escondite y su nariz tomó felizmente un bocado de aire puro, libre de condimentos, perfumes abrumadores y esencias numerosas. JongIn los dirigía por un camino solitario lleno de árboles y hierba fresca, arriba, el cielo se mostraba despejado, orgulloso y hermoso en medio de su grandeza y a lo lejos, KyungSoo casi podría ver la casa de JongIn, tan segura y cálida como siempre.
Con la mano aún sujetando su cuerpo pequeño, JongIn lo miró con una sonrisa amable y afectuosa.
—Ahora que estamos aquí, puedes salir y caminar. Sé que no sucederá nada, pero de no ser así, entonces te protegeré y te mantendré seguro.
El corazón de KyungSoo se calentó y retorció con necedad antes de correr a toda marcha, porque la mirada suave y cálida de JongIn en conjunto con su voz de terciopelo le hacía muchas cosas. Si afirmaba que iba a cuidar de él (aunque esto causaba sentimientos contradictorios en su interior), entonces la sensación era aún más profunda.
Dejó un toquecito en su cuello con su nariz, luego trepó por su pecho y, contrario a la recomendación anterior, KyungSoo prefirió mantenerse recostado alrededor de los hombros de JongIn, como si se tratase de una especie de piel de zorro que lo mantendría caliente y le daría un plus de elegancia y refinamiento (no es como que JongIn no lo tuviera antes). El menor rió suavemente y le acarició la cabeza con la mano libre de cargas.
—Eres especialmente mimoso cuando estás en esta forma. ¿Te has vuelto consentido?
KyungSoo apresó el lóbulo de su oreja en un claro regaño y JongIn rió un poco más fuerte y más claro que antes. Su corazón seguía latiendo salvajemente y exprimiendo miel de todos sus ángulos.
Así, en este momento, todo parecía perfecto, como si nada malo estuviera ocurriendo en su mundo, como si no hubiera ningún tipo de preocupación que valiera la pena. Tomando el aroma de JongIn, su calor y sintiendo sus manos tiernas sobre su cabeza, KyungSoo podría vivir el restos de sus días felizmente.
Lamentablemente, no todo es como queremos ni teníamos pensado.
Frente a ellos, entorpeciendo el camino tranquilo de JongIn, se formó una ráfaga de viento cargado con una estela luminiscente que traspasó sus párpados cerrados. KyungSoo chilló, confundido y temeroso, y JongIn soltó la cesta con comida para poder tomarlo entre sus manos. El viento imparable meció las copas de los árboles cercanos, revolvió el pelaje de KyungSoo y sus colas bailaron en el aire, sobrevolando la ventisca violenta; JongIn lo abrazó contra su pecho, dio un paso atrás y con el ceño fruncido esperó a que apareciera quien sea que se interpusiera en su camino.
Y tan pronto como había llegado, el torbellino brillante y la marea de aire desapareció, dejando como rastro algunas hojas que caían dispersas sobre la hierba. Dentro de lo que había sido ese tornado de energía, apareció una figura pequeña y menuda, cargada en joyas brillantes de alto valor y portando una túnica exquisita del blanco más puro.
La imagen era hermosa e irreal, sin embargo, KyungSoo no pudo evitar encongerse con temor al ver el símbolo de la familia Kim bordado en el pecho de esa persona. Como respuesta, JongIn se tensó contra él y lo apretó aún más en su agarre. Con voz comedida y cautelosa, preguntó.
—¿Madre?
Efectivamente, ante ellos se encontraba nada más y nada menos que la grandiosa señora Kim, HwaSa, la progenitora de Kim JongIn.
HwaSa era una mujer elegante que portaba una belleza particular, exótica y única. Había pertenecido a la familia Ahn, conocidos por sus buenas dotes musicales y una vena artística exquisita, nunca antes vista en ninguna otra familia del mundo espiritual. Los Ahn estaban ligados meticulosamente con algunas familias del mundo celestial desde que el patriarca principal, Ahn JiSoo, creó los cuadros más hermosos y majestuosos para el Emperador Celestial. Tenían contactos en el cielo, y por ello se habían convertido en una familia prestigiosa e influyente.
Kim HwaSa, antes Ahn HyeJin, conoció al padre de JongIn, Kim HyeSuk, en su presentación formal en el mundo espiritual. Ella había cantado una composición propia y había encantado a más de un oyente en el público, el padre de JongIn no había sido la excepción. Pronto comenzaron a frecuentarse y enviarse cartas en un ámbito amistoso, sin embargo, notando las ventajas en ambas familias, los padres decidieron intervenir y concertaron un matrimonio para ambos.
Entonces HwaSa se había encontrado vistiendo un traje de novia y siendo trasladada en un lujoso y prístino palanquín hasta la residencia de los Kim. KyungSoo la recuerda especialmente, porque a pesar de su propia juventud e inmadurez en aquel entonces, nunca había visto a una novia tan hermosamente triste en su día de bodas. Años después, cuando el alojamiento de HyeJin fue fijado en la gran residencia Kim y su nombre fue cambiado para poder encajar en su nueva familia, dio a luz a dos niñas con la diferencia de nueve años entre ellas.
A raíz de esto, fue víctima de numerosos rumores y críticas. ¿Cómo era posible que no le diera un hijo varón al joven maestro Kim? ¿Cómo no era capaz de algo tan simple? ¡Trayendo mujeres al mundo, como si pudiesen relucir como algo especial en el mundo de la guerra y la muerte! Finalmente, luego de cien años de difamación y mucha mierda, HwaSa obtuvo un pequeño alivio en medio de una vida infeliz: JongIn había nacido y con él acabaron las críticas y señalamientos.
KyungSoo sentía compasión por la pobre mujer. Pasó una vida llena de pesar y angustia, sometida bajo un apellido que no quería portar y siendo nada más que un adorno bonito colgado del brazo de su rígido e importantísimo marido; KyungSoo también le tenía cierto aprecio. Ella había sido la única persona de la familia de JongIn que se había preocupado realmente por su hijo y le demostraba todo su afecto sin ningún tipo de reparos, esto provocaba en su corazón un sentimiento de reverencia y gratitud inevitables.
Sin embargo, KyungSoo no tenía ni la más mínima idea de cómo reaccionaría ella ante su imagen, ante su hijo abrazando y protegiendo casi ferozmente a una criatura mundana e inmunda, así que siguió siendo renuente a bajar la guardia, a dejar de temer y cedió a sus impulsos, salvaguardándose en los pliegues de la túnica de JongIn una vez más. A pesar de esto, al ver a su madre delante de él, JongIn se relajó notablemente y suspiró con alivio; se inclinó y cargó la cesta (cuyo contenido no se había desperdiciado, afortunadamente), y se acercó a la mujer tranquila y paciente a una corta distancia de él.
—No tengas miedo, KyungSoo, mamá es segura. Estás a salvo con ella —dejó largas y lentas caricias sobre la tela mientras hablaba y KyungSoo aulló débilmente, temblando contra su pecho—.
—Mi JongIn. Te he extrañado tanto. ¡No puedo creer lo mucho que has crecido! —exclamó con entusiasmo, y su voz fue agradable, ni aguda ni tampoco muy ronca, solo eso: agradable y perfecta—.
—Me he alimentado bien, como madre siempre recomienda —KyungSoo fue capaz de sentir una sonrisa en la voz de JongIn, también pudo sentir el posterior abrazo que compartió con HyeJin a través de la túnica del menor—. ¿Qué está haciendo aquí? De saber que vendría, habría enviado a alguien a buscarla.
—No era necesario, sabes que no soy seguidora de las formalidades y despilfarro de lujos, por otro lado, extrañaba mucho a mi pequeño hijo, ¿cómo no podría venir a verlo entonces, mucho más sabiendo que ha trabajado tan duro últimamente en tan buenas causas? No podía no venir, así que aguardé a que tu padre saliera para poder escapar y encontrarme contigo.
—¿Padre aún es renuente a las visitas? —preguntó cuidadosamente, con un tono que KyungSoo no pudo identificar. Cuando HyeJin respondió, lo hizo con un poco de vergüenza—.
—Bueno, sabes cómo es él, cariño. Tan recto como una vara y tan inflexible como un pilar de rocas cuando alguien no sigue sus ideales. Aún así, ¿a quién le importa? Ahora puedo ver tu hermoso rostro y tomar una taza de té en tu compañía, así que no desperdiciemos el tiempo que tenemos y pongámonos en marcha. Aprovechemos, además, para hablar sobre ese amigo peludo que escondes tan apasionadamente en los confines de tus túnicas.
KyungSoo aulló tímidamente entre las capas de ropa y se escabulló, apretándose en una bola llena de pelo y colas. JongIn rió suavemente y descansó su mano sobre la espalda delicada y flexible de KyungSoo.
—Está bien, seguiré el consejo de madre. Ahora dirijámonos a casa.
Llegaron a la Villa Kim no mucho después. JongIn lo sacó de su escondite cuando se encontraron rodeados en la seguridad de su hogar y se dirigió prontamente a la cocina para dejar la cesta de alimento y comenzar a preparar un poco de té. Sentado delante de HyeJin en la mesa de té de la sala de estar, KyungSoo se sentía acorralado, a pesar de la propia sonrisa amable que le tendía la mujer.
No podían culparlo; KyungSoo había crecido con el instinto de huir y esconderse durante toda su vida, así que deshacerse de los viejos hábitos era un proceso demasiado difícil para llevar a cabo en menos de media hora. Al final, se agazapó en su sitio y escondió su rostro entre sus patas, con las colas bajas pero las orejas bien erguidas, natural y totalmente alerta.
JongIn no tardó en reunirse con ellos y se aseguró de sentarse junto a KyungSoo, frente a su madre, para brindarle un poco más de tranquilidad. KyungSoo agradeció el gesto mentalmente y se apresuró a acurrucarse sobre sus muslos fuertes. El menor colocó su diestra sobre sus delgados hombros y con la mano contraria llenó los vasos de té.
Delante de ellos, HyeJin bebió un sorbo de té lenta y elegantemente sin dejar de mirarlos. Al tragar su bebida, colocó el vaso en la mesa y se dirigió a su hijo con una sonrisa suave.
—¿Y bien? ¿Cuándo mi hijo iba a contarme sobre su inusual amigo?
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