Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un suspiro y un adiós (parte dos)

ChanYeol los llevó a un callejón vacío entre dos edificios destartalados y arruinados. Ahí dentro todo estaba en silencio, sin embargo, al inicio del callejón podía escucharse las voces bajas y temerosas de la gente que circulaba en masa calle arriba.

Incluso aquí, en la gran ciudad, las personas se habían envuelto en el halo de la pobreza y tristeza gris que reinaba en los pueblos más remotos del mundo espiritual a causa de la guerra. De pronto, los rostros se volvieron más viejos y el brillo de la capital se perdió entre la destrucción, el polvo, los escombros y la sangre. No existía ni una pizca ni un atisbo de lo que había sido este lugar hace dos años; así como los colores y la música, la esperanza se había perdido. Incluso KyungSoo podría sentirse triste por esto de no cargar un peso abismal sobre sus propios hombros.

Se alejó de ChanYeol un paso y se inclinó para formar una reverencia silenciosa.

—Gracias por traerme. Ahora me marcharé.

La única mano del más joven lo detuvo al colocarse sobre su hombro y aplicar cierto peso. KyungSoo paró en seco y alzó la mirada para hacer conexión con sus ojos oscuros.

—Me dirigiré hacia los escondites secretos de algunos de los jóvenes maestros y los enviaré aquí como refuerzo para usted. Trate de resistir mientras tanto, por favor.

KyungSoo alejó su mano de su cuerpo y dio otro paso atrás mientras se abrazaba a sí mismo con fragilidad visible, las llamas ardiendo en sus pupilas negras como el carbón.

—No me importa lo que haga el joven maestro Park, solo asegúrese de no estorbar mi camino y, de salir algo mal, que las cosas por las que mi corazón luchó no sean en vano. Eso es lo único que puedo pedirle. Me retiraré ahora.

Volvió a formar una reverencia y se apresuró a salir del callejón lo más pronto posible, sin mirar atrás.

ChanYeol los había teletransportado hacia una zona cercana del frente de fusilamiento, sin embargo, había tanta gente caminando en la misma dirección, todos agrupados entre sí ante el miedo y la tristeza al verse obligados a presenciar esto, que impedían una movilización más eficaz y veloz. Aunque una persona de pies ligeros como él fuera excepcionalmente talentosa, se vería obstaculizado por una marea de personas apretujadas entre sí.

—Maldita sea, solo apártense de mi camino, joder.

Tras él, a unos metros de distancia, KyungSoo podía escuchar las exclamaciones extasiadas de los guardias imperiales que los llevaban a todos como ganado, obligados a presenciar los horrores de la guillotina.

—¡Vamos, muévanse, todos caminen rápido! ¡No hagamos esperar a Su Excelencia, el emperador, por más tiempo! ¡Apresúrense! Mierda, ¡dije que se muevan!

El sonido de un látigo rompiendo el aire en dos se escuchó por todas partes, seguido de cerca por un aullido cargado con dolor de una joven muchacha. KyungSoo apretó la mandíbula ante la aparición del llanto desesperado y un nuevo golpe despiadado, pero no pudo hacer más que endurecer su corazón y continuar adelante sin volver el rostro.

Lamentablemente, en este momento no podía ser una buena persona, mucho menos un héroe generoso.

Con la llegada de los golpes del látigo, las personas se movieron con más rapidez al querer evitar ser reprendidos. Esto favoreció a KyungSoo enormemente, así que aprovechó la oportunidad y se movió fluidamente entre cuerpos robustos y delgados con una maestría y experiencia distinguibles.

Solo se detuvo cuando apareció ante todos la plaza del pueblo, que había dejado de ser una simple plaza para descansar hace mucho tiempo. Ahora era el lugar donde se asentaba la muerte y la impotencia.

Los guardias imperiales habían colocado un poste de oro en el centro de la plaza, de este caían pesadas cadenas que se atarían del cuello, las manos y los pies del ejecutado mientras era violentado hasta que de la persona solo quedara un saco de sangre mugrienta y arruinada. Cuando la tortura acababa, el traidor sería desnudado públicamente y colgado de las muñecas en lo alto del poste; solo entonces las armas creadas por orden del emperador, conocidas por ser letales incluso para un dragón o un inmortal, echarían su fuego y destruirían el cuerpo deshonrado que, sangrante y sin vida, quedaría colgado durante tres días para que los cuervos y demás carroñeros se lo comieran.

Morir de esta manera era nada más que terriblemente obsceno; no había nada más deshonroso que ser asesinado públicamente, excepto ser humillado mientras se es torturado y asesinado públicamente. Era una muerte que nadie se merecía, una muerte nada más que indigna para Kim JongIn.

KyungSoo apretó sus puños y su mandíbula con furia pura y burbujeante corriendo en sus venas. El poder espiritual comenzó a circular por cada músculo y cada hueso de su cuerpo, volviéndolo hiperconsciente de todo lo que lo rodeaba, de todo lo que sucedía a su alrededor.

Cuando todos estuvieron reunidos en la plaza de la ciudad, un grupo de guardias armados apareció y se asentó en el lado izquierdo de la misma. KyungSoo estaba de pie del lado derecho, así que pudo ser capaz de apreciar en primera fila a la hilera de guardias que custodiaban una alta figura encadenada, ensangrentada y ultrajada a lo lejos. Su corazón se detuvo por un segundo antes de andar rápidamente a toda marcha en su pecho y tuvo que hacer todo lo posible para mantener su poder a raya por los momentos.

Aún no era el momento de revelarse, todavía JongIn no había sido traído al frente.

Un guardia pomposo, con el pecho hinchado y una sonrisa asquerosamente feliz apareció; llevaba en su cintura una larga espada y su feo rostro barbudo estaba dividido por una inmensa y horrible cicatriz fresca. Con un aire de grandeza totalmente exagerado y para nada digno de apreciar, se detuvo delante del pueblo y extendió sus manos alegremente hacia la fila de guardias custodios.

—¡Todos! ¡Aprecien a nuestro prisionero más importante hasta el momento! ¡El hombre más querido por los Dioses Celestiales, por el mundo espiritual y por los humanos! ¡Kim JongIn!

Ante la identidad revelada, todos los que se habían congregado en la plaza soltaron gritos y jadeos llenos de sorpresa y terror, después de todo, ¿cómo era posible que el joven maestro JongIn fuera capturado por la escoria del emperador? ¿Cómo podrían ellos atreverse a hacer semejante barbaridad con un hombre tan pulcro y correcto? ¡Era una locura, una deshonra para todo aquel que presenciara semejante barbaridad impura e indigna!

Anteriormente, esta plaza se había llenado de gente de la misma manera que había ocurrido hoy, se habían cometido actos inhumanos e imperdonables hacia personas que habían luchado para salvar a todo un mundo, habían visto y escuchado cosas que nadie merecía ver ni escuchar, y aunque todo esto fue doloroso y removió los corazones de las personas, que esta vez JongIn se encontrara en dicha situación era algo prácticamente inconcebible e inaceptable. Él era el joven maestro de la esperanza y la bondad, después de todo, así que si él caía, la esperanza pequeña y temblorosa que podría quedar en alguno de estos corazones apesadumbrados se vería exterminada de una vez por todas.

Y en este momento a KyungSoo no le importaba demasiado la esperanza de los demás, él solo podría pensar en rescatar la suya.

Los gritos de queja y pesar de la multitud trajo como resultado una nueva ola de violencia de parte de los guardias, que no dudaron en agredir a la gente agazapada. Mientras esto ocurría, los guardias custodios empujaron a JongIn hacia adelante y lo condujeron al poste en la plaza; fue entonces cuando KyungSoo pudo verlo realmente.

JongIn siempre había sido un hombre hermoso e impoluto, prístino, limpio e intocable. Tenía esta aura diferencial que le daba el aire de ser una persona de la realeza, tan inalcanzable como las nubes para aquellos que no pueden volar. Sin embargo, en este instante, a pesar de mantener un ritmo decente, la espalda recta con dignidad y la barbilla en alto, no había rastro de lo que JongIn había acostumbrado a mostrar a los demás. Estaba más delgado de lo que KyungSoo recordaba, encadenado, su rostro estaba bañado en sangre, uno de sus ojos estaba caído e hinchado, el cabello cortado al ras de los hombros y su ropa interior blanca estaba hecha jirones. Habían destruido a su amor y lo habían transformado en alguien totalmente lamentable, ¡incluso se habían atrevido a cortar su cabello como un vil criminal impuro! 

KyungSoo no iba a dejar pasar este insulto jamás, nunca iba a perdonar todo lo que tuvo que pasar JongIn mientras se encontró solo.

—¡Aquí está el maldito traidor a la corona! ¡El sinvergüenza que se cree capaz de ir tras el emperador! ¡Hoy tendrás lo que te me..!

El guardia fue callado por un fuerte puñetazo en su mandíbula que lo mandó a volar algunos metros atrás, hasta impactar con un grueso tronco que se sacudió y cayó por la fuerza del impacto. Nuevamente, el público expulsó jadeos y gritos ahogados y KyungSoo bajó el puño luego de agredir a la basura gorda y repugnante delante de él.

—¡Rápido, tómenlo! —exclamó algún guardia furioso mientras lo apuntaba con un dedo tembloroso y KyungSoo cerró los ojos por un momento, escuchando atentamente la carrera del grupo de hombres que se dirigían hacia él—.

Al último momento, justo antes de ser impactado por un látigo, subió los párpados y reveló un par de pupilas rojas, brillantes y totalmente salvajes. La violencia y fortaleza de su poder al ser liberado creó una onda expansiva que se impactó contra los guardias más cercanos y los impulsó hacia atrás, muy lejos de sus posiciones originales. A pesar de eso, como era de esperarse, más hombres aparecieron y KyungSoo no tardó en iniciar una lucha sanguinaria y totalmente instintiva.

Había tomado el látigo que algún idiota dejó caer en medio de la sacudida y lo utilizó como arma de ataque. Antes, cuando KyungSoo luchaba, tenía la costumbre de no ser especialmente despiadado. Tenía un límite que prefería no traspasar para no incumplir sus propios pensamientos ni romper su tonta bondad, sin embargo, en este momento estaba tan enojado y tan furibundo que era imposible no ser un maldito demonio descontrolado sin ningún tipo de compasión.

Porque aunque los zorros de nueve colas eran conocidos por ser criaturas sexuales, llenas de nada más que deseo y lujuria impura, al emparejarse y atar su alma a la persona indicada, estos terminarían fusionados y comprometidos de por vida con esa persona. No habría nada en el cielo o la tierra capaz de romper la unión de un zorro emparejado, se volvían especialmente devotos cuando entregaban su corazón, por ello, cuando su alma gemela había sido ultrajada, tampoco había nada en el infierno capaz de detener un baño de sangre.

El látigo se enroscó alrededor del cuello de un hombre robusto y no dudó en aplicar la fuerza suficiente como para apretar el agarre y tirar hacia atrás, sacando de cuajo la cabeza y dejando una estela de sangre en el suelo con un solo movimiento. Una sonrisa aterradora y animal floreció en sus labios con la llegada de los gritos y el sonido de la gente corriendo con temor; acompañándola de forma tenebrosa, sus uñas crecieron, sus músculos se expandieron y sus orejas y colas aparecieron.

Su transformación se había realizado exitosamente debido al descontrol de los sentimientos en su interior y el indomable deseo de venganza surgiendo de cada célula de su cuerpo.

Se limpió la sangre ajena que había salpicado su mejilla y luego la lamió, sin dejar de sonreír.

—¿Quién es el siguiente?

Una ola de hombres corrió hacia él al mismo tiempo, espadas en alto y gritos de guerra tratando de hacerlos parecer más fieros. KyungSoo se posicionó delante de JongIn sin inmutarse y comenzó a luchar realmente, protegiendo al hombre pasmado a sus espaldas.

Como esta era la primera vez que KyungSoo se abandonaba a sus instintos de una forma tan pura y salvaje, su nueva forma era especialmente terrorífica, no tenía ni una sola gota de misericordia o compasión ni tampoco pareció realmente arrepentido o afectado por ello.

Batía el látigo cargado con poder en el aire y desmembraba partes de los cuerpos más cercanos. Con la espada que había robado de un cadáver, apuñaló y mutiló extremidades, cabezas, piernas, hundía la hoja afilada y extraía intestinos y sangre. No había ninguna diferencia para él, no tenía ningún tipo de consciencia o llamado a la calma mientras los guardias continuaran apareciendo en su campo de visión. Estaba determinado a acabar con todos él mismo, en vengar cada hebra de cabello recortada, cada golpe impactando el rostro de JongIn, cada jirón en las ropas prístinas, cada capa de su túnica arrebatada de él.

Era una bestia sin sentido ni razón, totalmente descorazonada y vengativa, pero podía aceptarlo, podía recibir esto si se trataba de JongIn.

Pronto su rostro y su ropa se bañó de sangre propia y ajena. Había recibido un par de cortes que no dolían debido a la adrenalina y sus manos temblaban mientras esperaba por la aparición de algún nuevo grupo escondido, porque del anterior solo quedaban miembros descuartizados arrojados en el piso y un río rojizo con olor a hierro que corría calle abajo, llenándolo todo de inmundicia y suciedad. El único espacio limpio era el lugar donde JongIn se encontraba de pie inmóvil y silencioso.

Se encontraron de la misma manera por un par de minutos hasta que JongIn estiró la mano y el sonido de las cadenas atrajo la atención de KyungSoo. El mayor giró el rostro, exponiendo las líneas de magia roja sobre sus mejillas y su cuello, los ojos carmesí y una expresión en blanco y JongIn dio un paso adelante, queriendo acercarse a él. KyungSoo no lo permitió, pues el piso estaba sucio y no quería que JongIn se ensuciara las botas, así que él mismo caminó lentamente en su dirección y esperó pacientemente por su reacción.

No esperaba que JongIn pasara sus manos encadenadas por encima de su cabeza y lo atrajera para un fuerte abrazo, tan apretado y tan necesitado que KyungSoo no pudo evitar soltar sus armas y corresponder el gesto de inmediato, un poco más cuidadoso pues temía lastimar alguna herida oculta. Contra su pecho, KyungSoo inhaló una bocanada inmensa de su olor y su zorro se sacudió con alivio al tenerlo de nuevo con él, con su corazón corriendo a toda marcha contra su oído y su calor demostrando su vivacidad.

—Vuelve —le pidió el menor con desesperación, su mejilla reposando sobre su coronilla adornada con sus dos orejas animales—. Vuelve, KyungSoo.

Y KyungSoo no pudo no complacerlo. El rojo retrocedió junto con el aura hostil que lo rodeaba, y aunque sus colas y orejas permanecieron, el resto de su cuerpo fue el mismo KyungSoo de siempre: pequeño, delgado y de facciones suaves y dulces.

Atrás quedó el aire de muerte que lo invadió mientras blandía su espada y látigo, esa imagen semejante a un Dios de la muerte totalmente desquiciado. Ahora era solo un hombre pequeño que se aferraba a su ser amado mientras lloraba intensamente, desbordado en sus sentimientos liados y confusos.

KyungSoo estiró el brazo y secó con su manga limpia los rastros de sangre que se acumulaban en el rostro maltratado de JongIn y, al terminar, con los labios temblorosos y la visión nublada a causa de las lágrimas, confesó con la voz rota y afectada por el llanto.

—Te extrañé.

Como respuesta, JongIn se inclinó un poco más y lo besó con fuerza. Unió sus labios con desesperación, importándoles poco o nada la imagen horrible a su alrededor; lo besó como si fuera la última vez, como si hubiera esperado por él por cien años, como si, de separarse muy pronto y no lo saboreara ni mordía lo suficiente, KyungSoo desaparecería.

Cuando se alejaron, un poco reticentes, ambos con lágrimas en las mejillas y las frentes juntas mientras mantenían los ojos cerrados, KyungSoo por fin sintió que estaba nuevamente completo y en casa. Se volvió a llenar del sentimiento agradable de la seguridad que JongIn le brindaba y se refugió en los confines del amplio pecho que su amor tenía para él. Todo pareció un poco más agradable y más íntimo cuando, no sin cierta dificultad debido a las restricciones, JongIn le acarició la zona tras las orejas y el cabello desordenado por el jaleo anterior.

—Oh, maldición, yo pensé, pensé que realmente iba a perderte, pensé tantas cosas —soltó entre gemidos y sollozos lamentables, aferrándose a la cintura del menor y acariciando su pecho con su mejilla mojada—.

Sus lágrimas corrieron como un río libre y sin restricciones, drenando toda su angustia, todo el dolor y el estrés de minutos y años enteros, permitiendo que el alivio limpiara su alma y compusiera su corazón una vez más. JongIn le besó la frente con adoración y delicadeza, una y otra vez, buscando consolarlo.

—Shh, shh, está bien, estoy aquí, todo estará bien ahora, corazón.

Y como si quisiera sellar sus palabras como una promesa, se alejó de su lugar sobre su coronilla una vez más y lo besó de nuevo en los labios, esta vez más suave y delicadamente que el primer contacto.

Y aunque KyungSoo podría estar fundido de lleno en el momento, entregado a él por completo en alma y cuerpo mientras disfrutaba de la deliciosa sensación de haberse reunido una vez más con su compañero, la verdad es que se encontraba bastante alerta y cauteloso. Por esta razón fue capaz de separarse rápidamente de JongIn, empujarlo a algunos metros de distancia y recibir un corte limpio y completamente doloroso en su torso.

—¡KyungSoo!

Escuchó el grito desesperado del menor detrás de él, pero KyungSoo no se volvió a favor de mirar a su atacante. Este era un rostro que nunca antes había visto, pero que no era necesario conocer para saber de quién se trataba. Las facciones suaves, elegantes y hermosas llenas de refinamiento, el aire lleno de superioridad mística e inigualable, las ropas elegantes, caras, majestuosas y costosas y la espada exquisita, bañada en oro y manchada con su sangre, solo podían pertenecer a una sola persona en todo el mundo espiritual.

El emperador Yoon JinHoo. La catástrofe viviente de su mundo.

Sintiendo la sangre fluir descontroladamente fuera de su cuerpo y de sus labios, KyungSoo estiró una mano y detuvo y encerró a JongIn con un campo de magia cuando este quiso acercarse demasiado. JongIn gritó su descontento y golpeó la pared invisible con desesperación y frenesí.

—¡KyungSoo, KyungSoo! ¡Maldición, KyungSoo, derrumba esto!

JongIn no era una persona que acostumbraba a maldecir, mucho menos perdía la cabeza fácilmente, así que verlo de esta manera resultaba ser bastante impactante. Aún así, KyungSoo no flaqueó en su determinación ni retrocedió ni por un segundo.

Había notado que las cadenas que tenía JongIn suprimían su poder espiritual, así que no había mucho que pudiera hacer más que entorpecer su camino. Por ello, era mejor que permaneciera ahí.

Además, he hecho una promesa. Aún debo devolverlo a salvo a su madre y hermanas.

—Mantente ahí, JongIn —jadeó con dificultad, sintiendo como la sangre continuaba fluyendo y fluyendo fuera de su cuerpo, formando un charco a sus pies cada vez más grande—. Yo me encargaré.

Al oírlo, el joven emperador rió con diversión, un sonido agradable al oído que iba muy bien con sus rasgos atractivos. Ciertamente, si uno mirara ciegamente esa cara y escuchara esa risa, jamás se creería que ambas pertenecían a un hombre violento, un psicópata peligroso sin consciencia, moral o virtud que había asesinado a tantas personas tan violentamente.

Como si se tratase de una insignificante vara, Yoon JinHoo movió su espada de un lado a otro, salpicando los dobladillos de sus túnicas y sus botas con la sangre de KyungSoo despreocupadamente. El humor nunca abandonó su mirada divertida y entretenida.

—Oh, oh, oh, ¿tú te encargarás? ¿De qué te encargarás exactamente, pequeño zorro? ¿De luchar conmigo? ¿De vencerme? ¡Cuánta seguridad, cuánta valentía! Es una lástima perder súbditos tan memorables y excepcionales.

KyungSoo sonrió de lado y escupió un trago de sangre junto a los pies de JiHoon.

—¿Quién es tu súbdito? Mi especie nunca se ha regido por un emperador, mucho menos lo hará por el hijo desquiciado que nunca podrá llegar a los talones de su padre en esta vida ni en otra.

Esta línea de palabras agudas fue suficiente para borrar la diversión en la mirada del pálido y, en cambio, colgar una expresión llena de puro odio y resentimiento que iba mucho mejor con su personalidad desquiciada.

—Así que tienes muchas ganas de hablar y sacudir la lengua en las direcciones inadecuadas. Perfecto, no puedo hacer más que complacer los deseos fervientes de mi pueblo.

Escuchando tanta ira y malicia mal reprimidas y viendo la violencia en la mirada sagaz del emperador, KyungSoo sintió su corazón temblar en su lugar y llenarse de temor latiente.

—¿Qué vas a..?

—¡¿Por qué no hablamos entonces de las desvergonzadas prácticas que llevaste a cabo con la guardia imperial durante casi cinco meses, mientras el joven maestro JongIn peleaba tan intensamente por su vida?! Ah, ¿acaso temes la reacción de tu querido amor? ¿Que te repudie y se asquee de ti luego de saber la verdad?

—¡Cállate!

KyungSoo gritó con todas sus fuerzas, su corazón acelerado golpeando fuertemente en cada vena tensa que sobresalía de su piel aún más pálida de lo habitual. Detrás de la pared de protección, JongIn detuvo sus golpes y los miró a ambos con confusión.

Sabiendo que tenía la delantera y todas las de ganar, el emperador rió nuevamente, deshaciéndose del mal humor que lo había invadido hace un instante para crear un ambiente de juego lleno de tensión. Rodeó a KyungSoo con pasos lentos y elegantes, la túnica ondeando con cada paso y la mano meciendo su espada dorada que arrancaba haces de luz desde el sol. Temblando con temor, KyungSoo lo miró y se abalanzó hacia él con el puño en alto, dispuesto a luchar contra él si con eso lo silenciaba, sin embargo, la herida lo había debilitado y no podía convocar a su transformación una vez más, no cuando había abandonado su forma más poderosa tan pronto, así que no fue un problema para Yoon JinHoo esquivar el golpe y arrojarlo al suelo sin ningún tipo de dificultad. Su expresión no cambió y su paso no se vio interrumpido en absoluto.

—Es entendible que lo haga —continuó con su discurso anterior—, después de todo, estás sucio con la esencia de tantos otros hombres, ¡de todos esos hombres que él deseaba derrotar, de sus enemigos, quienes lo han dejado en una situación complicada en más de una vez ni más ni menos! Qué traidor eres, ¡ja, ja, ja, ja!

—¡Basta! ¡Basta, cierra la boca! —gritó con desesperación, sintiendo los bordes de sus ojos calientes y la frialdad corriendo por encima de sus mejillas heladas—.

El emperador no se detuvo, no lo obedeció y continuó hablando con toda la parsimonia que podía reunir, con sus ojos brillando, extasiados, mientras miraba a un JongIn pasmado y anonadado y a un KyungSoo destrozado en el suelo.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —susurró el inmortal protegido con un hilo de voz precaria, temblorosa y dubitativa. KyungSoo sollozó con fuerza y golpeó el suelo, impotente, tratando de ponerse de pie una vez más—.

—JongIn, ¡no lo escuches! Por favor...

—¿Cómo puedes preguntar de qué hablo cuando ha sido más que obvio, joven maestro JongIn? ¿Acaso nunca has escuchado hablar de la Ramera Traicionera en estos dos años? Era un tema candente entre las filas de los guardias imperiales —canturreó con saña y una sonrisa cada vez más torcida y maliciosa—.

KyungSoo se levantó con las piernas inestables y el torso empapado en sangre y cargó contra él una vez más. De nuevo fue derribado sin mucho esfuerzo.

—¿Qué?

—Oh, mi querido joven maestro, realmente es un poco inepto cuando se encuentra indefenso e incapaz de luchar. Lo que estoy queriendo decir que es su amado pequeño zorro no es más que un vil prostituto que le calentó la cama a más de un hombre en mis filas. Sirvió como puto para todo aquel que quisiera un encuentro con él, ¡y según muchos rumores era la persona más complaciente de todo el reino! Tuvo filas y filas de hombres y mujeres esperando tener una revolcada con él, ¡y todos y cada uno de ellos fueron complacidos al máximo! Todo mientras tú trataba de sobrevivir para encontrarte nuevamente con él.

—¡Cállate, cállate, cállate, por favor! Cállate.

Destruido, KyungSoo se desplomó y se encogió sobre su propio cuerpo lastimado. Entonces las viejas heridas salieron a la luz, los recuerdos de tantas manos, de tantas bocas y tanto dolor golpeando su cuerpo como si se tratase de algo físico, el sentimiento de suciedad e impotencia, la ira...

KyungSoo apretó los ojos y lloró, lloró y lloró como no lo había hecho desde hace tanto tiempo, lloró al recordar los toques sin permiso, las cadenas apresando sus muñecas y sus tobillos, la frialdad y la mugre, el olor desagradable y el maltrato en ese pequeño cuarto oscuro del infierno. Y se imaginó la expresión asqueada de JongIn, el rechazo. Él había sido roto y destruido en mil pedazos también, y todo su infierno sellado había sido destapado ante la persona que menos había querido.

¿Cómo podía ver a JongIn a la cara entonces? ¿Cómo podría permitirle tocarlo de nuevo cuando estaba tan sucio, cuando era aún más impuro? ¿Cómo pudo dejarle besarlo y abrazarlo cuando no era nada más que suciedad manchando la pureza de los sentimientos de JongIn?

Escuchó el golpe de JongIn cayendo de rodillas tras la pared de protección y su corazón se destrozó al escuchar su voz afectada, distante, como si le doliera físicamente hablar en ese momento.

—KyungSoo... KyungSoo, ¿cómo... qué..?

—¡Pero no lo culpes! Él realmente estaba en contra de entrar en el oficio, ya sabes, se mantuvo puro para ti; durante toda su vida nunca había sido tocado por otro hombre hasta que se enamoró de ti y te respetaba, lo normal en todas esas situaciones cursis. Sin embargo, ¡quién hubiera pensado que unos días después de la liberación de los prisionero en mi bosque, el joven maestro KyungSoo sería capturado mientras buscaba alimento para los niños que viajaban con él! ¡Y no solo fue capturado y golpeado! ¡Por supuesto que no! También fue abusado despiadadamente por tantas personas, ¡una manera verdaderamente humillante de perder el honor! Si es que un zorro de nueve colas tiene una pizca de honor o dignidad, claro está.

Yoon JinHoo dirigió una sonrisa radiante hacia un JongIn pálido y pasmado, ignorando los sollozos y lamentos de KyungSoo en el suelo.

—Ahora, si crees que eso es horrible, no puedes ni imaginarte lo que viene después. Tu maestro no solo aprovechó estos encuentros sexuales para absorber energía y revitalizar su poder para poder huir, no, también lo hizo para mantener a la pequeña semilla en su vientre con vida. ¡Un padre totalmente abnegado, incluso yo tengo que admitirlo! Aunque me temo que ese pequeño crío no pudo haber sobrevivido ante semejante situación bárbara, pobre criatura, tener que soportar de abusos hacia su padre portador mientras que su otro padre nunca estuvo cerca para ayudarlo a escapar.

—¡Maldita escoria inmunda! ¡¿Cómo te atreviste?! ¡¿Cómo te atreviste?! —gritó JongIn con furia, su garganta rasgándose ante la ira palpable, golpeando nuevamente, una y otra vez, la pared de protección—. ¡¿Cómo pudiste hacerle eso?! ¡Voy a matarte! ¡Te mataré a ti y todas tus reencarnaciones!

KyungSoo giró el rostro bañado en lágrimas y sangre y miró a JongIn con cierta dificultad. El chico estaba deshecho en el suelo, lloraba silenciosamente, sus puños se encontraban apretados y todo su cuerpo exudaba violencia y peligro, aún cuando estaba completamente reprimido. Su hermoso discípulo, su alma gemela, el pobre amor de su vida... Lo había hecho tan miserable.

Yoon JinHoo alargó los bordes de su sonrisa y sus cejas se alzaron con deleite y entretenimiento.

—¿Es así? De acuerdo, enfréntame e intenta matarme. Por fin tengamos ese duelo final que tanto hemos esperado.

Subió su palma abierta y de ella nació una bola de luz plateada, la sostuvo por un momento en su mano y luego la arrojó hacia la pared de protección. Una explosión se escuchó en el lugar y una ola de polvo y humo nació desde la dirección de JongIn, sin embargo, nadie esperó que en respuesta, una gran esfera roja se aproximara a toda velocidad desde las nubes de escombros y se impactara de lleno contra el emperador.

Este se cubrió de inmediato con su espada y el impacto lo llevó muchos metros hacia atrás. Por otro lado, KyungSoo jadeó con fuerza y escupió una cantidad alarmante e impactante de sangre.

Mientras el emperador luchaba contra la esfera de energía espiritual salvaje, KyungSoo se arrastró lentamente hacia la pared de protección, que comenzaba a mostrarse nuevamente entre el polvo; solo cuando estuvo delante de ella, a un palmo de la pared y JongIn, se detuvo y se dejó caer en el suelo nuevamente, ensangrentado hasta el cabello y comenzando a sentir un frío abrumador y despiadado en todo su cuerpo. Giró el cuello con dificultad para poder mirar el rostro contraído por el llanto de su pareja y formó una pequeña y temblorosa sonrisa rota.

—KyungSoo... KyungSoo...

—JongIn, antes fui realmente duro con BaekHyun y ChanYeol... Por favor, pídeles disculpas por mí, no fue mi intención ser tan prepotente ni tan cruel —dijo con debilidad, voz baja y un poco de somnolencia; sus ojos se mantuvieron enfocados en JongIn en todo momento, en su rostro hermoso cargado con las lágrimas y el dolor latente y su alma pesó mucho al verlo de esta manera—.

Después de todo, su secreto debía haber sido suyo por toda la eternidad, no tenía por qué llegar a los oídos sensibles de JongIn para causar revuelo y sentimientos de culpa que no venían al caso en este instante.

—¡KyungSoo! KyungSoo, déjame salir de aquí, deja que me reúna contigo, por favor, por favor, corazón...

—Fui realmente feliz a tu lado en la Villa Kim. Si puedes, por favor, coloca algunas magnolias en mi antigua habitación, así no se verá tan solitaria.

JongIn golpeó la pared, la mandíbula apretada y los ojos rojos e hinchados rebosando de lágrimas aún sin derramar. KyungSoo lamentó muchísimo que la última imagen que tendría de su inmortal sería este llorando tan desconsoladamente.

—No tienes que pedirme esto, lo haremos juntos. Vayamos a casa nuevamente y creemos más momentos felices.

—Oh... Creo, creo que eso tendrá que esperar un poco.

A lo lejos, el emperador se había deshecho de la esfera rojiza y comenzaba a caminar hacia ellos con una expresión furibunda. Su rostro estaba lleno de sangre y su cabello se encontraba desordenado, incluso un lateral de su túnica imperial estaba hecha jirones. KyungSoo lo miró con el ceño fruncido y luego devolvió su mirada hacia JongIn rápidamente.

—JongIn, JongIn, escucha... El bosque donde nos conocimos, el Bosque del Sur... Debes ir ahí, búscalos. Ellos esperan por ti.

—Creo que ya ha sido suficiente de juegos. Acabemos con esto de una vez por todas —dijo el emperador, un aura oscura y malvada rodeándolo mientras alzaba su espada. KyungSoo movió sus labios con la vista fija en JongIn hasta el último momento y este captó el mensaje. "Te amo"—. Hora de morir.

Con fuerza, clavó su arma en la pared protectora y KyungSoo jadeó con los ojos fuertemente cerrados, el dolor sacudiendo cada célula de su cuerpo mientras una herida profunda y mortal aparecía en la zona donde descansaba su corazón. Su rostro se volvió anormalmente pálido y de su boca escapó sangre por tercera vez.

Fue entonces cuando JongIn lo comprendió. La pared protectora había sido hecha con la vida de KyungSoo. Esta se mantendría erguida mientras KyungSoo viviera, protegiéndolo mientras tanto y defendiéndolo siempre y cuando su portador pudiera crear magia. Era una técnica peligrosa, porque si la barrera recibía algún tipo de daño, este también aparecería en el creador, debilitándolo hasta la muerte.

Así pues, cuando KyungSoo envío la última reserva de poder que tenía guardada para poder debilitar al emperador, no solo fue para intentar derrotarlo, fue para poder exponerle sus últimas palabras.

Ahora que la barrera había sido traspasada y golpeada sin compasión por el emperador, estas heridas se vieron reflejadas en el cuerpo de KyungSoo, y cuando la pared se rompió en cientos de trozos trasparentes y brillantes, KyungSoo dejó escapar su último suspiro.

Una vez liberado, JongIn se abalanzó hacia adelante, mientras la espada de Yoon JinHoo continuaba extendida, y con un rápido movimiento provocó que la hoja afilada y reluciente cortara sus cadenas. Estas se despedazaron con un tintineo y su poder volvió a él como un torbellino de furia y fortaleza nunca antes visto.

Las tropas de la guardia imperial llegaron para defender a su emperador y Yoon JinHoo sonrió de lado y se preparó para luchar contra el descorazonado inmortal, sin embargo, no contaban con que en ese justo instante, el cielo se abriría en dos y un profundo destello brillante serviría como puente para que cientos de hombres y mujeres del mundo celestial descendieran, además, sumados a ellos, los refuerzos de Park ChanYeol llegaron al campo de batalla con Oh SeHun y Kim JunMyeon a la cabeza.

Así pues, con un ejército de cada lado, la lucha dio inicio y la capital del mundo espiritual fue arrasada.

.
.
.

Do KyungSoo tuvo un último pensamiento antes de morir:

"Incluso si no es ahora, ni mañana, ni dentro de mil años, espero poder encontrarme contigo una vez más, renacer en un mundo y un instante donde pueda amarte y no separarme nunca de ti. Hasta entonces, espera por mí y mantente fuerte. Te amo en la eternidad."

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro